miércoles, julio 19, 2006

El infinito ciclo de Sion

Lo han vuelto a hacer. Lo harán siempre que puedan y serán incapaces de dejar de hacerlo.
Para Israel, para los gobernantes del Sion Terrenal, la invasión y la guerra es una droga y como buenos drogadictos medran en ella hasta el punto de que son incapaces de vivir en el mundo sin su dosis peíódica de lujuria bélica.
Ahora le ha vuelto a tocar el turno a Libano. 200 muertos en seis días sólo porque Israel dice que quiere debilitar a Hezbollah, la milicia chiita que tiene sus bases en el país vecino al reino de Sión.
Pero Israel, uno de los países con los Servicios de Inteligencia más poderosos y crueles del mundo, el Mosad, parece ignorar que los dirigentes de esta organización residen en Damasco, en Amman y hasta en El Cairo ¿si lo se yo, un pobre peridodista ignorante, como es que lo ignoran ellos? La respuesta es sencilla: No lo ignoran. Lo saben positivamente pero no les importa.
Ataques aéreos, incursiones de artillería e infanteria no pueden debilitar a Hezbollah porque Hezbollah ha crecido, se ha hecho fuerte, en el secreto. El casi millón de guerrileros armados y militantes de distinto grado con los que cuenta sólo tienen que quitarse su uniforme negro del cuerpo, su cinta coránica de la cabeza y su turbante con máscara para poder pasar a pie a Gaza o a Cisjordania sin que el ejercitó israelí los conozca. O refugiarse en la cercana Siria sin que los panzers israelíes puedan hacer nada para evitarlo.
Si es así ¿por qué el ejercito invasor de Sión destruye el aeropuerto de Beirut, bloquea los puertos libaneses y manda a sus hombres a las calles de la antigua fenicia? La respuesta es tan simple y aterradora que se antoja imposible: Por que está escrito, porque su dios lo manda.
Amparado en la memoria colectiva de una grandeza pasada e inexistente, el gobierno de Sion ignora a Hezbollah, ignora todo lo que dice defender y todos los objetivos que pregona perseguir y tan sólo ansía dos nombres propios que persigue desde siempre: Tiro y Sidón.
La historia es la memoria.
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Unos cientos de años antes de que naciera Joshua Ben Juseff en Belén, el rey judío firmó un acuerdo con las dos potencias de la zona y de la época: Saba y Babilonia. Por ese acuerdo Israel se asentaba como un reino. Pero en sólo dos siglos había iniciado guerras contra los Filisteos, los Ammobitas, los canneneos e incluso amenazaba a los Nabateos. Consiguió la victoria en todas sus guerras gracias a la transigencia babilónica. Y entonces la emprendió con Tiro y Sidón, por entonces ciudades independientes fenicias. Sus textos decían que había que "reducir esas ciudades idólatras para gloria de Dios".
Pero a Babilonia le importaba un bledo lo que dijera el dios de los judios y no permitió que la riqueza y el comercio que gestionaban esas dos ciudades cayera en manos de los judios. resultado: Babilonia reduce a la esclavitud al pueblo judio, los envía la destierro y arrasa el templo de Jerusalem. Primera diaspora.
Unas decenas de años despues del nacimiento de la misma persona el rey herodes, uno de tantos herodes, está a punto de lograr llevan al reino judio a su máximo explendor bajo la atenta mirada del imperio romano. Herodes ha sido educado en Roma y decide firmar un acuerdo con las ciudades de Tiro y Sidon para incorporarlas a su reino. Pero el acuerdo no se firma porque el Sanedrín -los más recalcitrantes de los recalcitrantes, es decir el equivalente al integrismo- pretenden obligar a los fenicios a que renuncien a sus dioses. Herodes se niega y es asesinado y sus sucesores pretenden invadir las dos ciudades. Roma reaccaiona por idéntico motivo que lo hiciera Babilonia. Resultado: Tito entra con sus legiones, arrasa el reino, quema por segunda vez el templo de Jerusalem. Segunda Diáspora.
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Y ahora vuelven a las andadas, vuelven a querer controlar el Libano por los mismos motivos. No tienen tierra, no tienen donde generar riqueza y vuelven la vista hacia las ciudades libanesas y las imaginan judaizadas, habitadas por la población que a ellos les sobra y que se ven obligados a sacar de la franja de Gaza. Por eso esperan a que Siria se retire de Libano, por eso atacan a Hezbollah y no a los Martires de Al Aqsa o a Hammas que ahora están en sus horas más bajas, por eso bombardean puertos y aeropuertos en lugar de utilizar sus tristemente famosos ataques selectivos. Israel quiere Tiro y Sidon como Estados Unidos quiere los campos petrolíferos de Irak. Su dios lo dice.
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El último estado teocrático de la tierra, basado en las leyes que un inexistente dios dio a un macilento pueblo incapaz de convivir en paz con sus vecinos, ha iniciado de nuevo su reconstrucción del Reino de Sión. ¡Sieg Heil!, ¡Sieg Heil!

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