jueves, febrero 01, 2007

Don Juan José y El Señor Barón


Hoy vamos de política, que ya lo echábamos de menos. Hablemos de jueces.
Aunque, claro, dicho así, el amigo Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, garante incólume de la división de poderes, habría recomendado enérgicamente mi guillotinamiento.
Porque todo el mundo sabe que los jueces son un poder separado de los poderes que hacen política. Todo el mundo lo sabe pero el único que se lo cree es el bueno de Charles Louis y el señor barón está muerto.
En un país en el que la separación de poderes es algo tan artificial como el sabor de la Coca Cola y tan ficticio como las sirenas de Titán, resulta esperpéntico, si no bochornoso, que el Consejo General del Poder Judicial publique un comunicado en el que exige que no se presione políticamente a los jueces en el dantesco procesamiento de Juan José Ibarretxe.
Vamos a ver ¿Cómo se elige el Consejo General del Poder Judicial? ¿Desfilan todos los jueces delante de unas urnas para elegir a una lista de candidatos que han hecho campaña electoral?
Pues no.
Entonces debe ser, en buena lógica, que un conjunto de juristas -sabios e independientes, por supuesto- los elige de entre los mas grandes de los mejores magistrados que pueblan los estrados del país.
Pues va a ser que tampoco.
Resulta -y aquí Montesquieu llegaría a la congoja- que los eligen el Congreso y el Senado. Resumiendo, aquel que gana las elecciones legislativas -no lo olvidemos- controla el máximo órgano del poder judicial.
Separación de poderes y olé.
Y esos dignos magistrados se atreven de hablar de presión política. Ellos, que están donde están en virtud de los votos de los representantes políticos, colocados para hacer política judicial y pendientes de los gustos judiciales de las formaciones que les han elevado al cargo, se atreven a criticar a los ciudadanos en general por presionar "políticamente" la acción de los jueces en el asunto de Ibarretxe y sus charlas con Batasuna.
¡Por el amor del dios en quien no creo! ¡Es como si la curia vaticana pidiera a los fieles que no presionaran al conclave para que eligiera un papa siguiendo los dictados del Espíritu Santo! Aunque, pensándolo bien, es lo que hacen continuamente.
Más allá de digresiones vaticanas. El CGPJ es el órgano menos apropiado para pedir que no se presione políticamente a los jueces. Por forma de composición y por coherencia.
No he visto a ningún miembro de tan egregio estamento judicial hablar pidiendo que no se presione a los jueces cuando riadas de energúmenos con el virus del mundo rosa se han concentrado en la puerta de los juzgados de Marbella aplaudiendo a la Pantoja y abucheando a los jueces que la hacen declarar como imputada en un escándalo de corrupción -política, no lo olvidemos-.
No se ha alzado ni una sola voz de esos magistrados cuando los medios de comunicación -y de deformación e incomunicación- coaccionaron claramente a un jurado para que declara culpable a Dolores Vázquez de un asesinato que entre borrachera y borrachera confesaba a los cuatro vientos un pervertido anglosajón de nombre Tony King. Esa presión parecía ser lícita.
No he visto que el CGPJ saliera en defensa de la independencia de la judicatura cuando manifestaciones de la Asociación de Víctimas -en las que marchaban los líderes dispuestos y disponibles del PP- exigían en sus pancartas el cumplimiento integro de las condenas y que los jueces denegaran el tercer grado carcelario a los presos de ETA ¿Eso no era presión? ¿No era política?
En definitiva, que un CGPJ de mayoría conservadora -algo que debería no existir, no por conservador, sino por político- considera que los ciudadanos no deben presionar a los jueces sólo cuando se juzga o se decide si se ha de juzgar a Ibarretxe.
De nuevo el señor barón de Montesquieu ha de sentir el salado sabor de las lágrimas en su tumba. La división de poderes es el segundo mandamiento de la ley del gobierno democrático. Pero los que se sientan en los sitiales que garantiza la cada vez menos ciega justicia han olvidado que, como dice el anuncio, en todas las listas hay un primero y luego vienen todos los demás.
Y el Mercedes del gobierno democrático, El primer mandamiento del decálogo conseguido con el sudor y la sangre de hombres y mujeres a lo largo de la historia es que el poder emana del pueblo.
Así que, el pueblo tiene derecho a presionar a quien le de la gana. Y si a los miembros conservadores del CGPJ -supongo que son conservadores porque quieren "conservar" su poltrona- no les gusta que las amás del PNV saquen sus perlas de las iglesias y las exhiban entre aplausos para apoyar a Ibarretxe ¡Que se aguanten! Y si les molesta que los aitás de batxoki y Aberri Eguna, de pinchos y txikitos, exhiban sus txapelas ante las sedes judiciales para reclamar la inocencia de Don Juan José ¡Ajo y Agua!
No suelo ser partícipe del extendido arte manifestativo español, pero reconozco que, abolidos por arte de magia el referéndum y el plebiscito -sí, esas cosas existen y son posibles aunque suenen raras por la falta de costumbre-, la manifestación es la voz con la que se expresan aquellos que quieren hacerlo y no tienen los dineros ni los contactos para hacerse con un puesto en una formación política.
Charles Louis expuso la división de poderes para asegurar que el pueblo tenía tres estamentos ante los que protestar y a los que recurrir; no para dividir entre tres el pastel del poder que hasta entonces había tenido sólo uno.
¿Por que no exigen a los políticos estudiar ciencias políticas y además hacerlo en Francia? Cuando se ha cortado la cabeza a un rey, la presión popular es algo tan natural para políticos y jueces como ponerse la toga o dar un mitin electoral ¡Cuanto mal le hizo a este país Fernando VII!
Pero los conservadores jueces del CGPJ no consideran el hecho de que los integrantes del Foro de Ermua se presenten en el juzgado con paraguas pintados con banderas de España y Euskadi sea una presión intolerable para los jueces; no protestan porque un supuesto democráta como Rajoy se atreva a subirse al estrado del Congreso y exigir públicamente que el Gobierno -el poder ejecutivo- ordene al Fiscal General -el poder judicial- que procese al entorno Abertxale o a las Herrico Tabernas. Eso no son intromisiones, no son presiones.
La propia querella interpuesta por el Foro de Ermua es una trampa al poder judicial que el CGPJ debería haber denunciado si realmente creyera en la independencia judicial.
Primero se crea ad hoc una ley de partidos que impide a Batasuna funcionar como formación política y luego se interna sacar del juego político a alguien a quien los votos han colocado como Lehendakari, acusándolo de un crimen que tu mismo has inventado. Si eso no es manipular la justicia con fines políticos, la Ley de Vagos y Maleantes tendría que ser una artículo de la Constitución Española.
¿Desde cuando hablar con gente que defiende a ETA te convierte en terrorista? ¿Desde cuando hablar con quien sea te convierte en terrorista?
Y mientras esto ocurre, el Sinn Fein hace un congreso en el que vota aceptar a la Policía del Ulster como fuerza de seguridad ¿Nos hemos perdido algo?
Desgraciadamente si. Nos hemos perdido una revolución, una cultura democrática de permitir al pueblo expresarse, un poder judicial realmente independiente y un partido de la oposición que piense que vivir en paz es más importante que gobernar.

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