Nuestros gobernantes dicen ser liberal capitalistas, españolistas, dicen ser cristianos y en realidad son solamente un grupo de sicarios de si mismos y sus propios intereses. Y son insoportables para su ciudadanía por lo último, no por todo lo demás.
Pues bien, ese gobierno ha decidido hacer que los representantes de nuestro país se abstengan en una votación de la Asamblea General de Las Naciones Unidas -no en una reunión de perroflautas contracultura, entendámonos- que buscaba "Combatir la glorificación del nazismo, neo-nazismo y otras prácticas que contribuyen a alimentar formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancias relacionadas".
Y antes de seguir, un arranque de esos de los míos.
Ser conservador no es un delito, ser liberal en lo económico no es una tara y las dos cosas juntas no son un pecado mortal ni un delito capital.Y antes de seguir, un arranque de esos de los míos.
Ser españolista puede parecer anacrónico pero no es perseguible de oficio, pensar o sentir según los valores de una determinada religión o concepción moral preconcebida del mundo y de la vida puede antojársenos inútil o pernicioso pero no puede ni debe provocar otra cosa que encendidos debates de sobremesa o sesudas tertulias de programa de política.
Y yo que no soy nada de lo que he expuesto, ni mantengo en mis posiciones ideológicas ninguno de los elementos que he enumerado, digo esto para todos aquellos que últimamente aparecen arrobándose el derecho de señalar con el dedo a cualquiera que tenga esas ideas como si estuvieran cometiendo un delito digno de castigo.
Instalados bajo una rabia social lógica y un desencanto político infinito, clamando desde los púlpitos de su progresía y de su posición contraria a un sistema económico que ha hecho quiebra definitiva y se desmorona, acusan de lo que no se puede acusar, niegan a una parte de la población de este país lo que tanto dicen defender.
El ser humano tiene derecho a ser liberal capitalista, conservador, españolista o democrata cristiano. Punto. Pelota. No estoy dispuesto a discutir eso
¡A ver si vamos a terminar cambiando los Autos de Fe por los Juicios de Depuración!
Superado el arranque de dogmatismo chulesco, vuelvo a mi ser. Se me antoja una reflexión algo más moderada sobre la última reducción al absurdo de nuestros gobernantes.
Que el gobierno del Partido Popular obligue a los representantes de nuestro país a abstenerse en la condena de la glorificación del nazismo o cualquier otro ideario político que fomente el racismo y la xenofobia a nosotros, los que no les hemos votado, los que no tenemos ni de lejos sus presupuestos ideológicos y morales nos deja o nos debe dejar fríos.
Pero esa decisión deja o debe dejar huérfanos de ideología definitivamente a diez millones de españoles.
Y me parece que ese el principal problema ideológico que está afrontando este país y que quizás, subsumido en otros muchos -que problemas no nos faltan ahora precisamente-, está pasando desapercibido.
Creo que es un hecho que la corrupción política ha dejado a los ciudadanos sin referentes ideológicos entre los partidos políticos convencionales porque se han dado cuenta que actúan por intereses propios y privados. Pero los votantes de lo que se denomina "la izquierda" -que ya no se sabe a la izquierda de qué está- pueden encontrar nuevos referentes ideológicos. Costará, hay que tamizarlos, discutirlos, ajustarlos y todo lo que se quiera, pero pueden hallarlos.
Sin embargo el PP, en lugar de buscar nuevos caminos ideológicos para una regeneración de la masa crítica -en ambos sentidos- de sus votantes, arroja a los que le votaron porque son liberales o conservadores o españolistas o democrata cristianos -que son la mayoría, me temo- en brazos de una involución ideológica que resulta imposible, en una regresión a posiciones que son insostenibles.
Con el liberal capitalismo viendo como se cae su muro de Berlín -como le ocurrió al socialismo y al comunismo hace varías décadas- les ofrecen una solución que consiste en volver a lo más rancio e insoportable de una ideología que ya se ha demostrado muerta y mortal.
Es como si Gorbachov al caer El Telón de Acero, en lugar de optar por la Perestroika, hubiera decidido volver al estalinismo del comienzo de la Revolución Rusa; es como si Roosvelt en el crack del 29, en lugar de inventarse la New Deal, hubiera recuperado el sistema de producción esclavista en Estados Unidos.
En mi modesta y molesta opinión, eso es lo que significa esa abstención. Para no molestar a un puñado de votos de nostálgicos y totalitarios deja sin referente ideológico a todos los conservadores, liberales y demócrata cristianos que les votaban porque creían que el PP era eso.
Y que Francia, Alemania, Holanda, Australia, Austria, Bélgica, Finlandia, Grecia, Islandia, Hungría, Luxemburgo, Mónaco, Nueva Zelanda, Suecia, Suiza, sigan el mismo camino no es excusa para el PP. Para mi solo significa que otros países han iniciado el mismo camino de polarización, de volver a soluciones que nunca lo fueron.
Diez millones de conservadores, liberales y demócrata cristianos españoles están esperando del partido que ha capitalizado sus votos durante décadas un camino hacia el futuro y ellos les ofrecen una tortuosa vereda hacia el pasado que ya nos llevó a una guerra a nosotros y a Europa.
A lo mejor el camino es más fácil. A lo mejor el camino está en la mítica frase de la no menos mítica serie Newsroom "Hubo un tiempo en el que no nos definíamos por el partido al que votábamos".
Si a mi no me importa darle mi amor a alguien que pone velas a una virgen lusitana o darle mi cariño a quien arquea la ceja ante la palabra soberanismo, no veo porque tenemos que empeñarnos en definirnos y enfrentarnos por el partido al cual votamos.
A lo mejor el camino está, para esos diez millones de votantes huérfanos del PP y para todos los demás, en definirnos por lo que amamos y necesitamos, no por las siglas que lleva el sufragio que emitimos. Al fin y al cabo el voto es secreto. Aprovechemoslo.
Quizás sea ese el camino. Quien sabe. Yo no.
Que el gobierno del Partido Popular obligue a los representantes de nuestro país a abstenerse en la condena de la glorificación del nazismo o cualquier otro ideario político que fomente el racismo y la xenofobia a nosotros, los que no les hemos votado, los que no tenemos ni de lejos sus presupuestos ideológicos y morales nos deja o nos debe dejar fríos.
Pero esa decisión deja o debe dejar huérfanos de ideología definitivamente a diez millones de españoles.
Y me parece que ese el principal problema ideológico que está afrontando este país y que quizás, subsumido en otros muchos -que problemas no nos faltan ahora precisamente-, está pasando desapercibido.
Creo que es un hecho que la corrupción política ha dejado a los ciudadanos sin referentes ideológicos entre los partidos políticos convencionales porque se han dado cuenta que actúan por intereses propios y privados. Pero los votantes de lo que se denomina "la izquierda" -que ya no se sabe a la izquierda de qué está- pueden encontrar nuevos referentes ideológicos. Costará, hay que tamizarlos, discutirlos, ajustarlos y todo lo que se quiera, pero pueden hallarlos.
Sin embargo el PP, en lugar de buscar nuevos caminos ideológicos para una regeneración de la masa crítica -en ambos sentidos- de sus votantes, arroja a los que le votaron porque son liberales o conservadores o españolistas o democrata cristianos -que son la mayoría, me temo- en brazos de una involución ideológica que resulta imposible, en una regresión a posiciones que son insostenibles.
Con el liberal capitalismo viendo como se cae su muro de Berlín -como le ocurrió al socialismo y al comunismo hace varías décadas- les ofrecen una solución que consiste en volver a lo más rancio e insoportable de una ideología que ya se ha demostrado muerta y mortal.
Es como si Gorbachov al caer El Telón de Acero, en lugar de optar por la Perestroika, hubiera decidido volver al estalinismo del comienzo de la Revolución Rusa; es como si Roosvelt en el crack del 29, en lugar de inventarse la New Deal, hubiera recuperado el sistema de producción esclavista en Estados Unidos.
En mi modesta y molesta opinión, eso es lo que significa esa abstención. Para no molestar a un puñado de votos de nostálgicos y totalitarios deja sin referente ideológico a todos los conservadores, liberales y demócrata cristianos que les votaban porque creían que el PP era eso.
Y que Francia, Alemania, Holanda, Australia, Austria, Bélgica, Finlandia, Grecia, Islandia, Hungría, Luxemburgo, Mónaco, Nueva Zelanda, Suecia, Suiza, sigan el mismo camino no es excusa para el PP. Para mi solo significa que otros países han iniciado el mismo camino de polarización, de volver a soluciones que nunca lo fueron.
Diez millones de conservadores, liberales y demócrata cristianos españoles están esperando del partido que ha capitalizado sus votos durante décadas un camino hacia el futuro y ellos les ofrecen una tortuosa vereda hacia el pasado que ya nos llevó a una guerra a nosotros y a Europa.
A lo mejor el camino es más fácil. A lo mejor el camino está en la mítica frase de la no menos mítica serie Newsroom "Hubo un tiempo en el que no nos definíamos por el partido al que votábamos".
Si a mi no me importa darle mi amor a alguien que pone velas a una virgen lusitana o darle mi cariño a quien arquea la ceja ante la palabra soberanismo, no veo porque tenemos que empeñarnos en definirnos y enfrentarnos por el partido al cual votamos.
A lo mejor el camino está, para esos diez millones de votantes huérfanos del PP y para todos los demás, en definirnos por lo que amamos y necesitamos, no por las siglas que lleva el sufragio que emitimos. Al fin y al cabo el voto es secreto. Aprovechemoslo.
Quizás sea ese el camino. Quien sabe. Yo no.
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