Lo siento por esa manía mía de decir y hacer las cosas un día después pero es lo que hay. Ya sé que ayer fue el Día de la Mujer y ya sé que en la siguiente línea muchas dejarán de leer o se enconarán al seguir leyendo.
Mujer, no te felicitaré por el día de ayer.
Si ayer eras trabajadora, profesional, madre, ama de casa, directiva, polvo de una noche, sindicalista, empresaria, amante y amada, asalariada, estudiante autónoma, artista, esposa, técnica, científica, monja, soltera..., te felicitaré por todas esas cosas.
Por vivir la vida como has decidido o podido vivirla, por poner esfuerzo en el intento de ser lo que quieres ser aunque no te convenga serlo. Pero no por ser mujer.
Si ayer defendías tus fronteras, cuidabas de tus ciudadanos enfermos, salvabas vidas en los quirófanos, los incendios o patrullando las calles, te ocupabas de personas dependientes que no podrían vivir sin tu asistencia, vigilabas las carreteras, cuidabas de tus hijos, enseñabas en una escuela, perseguías criminales, investigabas nuevas formas de evitar plagas o enfermedades, impartías magisterio en una universidad, buscabas y dabas noticias, creabas entretenimiento en los medios, participabas de la administración del Estado..., te felicitaré por eso.
Por hacer de tu vocación profesional un esfuerzo de servicio a los demás, por dedicar tu vida a que la sociedad mejore, avance hacia un futuro más equilibrado, por proteger a aquellos que no pueden o no saben a hacerlo por si mismos, por trabajar para los demás. Pero no por ser mujer.
Si ayer luchabas por el reparto de la riqueza, ayudabas a las víctimas del hambre, la guerra o la miseria, defendías un ecosistema equilibrado, una sociedad sin discriminación de ningún tipo, un mundo sin esclavitud, un planeta sin injusticias, una sociedad con un mejor reparto de los recursos, un país mejor, una ciencia más humana, una legislación más justa..., te felicitaré por ello.
Por pelear por todos, por abandonar lo propio en favor de lo de todos, por ser universal, por pensar en contra propia para asumir el bien común, por renunciar al egoísmo de lo que te conviene para asumir la solidaridad que supone renunciar a algo para que otros reciban lo justo. Pero no por ser mujer.
Si ayer eras conducida a la esclavitud, vivías como una sierva moderna, eras prostituida, retribuida injustamente en tu trabajo, apartada por la fuerza de los tuyos, forzada a perder tus derechos, obligada a vivir bajo el umbral de la pobreza, obligada a morir de hambre o de miseria, acosada, chantajeada, humillada, vendida o comprada, utilizada o explotada..., te defenderé. Ayer, hoy y siempre.
Por ser un ser humano al que no se le conceden sus derechos, una persona a la que no se deja vivir en libertad, a la que no se deja desarrollar su potencial, a la que se sacrifica injustamente para el lucro o el placer de otras personas. Pero no ser mujer.
Y no lo haré porque, mal que le pese a quién le pese, pienso con toda tranquilidad que ser mujer no merece una felicitación, como no lo merece ser hombre.
Aunque, mirándolo bien, ayer quizás había debido felicitarte por ser mujer.
Si ya no consideras tus hormonas y sus ciclos como excusa para hacerle pagar a los demás tus estados de ánimo, felicidades
Si has dejado de pensar que tienes el derecho a un trato deferente y diferente por tu sexo, felicidades.
Si no crees que puedes exigir un respeto por tu sensibilidad mientras ignoras la de otros fingiendo que no existe, pedir una comprensión que tú niegas cuando te viene en gana, felicidades.
Si no piensas que puedes usar el sexo, el amor o la insinuación de una o ambas cosas para manipular, lograr tus objetivos, engañar o imponer tus deseos, felicidades
Si no defiendes la complejidad de tu pensamiento femenino mientras desprecias como simple y básico el de otros, si ya no te indignas con los chistes arquetípicos sobre la mujer mientras te ríes y utilizas de los que incluyen alguno sobre los hombres, si no te indignas con el maltrato a una esposa pero justificas la agresión a un marido, si no crees que a ti hay que escucharte pero que puedes negar la voz y la palabra a un hombre para que no te angustie, te haga pasar un mal rato, te reproche algo o te haga responder a preguntas incómodas, felicidades.
Si pones al otro por delante, un poco por delante, en el amor y no esperas ser siempre la amada, la cuidada, la agasajada, la esperada, la conquistada, la que decida cómo, dónde y cuándo, la mimada, la que recibe y sigue recibiendo sin que el otro pueda ni siquiera suplicarle que le des nada a cambio de todo, Felicidades, de todo corazón, felicidades.
Pero, claro, si piensas, vives y amas de esa manera lo más posible es que no te haga falta que yo te felicite ni un Día Internacional de la Mujer.
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