martes, marzo 11, 2008

Los pecados de nuestros abuelos

Terminan las elecciones, acaban los escrutinios y ya volvemos al pan nuestro de cada día. Los pactos, los acuerdos -esperemos que no los enfrentamientos y las descalificaciones- y los asuntos que polarizan la política -sobre todo la social del PSOE-, a saber, la Iglesia y la política de mujer, vuelven a saltar a la palestra.
Y ya comienzan las críticas. Ahora no toca entrar en lo de los nuevos siete pecados capitales -que vamos a tener que rehipotecar el infierno para poder ampliarlo con todo el mundo que nos va a venir ahora-, pero las primeras críricas sobe la política de mujer se centran en la lista de diputadas del Congreso. En el congreso de los diputados hay sólo-y la opinión progresista hace énfasis en el sólo- 124 diputadas. Una menos que en la legislatura anterior, cuando se supone que, por mor de la idílica paridad, tendría que haber 175. Y el partido que puso en marcha la Ley de Igualdad no sólo no ha incrementado paritariamente su número de diputadas, sino que tiene una menos. Y eso parece terrible, parece una traición al progresismo y la igualdad de la mujer.
Pero no lo es. Lo que es una traición el progresismo, a la igualdad y a la justicia es la ley en si misma. O por lo menos el desarrollo que se hace de ella.
Alguien tiene que decirlo y alguien tiene que asumirlo. Es absurdo pensar que la capacidad -en política o cualquier otra actividad humana- depende del sexo. Pero es absurdo pensarlo en las dos direcciones.
Se supone que un partido debe eleigir en sus listas como diputados o diputadas a sus militantes más capacitados. Independientemente de su sexo. Exigir que se establezca la paridad en las listas electorales y los cargos públcos como sinónimo de igualdad no sólo es absurdo, sino que es injusto.
Si partimos de la base de la genética mendeliana, los factores de capacidad, inteligencia, predispodición y incluso brillantez se establecen de forma proporcional si se consideran que se heredan geneticamente. Eso significa que un criterio justo seria establecerlos de forma proporcional a la militancia. Si la militancia femenina en el PSOE es de un 32 por ciento no debería haber más de un 32 por ciento de diputadas y altos cargos femeninos en el gobierno socialista. Cualquier otra cosa sería una discriminación por razón de sexo y eso lo prohibe expresamente nuestrea constitución ¿o no?
Pero hasta eso está más que superado.
La brillantez, la capacidad política y las dotes de gobierno no dependen de la genética, no dependen de la herencia y no dependen de los cromosomas. O al menos no solamente. Lo cual hace que tengan que demostrarse.
Eso nos lleva a que cada diputado y cada diputada, cada ministro y cada ministra, deberían demostrar su capacidad de organización, de trabajo, su visión política y su potencial para gobernar independientemente de su sexo Por no hablar de su habilidad para medrar, pisotear o derrotar -no olvidemos que esos factores influyen de forma determinante en la política-.
Cualquiera que reclame otra cosa, cualquiera que reclame que las mujeres por el hecho de ser mujeres, más allá de su capacidad y de la proporcianalidad de su militancia política, deben figurar en una lista de diputadas está simplemente faltando a los principios de igualdad por los que combatieron y murieron muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia.
La Igualdad supone garantizar las mismas oportunidades. No igualar la balanza histórica. Los hombres, los militantes y los políticos de hoy no tienen porque pagar los supuestos pecados y errores de sus abuelos.
Sólo un tres por ciento de las estudiantes universitarias eligen la carrera de ciencias políticas, sólo un cuatro por ciento de las licenciadas eligen dedicarse a la política o a la militancia y sólo un 28 por ciento de los militantes sindicales son mujeres. No existe ninguna ley, disposición, decreto, reglamento o conjunto de normas que impida a las mujeres dedicarse a esas actividades por lo que el no hacerlo se transforma en una decisión personal y libre de coacciones.
Y tampoco vale recurrir a aquello de que las cargas familiares o el entorno afectivo no las ayuda. Los hombres que se dedican al sindicalismo también tienen que alimentar y mantener a sus familias; los varones que se dedican a la actividad sindical también reciben presiones familiares para no se arriesguen y para que no pongan en juego su puesto de trabajo o su estabilidad laboral.
Si relamente queremos la igualdad, si relamente respetamos a las mujeres como seres libres e iguales a los varones deberiamos comenzar a exigirles la responsabilidad de trabajar en esos campos desde abajo; deberiamos comenzar a reclamarlas la necesidad de optar por trabajar por el bien común más allá de sus necesidades y sus problemas; deberiamos criticarlas por dejar mayoritriamente en manos de hombres la responsabilidad de la lucha ideológica, política y sindical.
Deberiamos hacer eso en lugar de reclamar que se les reserve un espacio paritario en los ámbitos de poder cuando renuncian a tenerlo en los ámbitos de lucha y de sacrificio.
Deberiamos recordarles que trabajar por la mejora de la sociedad -de toda la sociedad, no sólo de las mujeres- hace mucho que dejó de ser un derecho para convertirse en un deber. Deberiamos explicarles que la militancia femenista -el 75 por ciento de la militancia femenina en este país-, aúnque necesaria, no cubre las necesidades de una sociedad que demanda su esfuerzo y su compromiso en areas que están mucho más allá de los derechos y las necesidades de las mujeres.
Alguien debería decirles que para que el gobieno, la representación política, y la dirección empresarial sean paritarias, también deben serlo el esfuerzo el sacrificio y la lucha -y algunas que otras cosas menos positivas si se trata de medrar en el mundo empresarial-.
Nadie se ha molestado en educar en el compromiso social y político a las mujeres más alla del feminismo. Eso ocurre porque ellas tampoco han hecho -en su mayoria y con excepciones más que gloriosas- esfuerzo de interés alguno en ese sentido.
El compromiso femenino debe comenzar a ser universal. Y todo lo demas es demagogia absurda y sin sentido.

lunes, marzo 10, 2008

No creo que vote a Sandro o Konrad, pero los echo en falta

Quizás sea una obligación o quizás sea una devoción, pero cuando se ha realizado una reflexión previa a las eleciones se antoja ineludible un análisis posterior a los resultados electorales. Aunque este no esté impuesto por la ley electoral como la jornada de reflexión.
Y este análisis me lleva al pasado para desear por anticipación un futuro. El análisis me arroja a lo que conozco más por viejo que por diablo.
Los cuarenta años que me hacen seguir en mi casa, los cuarenta años que me impiden lograr un trabajo digno por excesiva edad y experiencia, también me sirven para recordar lo que ocurría en este país cuando era un niño, cuando no podía votar. Cuando este país era más esperanza que crispación, más renuncia que imposición, más compromiso que ofuscación. Cuando España era más un pueblo que una frente de combate.
No se trata de analizar a los que han ganado. No se trata de analizar a los grandes. Lo que suben, lo que mantienen o lo que pierden. No se trata de intentar comprender la veleta de polarización que nos lleva, en periodos de tiempos más o menos extensos, a las manos gubernativas de unos u otros. Se trata de analizar a los pequeños, a los que surgen y a los que desaparecen.
Y con esto tampoco me refiero a los nacionalismos. Esos aliados o adversarios ocasionales que defienden un modelo radicalmente distinto de Estado -aunque muchos mantengan que no defienden el Estado- y que siempre van a defenderlo para seguir sobreviviendo. Los nacionalismos pueden ser un factor actual y futuro en el gobierno -o la gobernabilidad, como dicen los expertos- pero su desaparición no nos salvaría de la polarizacíon, no nos evitaría el riesgo constante de ruptura y el hedor continuo a enfrentamiento que destila nuestra política.
Lo único que nos libraría de ese constante rumor de trinchera es que cayeran los disfraces, que concluyera el baile de máscaras en el que deambulan los grandes partidos en busca de votos que no están destinados a ellos y que no le buscan a ellos.
Y como siempre, como casi siempre, la izquierda ha comenzado a perder esas máscaras un instante -instante histórico, me refiero- antes que la derecha. El Partido Socialista ya se ha centrado -políticamante hablando- todo lo que ha podido y más de lo que ha querido y cuando no ha sido capaz de centrarse más ha visto desgajarse de él a alguien y a algo que propone otra cosa.
Sí. Me refiero a Rosa Diez, su partido impronunciable y su escaño pírrico. Pero que representa un proceso que -aunque algo teñido de arribismo, de oportunismo y de inoportunidad- era imprescindible para una izquierda que se comporta como una línea política democrática y coherente.
Y esa coherencia la demuestra también el hundimiento de IU. No queda espacio político a la izquierda del PSOE si realmente se quiere influir en el gobierno y en el destino político de este país. Uno se puede definir como ecologista, pacifista y feminista, como lo hizo anoche el triste Llamazares, pero esos presupuestos políticos son mucho más útiles como línea dura de un gran partido de izquierdas que como formación política independiente condenada a una representación minoritaria baldía y tristemente inútil a efectos de gobierno.
Así que la gran izquiera española ya no puede ir más allá ni venir más acá. No puede acercarse más al centro ni alejarse más a la izquierda. No puede hacer ninguna de las dos cosas porque no hay centro al que acercarse ni izquierda hacia la que alejarse.
Para que haya lo segundo hay que recurrir al anarquismo que, aunque ciertamente se me antoja como la filosofía de organización más deseable, no es conveniente olvidar que exige la inexistencia de un gobierno.
Para que haya lo primero, es decir, un centro político, la derecha debe hacer el mismo paso y sufrir la misma transformación que Rosa Diez y Llamazares suponen para la izquierda. Debe demostrar que es igual de demócrata y de coherente. Debe de dejar de usar la aclamación, la intimidación y la conspiración para organizarse y comenzar a utilizar la evolución.
Para explicar eso es para lo que vuelvo la vista al pasado. Para recordar cuando la derecha -y me refiero a la derecha que se quita el disfraz de democraciá cada vez que se apagan las cámaras y los micrófonos- no estaba enmascarada de centro. Me refiero a cuando existía un centro real en este país ¿alquien recuerda cuantos votos y escaños obtenía Alianza Popular -el antiguo PP- cuando existía de verdad el centro en España? Yo no lo voy a decir pero no es díficil descubrirlo.
La derecha sigue teniendo el voto enmascarado de todos aquellos que son liberales económicamente en mayor o menor grado, que quieren controlar a ultranza el gasto público, que confian más en la generación de riqueza que en el reparto de la misma. Pero ese voto no es suyo, ni siquiera lo tiene prestado. Lo recibe porque no hay otra papeleta en el que depositarlo y se cree falsamente que el Partido Popular es el depositario natural de ese voto.
Pero ese proceso de separación y reconocimiento del centro como tal no será posible mientras el PP siga defenestrando, acallando y ocultando a todos los que dentro de su formación defienden que hay que ser conservador no es igual que ser de derechas -de la derecha de este país, que no es por más que lo intente la derecha europea-, que ser liberal no implica ser cacique, que ser federalista o autonomista no significa no ser español, que ser unionista no significa bramar aquello del Una, Grande y Libre.
Este país necesita un Konrad Adenauer que separe a los conservadores de los nazis, un Sandro Perttini que distinga a los conservadores de los fascistas o, remontándonos a los más arcaicos momentos de la democracia europea, un Brissot que distinga a los girondinos de los absolutistas. España necesita saber que todos y aquellos que representan una opción política en cada proceso electoral están del mismo lado; están en contra de las soluciones autoritarias y de los recursos militares.
España necesita saber que todos sus partidos hicieron la guerra en el mismo lado. Como lo saben los alemanes, como lo saben los franceses, como lo saben los ingleses y como lo saben los italianos. España necesita tener conservadores y no derechistas.
Y por eso para mi estas elecciones sólo demuestran que ese camino puede hacerse y que se necesita un conservador que vuelva a devolver los votos del centro al espacio de la democracia y evitar que corran el riego de caer en manos de un partido en el que las beleidades totalitarias y megalómanas están a la orden del día.
Tampoco lo voy a poner aquí, pero muchos sabemos o creemos saber quién podría liderar ese cambio dentro del PP o, si es necesario, fuera de él. A lo mejor el ejemplo de Rosa Diez en el lado contrario del arco parlamentario le anima pese a que la inquisición del PP le haya impuesto voto de silencio o le haya arrojado en un cuarto oscuro.
No es que vaya a votar a ese centro conservador y económicamente liberal en las próximas elecciones, pero si de estas surge esa opción. Votare sabiendo que la derecha tendrá los votos de los que en 1976 eran continuistas disfrazados de demócratas y en 2008 son nostálgicos disfrazados de conservadores.
Si Rosa Diez puede hacerlo en la izquierda, quizá otros puedan hacerlo en la secular derecha que repersenta el PP, aunque se disfrace de centro.
Estas elecciones me han demostrado que necesito -y creo que el país también- votar sabiendo que si mi formación, sea cual sea, no gana las elecciones lo harán mis adversarios, no mis enemigos.

sábado, marzo 08, 2008

Lancelots y Locksleys


Ya estamos en esa jornada en la que parece que los que nos gobiernan recuerdan que somos nosotros los que ejercemos -al menos nominalmente- el poder. Y es de suponer que por eso nos permiten pensar en él. Estamos en esa jornada en la que se nos obliga a hacer aquello que deberiamos hacer todos los días sin que nadie nos obligara. En esa jornada en la que está bien visto pensar.
Y, como se supone que somos lo suficientemente obtusos como para no poder hacer dos cosas a la vez, se nos deja pensar, pero no se nos deja ver, ni escuchar, ni leer sobre aquello en lo que pensamos. Y este Sabbath -en este caso, literal- convierte las eleccicones en algo casi místico, casi divino. Casi importante.
Yo escribo sobre ello, quizás porque no respeto las reglas o quizás porque no puedo pensar si no escribo.
Pero somos nosotros y no podemos dejar de serlo. Así que por más que pensemos, lo hacemos a nuestra manera. Por más que nos quebremos la cabeza, nos la partimos con nuestras premisas. Por más que reflexionemos lo hacemos sobre nosotros mismos. No podemos evitar ser en lo que nos hemos convertido.
Y pensamos. Pensamos en un mundo feliz, en un país en el que ocurran las cosas que queremos que ocurran, en el que se solucionen los problemas que tenemos o creemos tener. Por más tiempo que nos den no intentamos hacer otra cosa que pensar en nosotros mismos. Es lo que sabemos hacer. Es lo que hacemos siempre ¿Por qué deberíamos hacer otra cosa?
Así que pensamos en nuestra hipoteca, en lo que pagamos por el pan, en el enemigo que duerme con nosotras, en el trabajo que no tenemos y en el que tenemos pero no nos compensa. Pensamos en nuestra cuenta corriente, en la seguridad de la cartera y las tarjetas que llevamos en el bolsillo a nuestro nombre, en nuestras facturas y nuestras nóminas, en nuestros salarios y en nuestras pensiones, en nuestros ahorros y nuestras deudas. Pensamos en nuestra educación, y en nuestra bandera, en nuestro país y en nuestro dios.
Pensamos en lo que se nos ha dado y se nos había prometido; en lo que nos hace falta y nos ha sido negado. Pensamos en lo que nos darán y lo que pediremos. Pensamos en nosotros. Exclusivamente en nosotros.
Y eso nos convierte en lo que somos. Nobles, aristócratas de una democracia, que eligen para mantener lo que tienen y conseguir lo que no tienen, para incrementar sus posesiones, su seguridad y su futuro.
Somos caballeros que aclaman, a estandarte y espada alzada, a un rey que les lleve a la gloria. Somos Lancelots que encumbramos un Arturo que construya un Camelot todo lo justo y lo seguro posible, sí, pero en el que, sobre todo, lleguemos o permanezcamos en lo más alto de la cadena alimenticia. Somos cardenales electores que se arrastran por los pasillos del poder poniendo su voto en venta a cambio de promesas y dádivas.
Hemos convertido la democracia en un cónclave.
Olvidamos el verdadero sentido de ese -en ocasiones fatuo e inutil- ejercicio de poder que es el voto. Olvidamos que se inventó para que lo ejercieramos por todos. Olvidamos que cada uno de esos sufragios se emite para todos aquellos que están destinados a disfrutarlo. Olvidamos que la democracia obliga a que cada voto sea un acto de latrocino que extrae el control y la autoridad de las arcas de los poderosos y los reparte en las aldeas de los pobles. Olvidamos que no votamos para nosotros, que no robamos ese poder para nosotros.
Olvidamos que no somos Lancelot, por honorable que este parezca; que no somos Galvan, por valiente que se nos antoje; que no somos Gawain, por místicos que sean nuestros motivos.
Olvidamos que somos o debemos ser Robin de Locksley. Luchamos para otros, robamos para otros. Votamos para otros.
Así que más nos valdría convertir el día de reflexión en día de imaginación. Más nos valdría cerrar los ojos y jugar a un juego.
Cerrad los ojos e imaginad la ansiedad de una mujer que se ve obligada por su propio miedo a dormir con la tortura; imaginad la frustración del hombre sometido a la continua sospecha por una lista negra basada en una falsa denuncia.
Cerrad los ojos e imaginad la deseperación de quien que no puede hacer aquello para lo que está preparado simplemente por que la genética y la casualidad pusieron un mar entre su nacimiento y su vida; imaginad el terror del infante que ve su futuro condenado a las rejas por intentar sobrevir todos los días.
Cerrad los ojos e imaginad la agonía de ver escaparse tu vida por mor de una bala, una bomba o un obús en cualquier parte del mundo o del país; imaginad el dolor de no poder llamar patria a tu patria por pequeña que esta sea.
Cerrad los ojos e imaginad la impotencia de aquellos que, después de haberlo hecho todo, son incapaces de hacer nada por si mismos; imaginad la sorpresa de aquellos que sin haber tenido oportunidad de haber realizado nada desaparecen por la irresponsabilidad y el egoismo de aquellas que han hecho lo que no debían.
Cerrad los ojos e imaginad la incomprensión de los seres humanos que no pueden llamar familia a aquellos a los que aman porque son de su mismo sexo; imaginad la tristeza de un hombre que se siente apartado injustamente de aquellos a los que dio la vida porque se supone que las herramientas biológicas tienen más valor que los sentimientos.
Y luego abridlos. Pero no mireis a la Mesa Redonda donde todo el mundo es bello y justo. Mirad al Bosque de Sherwood donde, entre las sombras, se ocultan los que son y los que no deberían ser.
Contemplad la rabia asesina del terrorista; la cruel agresividad de quienes golpean y torturan a los que dicen amar; la despótica moralidad de aquellos que imponen su dios desde los púlpitos y las manifestaciones; el odio ciego de aquellas que utilizan la ley como venganza contra un hombre que no las ama; el lacerante desprecio de quienes insultan y agreden a seres humanos cuyas feromonas no reaccionan de la manera en la que se supone que su dios las organizó; la absoluta irresponsabilidad de las que matan por no renunciar a media hora de placer y a una figura de talla 38; la opresiva sinrazón de los que creen que una bandera y un himno justifica cualquier desmán siempre y cuando sean su bandera y su himno.
Y recordad que el voto también se ejerce para que nuestros enemigos tengan los mismos derechos que nosotros; para que nuestros adversarios tengan las mismas oportunidades; para que nuestros rivales tengan las mismas armas. Para que nuestros torturadores no sean torturados. Para que nuestros verdugos no sean asesinados.
Luego volved a cerrad los ojos. Y si, aún así, seguís viendo hipotecas, carreteras, trenes de alta velocidad, cestas de la compra, cheques regalo, fondos de pensiones, bajas de maternidad, exenciones fiscales, ideas de Estado, rebajas de impuestos, subvenciones, aumentos de sueldos, descensos de la inflación, conceptos de Nación o cualquiera de esas cosas, entonces, haced un último esfuerzo para ganar este juego.
Aapretad los párpados un poco más fuerte e imaginad que todos los que habeís imaginado... son vosotros.
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Luego abrid los ojos y votad.

viernes, febrero 15, 2008

Corpus Delicti

Como es costumbre, las elecciones, las campañas electorales y sobre todo los programas electorales dan para mucho. Dan para hablar, dan para discutir, pero para lo que parece que no dan es para pensar. Puede que los que los leemos lo hagamos, pero desde luego los que los redactan no.
Y sobre todo en un asunto tan sensible -como dicen ellos- como es la seguridad. Esa apelativa continua a la viscera, al atavismo prehistorico que, aun en nuestros días, nos hace dormir encogidos. Cuando se habla de seguridad hay que dejar la razón guardada en el cajón y la lógica colgada del perchero en el lugar del paraguas de medidas que ponemos a disposición de los votantes para que empape la lluvia de su inseguridad.
Y aquí nadie se libra. Aunque, como siempre, el PP se sobra por los bordes como pantagruel retozando en el lecho de un gnomo.
¡Rebajemos la edad penal a los 12 años en delitos graves y multireincidentes!
Así de repente, ignorando de un plumazo pedagogia y educación; obviando psicología y crecimiento. Dejando a los ciudadanos sin infancia, sin derecho a equivocarse, sin posibilidad de ser salvados por el mismo Estado que ha consentido por acción u omisión que delican a esas tempranas edades.
El PP olvida que cuando un niño delinque siempre hay un motivo y para no buscar ese motivo, para no despachurrar el presupuesto que pretende dedicar a beneficiar a sus votantes incrementando las pensiones, dando ayudas a las familias numerosas -siempre y cuando sean convencionales, claro está- y reduciendo los impuestos empresariales, el PP aboga por incluir a los niños en el sistema penal.
Argumenta que el delito organizado utiliza a menores de catroce años porque sabe que no pueden ser detenidos o procesados judicialmente. Y al decir eso demuestra que ignora lo esencial, sobre todo el señor Ignacio Astarloa, a la sazón portavoz de seguridad del PP e hijo de una familia de pro vizcaina que siempre disfrutó de todas las oportunidades.
Y lo esencial no es otra cosa que saber que si un niño es utilizado por una mafia, por una banda o por un mayor de edad para delinquir no es un culpable ,es, por muy crueles y reiterados que sean sus delitos , una víctima. Y el que no crea eso, el que no lo sepa es simplemente porque valora más su bolso, su cartera o sus pertenencias que la vida y el futuro de un niño. Algo que tampoco es sorprendente en estos tiempos y en estos lares.
Cuando un niño o una niña menor de 14 años es obligado a prostituirse o a mendigar todos lo perciben como una víctima, pero cuando es obligado, con las mismas amenazas, las mismas palizas y las mismas mentiras a vender droga o a robar bolsos y comercios entonces no. Entonces tiene que pagar porque nos hace sentirnos inseguros o quizás porque nos hace sentirnos culpables. Pero tiene que pagar. Lo dice el PP, punto final.
Y claro, las mafias comprenderan el mensaje y presas de un pánico cerval a que metan a todos esos menores en el sistema penal dejaran de utilizarlos, cometerán ellos directamente los delitos o simplemente se entregarán en la comisaria más cercana. Seguro que no se les ocurre, como diría aquel, ir un poco más hacia el oeste, es decir reclutar a crios más pequeños y arrancarles la infancia a los menores de 12 años.
Y si el PP se hace grande con esta propuesta, el PSOE se agiganta también con otra igualmente "garante de la seguridad". Va a poner en marcha un registro público de maltratadores que hayan recibido ordenes de alejamiento o sentencias firmes por este motivo.
Parece ignorar que la ley que ellos mismos han redactado y aprobado incluye las ordenes de alejamiento como medidas preventivas anteriores al juicio, lo cual supone que son dictadas antes de conocer la culpabilidad o inoncencia del acusado.
Pero el verdadero problema no está en eso. El verdadero problema reside en que parecen ignorar el funcionamiento de nuestro sistema legal. Ese registro ya existe, ese documento existe desde tiempo inmemorial y se llama certificado de penales.
Si una mujer es lo suficientemente paranoica como para ir a una lista a comprobar si un hombre que ha conocido o con el que mentiene relaciones es un maltratador, sólo tiene que pedirle que le enseñe un certificado de penales. Si él no acepta que rompa la relación o que no la inicie. Es así de simple. Pero como suena y sería absurdo hacerlo, prefieren ampararse en el anonimato de Internet para no descubrir su paranoia.
Digo yo, que podrían hacer también un registro de las más de 12.000 mujeres que cada año hacen falsas denuncias de malos tratos -y lo dice la Fiscalia del Estado, no yo- para beneficiarse en sus divorcios. Es posible que a sus futuras parejas ese dato les parezca importante. Y por supuesto tambien una lista de las mujeres contra las que se han dictado ordenes de alejamiento y sentencias firmes por acoso o malos tratos -que, aunque menos, tambien las hay-.
Y ya puestos, ya que se trata de proteger a las futuras víctimas, hagamos un registro público de madres que han abandonado o maltratado a sus hijos y contra las que hay sentencias firmes, no vaya a ser que inicien una nueva relación y repitan sus crímenes.
Cualquiera que haya cometido un delito carga con ese antecendente durante un tiempo determinado y se le puede exigir presentarlo. Pero, como estamos en una sociedad de derecho, esos antecedentes desaparecen del dominio público pasado un tiempo marcado por la ley.
Porque alguien que no ha vuelto a cometer delito alguno y que ha pagado por los que ha cometido tiene derecho a no ser estigmatizado de por vida. Pero claro, todo eso es irrelevante para las damas del PSOE porque, para ellas, el único problema social es la mal llamada violencia machista.
Sería muy dificil comenzar una relación solicitando un certificado de penales ¿verdad, damas del PSOE adalides de la satanización masculina? Aunque el varón en cuestion estuviera más limpio que una patena desaparecería a la velocidad del rayo. Nadie quiere tener nada que ver con semejante obsesión paranoide. Por eso tiene que existir el registro, para que nadie sea testigo de sus obsesiones, ¿verdad? Ellas tienen derecho al secreto, a consultar a escondidas y por la espalda la vida de otros, pero ellos no. No pueden tenerlo. Sería machista.
Lo que nos lleva a otro punto del programa electoral del PSOE que, aunque no está directamente relacionado con la seguridad, si lo está con eso de los registros de personas. Las damas del PSOE, encabezadas por la egregia vicepresidenta De La Vega, pretenden que se declare la confidencialidad de todo aborto, aunque sea ilegal.
Parece mentira que una antigua jueza pase por alto el hecho de que si se aborta en este país por encima del plazo establecido o fuera de los supuestos permitidos -que prácticamente convierten la ley en una ley de plazos encubierta- es un delito.
Y no es un delito porque se atente contra la propiedad o la seguridad o porque genere alarma social. Es un delito porque se elimina a un ser que ya ha demostrado ser viable y ha adquirido judicialmente la condición de ser humano, tanto como para poder heredar o para que si alguien mata a su madre cuando está embarazada de él se le acuse de doble asesinato. Resumiendo, es un delito porque se asesina a un niño.
Puede que la campaña contra las clínicas que practican abortos ilegales esté orquestada por el PP y la iglesia católica -que no lo dudado ni un momento- pero mientras esa ley, que el partido socialista ha mantenido y aprobado, exista, las mujeres que abortan pasada la fecha legal cometen simplemente un crimen, matan a un ser humano y eso tiene el mismo derecho a mantenerse en el anonimato para no ser perseguido como la violación, el asesinato o la tortura. Es decir ninguno.
Los jueces y policias que persiguen a los médicos que han practicado abortos ilegales y a las mujeres que los han recibido no están persiguiendo a las mujeres, están persiguiendo delincuentes. Así que las manifestaciones en su defensa están al mismo nivel que las que hacen los Abertxales defendiendo a los que ellos llaman "luchadores por la libertad de Euskadi". Y si esa comparación les escuece y no les gusta cambién la ley.
Pero aunque se haga una ley de plazos, aquella que aborte por encima de esos plazos seguirá comentiendo un delito que tipifica el código penal, que es matar a un ser humano que además depende de ella y está indefenso. Esas son las reglas del juego y las mujeres también están en este juego que se llama sociedad . No merecen -como no merecen los hombres- reglas especiales para ellas.
No se puede exigir que un determinado tipo de delito sea público para todos y por siempre y que otro se pueda cometer amparado en la confidencialidad. Esa es una gran muestra de la coherencia del PSOE en materia de seguridad -aunque me joda decirlo-.
Privación de libertad para niños de 12 años, personas estigmatizadas de por vida, conculcaciones sistemáticas de los derechos a la privacidad y a la redención de los delitos, listas negras, protección e impunidad para determinados tipos de crímenes... Esa es la seguridad que quieren para este país los dos principales partidos.
Discúlpenme si me encuentro indeciso. No se cual de ellos ha perdido más el norte.


lunes, diciembre 24, 2007

No puedo daros nada

Necesitais cariños, necesitais dolores
necesitais amores, necesitais pasiones
y yo...
no puedo daros nada.
Necesitais victorias, necesitais derrotas.
necesitais olvidos, necesitais recuerdos, necesitais historia.
y yo...
no puedo daros nada.
Necesitais amantes, necesitais amigos
necesitais enemigos, necesitais garantes,
necesitais preludios, necesitais finales.
y yo...
no puedo daros nada.
Necesitais canciones, necesitais silencios.
Necesitais principios, necesitais esencias,
necesitais señores, necesitais esclavos,
necesitais cantores
y yo...
no puedo daros nada.
necesitais pedir, necesitais conceder,
necesitais negar, necesitais saber,
necesitais rezar
y yo...
no puedo daros nada.
Hoy nací si es que nací
y moriré si es que morí
pero vosotros...
necesitais un cristo, necesitais un hombre
necesitais un mesias, necesitais un dios
y yo...
no puedo daros nada.

Lo pensado y lo escrito

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