Cuando Putin entra en danza en la política internacional esta cambia, se modifica radicalmente y casi siempre deja a nuestro Occidente Atlántico fuera de juego y con la nalga descubierta.
Eso es lo que ha ocurrido con la intervención militar rusa en Siria.
Los míticos aviones MIG 31 rusos bombardean posiciones contrarias a El Asad sin pararse a hace disquisiciones sobre el rango y la condición de esos opositores. Y Occidente se cabrea porque el líder ruso les deja si su más querida estrategia política: la negación plausible.
El Asad es un tirano de proporciones bíblicas pero si Francia, Estados Unidos y los demás bombardean solamente posiciones del falso califato en Siria pueden negar de forma plausible que estén ayudando a un tirano. Ellos solo combaten el terrorismo.
Todos los recursos que Al Asad se ahorra en ese frente son utilizados para la represión interna y para luchar contra el resto de opositores que piden democracia. Todos los saben pero como no son ellos los que atacan directamente a esos opositores pueden negar de forma plausible ante sus opiniones públicas que supieran lo que estaba haciendo Al Asad.
Saben perfectamente cual será el resultado si le quitan al tirano damasceno al Estado Islámico de encima. Un régimen despótico que controle sus fuentes de energía y su posición estratégica en el oriente árabe en beneficio de su dictador y de Occidente.
Eso es lo que quieren y lo que buscan pero como eso iría, por decirlo de algún modo, contra el espíritu democrático lo hacen de manera que siempre puedan decir "nunca atacamos a los demócratas sirios; nunca defendimos a Al Asad; nosotros solamente combatíamos el terrorismo".
Y como creen que toda la opinión pública bajo sus gobiernos son niños de tres años a los que las frases cortas les parecen mejores que las explicaciones complejas porque no les obligan a pensar ni a reconocer sus propias limitaciones, piensan que colará. Que se tragarán sus negaciones plausibles.
Pero llega Putin que, por respeto o por desprecio, hace y dice las cosas de una forma directa y bombardea a todos los opositores de Al Asad por igual dejando a las claras que el triunfo final del tirano es el objetivo de todas las potencias implicadas en el asunto.
Queremos alguien que controle el gas en nuestro beneficio, dice cada MIG que sobrevuela espacio aéreo sirio, queremos alguien que controle la inestabilidad de la zona grita cada bomba rusa que estalla en suelo sirio. Al Asad puede garantizarnos eso y la forma en la que lo haga nos importa bien poco.
¡Adiós a las negaciones plausibles!
Ya solo les queda su otra justificación favorita: la del mal menor, la de la elección imposible
Era una elección casi imposible entre Al Asad y el Estado Islámico, ¿Qué otra cosa podíamos hacer?
Y esa parte de la población a la que por incultura o pura vaguería mental le gusta pensar y ser tratados como párvulos infantes incapaces de poner a trabajar sus sinapsis y neuronas asentirán tranquilos de tener una explicación mientras los sirios siguen recibiendo bombas y muerte de unos y de otros en lugar de hacer la pregunta más simple
Puestos a intervenir militarmente ¿no hubiera sido mejor atacar al Califato y a Al Asad en favor de los opositores demócratas e intentar acabar con la guerra y la tiranía al mismo tiempo?
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