martes, noviembre 18, 2014

¡Programa, programa...descarte!


¡Programa, programa, programa!
Ese, famoso para algunos, mantra que otros tiempos recitara el califa Julio Anguita se repite una y otra vez en los diarios, los informativos, las tertulias políticas y todos los medios de comunicación. Pero lo curioso de esta letanía renacida es que siempre va referida al mismo partido, a la misma formación política. A Podemos, claro.
Y uno se pregunta cual es el motivo de tanta insistencia mediática en algo que generalmente no suele importarle demasiado a los medios, en un concepto que se desempolva un mes antes de las elecciones y por el que se pasa de largo generalmente hasta un par de días antes de los comicios.
Todos se han lanzado a preguntarle, inquirirle y hasta exigirle a Podemos que aclare su programa electoral. Pero resulta curioso que nadie persiga al reciente nuevo inquilino de la Secretaría General del PSOE al grito de ¡Programa, programa, programa!, que nadie acose a la secretaria general Cospedal en su bastión de Génova, 13 con el mismo manta programático, que nadie acuda al dignamente dimitido Cayo Lara para exigirle que presente el programa de IU.
Podemos tiene que presentar ahora un programa electoral pero los demás no. El resto de las formaciones políticas no son bombardeadas por los medios con análisis sobre su falta de programa aunque ninguna de ellas, desde UPyD hasta el PP desde IU hasta el PSOE han hecho mención alguna en los últimos tiempos a ellos.
Y cuando uno intenta encontrar una respuesta le llega otra a la cabeza. 
Los medios de comunicación, tan politizados y dependientes de los partidos actuales que ya no merece la pena reseñarlo, creen estar poniendo en un compromiso a Pablo Iglesias intentando acorralarle sobre su programa de gobierno, creen estar haciendo un favor a las formaciones ideológicas que los controlan al sacar a la luz que el programa electoral de Podemos está en mantillas o a medio construir.
Pero en realidad parece que están haciendo todo lo contrario. 
Da la impresión de que están sellando el ocaso definitivo de las formaciones políticas cuya ideología comparten y de la que son órganos casi oficiales de difusión.
Porque creo que nadie le pregunta al PSOE su programa porque ya sabemos cual es y que no funcionó. Porque nadie le pregunta al PP cual es su programa electoral porque todos sabemos que no lo tiene, acuciado por las fintas defensivas a las que le obligan los ataques de su corrupción interna y la economía externa, y que lo incumplirá en cuanto le venga bien.
En realidad parece que el único programa político que importa es el de Podemos porque en realidad es el único que podemos creernos. Y en mi opinión no nos lo podemos creer porque sea viable o no, porque sea revolucionario o no. Nos lo podemos creer -aunque algunas o muchas cosas no nos gusten- porque todavía no lo han incumplido, porque todavía no lo han dejado aparcado para pensar en otras cosas.
Me temo que cada vez que un periodista le pregunta a Pablo Iglesias por su programa y deja pasar de largo a Rajoy, Rosa Diez, Pedro Sánchez o el que sea el sucesor de Cayo Lara sin hacerle la misma pregunta no está haciéndoles un favor a los que les concede el beneficio del silencio. Está afirmando ante cualquiera que quiera escucharle en clave política que los otros programas son irrelevantes, que no merece la pena hablar de ellos porque los partidos que los han elaborado ya han demostrado que no sirven o que no van a cumplirlos.
Están gritando sin darse cuenta que esos programas electorales y sus incumplimientos nos han llevado a donde estamos.
Alguien a quien quiero más allá de muchos límites mantiene que prefiere vivir por elección que por descarte -y admiro ese principio aunque amenace con dejarme en la cuneta de sus afectos-. Esa máxima llevaba a la política podría ser la principal baza de Podemos y eso hace que todos teman su programa y quieran desmontarlo antes incluso de que sea redactado.
Podemos convierte otra vez el sufragio en una elección porque aún no nos han engañado y lo han incumplido, porque aún no lo han dejado aparcado para enriquecerse, porque aún no han fracasado al ponerlo en práctica.
Su programa aún es una elección de algo que puede ser bueno -eso siempre termina viéndose con el tiempo y no supone que yo vaya a votarlo-. El resto son descartes entre los menos malos. 

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