Un niño canta por bulerías, o por lo que Rosario Flores considera bulerías, para ser exacto.
Y eso no pasa de ser una anécdota, uno de esos múltiples vídeos que pueblan el contenedor virtual que nunca tiene fin.
Podría no ser más que eso. Pero cuando te fijas, cuando haces ese ejercicio que tanto eludimos de ascender -que no descender- a los detalles de las cosas y de las situaciones- te das cuenta que es otra cosa, que es la misma esencia de la sociedad que buscas.
Porque ese niño tiene problemas neurológicos severos, porque ese niño por sí solo no es que no pueda cantar a Rosario Flores -casi mejor que ella misma, por cierto-, es que simplemente no puede mantenerse vivo.
Porque el joven cantaor está cantando cuando él solo nunca lo habría conseguido y cada nota, cada sonrisa que le arranca cada nota, está teñida del esfuerzo de sus padres, cada acorde que completa con su voz esta impregnado del trabajo de sus médicos, cada nota que aflora en su garganta está arrancada de la dedicación de sus educadores.
Y cuando ves el entorno de esa espontánea actuación, cuando te fijas en la modestia de la vivienda es cuando te das cuenta de lo que convierte esa canción en algo más que un vídeo de Youtube.
Comprendes que todo eso está conseguido con inversión, trabajo y dinero público. Y es cuando te das cuenta para qué sirve, para que debe servir la inclusión, te das cuenta de lo que supone verdaderamente esa tan trabajada y empleada frase de "riesgo de exclusión".
Te das cuenta del insulto que supone para nuestra dignidad que un gobierno que se mantiene donde está gracias a nuestros sufragios decida excluir de las inversiones públicas a los que "solamente" podrán después de mucho esfuerzo propio y de otros, con mucho gasto del dinero de todos, podrán llegar a cantar a Rosario Flores mejor que Rosario Flores.
Y comprendes que no has equivocado. Que la sociedad que quieres y por la que en la medida de lo posible trabajas es la adecuada.
Porque cada euro de dinero público que, según los que quieren llevarnos a otro modelo de sociedad, se desperdicia en un do sostenido de ese niño está mejor empleado que cualquiera que se emplee en excluir a los que tienen problemas de aprendizaje para convertirlo en siervos cuasi mecánicos que sobrevivan en los márgenes del sistema neo feudal que han diseñado con un sueldo miserable de 600 euros.
Porque cada partida presupuestaria que se emplee en que ese niño siga avanzando por lento que sea su ritmo y aunque nunca pueda incorporarse al mercado laboral, está mejor empleado que cualquier millón que se ahorre para otros fines dejando en la más absoluta exclusión a aquellos que no pueden avanzar al mismo ritmo que los demás, que no pueden llegar por si solos a la meta, aunque sea en último lugar.
Con el último sostenido de esa canción comprendes que este cantaor es uno de los seres más productivos de este país. Produce orgullo, emoción, alegría a sus familiares, satisfacción a sus educadores y se convierte en alguien feliz.
Y puede que la felicidad no ayude a rebajar el techo de deuda, a contener el déficit ni a incrementar el consumo. Puede que no pueda exportarse ni convertirse en productos que generen dividendos a los accionistas de las empresas que luego buscarán la mejor forma de no compartir esos beneficios con sus trabajadores y de eludir sus cargas impositivas.
Es con el último rasgar de guitarra cuando te das cuenta de que para eso quieres y siempre has querido al Estado. Para construir una sociedad de gente ayudando a gente que utiliza a las administraciones como mediador necesario para lograr que todo el mundo encuentre un lugar para su felicidad por pequeño que este sea y por mucho que cueste.
Un niño con problemas neurológicos cantando a Rosario Flores. Hermoso, demoledoramente hermoso. Hermoso porque él ha conseguido hacerlo, demoledor porque hay muchos que están en riesgo de no poder ni cantar una canción porque nuestro gobierno ha decidido que no merece la pena que lo hagan. Que no sirve de nada
Eso es la inclusión. Eso es la Educación, Eso es lo público. Eso es el Estado. Esa es la sociedad que necesityamos. Es la única forma de vivir que nos salvará.
Y ahora salid corriendo, apartaos de mi y llamadme bolchevique si queréis.
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