Como en otras muchas cosas, como en cualquier jornada del mito, la leyenda o la historia, después de un día siempre hay otro. Y hoy es el día después del Diá Contra La Violencia de Género.
Puede que parezca reiterativo y lo es. Puede que la insistencia en el hecho acarree el típico achaque de machismo encubierto, pero en realidad da lo mismo. Aquellos y aquellas que han tomado sus decisiones, que han elevado su fe y que han organizado su credo no suelen escuchar, no suelen pensar y no suelen hacer caso a los datos y a las realidades. Todo es muy sencillo en la mente de aquellos -y aquellas, por supuesto, que ya somos iguales en todo- que han hecho de un problema una doctrina y de una situacióin un espectáculo.
Y me refiero a todas esas mujeres, organizaciones de mujeres y asociaciones de mujeres -más o menos progresistas en el nombre, y más o menos sectarias en los fondos- que han aireado cifras a lo largo de toda la pasada jornada. Cuanto más numerosas eran las cifras, más engrandecidas se mostraban, más exigentes se ponían, más mostraban su aversión por el varón, por el sexo que han decidido -con la aquiescencia gubenamental- satanizar ad eternum.
Y todos esos datos generan un baile de cifras mareante y explosivo en el que medran aquellas que -como antiguos sicarios del poeta catalán- siembran la alarma. No tienen de pareja en este baile a la verdad, ni a la realidad, tan sólo se afanan en danzar solas, como él mitico grupo musical, al compas de la manipulación y en alas de la más flagrante mentira.
Me explico, porque hechos y números suelen ir de la mano.
Se habla de 500.000 mujeres maltradas en España por sus parejas o ex parejas y se habla en virtud de una encuesta realizada por el famoso Observatorio Contra la Violencia de Género. Dicha encuesta se transforma en un arcano cuando se pregunta o se busca en la página web de la propia entidad los criterios tenidos en cuenta a la hora de realizarla. Se desconoce el error muestral, la selección de las encuestadas y el número de entrevistas, se desconoce el factor de extrapolación y, por supuesto, se desconoce qué consideran los encuestadores que supone un maltrato. De hecho ni siquiera se sabe si se ha abordado por la calle a las mujeres y se les ha preguntado simplemente ¿Su pareja la maltrata?. No se conoce nada de ello porque, cuando no se quiere mentir pero se quiere aumentar la verdad, esos elementos resultan fundamentales para descubrir la manipulación. Cuando algo se articula de esa manera sólo tiene un nombre.
Así que nos vemos obligados a recurrir a las cifras judiciales.
Desde la entrada en vigor de La Ley Integral de Protección contra La Violencia de Género se han incohado diligencias en 306.682 procesos por la llamada violencia contra la mujer. Eso significa, básicamente, que se han presentado ese número de denuncias. Pero curiosamente sólo se han producido 69.968 juicios por estos motivos.
La explicación que dan aquellas que han decidido hacer de los malos tratos dentro de la pareja una bandera de desgarro social , es que resulta muy díficil para las víctimas probar las agresiones. Todas ellas callan cuando las cifras del Consejo General del Poder Judicial afirman que se han producido 55.923 sobreseimientos por falta de pruebas.
Entonces recurren al otro manido argumento de que se retiran las denuncias por miedo y también se ven obligadas a callar cuando las estádisticas del CGPJ manifiestan que solo un 10 por ciento de las denuncias -o sea 29.678- se retiran durante el proceso.
Eso nos deja, en números redondos, con 80.000 denuncias que se han paralizado por diversos motivos y 70.000 que han sido juzagadas. Un total de 150.000 denuncias de 306.0000. ¿Qué pasa con las otras 156.000 denuncias?, ¿se han perdido entre la burocracia?, ¿han desaparecido por catástrofes naturales o errores másivos informáticos en los juzgados? Obviamente no.
La respuesta es judicialmente sencilla: se han identificado como falsas o erróneas y se han archivado como tales. Nadie habla de ellas porque sería demoledor afirmar que el 50 por ciento de las denuncias por malos tratos son falsas. Eso no ayuda a la causa. Cuando algo funciona así sólo tiene un nombre.
Así que nos vemos obligados a quedarnos con el único dato de que 70.000 hombres han sido juzgados por malos tratos.
Pero también esta cifra tiene trampa. Porque resulta que, en baile anual de números sobre la violencia de género, se dice que 49.768 han sido condenados. Lo que supondría que 50.000 mujeres sufren malos tratos en España. De repente hemos visto reducirse el número a una déima parte de la cifra de partida.
Pero de nuevo las cifras no cuadran. Según la memoria del CGPJ, se han producido 29.216 sentencias desde 2006 en aplicación de esta traída y llevada ley y, según los mismos datos, un 60 por ciento son condenatorias y un 40 por ciento absolutorias. Esto nos deja con aproximadamente 12.000 condenados penalmente como maltratadores.
¿Donde se han metido los demás? ¿Han hecho los tribunales desaparecer sumariamente a los otros 20.000 maltratadores? Una vez más la respuesta es no.
Simplemente, esos 20.000 condenados no lo han sido de forma penal -lo que quiere decir que no lo han sido por malos tratos- sino que han sido considerados culpables de agresión menor -una falta que no se considera un delito- y han sido sancionados civilimente.
Las mujeres y organizaciones que han decidido medrar económica y políticamente aprovechando el inmenso dolor de unas pocas y que han estimado oportuno llevar sus traumas y venganzas personales al ámbito de lo público usando a estas mujeres como excusa, achacan este porcentaje al machismo del sistema, obviando sin ningún pudor el hecho de que durante el mismo periodo se ha condenado a 17.476 mujeres por identicas faltas de agresíón y lesiones contra sus parejas. Es decir, obviando el hecho de que las mujeres y los hombres se pelean y ambos comenten un delito leve con ello. Pero eso tampoco beneficia sus intenciones de eterno victimismo, con lo que también se omite. Cuando algo sigue organizándose así mantiene una sóla posibilidad de definirse.
Así que nos quedamos con una cifra aproximada de 12.000 mujeres que sufren malos tratos demostrados lo que supone -aproximadamente, que soy de letras, y tirando por lo alto, que soy periodista- un 0,05 por ciento del total de la población femenina española. Muy lejos del 1 por ciento que suponía ese medio millón de maltratadas.
Si a eso añadimos el hecho de que cerca de ocho mil mujeres han sido condenadas por malos tratos contra su pareja en el mismo periodo y de que por las 61 muertes de mujeres a manos de sus parejas en lo que va de año se han producido 39 de hombres a manos de las suyas, se puede sacar la conclusión de que la violencia machista no está tan extendida ni es tan diferente de la violencia hembrista, en nuestro país al menos.
Y aún falta un dato mas. Mientras entidades y organizaciones satanizan la cultura de nuestro país, afirmando que es la culpable de esta lacra social -así la han bautizado-, se oculta el hecho de que un 60 por ciento de esos casos se producen entre parejas de naciaonalidades diferentes a la española en las que, desafortunadamente, el maltrato machista si es un hecho preocupante, como son las sociedades magrebíes o andinas.
Y todo ello nos lleva a la misma conclusión de siempre. Existen mujeres maltradadas y existen mujeres maltratadas por culpa del machismo de su pareja. Deben ser protegidas por la ley como cualquier otra persona que es agredida, violentada o maltratada. No voy a cuestionar eso porque sería absurdo.
En España hay demasiada tendencia a recurrir a la violecia para solucionarlo todo. Para solucionar las relaciones de pareja, las relaciones familiares, las relaciones de amistad e incluso las de vecindad. La violencia y la reacción violenta -en forma de grito, insulto, bofetada o puñetazo- es algo que es necesario extirpar de nuestros comportamientos, tanto en las mujeres como en los hombres. Si sólo afectara al componente masculino no existirían 150.000 niños a los que su madres maltratan sistemáticamente -un 65 por ciento del total de niños maltratados-, no existirían cerca de 255.000 denuncias anuales por lesiones y agresiones leves entre mujeres.
"Ni una ostia mas" gritaban las sevillanas celebrando el Día contra La Violencia de Genero, curiosamente en la misma ciudad en la que sólo en lo que va de año han sido condenadas 85 mujeres por malos tratos psicológicos y físicos a sus parejas.
Y secundo su grito.
Ni una ostia mas a los 150.000 niños maltratados por sus madres.
Ni una ostia mas a los 35.000 ancianos maltratados por sus cuidadoras o sus familiares femeninas -un 75 por ciento del total-
Ni una ostia más a los 8.000 hombres maltratados por sus parejas
Ni una ostia más a los 2.500 homosexuales agredidos en España
Ni una osita más a nadie.
Con eso puedo, debo y quiero estar de acuerdo.
Pero hacer una herramienta política y convertir una actitud minoritaría, sectaria y psicopática en un rasgo que se aplica a todo un género, obviando datos, cifras, realidades y situaciones concretas sólo tiene un nombre.
Intentar demostrar que sólo los hombres agreden a la mujeres y que siempre que lo hacen es por motivos machistas, obviando y eliminando los móbiles de los delitos, las explicaciones de los comportamientos y las circunstancias de las situaciones, sólo tiene un nombre.
Engrandecer un problema para poder presentarse como resolutor del mismo, crear leyes que cuestionan la igualdad legal por cuestión de sexo y proteger a un sólo falso colectivo más allá de los derechos de otro sólo tiene un nombre.
Y ese nombre es fascismo
Así que feliz Día del Feminicismo para todas aquellas que defienden eso.