¡Ay esas gentes del 30!
Que se ponen la sonrisa cuando aún es de noche para recibirte cuando en otros lugares aún no se han puesto ni siquiera las calles; que prefieren un abrazo, dos besos o un chocar de las manos en lugar de un frío “buenos días”; que te llegan en bici, que te vienen en moto, que no arriban al curro como quien va a la guerra, que retornan al tajo como quien vuelve a casa.
Esas gentes del 30 que te dan la experiencia atesorada en años sin menoscabo de que vuelvan a dártela si te es necesario; que te informan de todo pese a que ellos prefieran que no informes de nada, que te envían avisos de todas las pendencias, que te ganan batallas en las salas y te explican mil veces aquello que hace falta.
Esas gentes del 30 que se fuman contigo instantes de sus vidas, que te sacan los cafés a la calle, que te mueven la risa cada vez que les hablas entre mil y un correos, que paran a escucharte, que vienen a buscarte, que son tus aliados, que te hacen mirarte en el espejo de todos sus trabajos, de todos sus esfuerzos, de todas sus ideas.
Esas gentes del 30 que te buscan los números, que encuentran las facturas cuando tú no las hayas, que te dan y devuelven sin perder la sonrisa, sin perder la paciencia, atesorando calma, ahorrando discusiones, creando un rumor cotidiano que se echa de menos cuando falta, cuando desaparece, cuando el tiempo lo calla.
Esas gentes del 30 que son buenas, como dijo el poeta, en ese buen sentido de la palabra bueno; que vienen y que van cargados de maletas, que saludan a todos menos a uno, que atienden tus ideas, que te ofrecen las suyas, que trabajan con método y que piensan deprisa.
Buenas gentes del 30 que llenan las estancias cuando llegan a ellas, que reparten un trozo de alegría, una porción de luz, que se ocupan y preocupan de todos y de todo aunque no lo parezca, que tienen tanta fuerza en su vida como otrora, hace no mucho, tuvieron en sus botas.
Gentes grandes del 30 que te buscan lo que olvidas siempre que se lo pides, te perdonan las bromas, te escuchan los consejos; que te sonríen siempre, te llaman despegado, te aguantan los achaques, te tapan las carencias, te crean estrategias, te tuitean medallas, te fabrican campañas, te buscan cuando faltas. Te faltan cuando callan.
O esos otros del 30 que no están en el 30. Que vienen y van recorriéndose el mapa, que te envían sus fotos y sus logros, su esfuerzo y su triunfo; que te cuentan mil vidas divertidas, que se han ganado a fuerza de saber y criterio el nombre de “maestros”.
Gentes del 30 que aún viajan por el futbol, que te hacen sentirte orgulloso de trabajar por ellos cuando brindan por ti, cuando cenan contigo, que aún dirimen sus cuitas con goles y balones.
Y otras gentes del 30 que colgaron las botas y acuden cuando llamas; que suben a un escenario, visitan una escuela, apoyan una idea y haces que te sientas tranquilo de que gente como ellos aún se sienta orgullosa de ser gente del 30.
Gentes del 30 que en ocasiones vienen con nombre de poeta; que te cuidan los niños en la escuela; que organizan sus críos y partidos, que hacen fotos de ellos, que te hacen recordar que el presente siempre tiene un futuro que merece la pena.
Gentes pausadas y tranquilas que vuelven siempre al 30, que te logran regalos, te comparten ideas, te invitan a la calma, te buscan las maneras de mantener la paz, te ofrecen y te dan, te tienen siempre en cuenta; que escuchan los problemas serenos y apacibles e intentan soluciones; que te meten en todos sus proyectos porque saben que disfrutas con ello.
Esas gentes que encuentras en el 30, que te tocan el alma cuando ven que hace falta, que te dan sus consejos, que te cantan en alto, que te abrazan bien largo, que te dan en la espalda una sobria palmada de esas que gastan en el norte, que te llaman amigo, que al fin de la jornada, cuando acaba la suya, cansadas y tranquilas, aún te ofrecen su ayuda cuando sigue la tuya.
Y esas gentes del 30 que creen lo que viven y viven lo que creen, que te han dado paciencia, que respetan sin miedo tu experiencia y te entregan la suya cada vez que hace falta; que escuchan casi todo, que te llaman amigo.
¡Ay esas gentes del 30 cuanto trabajo dan a un solo corazón por devolver a cada cual lo suyo, cada rasgo de aprecio, cada gota de pura simpatía, cada gesto de cariño y apoyo!
Que los días que llegan, que el año que comienza, les traiga lo que dieron, se lo aumente, engrandezca y amplíe. Que devuelva con creces a todos lo que hicieron. Que uno solo no pueda aunque siempre lo intente.
Feliz 2017