Aún no he decidido a quién voy a votar en las próximas elecciones.
Los digo para que conste. Para que nadie pretenda definirme por la formación a la que voto o dejo de votar. Lo dejo por escrito para que nadie pueda eludir la reflexión anticipando en mi un voto que yo todavía desconozco.
Para ser más claro: No sé si voy a votar a Podemos, al PSOE, a UPyD, a Equo, a CiU, a PP o cualquier otro partido en las próximas elecciones Generales. Y no lo sé porque solo conozco una parte del programa económico y social de una de las formaciones (Podemos) y las pinceladas más básicas del programa social de otro (PSOE). No voy a decidir mi voto antes de conocer lo que pretenden hacer con mi sociedad y mi país aquellos que aspiran a gobernarnos.
Eso no se hace, no es serio ¿o sí?
Pues bien, dicho esto, voy a decir lo que me parece el pretendido desmontaje de Podemos que formaciones políticas y medios de comunicación están haciendo.
Porque eso no es defender Podemos, no es pedir el voto para la formación de Pablo Iglesias, es simplemente denunciar uno de los vicios más repugnantes a los que se han lanzado nuestros gobernantes, sus portavoces, sus voceros y sus medios de comunicación y propaganda.
Es el ejercicio de influencia torticera más artero desde el escándalo Dreyffus, desde, literalmente, el incendio de Reichstag.
Y voy a empezar por la Economía. Que parece que todo empieza siempre por la economía.
Se fuerza a Podemos a través de la presión mediática a presentar un programa económico y Podemos lo presenta.
Quizás sea un error por su parte porque nadie tiene derecho a forzarle los ritmos a una formación política. Se tira de la típica frase que utilizan los medios cuando quieren justificar una insistencia injustificada: "la gente tiene derecho a saber".
Puede que sea cierto. Pero si llega el día de las Elecciones Generales y la gente -y me pienso como ejemplo de gente en este caso- no ve cumplimentado ese derecho porque Podemos no ha presentado su programa económico, sencillamente no le votará. O al menos eso debería hacer.
Pero, sea como sea, Podemos presenta su programa económico. Puede ser débil o fuerte, complejo o sencillo, básico o rebuscado. Puede ser lo que sea. En realidad no importa. Lo que importa es la actitud de los partidos políticos con respecto a él.
Los que antes de presentarlo, acusaban al nuevo partido de no ser concreto ahora le acusan de ser radical pese a que ellos comienzan a lanzar pinceladas del propio que son absolutamente idénticas a las de la formación de nuevo cuño: Banca pública, aumento de las rentas básicas, control de la contribución impositiva de las grandes empresas, aumento de la carga fiscal sobre las grandes fortunas.
Los que antes le acusaban de estatalista y casi totalitario ahora le echan en cara que se ha colocado en la realidad, que han descendido más a ella y que se han vuelto "social demócratas" -ignorando el hecho de que la formación nunca ha dicho que no lo fuera-.
¿Cual es el vicio, cual es la influencia artera que pretenden ejercer sobre las audiencias, los públicos, los lectores y los votantes?
Pues muy simple: nada de lo que hace Podemos vale o puede valer. Nada de lo que dice o argumenta su programa económico puede servir.
Parémonos a pensar.
Los que antes de que existiera ese documento criticaban la falta de concreción ahora deberían estar contentos porque se ha concretado; los que antes acusaban a Podemos de utopía económica ahora deberían estar contentos porque haya puesto los pies en la tierra y haya matizado medidas irrealizables; los que se quejaban de que era una economía estatalista y totalitaria, deberían sentirse satisfechos de que ahora hubieran "introducido" la social democracia en sus conceptos.
Pero no. Aquello que, antes de la existencia del programa económico de Podemos, era deseable se transforma repentinamente en nuevo motivo de crítica. Lo que antes parecía que se buscaba ahora se rechaza. Donde dije digo, digo Diego.
Se crea un círculo del que es imposible salir porque se haga lo que se haga se criticará, porque los detractores cambiaran todas las veces que se quiera de posición ideológica, formal y material, con tal de mantenerse en la furibunda crítica a Podemos.
La forma típica de hacer política en España y prácticamente en todo el Occidente Atlántico, vamos.
Y luego está la otra trampa, la estrategia comunicativa que se basa en las sesudas reflexiones económicas que los medios de uno y otro sesgo político.
Más allá de que se haga analizar a la formación a catedráticos que mantienen un resquemor personal contra Iglesias y sus colaboradores desde el albor de los tiempos, la conclusión final de todos los análisis parece ser que ese programa "nos conduce al abismo", "solo consigue igualarnos en la pobreza".
A lo mejor podría ser verdad. Pero esa trampa argumentativa más zafia desde la invención en los albores de la filosofía del falso silogismo. De hecho, se me antoja un falso silogismo en estado puro.
Altera la premisa de nuestra realidad económica para lograr la apariencia de desastre que quieren dar a nuestro futuro con Podemos en el horizonte.
El programa de Podemos no puede conducirnos al abismo porque ya estamos en el abismo económico. Si dijeran que "nos mantendrá en el abismo" podrían tener razón. Pero eso sería reconocer que ellos nos han conducido a es abismo.
Ya han tenido que rescatar a nuestra banca, ya la deuda se come prácticamente todo nuestro PIB, ya somos incapaces de generar empleo, ya somos incapaces de cumplir nuestros propios objetivos de Déficit, ya estamos sufriendo una destrucción rampante del tejido empresarial del país, ya tenemos un millón de familias sin recursos, dos millones de niños subsistiendo bajo el umbral de la pobreza...
Ya estamos en el abismo. Podemos y su programa económico no puede conducirnos a donde ya estamos.
Lo de la "igualdad en la pobreza" casi provocaría risa si no diera asco. El actual gobierno -corrigiendo y aumentando el camino que inició el anterior- es lo que está haciendo. Han puesto en marcha una reforma laboral que pretende lograr la creación de empleo a fuerza de precarizarlo, a fuerza de dividir lo que ahora es un solo salario entre varios puestos de trabajo, de convertirnos en mano de obra más barata para que las multinacionales y transnacionales vean en nuestro territorio un destino de asentamiento tan atractivo como China, Bangladesh o India.
Han decidido que la forma de que todos tengamos trabajo es que todos seamos más pobres, todos vivamos al día, todos seamos incapaces de proyectarnos más allá de nuestros 700 euros mensuales de salario.
En todo caso la crítica al programa económico de Podemos tendría que ser que "no nos sacará del camino de igualar en la pobreza" que los actuales y pretéritos gobiernos han comenzado.
Así que, tal y como yo lo veo, el desmontaje económico de Podemos no va en realidad de Podemos. Lo único que consigue es demostrar cómo son y cómo actúan los que hasta ahora se han distribuido el gobierno de este país.
Y hay más...
Pero por si acaso lo repetiré antes de continuar en otro post: Aún no he decidido a quién votar en las próximas Elecciones Generales.
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