viernes, mayo 16, 2008

De Fastos y Coronas

Tiempo ha que no ejercía en estás diablescas líneas.
Tras un mes se me acumulan las opiniones, se me agolpan los enfoques y se me repiten los asuntos. Porque en este país los asuntos no dejan de ser los mismos aunque adquieran otro tinte, otra presentación o incluso otro disfraz.
Hablamos de crisis económica, hablamos del PP -que es otra crisis-, hablamos de la iglesia -que es la crisis permanente- y hablamos de la paridad -que es la crisis que nadie quiere ver-. Pero hoy, antes de que se acabe el mes, antes de que los ecos y los retos del bicentenario mariano en el que se ha convertido el Dos de Mayo, prefiero hablar de historia.
Ya sabéis yo siempre elijo temas raros y aburridos.
Lo que me ha dejado claro todo el asunto del tan traído y llevado bicentenrio es que la historia sigue siendo un arma. Sigue siendo mutable y maleable para aquellos que quieren y pueden hacer de ella una justificación.
Y me explico.
La Comunidad de Madrid, con la ínclita liberal Aguirre a la cabeza, ha transformado de repente el Dos de Mayo en símbolo de la lucha por la libertad de una Nación. Ha convertido a los granaderos franceses en miembros de la gestapo nazi en el París ocupado de la Segunda Guerra Mundial; ha transformado a todo individuo que portara por aquellas fechas en Madrid una buena navaja albaceteña de tres muelles en un luchador por la libertad y ha mudado en Malasañas a todas las costureras patrias. Y ha convertido al Ejercito Español en una ONG
Como serie de ficción está bien -sobre todo ahora que se reeditan los exitos de V, otra gran invasión que pone en peligro la libertad de la humanidad-, pero como conmemoración histórica es no sólo pobre, sino maipuladora.
Pare empezar, los franceses no estaban en Madrid porque un día Napoleón se levantara hambriento y le apeteciera cocido de almuerzo. Los franceses estaban en España porque el rey absoluto -y lo de absoluto sólo significa que gobernaba y reinaba- Carlos IV se lo pidió, de hecho se lo rogó. Dejenmé que lo repita, porque La Corona Española se lo pidió.
¿Alguien habla de eso? No. ¿alguien rememora, conmemora o recuerda el oprobio nacional que supone para un pueblo que un monarca le coloque en manos de un ejército extranjero para mantener sus posaderas firmes en el Trono? Por supuesto que no. Eso exigiría un minuto de silencio y un toque de sirenas -como el de Israel por el Holocausto- no unos fuegos artificiales.
La celebraciones nacionalistas organizadas por la a la vez libertaria y liberal Aguirre ignoran el hecho de que fue La Corona Española la que posibilitó, permitió y alentó la entrada de los franceses en España a través del tratado de Fontainebleau e incluso por encima de ese tratado.
Ignora el hecho de que los franceses eran aliados del Rey de España porque si nó era así no se entendería como apenas unos meses antes la Armada Española, con Churruca -otro de esos héroes nacionales de relumbrón- a la cabeza había sido hecha trizas junto a gran parte de la escuadra francesa en la mítica batalla de Trafalgar.
Si el ejercito español defendía la libertad y la independencia del pueblo español y odiaba a los franceses por maltratar a los ciudadanos ¿Por qué luchó y murío con la armada napoleónica en Trafalgar? La respuesta es sencilla. El ejercito español obedecía las órdenes del rey y las órdenes del rey eran apoyar a los franceses.
Eso se olvida en todos estos fastos, como se olvida que apenas dos meses antes, el 17 de marzo de 1808 hubo otro levantamiento. El Motín de Aranjuez. ¿Y por qué se olvida este alzamiento supuestamente tan heroíco, tan libertario e independentista como el del 2 de mayo?
Pues muy simple, porque en Aranjuez no estaban los malditos gabachos, estaba la Familia Real y su primer ministro Godoy.
El Motín de Aranjuez fue contra Godoy y contra Carlos IV; contra las intrigas palaciegas; contra los impuestos especiales decretados por Godoy para subsanar las pérdidas de Trafalgar, contra el hecho de que todos los hijos del rey se parecieran a Godoy -como dejó claro Goya-; contra la presencia napoleónica en Salamanca, Burgos, Barcelona, Bilbao -todas ellas, por cierto ciudades donde la nobleza apoyaba a Carlos IV y no a su sucesor, el Principe Fernando-. En definitiva es un levantamiento contra el rey.
Pero, dejemosló claro, no es un levantamiento contra la monarquía porque está orquestado por el Principe Fernando, por el que luego sería Fernando VII. Por alguien al que no le importa usar el ejército francés para levantarle el trono a su padre.
Así que resulta que la odiada presencia francesa está motivada y utilizada por La Corona Española para obtener sus fines. Hasta el punto de que tras el Motín de Aranjuez -durante el cual Godoy y el rey llaman a las Guardias de Corps francesas para que les defiendan- Fernando VII es proclamado rey.
Y así llegamos al dos de Mayo. Cuando Fernando, que hasta entonces ha manejado la situación para sus propios fines, ve que esta se le escapa de las manos; cuando percibe que Napoleón, harto de lidiar con estas intrigas palaciegas, va a colocar a José I, su hermano, como rey de España, organiza otro levantamiento "popular y espontáneo" en aras de la libertad de la Nación.
De todo esto no se habla, por lo menos públicamente, en los fastos del bicentenario. No puede hablarse de ello cuando pretende convertirse en un levantamiento de exaltación nacional lo que simplemente fue la repercusión popular de unas intrigas palaciegas que habían ignorado la libertad y la independencia de España desde hacía mucho tiempo.
¿Daoiz y Velarde son heroes? Pos supuesto que si. En términos militares lo son. Como lo fueron los seiscientos granaderos coloniales que se enfrentaron a siete mil guerreros en el Amanecer Zulú; como lo fueron los hombres del Séptimo de Cabellería de Custer o como lo fueron los soldados de la Bermach dirigidos por Von Paulus en el sitio de Stanlingrado. Pero su heroismo no hace buena su causa.
Daoiz y Velarde, el capitán Ruiz y los que vencieron en la batalla de Bailen - que también llegará la fecha de hacer fastos con tan plausible motivo- no luchaban por la libertad y la independencia. Utilizaron a aquellos que si luchaban por ella, pero luchaban por Fernando VII, un rey absoluto que lo primero que hizo cuando volvió al trono fue anular la Constitución de 1812, la primera que tuvo nuestro país.
Y no es criticable. Son personajes históricos que actuaban según sus tiempos, sus enfoques y sus perspectivas.
Lo que realmente no tiene parangón -bueno si lo tiene, por lo menos en el franquismo- es manipular la historia para conseguir unos fines concretos.
Aguirre quiere reactivar el españolismo que tan buenos reditos dio a la línea dura de su partido y para ello se inventa un bicentenario patriótico. Vende a conspiradores como nacionalistas españoles; decora la confrontación entre aspirantes a La Corona en una lucha por la dignidad de un pueblo -aunque es posible que el pueblo manipulado creyera que luchaba por eso-; incluye en su visión histórica los comunicados de las Juntas de Guipuzcoa de esas fechas para afirmar que Euskadi siempre ha sido española -cuando fueron precisamente esas Juntas las que consideraron tiempo después como un monarca ilégitimo a Fernando, dando origen a las bases del Carlismo-. Cambia todo lo que tenga que cambiar para lograr su objetivo de ocultar el patético y criminal papel de la Corona española en todos esos acontecimientos y conseguir que se hable de la Nación Española.
A mi que unos individuos hagan actos heróicos hace un par de siglos en defensa de uno u otro monarca absoluto no me parece algo que tenga nada que ver con la libertad y ni siquiera con la Nación. Si realmente hubieran amado su país y a su pueblo habrían echado a los franceses, colgado a Fernando VII y defendido la Constitución de Cádiz. Algo que resulta obvio que no hicieron.
Claro que de gente que defiende que una coalición postelectoral en 1931 es un golpe de Estado, que un alzamiento militar es un acto digno y defendible -¡otro alzamiento militar, que curiosa coincidencia!- y que La Corona es defendible haga lo que haga. tampoco cabía esperar otra cosa.
La Guerra de la Independencia sirvió para cambiar un tirano por otro. Eso no tiene nada que ver con la libertad de este país.

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