Hace unos días ocurrió un hecho inusitado. Bueno, en realidad ocurrieron dos hechos inusitados.
La plana mayor de la UCO, la unidad operativa de la Guardia Civil, dio una macro rueda de prensa cargada de estrellas y galones, al más puro estilo del FBI o la policiá neoyorquina de película de crímenes, para hablar de la detención del asesino confeso de Diana Quer.
El segundo hecho inusitado fue que dieron un rapapolvo a los medios y les exigieron autocrítica.
Y lo que escribiré ahora va de eso. Aunque puede que lo parezca, esto no va del contenido de las noticias, ni de las ideologías de las que se va a hablar. Esto va de lo que la prensa, la que se ha dado en llamar prensa seria, entiende por autocrítica.
El País se descuelga, así como quien en la cosa nada tiene que perder, con una especie de mea culpa sobre por qué los medios alimentan el morbo. Es de suponer que se incluyen en ello, es de suponer que se trata de la autocrítica reclamada por la UCO, de un ejercicio de revisión de lo que hacen bien y lo que hacen mal con respecto a la información. Pero no lo es.
"En el terrible caso de Diana Quer, sin duda la estrella mediática del momento tras la cuestión catalana, conviene señalar un par de datos: en los 16 meses que transcurrieron desde su desaparición hasta el descubrimiento del cadáver, en España se produjeron, aproximadamente, unas 1.500 violaciones documentadas, es decir, denunciadas, y alrededor de 70 mujeres asesinadas por violencia machista. ¿Por qué Diana Quer fue la protagonista de las televisiones y no el resto de las víctimas? Probablemente por razones de status familiar. Lo que afecte a la clase adinerada tiene, al parecer, un valor añadido."
Vale que lo de la familia adinerada es cierto, lo del status familiar también, pero lo de la autocrítica no.
Porque, para empezar, hablan así, en impersonal, como si ellos no lo hubieran hecho, como si ellos no hubieran llenado durante meses sus portadas y sus páginas de contenidos al respecto. Como si fuera un problema de otros.
Lo cual queda un tanto desmentido solo con una búsqueda básica del nombre de la víctima en la hemeroteca de El País en la que aparecen 4449 referencias. Aproximadamente nueve referencias al día.
Y para continuar, porque la primera autocrítica que deberían hacerse los medios es por qué tiran de postverdad, manipulación o directamente mentiras, para soportar sus presupuestos ideológicos. Y en este artículo, que supuestamente no debería hacerlo por pura coherencia, meten unas cuantas.
Cada una de las mujeres asesinadas por "violencia machista" fue titular, fue portada, fue objeto de artículos de opinión y de reportajes de fondo en El País. Y no es una exageración. Está comprobado por ellos mismos en los resumenes de los dos años comprendidos en ese lapso de tiempo.
Por no hablar de que todas ellas -o por lo menos una inmensa mayoría- ocuparon los programas de mañana de víscera y sangre de distintas cadenas, las cabeceras de los informativos de La Sexta y Cuatro y un sinfin de medios más.
O sea que parten de una mentira -un ejemplo de postverdad, como ahora les gusta llamarlo- para hacer autocrítica. Y lo hacen porque no quieren reconocer que la información sobre esos asesinatos es idéntica y sigue los mismos parámetros de morbo que las de Diana Quer.
¿Por qué informar y regodearse en esos crímenes no es morbo?, ¿por qué informar continuamente sobre un terrible problema que afecta a un 0,9 por ciento de las parejas de este país no se incluye dentro de la autocrítica e incluso se uitiliza -mintiendo descaradamente- como ejemplo de información olvidada en aras del mordo?
Por un sencillo motivo. El País no quiere renunciar a su ideología -que tiene perfecto derecho a tener- en la que la violencia por ellos llamada machista es el principal problema social de este país.
Y ese es el primer acto de contricción que deberían hacer, el primer mea culpa que habrían de entonar. Pero no están dispuestos a ello, ni en esto ni en nada. Ni en lo social, ni en lo político. Y la prueba es otro párrafo que también se supone que intenta desmostrar el olvido de lo importante en aras de lo morboso:
"Cierto es que se aprecia una cierta evolución en los valores morales de la sociedad no así en los que rigen en las cadenas generalistas, siempre ávidas de sensacionalismos. Pese a ello resulta descorazonador que, como recogía una encuesta del CIS de enero de 2015, para conocer como perciben la violencia de género los adolescentes y jóvenes, “el 33% de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años, es decir, uno de cada tres, considera inevitable o aceptable en algunas circunstancias controlar los horarios de sus parejas, impedir que vean a sus familias o amistades, no permitirles que trabajen o estudien o decirles lo que pueden o no pueden hacer”.
Critican a las cadenas generalistas por su morbo -lo cual es completamente suscribible-, pero no se critican ellos mismos por vender en este mismo párrafo como "violencia de género" un informe en el que participan adolescentes femeninos y masculinos y en el que tanto ellos como ellas consideran justo y normal controlar a su pareja (no que la parte masculina de la pareja controle a la femenina).
¿Por qué se vende así?
De nuevo por ideología y por morbo. Porque no van a dejar que la realidad les estropee una vision previa (ideología) y porque escribir de crueldad machista vende más que de agresividad afectiva y no van a dejar que la verdad les estropee un buen titular (morbo).
Y así con todo. En El País y en todos los demás medios "serios".
No hacen autocrítica de por qué se pasaron semanas hablando de los falsos mitos secesionistas (Catalunya como reyno, la Guerra de Sucesión como guerra de independencia), pero no de los falsos mitos unionistas (la inexistencia de Catalunya como entidad política independiente de España en siglos pasados, la existencia de un imperio español, la unidad de España desde los Reyes Católicos); o por qué se han pasado meses hablando de las relaciones de Podemos con Venezuela y no de las del Gobierno español o de las empresas de las que son consejeros delegados ex ministros del PP y del PSOE, entre otros muchos casos en una y otra dirección.
Porque, en realidad, no afrontan la principal autocrítica, que es reconocer que manipulan y sesgan la información para sus fines políticos y que una vez hecho, alimentan el morbo de lo cruel y lo terrorífico en esa dirección, para obtener los réditos políticos que aquellos para los que verdaderamente trabajan desean.
No están dispuestos a reconocer que utilizan el morbo como arma de manipulación masiva, obligándonos a mirar a través de los campos de visión que ellos acotan e imponen en servicio de determinadas ideologías -cada uno de las suyas- para que no podamos fijarnos en todo lo demás, en la realidad en su conjunto, que es de lo que verdaramente tendrían que informar.
Y la autocritica a su actuación en el caso de Diana Quer, que debería ser el punto de partida de un inmenso ejercicio de reflexión sobre en lo que han convertido el periodismo, se transforma en otra excusa morbosa para evitarlo.
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