jueves, enero 18, 2018

EXTINCTION AGENDA, La App

Estimado usuario.
Antes de que instales tu nueva App y comiences a disfrutarla, permíte unas reflexiones.


Salarios por debajo del mínimo de subsistencia, contratos que se miden en horas o días, jornadas artificialmente extendidas, entre otras lindezas, ideas y "fórmulas competitivas" que dejan a aquellos que se ganan la vida con un salario bailando cada día una acelerada y desesperada tarantela con la miseria.
Ese es el panorama que se dibuja con trazo firme y sin que nadie cambie la escala cromática para nuestro presente en aras de una recuperación que no llegará y de un crecimiento económico que no nos repercutirá.
Cuando esto se aplica a los que trabajamos, a los que producimos, a los que construimos o a los que servimos (entendido como sector, no como actitud) se precariza el presente. Pero cuando se le aplica a los que investigan, a los que inventan, a los que descubren, se está precarizando el futuro.
Porque si ellos se detienen, si ellos se rinden, si ellos pierden la concentración y se ven obligados a una lucha constante y continua con sus empleadores, con esos gobiernos y Estados que dicen que mantienen la famosa I+D, ellos están parados, pero tú estarás muerto.
Todas las siglas tienden a dan como resultado el efecto de deshumanizar aquello que contienen, de apocopar el tiempo y el espacio hasta hacerlo algo ignoto, indescifrable, carente de contenido más allá de las palabras que representan. Y eso le ha pasado al I+D.
I+D no es Investigación y Desarrollo, no es actividad científica, no es algo que se pueda tener en contratos parciales, con sueldos miserables; no es algo que hace alguien con batas blancas en un laboratorio. Ni siquiera es el futuro, ni siquiera es el progreso.
Esa gente, a los que consideramos frikies o genios, ininteligibles o engreídos, casi mágicos y siempre distantes, son la última jodida línea de defensa contra la extinción.
Si ellos no hubieran trabajado, tú estarías muerto con los pulmones anegados de amianto y CO2, si ellos no hubieran estado ahí, el cáncer se comería vidas a billones y el SIDA habría asolado medio planeta en una década y tú habrías caído ya entre ellos.
Si esas gentes de ciencia no hubieran trabajado, estarías comiendo tanta basura química que habrías mutado ante el espejo, tus hijos habrían nacido con tantas taras que no los reconocerías como humanos, cada vez que encendieras la luz brillarías en verde máquina, cargado de tanta radiación asesina que te comería los órganos por dentro.
¿Exagero? Ni un ápice. ¿Te incomodo? Perdona que no pueda sentirlo. No tengo ganas ni tiempo para hacerlo porque lo que está por llegar es todavía peor.
Si ellos no siguen ahí, el ébola o cualquier otra pequeña bestia autoinmune y viral te matará en diez lustros, el sol te quemará la piel con rayos X o se te caerá irradiada por los gamma cuando el ozono ya no los contenga; te morirás de hambre cuando las tierras, vacías de nutrientes por sobre explotadas y secas por ausencia de agua no den ni una sola cosecha y nadie haya descubierto como evitarlo, cuando el mar se niegue a dar nada comestible y nadie haya aprendido como regenerarlo, cuando la gripe aviar nos mate las granjas y el encefalitis espongiforme nos destruya los ganados.
Y cada segundo que pasa esa gente de bata blanca y lenguaje imposible de entender revisando sus nóminas con su abogado son cientos de posibilidades que tienes de morir más que antes, cada minuto que pasan en un juzgado apartados de sus indescifrables herramientas son más las probabilidades de que entres de un golpe inesperado en la inagotable lista de la extinción humana.
¿Que suena apocalíptico? Lo es. ¿Que parece imposible? No lo creas ni por un solo segundo. La esperanza de que algo no ocurra cuando se está haciendo todo lo posible y lo imposible para eso suceda es tan solo inconsciencia.
¿Qué la iniciativa privada lo compensa? Mentira. Las corporaciones y sus accionistas solo quieren sus beneficios y sus dividendos. Eso dejará de valerles cuando ya sea demasiado tarde, cuando se estén extinguiendo como los más ricos del planeta y ni sus beneficios ni sus dividendos les sirvan para nada.
¿Qué no puedes hacer nada? Te mientes de nuevo y lo sabes con creces. Puedes sacar del juego a quien precariza nuestro futuro precarizando el presente de aquellos que pretenden salvarlo. Puedes meter en el juego a quienes quieren entender esa investigación como un escudo que salva nuestras vidas y no como una molestia innecesaria que tan solo se tiene por imagen y se mantiene en mínimos para poder destinar todo el dinero, el impulso y la atención que precisa a otra cosa.
Sabes que puedes hacerlo. Si no lo haces es sencillamente porque no quieres hacerlo.
Y sobre todo puedes dejar de maravillarte con esta estupenda App confundiendo eso con la ciencia o con la investigación. Puedes dejar de valorar más la i minúscula de la innovación que la I mayúscula de la Investigación.
Esta aplicación que acabas de descargar, con sus incontable horas trabajo, su ingente cantidad de recursos intelectuales y científicos consumidos al servicio de que tú puedas saber el tiempo en Pernambuco, hablar con tu primo en Logroño, conectar con tu ordenador en Sri Lanka o manipular tus fotos para ponerles el rostro de Brad Pitt, no va a salvarte de la muerte y la miseria. Solo conseguirá que el mundo entero contemple como mueres si es que queda energía suficiente para poder hacerla funcionar.
La ciencia, coartada por los que la precarizan, anquilosada por los que la monetarizan e ignorada por quienes lo consentimos, si puede conseguirlo.
Con todo. Gracias por descargar Extinction Agenda. 
¡Que la disfrutes, estimado usuario!

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