jueves, noviembre 20, 2014

Estabilidad, progreso o sencillamente cambio.

Alguien dijo alguna vez que todo el mundo adora el progreso pero nadie quiere el cambio.
Parece que ahora estamos en esas. El mundo cambia ante nuestros ojos y a nosotros no nos gusta. Que una cosa es hacer cola para comprar el Iphone 6, epítome según se antoja del progreso, y otra ver como las cosas cambian y no podemos controlarlas.
Puede que me equivoque pero Europa da todos los síntomas de languidecer hasta la muerte por incapacidad de sus dirigentes y ceguera de sus pueblos, Estados Unidos rota hacia algo que está más allá del republicanismo más absoluto y se transforma en la autarquía ideológica y nosotros, los españoles, seguimos desgranando una margarita rancia y podrida de un bipartidismo muerto que deja a la izquierda obligada a dar un paso más allá y a diez millones de votantes conservadores sin un referente plausible ni posible.
Y, mientras, el mundo cambia sin que podamos evitarlo.
Uno tras otro los grupos del yihadismo más radical y sangriento juran lealtad al Estado Islámico como antiguos señores de taifas que rindieran pleitesía al viejo Ṣalāḥ ad-Dīn en su guerra contra un Occidente Atlántico que se niega a ver el origen ni la consecuencia de estas acciones.
Brasil, Corea y todos los países emergentes en lo económico pasan de nosotros, de nuestros aranceles, de nuestras normas económicas, de nuestro sistema de libre competencia, como si no existieran, como si fueran los únicos que se hubieran dado cuenta de que ese sistema ha muerto y comienza a matar por afectación a todo lo que le rodea.
Y ahora llegan Rusia y China y declaran que la colaboración militar entre ambas es una prioridad y no hay más que hablar.Da igual que unos sean cuestionados por su represión en Hong Kong, da igual que los otros sean bloqueados por su posición en Ucrania. 
Occidente está muriendo y siempre he creído que las sociedades humanas no saben guardar duelo, no saben vivir sin que a un rey muerto le siga un rey puesto.
Y nuestro rey -el sistema que nos gobernaba- ha muerto, a lo grande como los emperadores romanos, pero ha muerto. Así que se me antoja que ya no hay posibilidad alguna de progreso. Que ni los unos ni los otros, ni dios y la patria, ni el bienestar y el laicismo no pueden hacer progresar un centímetro más en nuestro camino como civilización.
No dejo de pensar que debemos encontrar algo nuevo, algo diferente, algo que nos permita convivir con el Califato -o enfrentarnos a él si es preciso-, algo que nos permita integrarnos en situación de relativa igualdad el nuevo orden mundial que está naciendo y que no vemos porque nos negamos a mirar.
Si no podemos progresar, quizás deberíamos cambiar. No fingir que somos diferentes. Simplemente cambiar. Aunque nos duela y nos de miedo, cambiar.
Y que el mundo y nuestras vidas se rehagan sobre el cambio.

No hay comentarios:

Lo pensado y lo escrito

Real Time Analytics