Despues de varios días mirándome el alma; despues de constatar que la ausencia de sentimiento afecta a la memoria y la ausencia de sensaciones adormece, mutila y elimina el pasado, vuelvo a lo que soy. Vuelvo a mi demoniaca actividad de intentar comprender lo incomprensible.
Y por desgracia para nosotros, los que queremos que el universo y la vida fluyan, lo incomprensible sigue estancado en nuestro territorio, en esas fronteras falaces que llamamos España, en un sólo asunto y argumento: La negociación con ETA.
Y la viuda de Gregorio Ordoñez, instalada -quizás con razón psicológica y sentimental- en la venganza y el odio, afirma sin pelos en la lengua que ella quiere "un futuro para el Pais Vasco con vencedores y vencidos".
Que la viuda de Ordonez lo diga entra dentro de la lógica de alguien que no puede - o no quiere, que nunca se sabe- superar su dolor y lo transforma en odio visceral y vengativo. Que María Sangil lo apoye es, aparte de una irrresponsabilidad, una muestra de lo que se esconde detrás del concepto de "demócratas" que ha querido instalar el Partido Popular en el Pais Vasco. Que el ABC lo utilice de titular es algo tan grotesco y criminal como si se publicara una declaración formal de guerra civil.
¿Quieren un Pais Vasco con vencedores y vencidos? Pues adelante, que cojan sus armas y desembarquen en la ría de Bilbao para tomar los territorios vascuences e imponer el "españolismo democrático" a sangre y fuego. Pero que no le pidan al Estado, el Estado formado por todos, el Estado construido por todos, que se convierta en mercenario y paladín de sus venganzas.
Lo que quieren la viuda de Ordoñez, María Sangil, el PP y ABC no es un Pais Vasco en el que haya vencedores y vencidos. Es una Euskadi en la que ellos sean los vencedores y el resto sean los vencidos. Creanme si les digo que como logren lo que quieren, como desencadenen una guerra abierta, muchos seremos los que tomemos las armas para enfrentarnos a ellos, aunque la independencia o dependencia de Euskadi no nos quite el sueño.
Hasta en el infierno estamos hartos de que piensen que la única manera de vivir es tremolar su bandera y su patriotismo de opereta, buscando enemigos para hacer de España un motivo por el que morir y sobre todo por el que matar.
Quieren un futuro en el que haya vencedores y vencidos porque están acostumbrados a un pasado en el que ellos eran los vencedores y los otros eran los vencidos. Porque están acostumbrados a un pasado en el que el ejercito de todos sirvió de guadaña, cuña y cañón para defender exclusivamente los intereses de unos pocos que acunaban su visión del mundo y sus ansias de poder bajo la manta de una bandera que no les pertenecía.
Pero esta vez no será así. Los hombres, mujeres y demonios que habitamos este país -tan orgulloso y absurdo como cualquier otro país del mundo- no estamos dispuestos a dejar que los sables sirvan para cumplimentar sus vendettas, para responder a sus deudas de honor. El sonido de los cañones no va a llevar esta vez la palabra venganza al aire.
La viuda de Ordoñez ya tiene a "chapote" en la cárcel donde se pudrirá el tiempo que la ley -un cocepto que el PP quiere manipular en su beneficio y en el de su venganza- dictamine que se pudra. La viuda de Ordoñez ya tiene su victoria, ya tiene su justicia y ya tiene su venganza. Si quiere más tiene dos opciones: o contrata a un asesino a sueldo y se convierte en una asesina como aquellos que mataron a su marido o, simplemente, se jode.
Ni Euskadi, ni España van a ir a la guerra para que ella, Sangil, el PP o ABC puedan encontrar satisfacción en una victoria más amplia y definitiva y bañar su odio, su ambición y sus titulares en más sangre que no es necesaria.
Acostumbrados durante cuarenta años a caminar como vencedores, carecen de la capacidad de sacrificio y de visión de futuro como para imaginar como sería un futuro en el que ellos fueran los vencidos y los otros -que en esta ocasión no está muy claro quienes son- fueran los vencedores. Que Sangil y ABC hagan esa reflexión, ese ejercicio de imaginación. Para muchos ser vencido no es una ficción, han tenido que vivir una dictadura con ello.
Pero, al final, la egregia viuda va a tener razón, aunque su deseo llegue un poco tarde. En Euskadi y en España ya hay vencedores y vencidos. Los vencedores somos los que sabemos y queremos que la paz se instale y permanezca y creemos que la única forma de conseguirlo es hablando y otrogando a los pueblos su derecho a elegir.
Los vencidos son los que se aferran a sus definiciones de nación y de realidad y pretenden imponerlas a costa de cuañlquier cosa. Hablen euskera o el más puro castellano, sean vasquistas o españolistas.
Señora Ordoñez, Señora Sangil, señores del PP, señores de ABC, lamento comunicarles que la guerra está a punto de acabar y me es muy grato comunicarles que están a punto de perderla. La sangre vasca y española no decorará sus insignias de combate. Esta vez no.