Cada vez se hace más patente la educación a la que nos quieren llevar y someter aquellos que han decidido reformar el sistema para adecuarlo no a las necesidades sociales, sino a sus propias tendencias ideológicas y a sus fines sociales.
Y el último ejemplo nos lleva de nuevo a Madrid, a la punta de lanza -junto quizás con la Comunitat Valenciana- de esos continuos intentos por desvirtuar lo público en favor de lo privado, por anteponer el negocio privado o la necesidad social de una educación pública, solida y gratuita.
Dentro de la furia ahorradora del Gobierno de La Comunidad de Madrid -que curiosamente se ceba en la Educación y la Sanidad pero no en otros fastos y dispendios-, quinientos alumnos de un colegio público de Arganda del Rey, el San Juan Bautista, se ven obligados a iniciar un éxodo diario a uno concertado, de la misma localidad, el Virgen de La Soledad.
No es que el medio kilómetro que separa un colegio de otro sea como poner el grito en el cielo. Ese no es el problema que afrontan los alumnos trasladados.
Sus problemas son otros. El primero se resume en una sola frase: "los niños no compartirán ningún espacio de forma simultanea".
¿cual es el motivo de esa separación?, ¿vienen los alumnos del San Juan Bautista con alguna enfermedad infecto contagiosa que les haga imposible mezclarse con los saludables alumnos del Virgen de La Soledad?
Por su puesto que sí. Son estudiantes de la Enseñanza Pública. No se sabe si eso es contagioso, pero por si acaso.
Los padres del centros concertado -no vamos a entrar en su ideología porque no viene al caso- acusan a esos alumnos de "invadir" el colegio, de dificultar el correcto desarrollo de su idílico centro de enseñanza.
Y lo hacen como si esa decisión fuera suya, como si llamados al éxodo por el dios de la zarza hubieran decidido por su cuenta y riesgo tomar las aulas del Virgen de la Soledad para expulsar de la Tierra Prometida de la enseñanza concertada a sus legítimos habitantes.
Y la solución que se pide, que se exige, desde las airadas protestas de estos padres es ni más ni menos que la segregación. Volver a la Sudáfrica del aparheith, a la Luisiana de los derechos civiles. Y la dirección del colegio responde que sí, que esa es la solución, que no se preocupen, que sus hijos no se verán afectados por el virus propagado por la enseñanza pública. Que estará aparte.
Un centro que se mantiene con dinero público, con dinero de un Estado Español que no acepta la discriminación por ningún motivo en su Constitución, acepta la segregación por el simple hecho de que unos han estudiado en la enseñanza pública y otros lo hacen en la santa e inmaculada enseñanza concertada.
Y el Gobierno regional, la consejería de Educación y su consejera Figar callan y otorgan.
En lugar de exigir la plena integración, en lugar de amenazar con retirar el concierto si no se acepta la integración de los alumnos, callan y otorgan esa condición que bordea lo ilegal, que sobrepasa lo ético y que se sumerge en lo fascista.
Porque en realidad están de acuerdo. Porque en realidad ellos piensan que la enseñanza pública no se debe mezclar con la concertada, que debe haber clases, estratos, estamentos. Que no se debe mezclar a los protegidos alumnos y centros de la educación concertada católica -¡Uy, lo siento se me escapó- con la morralla social que ellos consideran que deben ser los estudiantes de la enseñanza pública.
Así que separemos a unos de otros. Pongámoslos lo más lejos posibles unos de otros. Que quede claro quien paga y quien no.
Porque ese es el otro problema, que es en realidad el origen de toda segregación: el dinero.
EL colegio es concertado, se financia con dinero público, pero los padres pagan cuotas. Se supone que son voluntarias, se suponen que no pueden imponerse, pero se pagan.
Pero claro, los alumnos y familias que vienen de la enseñanza pública y son obligados a trasladarse porque La Comunidad de Madrid puso la primera piedra de un colegio que nunca hizo y aprobó una ampliación que dejó en agua de borrajas para dedicar su presupuesto a otros fines, no van a pagar. Ellos vienen de lo público. Allí las instalaciones, el material o los equipamientos son gratuitos.
Y eso molesta a los que pagan.
En lugar de haberle recordado hace años a la dirección del centro que no les puede exigir dinero por algo por lo que ya les paga el Estado español, ahora se enfadan porque los niños de la pública se benefician sin pagar la cuota de 110 euros que abonaban.
Así que el titular del centro rebaja la cuota -que como era voluntaria se supone que podría ni siquiera pagarse- y se atreve a decir que para que la vida de sus actuales alumnos “no se vea alterada” exige condiciones “que garanticen una independencia absoluta entre los dos centros”.
Los patios “serán utilizados en horarios distintos”. Los niños del público “se adaptarán a los horarios de nuestro centro, que no se verán alterados en ningún caso” y así toda suerte de distinciones para que quede claro quién paga y quién no. Para que la élite no se mezcle con la chusma.
Hubo un tiempo en el que si un director de un centro educativo sostenido con dinero público hubiera ensayado esa solución ya estaría buscando trabajo en la privada. Pero ahora no.
Ahora la enseñanza pública es despreciable y la enseñanza concertada impone su ley a sangre, segregación y fuego. Ya sea por ideología, por sexo o simplemente por procedencia docente del alumnado.
Al final los padres de ambos centros se pondrán de acuerdo -las AMPAS ya están en ello- porque seguramente los alumnos de ambos centros harán más por mezclarse de lo que todos los adultos puedan idear para que no lo hagan.
Pero la idea que tienen de la educación los que que actualmente están desmotando la enseñanza pública como servicio para convertirla en concertada como negocio queda clara, meridianamente clara.
Tan clara como la estratificación social de la educación. Tan clara como el condado de Jessup, Mississippi. Tan clara como Soweto.
10 comentarios:
No me va nada en el asunto.No obstante me angustia que objetivos no profesionales, enloden actuaciones adecuadas.
La decisión que se critica ES LA HABITUAL EN SITUACIONES SEMEJANTES y viene definida en los protocolos de seguridad de cualquier comunidad.Y ESTOS PROTOCOLOS SE APLICAN EXACTAMENTE ASÍ INDEPENDIENTEMENTE DEL CARÁCTER PÚBLICO O PRIVADO DE LA INSTITUCIONES AFECTADAS. La legislación determina,por ejemplo, los metros cuadrados por alumno que deben tener aulas y áreas comunes a utizar. Y no me refiero a las leyes estrictamente educativas.
Duplicar el aforo autorizado de una discoteca es delito. ¿Por qué no habría de serlo en un colegio? ¿Nadie entienda realmente que duplicar de la noche a la mañana el alumnado de una institución conlleva problemas organizativos serios para el normal desarrollo académico y, lo que es más grave, riesgos reales para la integridad física y control de los pequeños?
El hecho de compartir centro siempre fue habitual en cualquier rincón del país. Personalmente, con leyes anteriores, en Andalucía y en centros públicos, he sufrido la misma experiencia hasta en tres ocasiones, siendo desplazado o acogiendo, y ¡siempre!, se actuó de acuerdo con este patrón sin que se levantara voz alguna contra ello. Medidas que ahora significan, y recojo en su textualidad algunos calificativos aparecidos en redes y medios como este, “segregación”, “vergüenza”, “asco”, “exclusión”, “manipulación del dinero de todos”…
Y me siento muy ofendido porque, en mi calidad de Director (ojo, democráticamente elegido siempre por la Comunidad Educativa en base a un Proyecto de Dirección por Objetivos Evaluables, no quiero, ¡por favor!, más insultos), redacté escritos informativos en términos semejantes para tranquilizar a las familias de mis alumnos. En consecuencia, por aquello que hice bien entonces, ahora me debo sentir asqueroso, racista, innoble, ingrato, y cómo no, ¡fascista y pepero! Pero, ¿por qué no localizan ustedes el escrito que, sin ninguna duda, ha difundido la otra dirección implicada y lo sacan a la luz? ¿Tal vez porque no hay diferencias sustanciales, aparte de emanadas de un estilo más o menos afortunado?
Por favor, sean profesionales y olviden sus prejuicios e intereses personales, o fórmense adecuadamente, cuidando que los lugares en que lo hacen sean los idóneos y con los manuales y profesorado pertinentes (expertos en tecnología educativa y no en otras materias), antes de ejercer un trabajo apasionante y delicado habida cuenta el tipo y edad del material que los padres dejan en sus manos.
Y esa es la mejor manera de defender la ESCUELA PÚBLICA que, de repente, todos amamos vestidos de verde. Una ESCUELA PÚBLICA que exporta cada curso más alumnos (comprueben, por favor, la solicitudes de plaza de las últimas campañas de escolarización de su localidad), hacia la enseñanza concertada, porque la privada sólo queda al alcance de los más poderosos, económicamente hablando, o de los políticos. Una ESCUELA PÚBLICA como la que formó espléndidamente a mis dos hijos sin necesidad de hipotecar vida y hacienda para pagar carísimos másteres que aseguraran su preparación futura ante la vida.
Para terminar, aunque sé que esto es excesivo en un entorno más acostumbrado a twittear que a razonar, informo que dispongo, y puedo proporcionar a quien esté realmente interesado, documentación sobre todas y cada una de las afirmaciones vertidas en este comentario. Perdón y gracias por aguantarme a cuantos hayan sido capaces de llegar hasta aquí.
Unos matices.
Existe un pabellón independiente sin utilizar que es donde se instalarán los nuevos alumnos, con lo que su presencia no afecta a los metros cuadrados disponibles por alumno a la que se refiere en su comentario.
Los padres -algunos padres- se quejan de que usen las instalaciones"sin pagar" y eso tampoco tiene que ver con el aforo, sobre todo en un centro en el que, por definición, no tiene que pagarse por las instalaciones.
Este espacio no es una red social ni un medio de comunicación. Es un blog personal y debería tener en cuenta lo que critica antes de criticarlo. Porque resulta realmente entristecedor que critique a alguien por desconocimiento, cayendo usted mismo en ese mismo error con respecto a la naturaleza de esta página.
La diferencia sustancial entre los escritos de los dos centros es que en el del San Juan Bautista se recuerda que el gobierno de la Comunidad de Madrid puso hasta la primera piedra para un nuevo centro público que no ha llegado a construir. Me parece una diferencia bastante importante.
Por otro lado, si se preocupa de leer mis post no tendrá duda de que son lo más alejado, por extensión y razonamiento, de un twitt, pero no importa. Resulta evidente que usted ya tiene una idea formada de lo que es La Mano Izquierda de Dios y la realidad no le va a sacar de esa idea.
Compruebe usted la pérdida de profesores, servicios y equipamientos e inversiones en los colegios públicos de su localidad y encontrará en parte la explicación de que los padres se vean obligados a optar por colegios concertados que no han parado de incrementar sus ingresos por parte del gobierno de la Comunidad de Madrid.
Nadie ha hablado de su ideología y no sé por qué presume que se le considera racista y pepero.
Si elaboró informes basados en que en su centro no había espacio para más alumnos estarán muy bien redactados,motivados y defendidos, supongo.
Si lo hizo para tranquilizar a gente que estaba ofendida porque "alumnos van a utilizar instalaciones por las que no pagan", tendré que aplicarle los mismos calificativos que les he otorgado a aquellos a los que han expresado esa queja.
En la educación pública no hay distingo posible entre los que pagan y los que no pagan porque ninguno se supone que tiene que pagar.
No hay nada que perdonar porque de la discusión puede llegar a salir la luz, aunque la próxima vez le recomendaría que no escriba nada en mayúsculas. En Internet equivalen a un grito. Y no están los tiempos para soportar gritos de nadie. Aunque sean virtuales.
Y solo una última pregunta
¿que problemas de aforo soluciona este párrafo de la carta dirigida a los padres por el director?
"Queremos transmitiros una tranquilidad absoluta, ya que para que la vida escolar de vuestros hijos no se vea alterada, hemos exigido las siguientes condiciones que garantizan una independencia absoluta. Los horarios de entrada y salida del colegio San Juan Bautista serán distintos, y sus alumnos llegarán al colegio y lo abandonarán en autobuses... No se compartirá ningún espacio de manera simultánea, y los patios, que sí se compartirán, serán utilizados en horarios distintos".
¿Los autobuses distintos tienen que ver con el aforo?, ¿los horarios distintos tienen que ver con el aforo?, ¿el no compartir patios tiene que ver con el aforo de las aulas?
Me temo que no. Y también me temo que usted sabe que tampoco.
Un saludo.
Mire, aunque prefiero dedicar el escaso tiempo del que dispongo a asuntos más útiles que a una discusión estéril por cuanto que algunas posturas están consolidadas de antemano, perderé algunos minutos más, los últimos, lo prometo, en profundizar algunos puntos que no he sabido subrayar adecuadamente (a pesar del uso de mayúsculas). Efectivamente, la cuestión del aforo es importante. Tal vez no he detallado los problemas de masificación en recreos, pistas deportivas, turnos de comedor y servicio de cáterin, (si lo tiene), de actividades extraescolares y complementarias…, dando por hecho que iban implícitos en la categoría.
Pero hay otras cuestiones que pasan desapercibidas al sentido común si se contempla la cuestión de manera poco objetiva. La aglomeración, por ejemplo, de niños, madres y padres, y de los vehículos en los que se desplazan, antes las puertas de un centro en horarios clave de entrada y salida, no sólo genera problemas organizativos de control y seguridad en el acceso de los menores, sino que pueden ocasionar distorsiones colaterales destacables en el tráfico, o riesgo e incomodidad para otros usuarios de la vía pública. Lo cierto es que, en mi triple experiencia, la policía local siempre impuso un desfase horario de los dos colectivos.
Otro asunto que me llama la atención es el de los autobuses. ¿Por qué la habilitación de un transporte ha de encerrar una oscura intencionalidad segregadora? ¿Por qué no puede tratarse de un intento por compensar alguna de las muchas incomodidades y perjuicios que el traslado determina en las familias obligadas a desplazarse?
Independientemente de lo que personalmente pueda haber vivido, insisto, el protocolo seguido en este caso es el que recoge cualquier manual medianamente serio de tecnología educativa, organización escolar o técnicas directivas (puedo proporcionar bibliografía a quien se muestre interesado).
Curiosamente, pocos, que yo sepa, han puesto el acento en algo más importante: la cuestión pedagógica, didáctica y académica que se sigue de esta situación. ¿Porque no es visible a corto plazo, o porque no interesa? Eso sí, destacamos que se ha perdido calidad en los servicios educativos por la pérdida de profesorado, etc.
¿Hablamos de profesorado? Mire, un funcionario docente, como cualquier trabajador, debe desarrollar un horario de trabajo de cuarenta horas semanales, treinta de las cuales, en cualquier caso, son de obligada permanencia en el centro (qué pena no poder subrayar este aspecto). ¡Obligada permanencia en el centro! Las diez horas restantes las cumple supuestamente en casa, preparando clases, corrigiendo, formándose…
La normativa vigente, muy anterior al gobierno actual, establece que un profesor de primaria ha de impartir veinticinco horas lectivas mientras que un profesor de secundaria tiene un máximo de veintiuna horas con alumnos. El resto, cinco en un caso y nueve en otro, se deben destinar a tutorías con alumnos y padres, reuniones pedagógicas, preparación de materiales, corrección…
¿Sabe cuál ha sido el horario real de estos profesores antes de la llegada de los recortes? Un profesor tutor de primaria recibía, en función de ciclo en que estuviera adscrito, entre cinco y siete horas de especialista (Idioma, Educación Física, Música…) eso le deja, si no se le adjudica otra función con niños (léalo en mayúscula, sin grito), no necesaria porque la administración contrataba “la tira” de profesorado de apoyo interino (con importante participación sindical en la elaboración de listas, por cierto), con sólo dieciocho o veinte horas en aula. El resto son “horas libres”.
Un profesor de secundaria ha venido haciendo desde tiempo inmemorial dieciocho horas semanales con alumnos, contabilizadas tutorías individualizadas, guardias y alguna reunión pedagógica. ¡Sólo dieciocho horas lectivas! Claro que si el docente es mayor de cincuenta y cinco años tiene dos horas de reducción adicionales. Si es Jefe de Departamento, otras dos horas de reducción adicionales, si es Coordinador de Actividad o Programa X, dos horas más horas de reducción adicionales… El paso de dieciocho horas lectivas a veinte, “impuesto” en determinadas comunidades ha quitado tres “horas libres” mínimo a cada profesor y, consecuentemente, reduce la necesidad de contratación de profesorado interino.
Se han perdido puestos de trabajo, es cierto, pero, ¿ha de bajar la calidad educativa por ello? Disponibilidad horaria para realizar el mismo trabajo la hay sin ninguna duda (y créame, no soy ningún esquirol, sólo arrastro muchos años de dirección escolar sobre las espaldas, sé lo que digo). Otra cosa es que tenga disposición para hacerlo un profesorado que considera que ha perdido unos derechos que alguien le otorgó graciosamente y que ha disfrutado durante décadas.
Yo también prefiero dedicar mi tiempo a otras cuestiones pero ha tenido usted mala suerte porque hoy no tengo nada mejor que hacer. Debe ser eso.
Para empezar usted ha decidido que existe una visión apriorística de la situación cuando no es cierto.
Para empezar resulta curioso que caiga en la cuenta de tantos detalles y pase por alto otros
¿Por qué no imponer un desfase horario entre las distintas fases de la educación -infantil y primaria-, por ejemplo y no entre los alumnos de los dos centros?
Yo también tengo una cierta experiencia y, créame, los tres centros docentes que se encuentran separados por apenas doscientos metros en torno a mi domicilio tienen el mismo horario de entrada y salida. Llevo años observándolo.
Nadie ha dicho que el hecho de que se habilite transporte para los alumnos del San Juan Bautista sea un acto segregador.
Lo que resulta segregador es que "tranquilice" a los padres diciéndoles que los alumnos del otro colegio se irán y llegaran en autobús, que no les causarán molestías y que no compartirán espacios con sus hijos.
Por supuesto usted sigue pasando por encima del hecho de que esta carta está destinada a tranquilizar a padres que se han quejado de que otros niños utilicen instalaciones que ellos "pagan".
Parece que usted no le confiere relevancia a ese hecho. Pero que usted no incida en ello -supongo que intencionadamente, dado el énfasis que pone en rebatir otras cuestiones- no le resta presencia ni importancia al asunto
Como tampoco desaparece el hecho de que la dirección del centro decida "rebajar" las cuotas a los padres por "las molestias" que les causan los nuevos alumnos.
¿Eso también lo dictan los manuales de organización educativa?, ¿en qué parte de esos manuales pone que hay que compensar a los padres de los alumnos de un colegio por la presencia de otros rebajando unas cuotas que, siendo condescendiente, bordean la legalidad por su lado más externo?
Cada entorno tiene sus códigos y sus formas de expresión. Usted puede mofarse de ellos pero, igualmente que usted no permitiría en su centro que los alumnos se dirigieran rapeando a los profesores, en Internet escribir frases completas en mayúscula es sinónimo de gritar y mala educación (No utilizar las mayúsculas iniciales, por cierto)
Y si no sabe respetar y asumir los códigos de comunicación aceptados será mejor que no utilice el canal que los asume.
Pero, más allá de esta anécdota, me resulta curioso que no entrando en el fondo de asuntos directamente relacionados con este caso en concreto como la queja de que los alumnos del San Juan Bautista no pagan o que los padres no quieren que utilicen las instalaciones por ese motivo, se lance a una diatriba sobre los profesores y las horas docentes.
Soy hermano de maestros y sé perfectamente cómo se divide su horario laboral. Lo cual no es relevante en este caso.
Aunque he de decirle que les he visto durante años preparar las clases y corregir exámenes en casa (a lo mejor el problema es que usted no los ve y por eso creen que no lo hacen y son unos privilegiados)
Pero si lo que trata es de hacer una defensa de la Reforma Educativa, adelante.
Es posible que la inmensa mayoría de la comunidad educativa de la enseñanza pública esté equivocada en sus protestas y usted esté en lo cierto y todo mejore.
Pero una vez más elude la cuestión. No habla de la falta de inversión, no habla de la paralización de la construcción de colegios públicos -como la del nuevo San Juan Bautista que ha desembocado en esta situación-, no habla de la falta de renovación de equipamientos, de la demora para ahorrar en la sustitución de profesores de baja, de la eliminación de los profesores de apoyo, de como en muchos centros la falta de profesores hace que se eliminen los refuerzos o que docentes se vean obligados a dar materias para las que no están preparados.
Usted lo reduce todo, parece que esa es su argumentación básica, a lo técnico.
La división de alumnos es una cuestión técnica, la reducción de las plantillas docentes es una cuestión técnica. Todo es una cuestión técnica.
A lo mejor si deciden sustituir a los directores de centro o eliminarlos también será una cuestión técnica.
Llevo demasiados años sobre mis espaldas de análisis de la realidad política -de toda la realidad política y de todos los colores- para saber ver qué se oculta detrás de las decisiones técnicas y como pueden utilizarse con fines políticos. Igual que hay estudios que forman a los docentes los hay que forman a los que analizan la sociedad y la política.
Puede que usted no sea nuevo en la educación pero yo no lo soy en el análisis político.
Y esto es política. No es educación ni técnica de organización docente, es política.
Un saludo.
Creo que definitivamente, sí será mi última intervención en este foro porque, efectivamente, practicamos idiomas muy distantes, usted político y yo técnico-docente. No sé porqué dice que tuve mala suerte porque usted está libre de obligaciones. No trato de ganar ningún combate. Simplemente opino y expongo otro punto de vista que, hoy por hoy no ayuda a ganar amigos precisamente, pero es el mío. Creo y defiendo que es la ideología y los intereses personales de los algunos colectivos profesionales, y no el interés por la docencia, lo que se encuentra detrás de la mayoría de las movilizaciones y mareas verdes que vivimos. Unos colectivos profesionales mimados durante años por los intereses de grupos políticos y sindicales que los han captado como clientela fiel para perpetuarse en el poder, que se han negado a acceder a pruebas de aptitud para adquirir la condición de funcionarial y que, cuando se han vieron obligados a hacerlo por el escándalo que suponía el mantenimiento a lo largo de décadas de un puesto de trabajo asegurado sin haber demostrado jamás estar más cualificado que otros para ejercerlo, se vieron favorecidos por unos baremos, políticos, que otorgaban más puntuación a un supuesto curso de 40 horas de formación, impartido por Dios sabe quién, que a título de doctor. Esto les ponía por encima de aquellos más preparados pero con menos experiencia docente, sin que la esa experiencia docente, además, haya sido valorada en ningún momento. Pregunte por ahí quienes son los “interinos pata negra”.
El fracaso escolar incuestionable de los últimos años tiene raíces mucho más profundas que unos recortes, nada deseables, coyunturales. El problema es un sistema que no se entiende por qué ha de mantenerse cueste lo que cueste. Y la ideología. No sé, si la reforma actual es la adecuada, me temo que no porque no ha habido voluntad política para consensuarla. Pero reformar no hay más remedio que reformar. Para defender, precisamente a las clases menos favorecidas, a esas que tienen un título absolutamente devaluado y no tienen dinero para pagar un máster que demuestre que están realmente capacitados para desempeñar una labor. Y eso lo ha conseguido la promoción automática, el desprecio por la cultura del esfuerzo, el otorgar títulos ¡con cuatro asignaturas suspensas¡… Y no se trata de una leyenda negra. Consulte a la Junta de Andalucía.
Usted lleva años en el análisis político y yo en la docencia. He sido director escolar mucho tiempo, director de una revista educativa, director de doce proyectos de innovación educativa subvencionados por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y la Universidad de Granada, coordinador de Seminarios Permanentes, coordinador de un colectivo de innovación pedagógica… Por eso miramos el mismo problema desde ópticas diferentes.
Por último, ¿todos los alumnos de los centros concertados son hijos de adinerados burgueses para atarlos de esa manera? La mayoría pertenecen a clases trabajadoras o son hijos de familias monoparentales. De todos modos la adjudicación de plazas vacantes se hace con luz y taquígrafos de acuerdo con unos baremos que no favorecen precisamente a las clases más pudientes. He sido durante años secretario de la comisión de escolarización y también conozco algo el tema. No sé qué clase de concierto mantiene el colegio de marras, pero dudo mucho que pague el mantenimiento de las instalaciones y equipamientos que, por lo que conozco de mi entorno, corren a cargo de la titularidad.
Lo dicho, un placer.
Yo tampoco pretendo ganar ningún combate ni imponer mis razones. Dije que tenía mala suerte porque iba a tener que dedicar ese tiempo que usted decía que utilizaba en otras cosas a leer una respuesta extensa. Simple ironía.
Está usted en su perfecto derecho de creer que tras las mareas verdes y las protestas contra la reforma laboral solamente hay intereses sindicales y de colectivos, según usted mimados. No es algo nuevo -de hecho, es la postura oficial que destilan el gobierno y los hacedores ideológicos de esta reforma-.
Supongo que esa despreocupación por la verdadera docencia afecta también a los padres y a los alumnos que protestan contra esa reforma, que alcanzo a suponer también estarán defendiendo su condición de colectivos mimados por los gobiernos anteriores.
Por su constante insistencia en presentar a los docentes como un colectivo egoísta e incompetente, privilegiado y que solamente defiende sus prebendas, diriasé que usted no pertenece a él, que sus puestos y logros han sido obtenidos fuera del sistema y que es el único sin macula en toda la estructura docente educativa española.
No verá en ninguno de mis escritos sobre educación que yo defienda que el sistema hay que mantenerlo cuesto lo cueste. Decir que determinados elementos no hay que eliminarlos porque sean costosos no es, ni de lejos, lo mismo que decir que el sistema hay que mantenerlo cueste lo que cueste.
El sistema educativo público español tiene muchos defectos –como todos, supongo-. Pero eso no significa que esté a favor de que por criterios falsamente económicos se perjudique a un servicio público esencial para el futuro de una sociedad desarrollada y que cuando esa sociedad –una buena parte de ella, al menos- se muestra contraria se tire del argumento de la defensa de los espurios intereses de determinados colectivos.
Se toca la cultura y la protesta es de los privilegiados actores y músicos, se mete mano en la sanidad y la protesta es de los engreídos y privilegiados médicos, se recorta en la educación y la protesta es de los corporativos docentes, directores de centro, rectores universitarios y catedráticos que se oponen a ella, si se eliminan las ayudas y dotaciones a dependientes las protestas son de un colectivo acostumbrado a estar sobreprotegido.
En fin, que tirar por la calle de en medio de satanizar al que protesta para no entrar en el fondo ni la forma de aquello contra lo que se protesta es un argumento tan manido y antiguo que no merece la pena ahondar en él.
¿De verdad cree que esa es la causa del fracaso escolar? Porque a estas alturas de nuestro intercambio virtual de opiniones todavía no lo tengo claro. Dice que el sistema es la causa del fracaso pero ¿Qué elementos del sistema?, ¿el sistema en su conjunto?, ¿la condición pública del sistema?, ¿los docentes del sistema?
No tengo nada que decir en contra de la educación concertada. Yo estudié en un colegio concertado. Lo que tengo que decir es en contra de que se la potencie en detrimento de la pública como estrategia política general de un gobierno.
En contra de que mientras se aumentan los conciertos, las donaciones gratuitas de suelo para la construcción de colegios concertados, las exenciones fiscales para entidades educativas concertadas se retiren inversiones de la pública, se paralicen construcciones de centros públicos, se impida la sustitución de profesores hasta pasados dos meses en la pública y otra infinidad de recortes que la hacen perder calidad.
¿Dice usted que son coyunturales? A lo mejor en Andalucía sí, pero le convendría darse una vuelta por otras comunidades.
Así sabría lo que ha supuesto el distrito único educativo en la Comunidad de Madrid, como se incluye dentro de los baremos de calidad a la hora de elaborar los listados de excelencia de centros el tener capilla o no, como se niega el concierto durante cuatro años a un colegio laico de Arroyomolinos sin explicaciones y se concede sin pestañear a un nuevo centro religioso que aún no está ni terminado de construir.
O por la Comunidad Valenciana, donde se mantienen colegios e institutos en barracones de obra, con goteras y suelos embarrados, supuestamente por falta de dinero, mientras se conceden exenciones de impuestos millonarias a organizaciones religiosas de la enseñanza para que levanten colegios a menos de quinientos metros, o donde se niegan a permitir que un colegio al que le han paralizado las obras de ampliación utilice cuatro aulas vacías del instituto adyacente mientras ceden gratuitamente un edificio público para que se asiente una universidad privada religiosa.
¿Eso son recortes coyunturales?, ¿eso entra dentro de la praxis técnica de la educación?
Eso es una estrategia política
No tengo nada en contra de la educación concertada –ni siquiera de la educación concertada religiosa- pero si lo tengo en contra de que se la utilice como herramienta ideológica con fines políticos. Como lo tendría –y lo tuve- si se utilizara la pública.
Puede que las actuaciones en el colegio que nos llevó a este intercambio de pareceres sean técnicamente impolutas –que éticamente ya es otra cosa- pero eso no es lo que está en cuestión.
Por poner un ejemplo gráfico y voluntariamente exagerado. El despliegue de los VIII y VIX ejércitos de la Wehrmacht en 1939 fue técnicamente impoluto. Ni un solo soldado puso el pie fuera de Moldavia, ni un solo blindado atravesó la frontera de Silesia, pero eso no significó en ningún momento que las intenciones no fueran claras y que Polonia no corriera peligro.
No pongo en cuestión su impresionante currículo, mas creo que todo él le está haciendo abordar la situación desde una óptica restringida y por tanto inoperante.
Si se atiene al reglamento o al manual técnico no es la cuestión de todos estos asuntos. Eso son cortinas de humos, disquisiciones baladís que nos impiden hacer la única gran pregunta necesaria
¿Por qué?
Y para responder a esa pregunta, nos guste o no, hay que entrar en la ideología y la política. Ningún manual docente tiene respuesta a eso.
Un cordial saludo
Publicar un comentario