Cuando estoy a horas de abandonar este
país -para volver en unos días, espero- me debato entre utilizar estas
endemoniadas líneas para despedirme de lo que tenemos y vamos a seguir teniendo
o para dar la bienvenida a lo que me encontraré.
Lo hago hasta que me doy cuenta de que
despedirme será inútil porque aquello que dejo será exactamente igual que lo
que encontraré a mi vuelta. Y solamente un nombre y un apellido me ayudan a descubrir
que eso es así y por desgracia lo será mucho tiempo. El nombre es Iosu y el
apellido es vasco, como no, es vasco. Es Uribetxeberria.
Resulta que el tipo se está muriendo
de cáncer terminal, resulta que no se le puede atender -como es lógico- en una
cárcel, resulta que es un secuestrador convicto. Pero lo que más destaca entre
todos esos resultados es que resulta que es de ETA.
Y eso hace que una vez más, como niños
que no han aprendido de sus errores porque no les han dejado cometerlos, como
filósofos que no avanzan en sus disquisiciones porque se niegan a modificar sus
premisas, volvemos a la misma discusión, al mismo sinsentido, al mismo error
recurrente de confundir lo que queremos ser con lo que debemos ser.
El Gobierno la aplica el tercer grado
carcelario porque se muere de cáncer, porque le quedan apenas unos meses de
vida, porque tiene que hacerlo.
Y ahí debería acabarse toda discusión.
Pero ahí es donde empieza en este
país nuestro que no sabe pararse y pensar, que no está acostumbrado a
diferenciar entre víscera y razonamiento, entre sentimiento y derecho. Entre
justicia y venganza.
Y las víctimas, o los médiums que dicen
hablar por ellas desde sus catafalcos, empiezan una discusión tan bizantina
como inútil, tan peligrosa como carente de la más mínima ética social, tan
absurda como irrelevante.
Afirman que esa decisión ha
"traicionado a las víctimas y al Estado de Derecho". Y al decir eso
mienten. Y lo peor, saben que mienten.
Porque el Estado de Derecho se basa en
la aplicación de la ley, en todos los casos, en todas las circunstancias, en
todas las condiciones. Si no se aplica la ley, no hay Estado de Derecho.
Y la ley de este país dice a través
del artículo 104.4 del Reglamento Penitenciario, que "existe la posibilidad de
conceder el tercer grado a los presos gravemente enfermos con padecimientos incurables. Después,
el juez podría conceder la libertad condicional".
Lo dice el Gobierno porque lo dice el
Estado de Derecho, lo dice el Estado de Derecho porque lo dice la ley, lo dice
la ley porque lo dice el Reglamento Penitenciario. Fin de la discusión, ¿qué
parte no entienden?
Y se puede comprender que los que han
sufrido el ataque de los locos furiosos de ETA no anhelen otra cosa que verlos
morir entre terribles sufrimientos y se puede entender que deseen bailar sobre
sus tumbas para vengar a aquellos que perdieron. Pero que exijan que el Estado
haga eso, que el Gobierno eluda la ley para lograr colmar su sentimiento de
venganza -justa o no, que eso es otro asunto- no es otra cosa que aquello de lo
que acusan a los que, en aplicación de la ley, hacen lo que tienen que hacer.
Es una traición al Estado de Derecho.
Pero para ellos, que siempre tienen en
la mente a las víctimas del terrorismo mafioso de aquellos que quisieron
controlar Euskadi por la fuerza de las armas, la traición debería ser más
grave, más dolorosa, más recurrente. Porque también es una traición a las
víctimas que dicen defender.
Porque cada policía nacional que
murió, cada guardia civil que fue asesinado, cada ertzaina, jurista, funcionario
político o concejal que fue tiroteado, herido, muerto o secuestrado lo fue por
defender el Estado de Derecho que incluye, le pese a quien le pese, el
Reglamento Penitenciario y su artículo 104, por el cual se concede ahora el
tercer grado penitenciario a Uribetxeberria.
Y exigir al Gobierno que lo ignore es
traicionar a todos aquellos que murieron para que nadie lo ignorara, para que
nadie impusiera su venganza a la ley, para que nadie pudiera anteponer en
nombre de nada su voluntad a la ley: ya sea en nombre de la falsa libertad de
Euskadi o en nombre de la venganza de las víctimas que esa locura provocó.
Y los que dicen defender su memoria
harían bien en darse cuenta de eso y en preguntar a sus recuerdos qué es lo que
hubieran defendido aquellos de cuya memoria tiran para justificar su posición:
si el imperio de la ley o el imperio de la venganza.
Y si pese a todo ello aún creen que no
traicionan aquello que se supone que defienden y que es justificación para pedir que no se aplique a Uribetxeberria la posibilidad de ser tratado de su
cáncer terminal el decir
que en la sentencia por el secuestro de Ortega Lara se
recoge que "iba a dejar morir" al
funcionario de prisiones, deberían pensar en otra cosa.
Por supuesto, que los asesinos de ETA
hubieran dejado morir a Ortega Lara, por supuesto que los mafiosos del
tiro en la nuca y la bomba no hubieran tenido ningún escrúpulo en hacerlo.
Desde luego que Iosu Uribetxeberria habría sido capaz de hacerlo y estaba
dispuesto a realizar ese salvaje acto.
Pero el Gobierno no es Iosu
Uribetxeberria, pero el Estado Español no es ETA. Pero nosotros no somos
ellos.
Y esa es nuestra victoria. Eso es lo que demuestra que ETA está derrotada.
Hemos perdido - y Euskadi sobre todo-
demasiada gente a manos de esa locura que hizo sangrar las tierras y las calles vascas durante treinta años,
gente conocida y desconocida, gente querida y no querida.
Demasiada gente como
para que ahora nos permitamos eludir nuestra responsabilidad para con su lucha,
para con su sacrificio. Como para que ahora le concedamos a ETA una victoria
que ni siquiera fue capaz de imponer con toda la sangre y el dolor que arrojó
sobre las gentes de Euskadi y de España.
No estoy dispuesto a que se justifique
pasar por encima de la ley para conseguir algo, ni la venganza, ni la victoria,
ni nada por el estilo. La memoria de aquellos a los que me arrebató la locura
asesina me obliga a seguir luchando por una sola cosa:
Para que no me conviertan en uno de
ellos.
Así y sólo así somos leales a los que
murieron por el Estado de Derecho. Y no deberíamos seguir discutiéndolo ni un instante
más.
4 comentarios:
Le niegan la muerte digna a un canceroso y sacan de la carcel a golpistas por posible peligro de ataque al corazón.
Hipócritas. Hezpaña.
Rectifico, no sólo lo sacan sino que lo indultan...
De la Wiki del exGeneral Armada:
"Condena
El 22 de abril de 1983, el Tribunal Supremo le impuso una condena de 30 años de cárcel y pérdida de empleo, cumpliendo su pena en la prisión de Alcalá Meco. El 24 de diciembre de 1988, el Gobierno le indultó alegando razones de salud y que el reo acataba la Constitución Española. Desde su salida de prisión vive en su pazo, en Santa Cruz de Rivadulla (Vedra), en La Coruña."
Ahí le has dado. Pero claro no hay una Asociación de víctimas del terrorismo de Estado y el golpismo que sea una fuente de votos para un partido en concreto ¿verdad?
Sasto
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