viernes, marzo 06, 2015

Cuatro asesinos juntos tranquilizan a Occidente

A estas alturas del partido, ya no sé siquiera si es manipulación o simplemente la ceguera inconsciente que produce la más completa estupidez.
Occidente, ese occidente atlántico nuestro que ha aprendido a vivir con visión de túnel eliminando los contextos, se congratula y da palmas con las orejas de que Líbano, ese país árabe que vive su historia en una  perpetua guerra interminable, haya empezado otra más. Es esta caso contra el Estado Islámico, el enemigo público número uno del mundo libre, según dicen.
Y a uno se le hiela la sangre cuando le dicen que colaboran en tan magno esfuerzo bélico Hezbollah, las falanges libanesas, milicianos laicos y el ejército libanés.
¿De verdad creemos que eso es un momento de unidad nacional digno de celebrar?
Los asesinos de Beirut, que controlan la mitad de Líbano a golpe de dinero iraní, de bomba lapa, ráfaga de arma automática  y de Corán mal interpretado, que envían a sus niños y niñas a morir con una bomba atada en el pecho, que lanzan misiles sobre agricultores inocentes como represalia contra un ejercito que no está ni cerca de esas zonas, de repente son nuestros aliados. Hezbollah de repente combate en nuestras filas.
Los asesinos de Sabra y Shatila, que matan a sus hijas antes de verlas casadas con musulmanes, que masacran a palestinos en campos de refugiados ante la atónita mirada del ejército israelí, que violan a musulmanas y luego dejan sus cuerpos expuestos en las carreteras ahora combaten por nosotros. Las falanges cristianas libaneses ahora están en nuestro bando.
Los asesinos de Tiro y Sidón, que aprovechan la guerra para engordar sus cuentas corrientes, que fuerzan a la prostitución, que venden miedo y extorsión disfrazado de protección, que han hecho del crimen organizado la excrecencia más dolorosa de la guerra eterna, de pronto forman partes de nuestras filas. Las mafias libanesas luchan a nuestro lado.
Los asesinos de La Becah, que arrasan pueblos enteros para matar a un solo terrorista, que bombardean a golpe de mortero y carro de combate valles enteros obviando a la población civil con tal de cazar a un solo enemigo que se esconde, repentinamente se unen a nosotros. El ejército libanés repentinamente combate por la libertad.
Solo puedo llegar a la conclusión de que hemos perdido la capacidad de ver la realidad acogotados por nuestro miedo a ese enemigo medieval llamado Estado Islámico si nos alegramos de cuatro colecciones de asesinos crueles, intransigentes, sedientos de sangre y de poder se alíen entre ellos para enfrentarse a otro que es igual o peor que ellos.
Solo puedo pensar que nuestro egoísmo  occidental que nos hace valorar más una vida aquí que millones en cualquier otra parte del mundo es lo que nos hace alegrarnos de eso porque se alían contra alguien que nos mata a nosotros mientras que Hezbollah, las falanges cristianas libanesas, las mafias de Sidón y el ejército libanés solo matan allende nuestras pantallas de televisión.
Solo puedo pensar que seguimos sin querer aprender de la historia.
Porque hace cientos de años las tribus kurdas, los musulmanes sunitas, los bandidos sin dios ni rey árabes del desierto e incluso los cristianos de Egipto ya hicieron esto, ya se aliaron contra otro falso califato y lograron vencer.
Y pusieron al frente a un tipo llamado Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb. Saladino para entendernos.

Y todos sabemos o deberíamos saber lo beneficioso que resultó el bueno de Saladino para los espurios intereses del Occidente de la época.

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