A estas alturas del partido, ya no sé siquiera si es
manipulación o simplemente la ceguera inconsciente que produce la más completa
estupidez.
Occidente, ese occidente atlántico nuestro que ha aprendido
a vivir con visión de túnel eliminando los contextos, se congratula y da palmas
con las orejas de que Líbano, ese país árabe que vive su historia en una perpetua guerra interminable, haya empezado
otra más. Es esta caso contra el Estado Islámico, el enemigo público número uno
del mundo libre, según dicen.
Y a uno se le hiela la sangre cuando le dicen que colaboran
en tan magno esfuerzo bélico Hezbollah, las falanges libanesas, milicianos
laicos y el ejército libanés.
¿De verdad creemos que eso es un momento de unidad nacional
digno de celebrar?
Los asesinos de Beirut, que controlan la mitad de Líbano a
golpe de dinero iraní, de bomba lapa, ráfaga de arma automática y de Corán mal interpretado, que envían a sus niños y niñas a morir con una bomba atada en el pecho, que lanzan misiles sobre agricultores inocentes como represalia contra un ejercito que no está ni cerca de esas zonas, de repente son nuestros aliados. Hezbollah de
repente combate en nuestras filas.
Los asesinos de Sabra y Shatila, que matan a sus hijas antes
de verlas casadas con musulmanes, que masacran a palestinos en campos de
refugiados ante la atónita mirada del ejército israelí, que violan a musulmanas
y luego dejan sus cuerpos expuestos en las carreteras ahora combaten por nosotros.
Las falanges cristianas libaneses ahora están en nuestro bando.
Los asesinos de Tiro y Sidón, que aprovechan la guerra para
engordar sus cuentas corrientes, que fuerzan a la prostitución, que venden
miedo y extorsión disfrazado de protección, que han hecho del crimen organizado
la excrecencia más dolorosa de la guerra eterna, de pronto forman partes de
nuestras filas. Las mafias libanesas luchan a nuestro lado.
Los asesinos de La Becah, que arrasan pueblos enteros para
matar a un solo terrorista, que bombardean a golpe de mortero y carro de combate
valles enteros obviando a la población civil con tal de cazar a un solo enemigo
que se esconde, repentinamente se unen a nosotros. El ejército libanés
repentinamente combate por la libertad.
Solo puedo llegar a la conclusión de que hemos perdido la
capacidad de ver la realidad acogotados por nuestro miedo a ese enemigo
medieval llamado Estado Islámico si nos alegramos de cuatro colecciones de
asesinos crueles, intransigentes, sedientos de sangre y de poder se alíen entre
ellos para enfrentarse a otro que es igual o peor que ellos.
Solo puedo pensar que nuestro egoísmo occidental que nos hace valorar más una vida aquí
que millones en cualquier otra parte del mundo es lo que nos hace alegrarnos de
eso porque se alían contra alguien que nos mata a nosotros mientras que
Hezbollah, las falanges cristianas libanesas, las mafias de Sidón y el ejército
libanés solo matan allende nuestras pantallas de televisión.
Solo puedo pensar que seguimos sin querer aprender de la
historia.
Porque hace cientos de años las tribus kurdas, los
musulmanes sunitas, los bandidos sin dios ni rey árabes del desierto e incluso
los cristianos de Egipto ya hicieron esto, ya se aliaron contra otro falso califato
y lograron vencer.
Y pusieron al frente a un tipo llamado Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn
Yūsuf ibn Ayyūb. Saladino para entendernos.
Y todos sabemos o deberíamos saber lo beneficioso que
resultó el bueno de Saladino para los espurios intereses del Occidente de la
época.
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