En esas cosas raras que me dan de vez en cuando me había prometido no escribir de política hasta que no tuviéramos Gobierno y en realidad voy a cumplir mi palabra.
Hoy no voy a escribir de política.
Voy a escribir de ceguera.
La ceguera de todos aquellos que han visto robar, malversar, estafar, meter la mano en los caudales públicos, amañar cuentas, perpetrar cohechos y han decidido mirar a otro lado, extender el cuello para mirar allende los mares a las imágenes de una fábula fantástica que alguien les cuenta sobre lo que pasara en lugar de fijar su mirada crítica sobre la realidad que están viviendo.
Voy a escribir de egoísmo.
El egoísmo de aquellos que votan por una pírrica subida a última hora de su pensión ignorando que están dejando sin pensión a aquellos que ahora pagan las suyas con sus aportaciones a la seguridad social; de aquellos que preocupados por aquello que creen que mantendrán condenan a sus vástagos a salarios de miseria para poder competir con China o Bangladesh.
Voy a escribir de soberbia.
De la soberbia de aquellos que pese a que han visto que se han incumplido todas las promesas, que se recorta la educación y la sanidad, que se subieron los impuestos, que no se cumplieron los objetivos de déficit, que se aumentó la Deuda Pública, que se congelaron las pensiones, que como si de una partida de mus se tratara se pasó olímpicamente de la responsabilidad de intentar formar gobierno como pura estrategia electoral han decidido que ellos no pueden cambiar su voto, no puedan aceptar que hace cuatro años y luego hace seis meses se equivocaron y que quizás, solamente quizás, podían haberse equivocado en su sufragio.
Voy a escribir de miedo.
De todos esos que se sienten a gusto con su miedo que prefieren temer el futuro que aterrorizarse del presente que ya viven, que gustan de comprar todo monstruo lejano y futuro que les venden los medios y rechazan la vista de los que tienen delante, de aquellos que se levantan cada mañana temiendo lo que ha de llegar en lugar de hacerlo sintiendo rabia por lo que ya ha llegado.
Voy a escribir de incoherencia.
La incoherencia de aquellos que dicen votar por su moral mientras su Sumo Sacerdote se desgañita allá a donde vaya diciendo que la corrupción es inmoral, que cualquier gobierno que lleve a su sociedad a la miseria es inmoral, que usar a su dios para acaparar bienes inmoral; la incoherencia de aquellos que dicen seguir a alguien que clamó contra la unión del culto y el Estado y votan para que eso siga ocurriendo en su país.
Voy a escribir de patrioterismo.
De todos los que creen que la patria es un himno y una bandera y no las gentes que habitan en su tierra, que compran que una patria es más grande si no deja a elegir a quienes no quieren formar parte de ella, que por sentirse grandes en su vida quieren hacer grande su país cambiando la historia,evitando los cambios, despreciando al extranjero, viendo a quien no quiere ser español como un enemigo.
Voy a escribir de incompetencia.
De todos aquellos que sabiendo que todo eso pasaba, que sabiendo que el único modo de intentar evitarlo era estar unido, superar diferencias, encontrar consensos, se han negado por ineptitud y cobardía a asumir que rea necesario no poner lineas rojas, no intentar ganar por separado, no buscar prevalencia en la unión y por eso han perdido.
Y para terminar voy a escribir pidiendo, no, exigiendo silencio.
Silencio a todos aquellos que prefirieron el bar, la escapada romántica o el cine al colegio electoral.
Manteneos callados los próximos 48 meses porque habéis perdido el derecho a hablar.
Si unos os convierten en trabajadores semi esclavos con una nueva reforma laboral, manteneos callados; si las fábulas del realismo fantástico son ciertas -que no lo son- y otros os terminan haciendo bolivarianos, no os atreváis a abrir la boca, si otros se independizan, a callar; si otros os imponen una política neoliberal con su sonrisa y su perpetua indefinición, no digáis ni una sola palabra; si otros llevan la discriminación a un punto en que ya no puede ni siquiera parecer positiva, permaneced en silencio absoluto.
Ayer demostrasteis que callar es lo único que sabéis hacer por el país en el que vivís y sobre el que tenéis la responsabilidad de decidir.
Ceguera, egoísmo, soberbia, miedo, incoherencia, patrioterismo, incompetencia y silencio...
¡Vaya, parece que al final si he terminado escribiendo de política!