Nadie -o al menos yo- tiene en nada de la gestión privada controlada y vigilada que persiga unos objetivos que haya fijado la sociedad, no el mercado.
- No, si al final vas a ser neo liberal, porque el neo liberalismo a diferencia del liberalismo (este si decimononico) no tiene nada contra un estado que ponga limites.
- Te equivocas, querido Pedro, de nuevo creo firmemente que te equivocas. El neo liberalismo lo tiene todo en contra de que el Estado ponga límites.
Para Samuelson, uno de sus arquitectos -porque para ser ideólogo hay que tener ideología-, la mejor regulación es la que no existe. El neo liberlismo es la tercera revisión de un sistema de pensamiento económico que ya ha fracasado tres veces.
No puedo ser neo liberal porque ellos mantienen la subsidiaridad del Estado. Su supeditación a los intereses privados:
"La iniciativa pública sólo debe desarrollarse en los ámbitos que no son suceptibles de crear beneficios con el servicio otorgado, no privando con ello a la iniciativa privada de esa posibilidad". No lo digo yo. Lo dice Northouse, otro de los grandes gurús del neo liberalismo.
Así que el Estado solamente está para sacar las castañas del fuego a la población - y por ende a la iniciativa privada- cuando esto no puede reportar beneficios ecónomicos.
Desregularización, privatización y subsidiaridad del Estado. Los tres pilares en los que desde Samuelson hasta Perting han basado el neo liberalismo en todos los Think Tank -más Tank que Thik, creo yo- que han querido escucharles.
Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué hay que desregular y privatizar?
Eso no fue siempre así. La sociedad y la economía no nacieron reguladas. Los servicios no se crearon estatalizados.
Lo que nunca han dicho los liberales, los liberales controlados o los neo liberales, es que esa actividad estatal, esas regulaciones surgieron de sus sucesivos fiascos.
Cuando el liberalismo puro y duro, el llamado libertario, desembocó en el Crack del 29 -en Estados Unidos, que en Europa fue en el 31-, ¿quién estaba ahí para minimizarlo? ¡El de siempre, Papá Estado!
Ese perjudicial Estado que no tenía que intervenir fue el que recogió una economía maltrecha y destrozada, una población empobrecida y conducida a la miseria por los juegos del capital y las finanzas e inventó la New Deal en Estados Unidos, las nacionalizaciones alemanas, las desamortizaciones españolas -todas ellas penosas, pero ¡algo que había que hacer!-.
Todos los estados del mundo -desde la América de Franklin Delano hasta la Alemania de Hitler, pasando por la Francia pregaullista y la España de preguerra- tuvieron que tirar de regulaciones, de empleo y empresas públicas y de servicios públicos a fondo perdido para hacer frente a los inmensos agujeros de pobreza que la actividad privada del liberalismo libertario había generado.
Ni el mercado, ni el producto, ni el consumo, ni la iniciativa privada sirvieron para redistribuir la riqueza. Primer fiasco.
Y entonces llegó John Mainard Keynes y aceptó -¿qué otro remedio le quedaba, visto lo visto?- eso del control estatal de la emisión de moneda, eso de las cargas impositivas y eso de la gestión pública de los servicios esenciales.
Y él y los keynesianos, los que fueron bautizados con el nombre de liberales controlados, encontraron en la multinacionalidad, en los holdings, en los trust, la forma de eludir esa regulación.
Y se hicieron con el control de todos los estadios de la cadena de procdución y de servicio. Esa era la forma de evitar que el Estado accediera a sus impuestos y controlora sus beneficios. Esa era la manera de eludir que el Estado, cualquier Estado, se inmiscuyera en la forma en la que obtenían y repartían sus beneficios.
Y cuando estabán en esas, generando beneficios a manos llenas y haciendo todo lo posible para no compartirlos, llegó el año 1973, llegaron los jeques, llegó Palestina y llegó la crisis del petróleo.
El precio del petróleo se disparó porque los jeques presionaron más allá de lo que los liberales controlados habían podido predecir -si es que alguna vez se habían sentado a intentar predecir algo-. Pero el resto de los precios subieron, pero el paro se disparó, pero los bancos y las sociedades hicieron quiebra porque ellos, eludiendo el contro del Estado, una vez más, habían puesto todos los huevos en la misma cesta, habían bloqueado la innovación, comprando patentes que dejarían a sus empresas en la ruina y archivándolos para olvidarlas en cajones; habían decidido que los consumidores les pagaran, que los proveedores les pagaran, que los gobiernos les pagaran. Habían vuelto a decidir que nadie, ni el Estado, ni la sociedad, era quién para decirles como ganar y gastar su dinero. Y eso que, a esas alturas, ya sabían que ese dinero no era sólo suyo.
De nuevo ni el mercado, ni el producto, ni el consumo, ni la iniciativa privada sirvieron para redistribuir la riqueza. Segundo fiasco.
Y de nuevo ese Estado que no debería intervenir, intervino. De nuevo reguló con las leyes antitrust, con las leyes de control de los holdings multinacionales. De nuevo los estados se gastaron el dinero que no tenían en sus reservas de petroleo. De nuevo una idea estatal, Estado del Bienestar -el original alemán y estadounidense-, vino a solventar los problemas que la inicitativa privada y su supuesta eficiencia habían provocado.
Los sistema de subsidio a los parados, las empresas nacionales de telecomunicaciones, de transaporte. Todo ello facilitó a los ciudadanos -los principales damnificados por el fracaso, el nuevo fracaso, del liberalismo, por esos años llamado controlado- unos recursos que el supuesto reparto y distribución del libre mercado no habían conseguido.
Y cuando todo volvió a estar más o menos estable, más o menos controlado. Llegaron los Thik Thak, Samuelson, Perting y el neo liberlismo que, de nuevo, al igual que dijeran Keynes y los liberales controlados, afirmaron aceptar como beneficioso el control del Estado.
Y de nuevo mintieron.
Porque si lo hubieran aceptado no hubieran creado los paraísos fiscales, no hubieran creado las sociedades de valores que les posibilitaban eludir los impuestos, no hubieran creado las transnacionales que se beneficiaban de las legislaciones -o la falta de ellas- en los países sin desarrollar.
Porque si lo hubieran aceptado no hubieran creado los paraísos fiscales, no hubieran creado las sociedades de valores que les posibilitaban eludir los impuestos, no hubieran creado las transnacionales que se beneficiaban de las legislaciones -o la falta de ellas- en los países sin desarrollar.
Porque si lo hubieran aceptado no hubieran seguido sin redistribuir la riqueza, no hubieran seguido creando sociedades especulativas, ni agencias de valores para mover un capital inexitente. No hubieran concedido hipotecas basura, no hubieran creado sociedades que les permitieran acceder a créditos sin la intención de realizar los proyectos.
Y cuando estaban en esas llegó el año 2010 y el año 2011 y los bancos irlandeses, portugueses, estadounidenses, italianos, griegos y españoles quebraron.
Y de nuevo se volvieron hacia ese Estado al que habían eludido, al que habían denostado, al que habían exigido desrregular para su tranquilidad y privatizar para su beneficio.
Por tercera vez -y me temo que sí sirve de precedente- los que ponen su fé, su esperanza y su futuro en el mercado, el producto y el consumo fracasaron en sus parámetros y en sus intentos.
Y por tercera vez lo pagamos aquellos que no tenemos nada que ver con sus beneficios, con sus presupuestos ni con sus dinámicas acumulativas.
Han fracasado como liberales, como liberales controlados y como neo liberales. Y lo han hecho cada vez más rapido. Primero tardaron 100 años, luego cincuenta y ahora apenas un cuarto de siglo.
El liberalismo en todas sus evoluciones nunca ha creído en el control del Estado. Por eso ha fracasado tres veces.
¿Cuantas veces más tiene que fracasar un sistema y llevarnos al colapso para que los defensores de la inicitiava privada como eficiencia, el beneficio como motor, del consumo y el producto como riqueza y del mercado como distribuidor de la riqueza os deís cuenta de que son esos principios los que fallan porque son los que nunca cambian ni han cambiado en las sucesivas reinvenciones del liberalismo?
Por eso no puedo ser neo liberal. Porque el sistema ya está muerto. Aunque muchos sigan empeñados en considerar latidos vitales lo que simplemente los extertores de su muerte.
Por eso me he puesto a pensar en otra cosa. Otra alternativa.
Por eso me he puesto a pensar en otra cosa. Otra alternativa.
Y, como esto me ha salido un testamento, a lo demás te respondo después.
2 comentarios:
"el liberalismo nunca ha creido en el control del estado"
yo digo que si. tambien es cierto que quien hace la ley hace la trampa y que en todas partes hay tramposos.
que ha habido tres crisis que han obligado a los estados a intervenir y enderezar las cosas ? coño para eso les pagamos !
tres y tres mil el mundo evoluciona ha hostias , asi es la vida.
las trampas del liberalismo generan crisis las crisis son oportunidades de evolucion.
las trampas del comunismo/socialismo generan regimenes autoritarios y dictatoriales que destruyen cualquier posibilidad de evolucion.
"No puedo ser neo liberal porque ellos mantienen la subsidiaridad del Estado. Su supeditación a los intereses privados:"
pues claro que el estado debe estar supeditado a los intereses privados!!!
porque los intereses privados son los intereses individuales, son mis intereses , tus intereses , los de mi vecino , lo de mis hijas (cada una individualmente claro )
que otros intereses existen ? los de la masa? los publicos? quien define esos intereses? por favor no quiero que me cuenten lo que me interesa y lo que no.
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