Estimados señores y señoras y otros componentes de la humanidad en general:
Me permito dirigirme a ustedes en la cercanía de estas fechas que normalmente ustedes suelen considerar tan señaladas para puntualizar algunos aspectos que tradicionalmente han sido mal interpretados con respecto a mi existencia y mi persona.
Primero
En ningún momento he tenido nada que ver con la humanidad. No formo parte de ella y no he formado en ningún momento parte de tan heterogéneo e irregular compendio de seres y estares.
Me permito dirigirme a ustedes en la cercanía de estas fechas que normalmente ustedes suelen considerar tan señaladas para puntualizar algunos aspectos que tradicionalmente han sido mal interpretados con respecto a mi existencia y mi persona.
Primero
En ningún momento he tenido nada que ver con la humanidad. No formo parte de ella y no he formado en ningún momento parte de tan heterogéneo e irregular compendio de seres y estares.
Segundo
No es voluntad mía ni deseo propio aparecer y reaparecer continuamente en cuanto a un edil de tres al cuarto le da por encender unos cuantos millones de luces, enviando al traste el más oriental espíritu de Kioto, si es que este espíritu en concreto alguna vez existió.
Tercero
Niego ante cualquier tribunal divino o humano -si es que los primeros aún existen- toda responsabilidad e implicación en mis apariciones públicas e incluso en mi nacimiento. Ya que, como bien indica mi definición, fui creado y no engendrado al contrario de lo que se piensa.
Cuarto
Contemplo como únicos responsables del proceso creativo que culminó con mi aparición en el mundo a unos individuos que se dieron cuenta de que desaprovechaban todo el año para hacer lo que tenían que hacer y luego, a toda prisa, aprovecharon el supuesto nacimiento de un supuesto individuo para cargar sobre mis hombros la responsabilidad del deber de ejecutar todas las bondades que el género humano se negaba a practicar el resto del año.
Sin ignorar ni restar responsabilidad a El Corte Ingles, Christies e IKEA, a los que considero cómplices posteriores al hecho.
Quinto
Niego toda relación con todos aquellos que, utilizando de forma delictiva mi nombre y superando el nivel de rentas que se considera decoroso entre el común de la humanidad, se arropan en sus abrigos de pieles, sus trajes de sastre y sus vestidos de fiesta y se dedican a repartir comida de saldo y café rancio entre todos aquellos de cuyas rentas miserables son total o parcialmente responsables.
Sexto
Afirmo bajo juramento que no conozco ni he conocido nunca a ninguno de los directivos y responsables empresariales que, empapados de sustancias destiladas varias y arrobados por vapores etílicos diversos, castigan los oídos de empleados con frases grandilocuentes de amor y buenos deseos tras 364 días de tratarles como siervos, negarles aumentos, ampliarles unilateralmente las jornadas y negarles los días libres que les corresponden.
Séptimo
Testifico que tampoco tengo nada que ver con los besos y abrazos que compañeros esquiroles, traidores y maledicientes reparten a diestro y siniestro amparados, de nuevo sin mi consentimiento, en mi identidad y existencia; así como que tampoco he tenido jamás relación alguna con los aduladores, obsequiosos y serviles que aprovechan mi supuesta aparición para regalar oídos de superiores jerárquicos con toda suerte de palabras y sonrisas hipócritas.
Octavo
Niego toda participación, como autor o inspirador, en los ejercicios de disimulo familiar que pretenden acallar y ocultar odios, inquinas, rencores y venganzas, aprovechando estas fechas bajo la manta del silencio y susurros conspirativos a las espaldas de aquellos a los que les une la sangre y la genética
Noveno
Declino toda responsabilidad en los actos de aquellos que pretenden colgarse de los ingresos y las tarjetas de crédito de sus progenitores y familiares directos o políticos de mayor edad para hacerse, en forma de regalos inspirados falsamente por mi presencia, con los bienes y productos que su nivel adquisitivo, su propia avaricia o su consumismo desmedido les han impedido coleccionar a lo largo del año.
Décimo
En último lugar –por ahora- quiero dejar constancia de que en ningún momento ha sentido inclinación ninguna a participar en concentraciones multitudinarias con motivo del final del calendario y ni mucho menos en galas pregrabadas o en directo que tengan como protagonistas a cantantes superventas ni artistas rancios que interpretan villancicos como si estuvieran poniendo música al acto segundo de Ricardo III o cualquier otra tragedia shakesperiana.
Y como única prueba de mi inocencia en este compendio de despropósitos que se atribuyen a mi nombre y existencia aportaré lo siguiente:
Existen personas que ayudan y se preocupan por los demás; está demostrada la existencia de jefes y directivos que tratan con justicia y equidad a sus empleados, de compañeros que ejercen la lealtad y el compromiso con sus camaradas; queda patente que hay familias que se respetan, se quieren, se complementan, se responsabilizan unos de otros y se preocupan por todos sus miembros; está más allá de toda duda que hay individuos que hacen cuentas contando solamente con su dinero y emplean parte de este en gastos que sólo reportan beneficios económicos o afectivos a otras personas.
La prueba no es la existencia mayoritaria de estos tipos de ser humano –que, en realidad, son claramente minoritarios-. La prueba es que son capaces de hacerlo durante todo el año, en el que se supone que mi presencia no se esparce por ese planeta que algunos de ustedes llaman La Tierra.
Del hecho de que esas personas puedan hacerlo se infiere, sin lugar a dudas, que mi esencia o existencia nada tiene que ver en ello y por tanto no soy responsable de que, aquellos que sólo lo hacen en estas fechas, busquen miles de excusas para no comportarse como seres humanos durante el transcurso del resto del calendario, con la mínima decencia que debería exigirle el material genético que les convierte en miembros de esa especie en concreto.
No es voluntad mía ni deseo propio aparecer y reaparecer continuamente en cuanto a un edil de tres al cuarto le da por encender unos cuantos millones de luces, enviando al traste el más oriental espíritu de Kioto, si es que este espíritu en concreto alguna vez existió.
Tercero
Niego ante cualquier tribunal divino o humano -si es que los primeros aún existen- toda responsabilidad e implicación en mis apariciones públicas e incluso en mi nacimiento. Ya que, como bien indica mi definición, fui creado y no engendrado al contrario de lo que se piensa.
Cuarto
Contemplo como únicos responsables del proceso creativo que culminó con mi aparición en el mundo a unos individuos que se dieron cuenta de que desaprovechaban todo el año para hacer lo que tenían que hacer y luego, a toda prisa, aprovecharon el supuesto nacimiento de un supuesto individuo para cargar sobre mis hombros la responsabilidad del deber de ejecutar todas las bondades que el género humano se negaba a practicar el resto del año.
Sin ignorar ni restar responsabilidad a El Corte Ingles, Christies e IKEA, a los que considero cómplices posteriores al hecho.
Quinto
Niego toda relación con todos aquellos que, utilizando de forma delictiva mi nombre y superando el nivel de rentas que se considera decoroso entre el común de la humanidad, se arropan en sus abrigos de pieles, sus trajes de sastre y sus vestidos de fiesta y se dedican a repartir comida de saldo y café rancio entre todos aquellos de cuyas rentas miserables son total o parcialmente responsables.
Sexto
Afirmo bajo juramento que no conozco ni he conocido nunca a ninguno de los directivos y responsables empresariales que, empapados de sustancias destiladas varias y arrobados por vapores etílicos diversos, castigan los oídos de empleados con frases grandilocuentes de amor y buenos deseos tras 364 días de tratarles como siervos, negarles aumentos, ampliarles unilateralmente las jornadas y negarles los días libres que les corresponden.
Séptimo
Testifico que tampoco tengo nada que ver con los besos y abrazos que compañeros esquiroles, traidores y maledicientes reparten a diestro y siniestro amparados, de nuevo sin mi consentimiento, en mi identidad y existencia; así como que tampoco he tenido jamás relación alguna con los aduladores, obsequiosos y serviles que aprovechan mi supuesta aparición para regalar oídos de superiores jerárquicos con toda suerte de palabras y sonrisas hipócritas.
Octavo
Niego toda participación, como autor o inspirador, en los ejercicios de disimulo familiar que pretenden acallar y ocultar odios, inquinas, rencores y venganzas, aprovechando estas fechas bajo la manta del silencio y susurros conspirativos a las espaldas de aquellos a los que les une la sangre y la genética
Noveno
Declino toda responsabilidad en los actos de aquellos que pretenden colgarse de los ingresos y las tarjetas de crédito de sus progenitores y familiares directos o políticos de mayor edad para hacerse, en forma de regalos inspirados falsamente por mi presencia, con los bienes y productos que su nivel adquisitivo, su propia avaricia o su consumismo desmedido les han impedido coleccionar a lo largo del año.
Décimo
En último lugar –por ahora- quiero dejar constancia de que en ningún momento ha sentido inclinación ninguna a participar en concentraciones multitudinarias con motivo del final del calendario y ni mucho menos en galas pregrabadas o en directo que tengan como protagonistas a cantantes superventas ni artistas rancios que interpretan villancicos como si estuvieran poniendo música al acto segundo de Ricardo III o cualquier otra tragedia shakesperiana.
Y como única prueba de mi inocencia en este compendio de despropósitos que se atribuyen a mi nombre y existencia aportaré lo siguiente:
Existen personas que ayudan y se preocupan por los demás; está demostrada la existencia de jefes y directivos que tratan con justicia y equidad a sus empleados, de compañeros que ejercen la lealtad y el compromiso con sus camaradas; queda patente que hay familias que se respetan, se quieren, se complementan, se responsabilizan unos de otros y se preocupan por todos sus miembros; está más allá de toda duda que hay individuos que hacen cuentas contando solamente con su dinero y emplean parte de este en gastos que sólo reportan beneficios económicos o afectivos a otras personas.
La prueba no es la existencia mayoritaria de estos tipos de ser humano –que, en realidad, son claramente minoritarios-. La prueba es que son capaces de hacerlo durante todo el año, en el que se supone que mi presencia no se esparce por ese planeta que algunos de ustedes llaman La Tierra.
Del hecho de que esas personas puedan hacerlo se infiere, sin lugar a dudas, que mi esencia o existencia nada tiene que ver en ello y por tanto no soy responsable de que, aquellos que sólo lo hacen en estas fechas, busquen miles de excusas para no comportarse como seres humanos durante el transcurso del resto del calendario, con la mínima decencia que debería exigirle el material genético que les convierte en miembros de esa especie en concreto.
Así las cosas, ruego a la autoridad competente que tenga en cuenta este pliego de descargo para que obligue a humanos en esencia y apariencia a que no me responsabilicen más de todos esos ítems arriba expuestos, ni me utilicen de excusa para sus carencias continuadas.
Atentamente,
Atentamente,
El Espíritu del Solsticio de Invierno (aka espíritu navideño desde el año 41 del reinado en Roma del Cesar Augusto Imperator)
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