Pues ya tenemos presidente investido, ya tenemos gobierno y ya tenemos ministros y ministras -y lo digo en ese orden para no caer en el "insoportable machismo" de eso de las mujeres primero. No se puede aprender en cuatro años, eso lo sabe cualquier educador y hasta cualquier observador, pero lo que no se espera es que se vaya en dirección opuesta al aprendizaje y eso es lo que, la menos en algunas cosas, se empeña en incidir este nuevo y nuestro gobierno de la paridad y los equilibrios sexuales.
En este segundo gobierno de Zapatero hay más mujeres que hombres. Y lo pregonan y lo tremolan. Y lo anuncian a bombo y platillo y la pregunta es ¿a quién le importa?, ¿qué demuestra eso?
La respuesta es tan obvia como abrumadoramente irrelevante. Demuestra que el Presidente del Gobierno ha decidido que haya más mujeres que hombres en su gabinate. No demuestra que las mujeres esten más preparadas para la política, no demuestra que los hombres lo esten menos, no demuestra que haya más mujeres políticas o que las corrientes feministas tengan un importante peso político dentro de las filas del Partido Socialista. No demuestra nada, salvo el hecho de que el Presidente del Gobierno ha decidido tener más ministras que ministros.
Demuestra eso y que ni el propio Gobierno se cree la famosa Ley de Paridad, porque ahora hay más ministras que ministros y eso, miremos la dichosa ley como la miremos, incumple el principio de paridad.
Algunas esperarán que empiece a criticar ese punto pero no lo haré. No lo haré porque, como no creo en esa ley, no me importa que se incumpla en un sentido o en otro.
Lo único que diré es que demuestra que el Gobierno no ha aprendido que no se puede funcionar en una sola dirección; que no se puede buscar igualdad en una sola dirección, que no se pueden igualar los sexos sólo en beneficio de uno de ellos.
No ha aprendido de las varias docenas de cuestiones de inconstitucionalidad planteadas y aún no resueltas contra la Ley Integral de Protección a la Mujer -aquello de que si un hombre pega a una mujer es más grave que a la inversa-; no ha aprendido de los varios centenares de sentencias sobre el Síndrome de Alienación Perental que, en sus justificaciones, aluden a la disparidad de tratamiento en la legislación de divorcio entre los derechos del hombre y los derechos de la mujer; no han aprendido de los estudios del Instituto Nacional de Estádistica y del Instituto Nacional de Empleo que demuestran que cerca de un sesenta por ciento de las mujeres inscritas en el INEM no realizan búsquedas activas de empleo; No ha aprendido del fracaso de su ley de paridad en los cargos directivos de las empresas, en las que siempre han mandado el dinero y las relaciones, nunca el sexo.
No ha apredido y vuelve a hacerlo desde el primer día de su gobierno. Hoy nadie tremola la paridad desde el gobierno de Zapatero, no se escucha el término, ha sido borrado y enterrado en los anales de las celebraciones electorales del 2004. Hoy se enorgullecen, se felicitan de que haya más ministras que ministros y supongo -sólo supongo- que eso es lícito. Tan lícito como lo sería enorgullecerse y alegrarse de tener más ministros que ministras ¿o no?
Pero eso no es otra cosa que una anécdota -una anécdota negativa, pero una anécdota- con la que el nuevo gobierno realiza su primer gesto para la galería, su primer acercamiento electoral a los comicios de 2012. Nunca una campaña electoral se había iniciado tan pronto -salvo las de Esperanza Aguirre y Gallardón, que nunca terminan-.
Ignorando este dato, que nada aporta al gobierno presente ni futuro de este país, me quedo con otro. Hay un nuevo ministerio.
Y eso si se me antoja sintómatico.
Yo me felicito de la existencia de un ministerio de Igualdad. La igualdad, la falta de discriminación, es algo esencial para la existencia de un país.
Así que supongo que este ministerio se encargará de evitar la discriminación de extranjeros e inmigrantes. ¡Vaya, pues no! De eso se va a encargar el Ministerio de Trabajo.
Supongo que este ministerio se ocupará de evitar la discriminación de los discapacitados, los ciegos, los minusvalidos y los enfermos crónicos. ¡Anda, pues va a ser que tampoco! De eso se ocupará el Ministerio de Educación.
Supongo, entonces, que esté minsiterio abordará la discriminación que sufren los que viven en el medio rural y aquellos que no tienen acceso a determinados servicios esenciales de una forma rápida y eficaz por la situación de sus enclaves de residencia. ¡Anda, pues si que estoy yo espeso! De eso tampoco se hace cargo. Eso le ha tocado a Medio Ambiente.
Anticipo que este feliz y nuevo ministerio se encargará de que homosexuales, transexuales, lesbianas y todos aquellos que tienen una tendencia sexual defirente de la mayoría no sufran discriminación ninguna por este motivo.¡Vaya!, se me olvidaba que de eso se encargará el Ministerio de Justicia
Ya está. Lo tengo. Este ministerio se encargará de solucionar la discriminación en el trato que las religiones no catolicas y los credos no religiosos sufren con respecto al tratamiento de privilegio que la iglesia vaticana recibe desde hace siglos del Estado Español. ¡Cáspita!, nuevo error. De eso no se ocupará nadie.
Así que, aún feliz por la existencia de un ministerio de Igualdad -pero he de reconocer que algo desconcertado por lo limitado de su competencia-, me pregunto y pregunto a ese presidente que tiene más ministras que ministros ¿De qué se ocupará el ministerio de Igualdad?
Y la respuesta, como otras muchas, como las que se susurraban en los oídos de la arcaica Joan Baez, me las trae el viento.
El Ministerio de Igualdad se dedicará exclusivamente de la igualdad -espero que no sea sinónimo de paridad- entre los sexos.
Y yo me sigo alegrando de que haya un Ministerio de Igualdad porque al menos habrá un colectivo -si es que ser mujer significa formar parte de un colectivo- que sea conducido a la igualdad.
Eso supone que, por fin, un ministerio hará una ley en la que se diga que las mujeres y los hombres son iguales ante la ley -¡Caray, que memoria!, eso lo dice la Constitución Española-, que dirá que no se puede discriminar a las mujeres en los asuntos laborales -Creo que eso me suena del Estatuto de Los Trabajadores-, que no se puede golpear, maltratar, humillar ni asesinar a una mujer -creo que eso lo he visto en algún lado del Código Penal Español-, que no se puede negar el acceso a ninguna rama de educación a nadie por su condición de mujer -creo que algo por el estilo lo leí en el prefacio de la Ley Organica de Educación-.
Así que, como la capacidad de propuesta y elaboración legal de este nuevo ministerio se encuentra algo constreñida por el mero y simple hecho -irrelevante, eso si-, de que todas las leyes que debería promulgar para justificar su existencia ya están promugaldas, supongo que se dedicará a tomar medidas administrativas para potenciar esa igualdad.
Dará subvenciones a las empresas para que contraten mujeres -¡Mierda!, eso ya lo hacía el Ministerio de Trabajo-, dará apoyo legal y psicológico a las mujeres víctimas de malos tratos -¡Maldición!, eso lo hacía el de Asuntos Sociales!-, se encargará de perseguir y procesar a aquellos que atenten contra la igualdad de la mujer -¡Joder!, eso lo siguen haciendo el de Interior y el de Justicia.
Entonces, ante el estupor y la incomprensión, sólo me queda pensar que el Ministerio de Igualdad se encargará de la modificación de la Ley de Divorcio para que las custodias compartidas de los hijos se apliquen de forma automática. Se ocupará de que los permisos por paternidad alcancen la misma duración que los de maternidad y no dependan de la voluntad de la madre.
Legislará para que el Síndrome de Alienación Parental será considerado penalmente como un maltrato a los hijos y a los conyuges que son víctimas de él y para endurecer la legislación contra las personas que incumplen o dificultan los regímenes de visitas. Se encargará de que los derechos laborales de los padres se equiparen con los de las madres, vigilará y legislará para que ningún hombre -homosexual o heterosexual- sea rechazado por su condición de hombre en los procesos de adopción.
Buscará fórmulas para asegurarse que las falsas denuncias por malos tratos son castigadas con el mismo rigor que son investigadas las verdaderas. Eliminaá las pensiones compesatorias para que nadie pueda vivir del trabajo de otra persona por el mero hecho de haber compartido una relación con ella y obligará a la liquidación de gananciales en un plazo razonable para evitar que alguien vea como todas sus posesiones quedan en manos de otro -o si no es eso, quizás modificará la legislación para imponer la separación de bienes en todos los matrimonios y uniones de hecho-.
Y, ya puestos, supongo que este ministerio reservará puestos obligatorios para mujeres -por aquello de la paridad- en la minería, la pesca, la construcción, la industria pesada, el ejército, la policía, el transporte de mercancías, el transporte de pasajeros, la estibación portuaria, la marina mercante, la carga y descarga, los trabajos temporales en la agricultura, los servicios de recogida de basura, los servicios de parques y jardines, las reparaciones, la mecanica de automoción y lo que se tercie.
Y, por supuesto, reservará puestos obligatorios para hombres en la educación infantil, primaria y secundaria, la asistencia sanitaria, la administración de empresas, los medios de comunicación, el secretariado, el sector de limpieza y hogar, los auxiliares de vuelo y todos los otros sectores que sean necesarios para garantizar la famosa paridad.
Y también supongo que elaborará leyes por las cuales las mujeres menores de 29 años formen parte de la reserva activa del Ejercito en caso de conflicto armado o se castigue con igual fuerza una agresión de una mujer a un hombre que el caso inverso.
También supongo que hará campañas informativas y educativas -los ministerios siempre hacen campañas educativas- en las que se eduque a las mujeres para informarles de que no tienen derecho ético a pretender que su pareja cargue con el peso económico de la familia porque a ellas les apetece -como a todos- quedarse en casa encargándose de la educación de sus hijos; en las que se eduque a las mujeres para respetar la sensibilidad masculina igual que los hombres deben respetar la femenina; en las que se les enseñe que los chistes de hombres son tan "malos, sexistas y humillantes" como los de mujeres; en las que se les muestre que el violador o el maltratador lo es por su condición de criminal demente, no por su condición de hombre; en las que se creen observatorios para protestar por los anuncios que dejan a los hombres como inútiles o trogloditas o para pedir la retirada de aquellos en los que aparece un culo masculino; en las que se alerte a las mujeres separadas y divorciadas sobre la importancia de un padre en el desarrollo y la educación de la infancia y sobre el hecho de que ser mal pareja no conduce de forma irremediable e innata a ser mal progenitor.
Aunque claro, a lo mejor no lo hace, porque parece que el nuevo gobierno ya ha renunciado a la paridad. Al fin y al cabo tiene más ministras que ministros.
Pero yo estoy satisfecho de que haya un Ministerio de Igualdad porque estoy seguro de que hará todo eso
¿Qué otra cosa podría hacer?
No creo que se dedique a repartir subvenciones y ayudas millonarias a las asociaciones feminizistas para proseguir su cruzada contra el denomonio hombre y a cambiar la Ley del Aborto ¿verdad?