sábado, diciembre 31, 2016

Esas gentes del 30

¡Ay esas gentes del 30!
Que se ponen la sonrisa cuando aún es de noche para recibirte cuando en otros lugares aún no se han puesto ni siquiera las calles; que prefieren un abrazo, dos besos o un chocar de las manos en lugar de un frío “buenos días”; que te llegan en bici, que te vienen en moto, que no arriban al curro como quien va a la guerra, que retornan al tajo como quien vuelve a casa.
Esas gentes del 30 que te dan la experiencia atesorada en años sin menoscabo de que vuelvan a dártela si te es necesario; que te informan de todo pese a que ellos prefieran que no informes de nada, que te envían avisos de todas las pendencias, que te ganan batallas en las salas y te explican mil veces aquello que hace falta.
Esas gentes del 30 que se fuman contigo instantes de sus vidas, que te sacan los cafés a la calle, que te mueven la risa cada vez que les hablas entre mil y un correos, que paran a escucharte, que vienen a buscarte, que son tus aliados, que te hacen mirarte en el espejo de todos sus trabajos, de todos sus esfuerzos, de todas sus ideas.
Esas gentes del 30 que te buscan los números, que encuentran las facturas cuando tú no las hayas, que te dan y devuelven sin perder la sonrisa, sin perder la paciencia, atesorando calma, ahorrando discusiones, creando un rumor cotidiano que se echa de menos cuando falta, cuando desaparece, cuando el tiempo lo calla.
Esas gentes del 30 que son buenas, como dijo el poeta, en ese buen sentido de la palabra bueno; que vienen y que van cargados de maletas, que saludan a todos menos a uno, que atienden tus ideas, que te ofrecen las suyas, que trabajan con método y que piensan deprisa.
Buenas gentes del 30 que llenan las estancias cuando llegan a ellas, que reparten un trozo de alegría, una porción de luz, que se ocupan y preocupan de todos y de todo aunque no lo parezca, que tienen tanta fuerza en su vida como otrora, hace no mucho, tuvieron en sus botas.
Gentes grandes del 30 que te buscan lo que olvidas siempre que se lo pides, te perdonan las bromas, te escuchan los consejos; que te sonríen siempre, te llaman despegado, te aguantan los achaques, te tapan las carencias, te crean estrategias, te tuitean medallas, te fabrican campañas, te buscan cuando faltas. Te faltan cuando callan.
O esos otros del 30 que no están en el 30. Que vienen y van recorriéndose el mapa, que te envían sus fotos y sus logros, su esfuerzo y su triunfo; que te cuentan mil vidas divertidas, que se han ganado a fuerza de saber y criterio el nombre de “maestros”.
Gentes del 30 que aún viajan por el futbol, que te hacen sentirte orgulloso de trabajar por ellos cuando brindan por ti, cuando cenan contigo, que aún dirimen sus cuitas con goles y balones.
Y otras gentes del 30 que colgaron las botas y acuden cuando llamas; que suben a un escenario, visitan una escuela, apoyan una idea y haces que te sientas tranquilo de que gente como ellos aún se sienta orgullosa de ser gente del 30.
Gentes del 30 que en ocasiones vienen con nombre de poeta; que te cuidan los niños en la escuela; que organizan sus críos y partidos, que hacen fotos de ellos, que te hacen recordar que el presente siempre tiene un futuro que merece la pena.
Gentes pausadas y tranquilas que vuelven siempre al 30, que te logran regalos, te comparten ideas, te invitan a la calma, te buscan las maneras de mantener la paz, te ofrecen y te dan, te tienen siempre en cuenta; que escuchan los problemas serenos y apacibles e intentan soluciones; que te meten en todos sus proyectos porque saben que disfrutas con ello.
Esas gentes que encuentras en el 30, que te tocan el alma cuando ven que hace falta, que te dan sus consejos, que te cantan en alto, que te abrazan bien largo, que te dan en la espalda una sobria palmada de esas que gastan en el norte, que te llaman amigo, que al fin de la jornada, cuando acaba la suya, cansadas y tranquilas, aún te ofrecen su ayuda cuando sigue la tuya.
Y esas gentes del 30 que creen lo que viven y viven lo que creen, que te han dado paciencia, que respetan sin miedo tu experiencia y te entregan la suya cada vez que hace falta; que escuchan casi todo, que te llaman amigo.
¡Ay esas gentes del 30 cuanto trabajo dan a un solo corazón por devolver a cada cual lo suyo, cada rasgo de aprecio, cada gota de pura simpatía, cada gesto de cariño y apoyo!
Que los días que llegan, que el año que comienza, les traiga lo que dieron, se lo aumente, engrandezca y amplíe. Que devuelva con creces a todos lo que hicieron. Que uno solo no pueda aunque siempre lo intente.
Feliz 2017

martes, diciembre 06, 2016

Cultura de la violación o el falso icono de Schneider

En 1958, Cary Grant terminó el rodaje de la famosa escena de la avioneta con un "este hombre está completamente loco" ¿Por qué? Porque al acabar se enteró de que Alfred Hitchcock le había dado instrucciones al pilóto de que raseara más de la cuenta en las dos pasadas y le gritaba duranto todo el tiempo "sigue, sigue".
John Houston recibió todo tipo de lindezas de la nada sutil verborrea de Humprey Bogart tras el rodaje de la escena en la que acaba en el agua en La Reina de África porque nadie le había dicho que el empujon de la Hepburn daría con sus huesos en el río. Y encima tuvo que repetirla y salir sonriendo.
¿A qué viene todo esto? Pues a que hoy me he desayunado con algo que ha hecho que se me atragante el café vietnamita que una buena amiga había tenido a bien regalarme.
Con Marlon Brando y Maria Schneider muertos y Bertolucci viviendo -que me perdone- con permiso del enterrador, alguien ha reavivado aquello de que la actriz fue engañada en la míticamente rancia escena de El Último Tango en Paris, esa de Perpignan, la censura y la mantequilla. 
Creía yo que era otra manida disquisición cinematográfica cuando me encuentro inmerso en una de esas piezas que últimamente está empeñado en regalarnos El Pais en la que habla de cultura de la violación y no sé que cosas más -bueno sí lo sé-.
Y ya me ha tocado el trigémino, que diría una amiga mia.
Para empezar me toca el trigémino lo de la "cultura de la violación" porque es una mentira como un templo. No niego que en otros países de la tierra y en otras culturas pueda existir o persistir, pero decirlo de la sociedad occidental atlántica es un manipulación.
Sociológicamente para que haya una cultura de algo, ese hecho debe ser aceptado masivamente por todos los elementos de la sociedad lo que supondría que la violación tendría que ser aceptada sin reproches tanto por los perpetradores como por las víctimas y sobre todo por los que no son ni una cosa ni otra.
Así, la cultura del individualismo lo es porque la mayoría de los miembros de esta sociedad piensan que lo lógico es ponerse a sí mismos por encima de los otros y eso es comunmente aceptado para bien o para mal. Y con respecto a la violación eso es radicalmente falso.
Una cultura de la violación es la que existió hasta la edad media, donde la violación no era castigada, donde se consideraba que las mujeres eran botin de guerra y por tanto estaba permitido y hasta fomentado que se las violara e incluso en tiempo de paz se mantenían leyes como La Prima Note y el derecho de pernada que la sacralaziban.
Una cultura de la violación fue la que impusieron los japoneses en la Segunda Guerra Mundial en la invasión de la provincia china de Nanking, en la que incluso obligaban a punta de  bayoneta a los soldados que se oponían a ello a violar mujeres chinas para "aumentar la sangre nipona en esas tierras" o la que impuso el enloquecido Mengele en sus experimentos, forzando la violación continua de las prisionaras judías para que quedaran embarazadas y tener más material para sus experimentos.
Pero ni los hombres, ni las mujeres, ni los cargos públicos, ni la judicatura, ni los medios de comunicación de esta sociedad alientan ni jalean la violación, no van por la calle buscando alguien a quien violar en cuanto no hay un agente de la autoridad presente, no defienden que los violadores no sean condenados, no se detienen por la calle a aplaudir cuando contemplan a un hombre violando a una mujer o defienden que "la cosa" se soluciona con que la víctima se case con el agresor como sabemos que ocurre en otros lugares.
Que haya media docena de jueces rancios y machistas y un puñado -repito, un puñado, que en España somos 23.000.000 millones de hombres- de locos criminales descerebrados y violentos que se dediquen a violar y grabar sus violaciones no implica bajo ningún parámetro sociológico que haya una "cultura de la violación".
Y quien defienda lo contrario que estudie sociología y se entere de una vez.
Porque ya estoy más que harto de que se pretenda en estos asuntos meter a todos los hombres en el mismo saco en un intento de hacernos partícipes de los pocos criminales locos de nuestro tiempo y de todos los machistas recalcitrantes de tiempos pretéritos; porque ya estoy harto de que quienes dicen luchar contra estos horrendos crímenes se oculten bajo falsos arquetipos, presupuestos manipulados y rancios discursos para intentar disimular que lo único que buscan es un enfrentamiento secular e irreconciliable con los hombres por motivos personales, ni siquiera ideológicos.
Y ya estoy harto de que las mujeres que realmente creen en la igualdad no les digan que ya está bien, que es mentira, que lo que hacen unos pocos no puede servir para culpabilizar a mas de dos decenas de millones de hombres inocentes y que se están aprovechando del dolor y el sufrimiento de unos miles de mujeres para algo que solo puede comprenderse desde su propio resentemiento personal y su voluntad de poder.
Y sobre todo estoy harto de que se me marque como potencial culpable cuando soy inocente porque se afirma falazmente que existe una "cultura de la violación".
Así que no, señoras, no hay cultura de la violación en la sociedad occidental atlántica.
Y con respecto al asunto de El Último Tango en París y el artículo de El País, un solo párrafo resume el esperpéntico espectáculo de la manipulación mediática a este respecto.
"Hace menos de diez días repasábamos en Verne algunos conceptos relacionados con la cultura de la violación: la normalización del impulso agresor, la impunidad y culpabilización de la víctima y la necesidad de grabar la agresión estaban entre ellas. Todas parecen cumplirse en este caso".
La escena se graba porque es cine, ¿qué parte no han entendido de que el cine tiene que grabarse para que sea proyectado y por tanto sea cine? Bertolucci no graba la escena por un impulso bouyerista para luego vanagloriarse con los amigos como hacen los criminales pertubados de los violadores de los sanfermines, por ejemplo.
¿La normalización del impulso agresor? Brando no viola a Schneider, no tiene ningún impulso agresor. Simula que lo hace dentro de un contexto en el que hay presentes al menos una veintena de personas -aunque no se las vea en cámara- y todas ellas saben que es una escena de ficción, todas ellas saben lo que está ocurriendo así que, por muy emotivas que sean las declaraciones de la actriz, no existe ni violación ni impulso agresor. 
Brando no está esperando tras una esquina a que su compañera salga del camerino para imponerle una acto sexual porque ella se haya negado previamente. Alguien dice "acción" y se mete en un personaje. Un Brando que, por cierto, también dijo de Bertolucci que se sintió "manipulado durante la pelicula", así que no debía hacerlo solo con las mujeres, ni por "cultura de la violación".
¿La impunidad y la culpabilización de la víctima?, ¿de qué estamos hablando?, ¿quien queda impune si no hay violación?, ¿quién es la víctima si no hay violación?
Si Schneider es víctima de algo es de lo mismo que los fue Cary Grant en Con La Muerte en Los Talones o Tippi Hedren en Los Pájaros, o de lo mismo que los fueron Humprey Bogart en La Reina de África o Paul Newman en La Gata sobre el Tejado de Cinc -al que también le pilló por sorpresa el monumental bofetón que le endoso Liz Taylor-. 
Son víctimas de Cinema Verité, del Neorealismo Italiano, de la Nouvelle Vague, del método Stanislavski o del Actor´s Studio. Son víctimas de todos los directores que han usado ese método de trabajo que engañaba y forzaba a los actores para conseguir "resultados más realistas". 
Si quieren discutir sobre eso, discutimos hasta hartarnos. Pero meter eso en esa supuesta "cultura de la violación" es un absurdo.
Y si quieren hablar de cine y "cultura de la violación" que vean los angustiosos 10 minutos de secuencia de Irreversible -los únicos minutos de metraje cinematrográfico que me han hecho vomitar- donde sí estan presentes todos esos elementos en una ficción tan realista que hace mucho más por poner al mundo en contra de la violación que todos sus discursos y sus reproches a una película de hace cuarenta años.
Y que lean las declaraciones de Monica Belucci al respecto: "No sabía cómo iba actuar hasta que rodé la escena. Lo único que tenía claro era la patada del final porque para eso hay que estar gestualmente preparada. Prestia tampoco sabía lo que hacer exactamente más allá de sus frases. Estas escenas se graban así".
Y sobre todo si quieren hablar de "cultura de la violación" que vean como la por entonces musa cinematográfica de Francia se hizo acompañar por el actor en varias ocasiones ante la reacción negativa que toda la sociedad francesa había tenido ante el personaje que identificaron, como suele ocurrir, con el actor.
O simplemente que vean como acaba o empieza la película. Que por algo se llama Ireeversible. Y entonces hablamos de si hay en el Occidente Atlçantico o no hay "cultura de la violación".
Que ya está bien.

sábado, diciembre 03, 2016

Gracias Lara por ser mujer, feminista y... racional

Lara Stemple es mujer. Esa es una realidad incuestionable, un dato fijo del problema -que diría aquella-. Lo es desde su nacimiento y lo será hasta su muerte, a menos que su decisión y la cirugía decidan lo contrario.
Lara Stample es feminista. Lo muestra casí sin lugar a ninguna duda su trayectoria, su lista de publicaciones y sus declaraciones. Lo demuestra que desde su cátedra un UCLA participará en el comienzo de siglo en la elaboración de estudios y teorías que fundamentaron el concepto de políticas de Género en Estados Unidos.
Lara Stemple es científica -de humanidades, pero científica-. Por eso dirige el Proyecto de Derecho de Salud y Derechos Humanos, imparte clases en el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad de California-Los Angeles y participa en la elaboración de los mas refutados informes y estudios de esa presitigiosa universidad sobre la situación de la salud y los derechos humanos de las mujeres en su país y en el mundo
Lara Stemple es demócrata. Su apoyo al partido demócrata es abierto y se la situa por algunos en el vértice más izquierdista de la campana de Gauss de esa formación política.
Es de suponer que por eso se dedica, entre otras muchas cosas, a estudiar la realidad y los problemas sobre la victimización de las violaciones.
Y un día, Lara Stemple se desayuna con este dato: El 38% de las víctimas de violación, abusos o acosos sexuales son hombres.
Como es mujer se sorprende, como es femenista recibe el dato con cierta incredulidad, con la mosca tras la oreja, vamos. Pero como es ciéntifica acude a la fuente y descubre que son las cifras de la National Crime Victimization Survey (encuesta nacional de crímenes sexuales estadounidense).
Y aquí es donde Lara Stemple empieza a ser distinta del feminismo militante que conocemos aquí y empieza a demostrar que cree en la igualdad, la justicia, la mejora social y la solución racional de los problemas.
Porque no guarda el informe en un cajón olvidándolo y pidiéndole al destino que nadie se fije en él para que su idea preconcibida de que solamente los hombres pueden violar no se ponga en entredicho. Porque no sale a la palestra con una sesuda columna de opinión que todo el mundo hubiera leído como una opinión de autoridad -porque ella lo es- afirmando que es un producto de una manipulación, de un intento "neomachista" de culpabilizar a las víctimas o de restar importancia a las violaciones de mujeres.
No, recuerda que es científica y se pone a investigar. Recuerda que es progresista y pone sus ideas previas en suspenso.
Y descubre cosas aparentemente sorprendentes: que el 68% de las veces que un hombre fue violado en Estados Unidos lo fue por una mujer; que en 79% por ciento de los casos en que un hombre se sintió acosado, asaltado sexualmente o violentado, la perpetradora era una mujer, y que lo sostiene otra fuente incontestable: The National Intimate Partner and Sexual Violence Survey (notese que el concepto es Violencia dentro de la intimidad, no Violencia de Género. Esto es un matíz de mi cosecha), una estadística dirigida por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades públicos de su país.
Como es mujer podría haberse sentido mal porque se acusaba a otras mujeres de tener comportamientos crueles, agresivos y violentos, pero no lo hace; como es feminista podría haberse sentido contrariada y tirar de orgullo y dignidad y afirmar que es falso, que es un porcentaje minotario, que lo que importan son las violaciones a mujeres dando todo tipo de argumentos; pero no lo hace; como es una de las impulsoras del concepto de políticas y violencia de Género podría haber ocultado la mirada tras su prisma de género y seguir disparando sin querer darse cuenta de que estaba errando el blanco. Pero se niega a caer en esa trampa.
Como es científica y cree realmente en la mejora social y la igualdad -la de todos- sigue investigando y deja que la realidad le ayude a reformular su pensamiento. Tira el prisma de género que no le sirve para esto y permite que su mirada se fije en todas las facetas.
Y ella, mujer, feminista y progresista, plantea la necesidad de decirle a las mujeres que lo mismo que ellas consideran un acoso o una agresión lo es si lo hacen ellas; que si se lanzan a comerle la boca a un hombre este la aparta -¡Ay, ese famoso "hacer la cobra"!- volver a ello no es ser "sexualmente activa", "insistente" o "echá pálante", es acosar; que si un hombre les da dos picos y luego les dice "no va a haber nada más", mantener el acoso es precisamente eso, acoso, no fortaleza, ni armas femeninas, ni seducción.; que si un hombre empieza y luego no quiere terminar no se le puede intentar forzar a continuar hasta el final con amenazas sobre hablar de su hombría o ninguna otra actitud.
Y por supuesto les dice a ese 28% de mujeres que directamente asaltan a los hombres de forma violenta y les obligan a penetrarlas o realizarles cualquier otra práctica sexual con coacciones físicas que deberían pudrirse en la cárcel como cualquier otro de esos repugnantes violadores de mujeres que todo el mundo tiene claro que deber ser castigados.
No las excusa, no afirma que hay que tener en cuenta que es posible que hayan sufrido abusos o maltrato por los hombres y eso las haya pertubado, no intenta minimizar su responsabilidad para culpabilizar al hombre una vez más como otros feminismos que conocemos y nos son muy cercanos. 
Pese a ser mujer, feminista y de izquierdas no dice con la boca pequeña: "quizás ocurre y habría que estudiar las causas", afirma contundente "ocurre y quien lo hace es una criminal" -lo cual no impide estudiar las causas sociales de esos comportamientos-.
Y como Lara Stemple es racional se vuelve a su entorno, a aquellas que se encuentran inmersas en las ideológias de género y les dice que "Los estereotipos de género interfieren con el complejo proceso de entendimiento de los crímenes sexuales. Los enfoques feministas más extendidos pueden ensombrecer la luz de esta realidad".
Les dice que ha llegado la hora de redefinir su pensamiento en virtud de la realidad, de abandonar quizás el prisma que les hace poner solamente el foco en lo que le pasa a las mujeres minimizando lo que les sucede a los hombres; que hay que dejar de pensar siempre en la mujer como víctima inocente porque no ayuda en nada a las víctimas femninas de violación que las culpables femeninas de idéntico crimen queden impunes.
En fin, que hay que salir de Matrix, volver al mundo real y replantearse la unidireccionalidad de sus pensamientos porque de otro modo no lograrán un mundo justo. Todo ello sin ignorar el hecho de que la sociedad ha usado históricamente la violencia sexual para subyugar a las mujeres y que en muchos países aún se hace.
Y como progresista que cree en la justicia y como científica que cree en la necesidad de pensar sin prejuicios cierra toda esta reconstrucción ideológica basada en la realidad de los datos y los hechos con un corolario que no me imagino yo en los labios ni las neuronas de ninguna femenista patria de postín.
"El feminismo ha luchado mucho y muy duro para combatir contra los mitos de la violación -que si una mujer es violada es, de alguna manera, culpa suya, que ella lo consentía de alguna forma-, pero hace falta que abramos ese mismo debate con los hombres (...) la compasión no es un recurso finito,  si nos indigna el sufrimiento de una mujer ha de indignarnos el de un hombre y es nuestra obligación luchar por la dignidad de la mujer denunciando también los actos indignos que cometen mujeres no solamente aquellos de los que son víctimas". 

Gracias Lara por ser mujer, feminista, científica y racional porque si lo dices tú ya no podran refugiarse en el supuesto machismo o en las "malas experiencias personales" cuando otros, de otro sexo y de otra profesión defendemos lo mismo.
Y gracias a Raquel Márquez, la periodista que ha firmado el reportaje en El Confidencial por ser mujer y profesional -no sé si es feminista- por no orillar el artículo de The Atlantic ni los estudios de Stemple y los demás y publicar algo sobre esta realidad en un país en el que el uso y el abuso continuo del prisma de género produce constantes aberraciones legales y sociales.
Aunque, eso sí, la próxima vez que salgan las cifras de denuncias sobre maltrato estaría bien que hiciera la misma salvedad que con las de Stemple y los estudios que maneja: "Si el procedimiento ha sido objetivo y se han hecho bien las cuentas". Creemé Raquel te puedes llevar una sorpresa.
http://lefthandgod.blogspot.com.es/2012/01/acercamiento-objetivo-las-estadisticas.html
Pero, en cualquier caso, muchas gracias.

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