Alguien me dijo hace unas horas que estas endemoniadas lineas llevaban sin renovarse muchos días.
Y es cierto. No va este silencio de que no se encuentre nada importante sobre lo que escribir como fue la respuesta instintiva, sino más bien de todo lo contrario. No es que no pase nada, es que pasan demasiadas cosas.
Y es cierto. No va este silencio de que no se encuentre nada importante sobre lo que escribir como fue la respuesta instintiva, sino más bien de todo lo contrario. No es que no pase nada, es que pasan demasiadas cosas.
Al borde de una guerra de dimensiones apenas identificables por causa del absurdo supremacismo occidental y la recalcitrante cabezonería rusa; en el límite mismo de la vergüenza, contemplando como todo lo ganado en la infinita guerra palestina se va por el desagüe por culpa de una falsa hermandad del gobierno palestino con aquellos que solo entienden de guerra, sangre y yihad y contemplando como la segunda generación del chavismo desarma Venezuela en un puzle incompleto e incomprensible, entre otras muchas cosas, nosotros seguimos a lo nuestro.
Nuestro gobierno, ese que habita Moncloa por nuestros votos, sigue empeñado en pasar a la historia como el gestor de las nimiedades. El país se consume en un descenso a la miseria desconocido desde los tiempos de posguerra pero ellos se empeñan en mirar a otro lado, en legislar sobre otros asuntos.
Y la última de las cortinas de humo que han puesto en marcha afecta a los menores, a los niños.
A esos mismos niños a los que les están robando el futuro comprometiendo el presente de su educación y de su sanidad, a esos mismos menores a los que ponen en peligro cada día reduciendo a la precariedad o haciendo desaparecer directamente el trabajo y el empleo de sus padres y madres.
A esos mismos niños a los que les están robando el futuro comprometiendo el presente de su educación y de su sanidad, a esos mismos menores a los que ponen en peligro cada día reduciendo a la precariedad o haciendo desaparecer directamente el trabajo y el empleo de sus padres y madres.
Pues bien, la corte genovesa quiere ejercer de dios de las pequeñas cosas y se pone a elaborar dos leyes que nos dejar como mínimo tiritando.
La primera sería digna de figurar en el listado de mejores productos de la literatura del absurdo porque pretende ni más ni menos que obligar a los menores a colaborar en las tareas domésticas.
Sí, lo que no ha logrado progenitor alguno a lo largo de mil generaciones de humanidad, lo que ha sido el caballo de batalla de toda pelea familiar que involucrara a niño y madre, niña y padre a lo largo del desarrollo de la civilización humana, el gobierno del Partido Popular pretende solucionarlo legislativamente.
Así el "recoge tu cuarto", "pon la mesa", "haz la cama" o "no dejes los juguetes tirados por todas partes" se convertirían en el articulado de una ley que convirtiera todo ello en una obligación dentro del territorio del estado español.
Y la otra ley en la que andan es la de elaborar un registro "para siempre" -y son sus palabras, muy técnicas y concisas, por cierto- de personas condenas por delitos de pederastia y obligar a las empresas -de momento solamente a las que tengan una actividad relacionada con la infancia- a asegurarse de que ninguno de sus empleados está en ese registro.
La primera ley parece ridícula y la segunda necesaria. La primera parece absurda y la segunda lógica. La primera mueve a la risa y la segunda a un asentimiento serio y silencioso.
Pero en realidad son dos expresiones del mismo concepto. Dos ejemplos de la misma forma de entender el gobierno, la ley y la sociedad de un gobierno que hizo pellas en bloque el día que en el colegio explicaban el concepto de legalidad y justicia.
Ambas demuestran un total desconocimiento de los principios en los que debe basarse la redacción de una ley y de los elementos fundamentales que establecen los derechos de las personas.
Para empezar un menor de edad no tiene responsabilidad legal. Resulta que en este país -y en todo el mundo civilizado, que por algo es civilizado- los menores carecen de esa carga social ¿por qué? Porque son menores. Y si tienen restringidos sus derechos también tienen en justa contraprestación limitadas sus responsabilidades.
O sea que no se puede condenar a nada a un menor por fumar o beber, saltándose las prohibiciones, pero sí se le podrá condenar por dejar su habitación hecha una leonera.
¿Qué va a hacer el juez en el hipotético caso de que un progenitor contrariado demande a un niño de siete años por no recoger los Power Rangers del salón?, ¿enviarle a un centro de internamiento de menores?
El desconocimiento que demuestran es tal que repentinamente te hace pasar de la risa por el ridículo al miedo cuando descubres que además del desconocimiento hay otra cosa del esperpéntico apunte carpetobetónico que es esa propuesta legal.
El Gobierno del Partido Popular pretende sustituir la implicación por el ordeno y mando, la evolución normal de la sociedad por la genética social, el aprendizaje por la obediencia. La educación por la imposición.
Y tan convencido está de ello que no repara en el hecho de que la situación legal se lo impide, de que la lógica social se lo imposibilita, de que el sentido común hace que su propuesta parezca un chiste. De mal gusto, pero un chiste.
Y ahora vamos con la otra. Con la ley del registro "para siempre" de personas que hayan cometido delitos relacionados con la pederastia y la pedofilia.
Antes de hablar del asunto diré dos cosas:
Primero: para mí, la condena adecuada para la pedofilia, el abuso infantil, el maltrato infantil y cualquier crimen cometido contra menores, sería la castración o ablación y la posterior ejecución pública con garrote vil en la plaza del pueblo. Es el único caso en el que ni me inmutaría ante una pena de muerte.
Segundo y también para mi y para quien quiera recordarlo: El fin no justifica los medios.
Así que, El registro "para siempre" de personas relacionadas con la pedofilia es uno de los elementos más aberrantes que se puede proponer en una sociedad de derechos.
Da igual lo que hayan hecho, da igual lo que hayan dejado de hacer, da igual que sean odiosos, aborrecibles y merezcan colgar por sus gónadas de una cuerda hasta que mueran, como diría al auditor militar: "el reo tiene derechos".
No los tiene porque se los merezca, no los tiene porque sea bueno o intachable, los tiene porque la justicia no se puede aplicar desde otro principio que la equidad, porque la sociedad no puede mantenerse si los que redactan la ley aplican los mismos modos de hacer que los que la conculcan. Los tienen porque nosotros no somos como ellos.
Puedes hacer que los antecedentes por ese tipo de delitos tarden más años en desaparecer, puedes hacer que los juicios sean públicos y notorios, puedes aplicarles la cadena perpetua o la pena de muerte pero no puedes hacer que alguien que ya ha pagado su condena por un delito cargue con ella toda la vida.
No hay sistema legal en el mundo -salvo de la República Popular China y el de la República Islámica de Irán, dos grandes ejemplos de democracia- que mantenga el concepto de antecedentes vitalicios en ningún tipo de delito.
Y nuestros legisladores -que Solón se revolvería en su tumba si supiera que comparte categoría con esas gentes- se pasan todo eso por el arco del triunfo, deciden que no tiene importancia porque ellos quieren lograr un objetivo -que en este caso es plausible y necesario- y esa es la manera más rápida de lograrlo.
Y pretenden justificar esa absoluta falta de criterio y de respeto por los principios que hacen justa una sociedad afirmando que "los menores precisan una protección mayor". Los mismos menores que podrían ser llevados a juicio por no hacer su cama.
¡Vaya hombre! Ellos que tanto protestaron por el concepto de discriminación positiva en otros ámbitos sociales -donde también es un error aplicarlo, por cierto- ahora tiran de él.
Pero su justificación se diluye como un azucarillo en aguardiente.
Porque si ese fuera el principio también crearían un registro de por vida de padres, tíos, hermanos o abuelos que han violado a sus familiares menores de edad o de madres que han asesinado a sus bebés recién nacidos o que han dado palizas de muerte a sus vástagos. Y también lo harían público para todo español o española supiera que les esperaba a sus retoños si mantenía una relación y terminaba teniendo un retoño con esas personas.Pero no lo hacen.
Sería igual de ilegal y de injusto pero sería coherente con la excusa que dan para el que proponen ahora.
Pero lo más demoledor de este proyecto de ley que presenta el ministerio de la ínclita Ana Mato es que "El ministerio aún ignora qué legislación habrá que modificar para crear esta base de datos, cómo accederán los empleadores a la información, ni a qué profesionales afectará".
Así hacen las leyes en este país los que gobiernan ahora. Ignorando las anteriores, los principios de derecho y las declaraciones y protocolos de justicia internacional.
Lo que necesito es bueno y como tengo el poder legislativo hago una ley para que se produzca lo que necesito. Sin importarme si es justo o no, sin importarme si me salto las leyes internacionales y nacionales o no. Y si eso ocurre, pues la cambio y punto.
No es que importe en absoluto el futuro de un pederasta ni si un infante se queda sin paga por no arreglar su cuarto. Pero sí es importante el rumbo de futuro que emprende una sociedad. Dale a un gobierno la capacidad legal de crear listas negras y comienza a preocuparte por no estar en ninguna de ellas.
Porque hecha una siempre tendrán una excusa para justificarlas. Siempre que les venga bien, claro.
Así hacen las leyes en este país los que gobiernan ahora. Ignorando las anteriores, los principios de derecho y las declaraciones y protocolos de justicia internacional.
Lo que necesito es bueno y como tengo el poder legislativo hago una ley para que se produzca lo que necesito. Sin importarme si es justo o no, sin importarme si me salto las leyes internacionales y nacionales o no. Y si eso ocurre, pues la cambio y punto.
No es que importe en absoluto el futuro de un pederasta ni si un infante se queda sin paga por no arreglar su cuarto. Pero sí es importante el rumbo de futuro que emprende una sociedad. Dale a un gobierno la capacidad legal de crear listas negras y comienza a preocuparte por no estar en ninguna de ellas.
Porque hecha una siempre tendrán una excusa para justificarlas. Siempre que les venga bien, claro.