domingo, noviembre 20, 2016

Prego o la mediadora pública que decide no serlo

Allá en mis años mozos alguien, para ser sincero varios, me enseñaron lo que era ser periodista y, más allá de matices, escuelas y teorías, todos coincidián en una cosa.
A mí me enseñaron que el periodista es aquel mediador público que capta, analiza, redacta, difunde e interpreta la realidad para presentarla ante la sociedad entendida como audiencia. Por eso el periodismo se realiza a través de medios de comunicación de masas.
Si tienes una entrevista en la que Adolfo Suarez afirma que no convocó un referéndum sobre la república o la monarquía por miedo a perderlo y no la publicas, no eres periodista.
No eres periodista porque no medias entre la realidad y las audiencias, no eres periodista porque antepones otros criterios a tu función y al hecho por el que te ha sido revelada esa información, que es precisamente tu condición de periodista.
Puede que ideológicamente no esté de acuerdo con la decisión y el ejercicio de su cargo de Adolfo Suarez, que me parezca cobarde y poco democrático, pero él sí cumplía con su función de político al tomar esa decisión. Por contra, Victoria Prego no cumplía con su función.
Ella no puede refugiarse en la responsabilidad de Estado, porque no le compete tenerla; ella no puede refugiarse en que -y me perdonen la expresión soez- se la pone dura la monarquía para no publicar esa información. 
Porque si esas son sus motivaciones, lo que debe hacer es renunciar a su función de mediadora pública entre la realidad y las audiencias, fundar un partido monárquico y hacer propaganda en favor de esa institución.
O, si quería seguir siendo periodista, presentar la información y acompañarla de una columna de análisis y opinión en la que ensalzara el Sentido de Estado de Suarez o las bondades de la monarquía. Así de simple y ella lo sabe. Todos los que hemos estudiado y practicado el periodismo lo sabemos.
Ahí empezó a dejar de ser periodista porque no difundió, analizó ni interpretó la realidad captada para sus audiencias.
Y ha terminado de serlo cuando, obviando la realidad y los datos que conoce, presenta en su discurso con voz pausada y de preocupación una conclusión sesgada y conscientemente falsa sobre la realidad.
Porque presenta unas declaraciones del líder de Podemos en las que alerta del riesgo para la democracia de la concentración de la propiedad de los medios de comunicación en un duopolio efectivo como un intento de control político obviando la realidad que ya ha captado.
La realidad de que ese control político ya existe.
Presenta una situación actual como si existiera libertad de prensa y auto regulación, obviando el hecho de que los medios de comunicación públicos están controlados políticamente por los partidos que gobiernan en el Estado y las Comunidades Autónomas; de que la financiación de los grandes grupos editoriales de prensa se sustenta sobre dos pilares: las ayudas estatales -que se amplían o recortan dependiendo del signo del partido gobernante a través de la publicidad institucional- y los créditos casi a fondo perdido de los bancos, que hacen que esa supuesta auto regulación no se fundamente en la ética, sino en los intereses de aquellos que sufragan económicamente esos grupos editoriales.
Porque pretende presentar a los medios de comunicación como empresas ideológicas -algo que tienen derecho a ser- ignorando esa realidad de que su forma de financiación les hace ser empresas “ideológicamente dependientes”. 
La cadena FOX en Estados Unidos tiene derecho a ser Republicana y defender esas ideas porque se financia ella sola, sin ayuda estatal ninguna; el New York Times o el Los Ángeles Herald tienen derecho a ser ideológicamente demócratas por idéntico motivo. 
Pero la prensa española está sometida ideológicamente a la dependencia de la financiación estatal y de las presiones de la banca por lo que su supuesta independencia ideológica deja mucho que desear.
Y sabiendo todo eso, en lugar de presentarlo y decir luego lo que piensa de las opiniones de Pablo Iglesias, lo obvia y presenta una realidad de medios de comunicación cuajada de estrellas y libertad a la que solo amenazan las declaraciones de Iglesias que, por otro lado, no habla en ningún momento de control político de los medios, sino de control legal de los monopolios en las empresas comunicativas -algo que, por otro lado, ya existe y Prego también obvia-.
Así que cuando se pone a ser periodista, a mediar públicamente entre la realidad y las audiencias, lo hace modificando la realidad por ocultación con lo cual tampoco cumple su función como periodista.
De modo que Victoria Prego no debería ser Presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid por un único motivo. No es periodista. 
Dejó de serlo cuando ocultó la entrevista a Adolfo Suarez y demostró que no lo era cuando dio su famoso discurso difundiendo el miedo a un “ministro de comunicación”.
Y, aun a riesgo de parecer soberbio y de serlo, cualquiera puede tener una opinión diferente sobre este particular pero solo demostrará que no tiene ni pajolera idea de lo que son y deben ser el periodismo y su ética.

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