domingo, marzo 22, 2015

Carta a un votante en conciencia del Partido Popular

Estimados conciudadanos, compatriotas o como prefiráis ser llamados.
Mucho se ha dicho y desdicho de vosotros, aquellos que disteis vuestro voto libremente al Partido Popular. Mucho y pocas veces justo.
Es de suponer que colocasteis en Moncloa, que elevasteis a nuestro Gobierno, a aquellos que creíais o pensabais que mejor se ajustaban a vuestra forma de ver el país, la sociedad y el mundo en el que vivís, a aquellos que proyectaban y prometían las medidas que os parecían más justas y positivas para el futuro, a aquellos que mejor iban a gestionar el Gobierno. En resumen, a aquellos que iban a hacerlo mejor. 
Votasteis y solo por eso merecéis un respeto. Lo hicisteis en conciencia y por ello merecéis mi admiración. Por que pienso eso hoy me ha dado por escribiros esta carta. Porque hay cosas que os quiero preguntar, que no me quedan claras, que preciso saber.
¿Era esta la economía que esperabais construir con vuestro voto?
¿Deseabais pagar más impuestos y ver la capacidad adquisitiva de vuestros sueldos reducida?, ¿queríais ver vuestros puestos de trabajo precarizados, vuestros derechos laborales recortados?, ¿buscabais una economía que cerrara a cal y canto el crédito a las empresas, que hiciera morir a pequeños y medianos negocios a millares, que ahogara a los autónomos, que empleara toda la riqueza del país en pagar una deuda pública que no hace salvo crecer hasta invadir todas las cuentas del Estado?
Se ha dicho del partido al que votasteis que es el partido de los ricos y no es justo, no es real. En España no hay diez millones de ricos. Si creíais que el Partido Popular era el partido que defendía la economía que os podía permitir progresar, llegar a ser ricos, ese capitalismo liberal que vende el sueño del triunfo individual como acicate, si pensabais y pensáis que ese es el sistema económico correcto preguntaros si a día de hoy ha funcionado. Solo eso.
¿Es esta la buena gestión que esperabais cuando depositasteis el sufragio en la urna?
¿Queríais 1.720 políticos del partido al que votasteis imputados e implicados en casos de corrupción, ministros dimitidos por escándalos, presidentes de comunidades autónomas implicados en malversaciones y financiaciones ilegales?, ¿queríais a vuestros líderes cobrando dinero en sobres negros, a vuestros gobernantes desviando dinero público a empresas de sus socios y amigos, a gestores públicos favoreciendo con contratos a dedo a empresas familiares?
Se ha dicho que la formación política a la que disteis vuestro voto es el partido de los corruptos y no es justo. España es un país de políticos corruptos en general porque es un país de picaresca en todos los ámbitos sociales. Si de verdad votasteis creyendo en que ese partido gestionaría las cosas con pulcritud y transparencia, en que la res publica sería llevada en beneficio de todos y que el erario común serviría a las necesidades de todos, preguntaros si hasta la fecha eso ha ocurrido. Solo eso.
¿Era esta la patria y el orgullo que esperabais sentir como españoles cuando apoyasteis las listas electorales del partido que gobierna?
¿Queríais ver nuestro país en el segundo lugar europeo de pobreza infantil, en el cuarto de deuda pública, en el tercero de inmigración juvenil?, ¿deseabais ver en toda Europa nuestra bandera asociada a la corrupción política, ondeando en los ranking de pobreza, encabezando las estadísticas de paro en todo el continente?
El partido al que otorgasteis vuestra confianza para el gobierno ha dicho de sí mismo que es el partido que defiende la patria, la bandera y el orgullo nacional y sabéis que no es justo, que nunca lo será. Todos queremos sentirnos orgullosos, si no del país en que nacemos, que es pura casualidad, sí de la sociedad que construimos, que es nuestra responsabilidad. Si votasteis a quien votasteis por orgullo patrio o sentimiento de dignidad nacional, preguntaros si a estas alturas os sentís orgullosos de en lo que se ha convertido nuestro país. Solo eso.
¿Era esta la ética social y la moral personal que creíais defender al votar a quien votasteis?
No me escuchéis a mi para responder a eso. Escuchad a quien vuestra fe y vuestra respetable creencia ha puesto al frente de los designios de vuestra ética y moral.
"Este es un sistema económico que ha puesto en el centro a un ídolo que se llama dinero", "El actual sistema económico nos está llevando a la tragedia". "Los ídolos del dinero nos están robando la dignidad”. "Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?". "No existe exclusivamente un modelo de familia. Lo que importa es el amor". "La cadena perpetua es una condena de muerte encubierta”. “Una sociedad corrupta apesta”. "Ser cristiano no consiste en dar limosna, hacer cualquier cosita, y después hacer crecer el egoísmo, la explotación del prójimo e ignorar a los pobres". "No es buen cristiano aquel que no hace justicia con las personas que dependen de él”. "Es responsabilidad de los gobiernos ocuparse de sus pobres".
Y todo ello no lo digo yo, lo dice alguien a quien yo siempre llamaré Jorge Mario Bergoglio pero al que vosotros siempre llamareis Francisco, solo Francisco.
Si emitisteis vuestro pensando que vuestra moral iba a ser respetada, asumida y transmitida por vuestros gobernantes, volveos a Roma y preguntaros si es así. Solo eso.
Si votasteis en conciencia al Partido Popular, os pido que os respondáis a estas preguntas y si os parece bien que me las respondáis a mi. Y os pido que hagáis el esfuerzo de intentar no utilizar el sintagma Partido Socialista Obrero Español en vuestra respuesta. Preguntaros si estos son el país, la sociedad y el Gobierno que queréis. 
Solo eso, tan solo eso.
¡Ah!, y si sois del pequeño porcentaje que solo votó para mantener sus privilegios, proteger sus fortunas y mantener sus contactos en la cercanía del poder en beneficio propio, nada de esto tiene que ver con vosotros. He empezado diciendo que esto iba para aquellos que votaron en conciencia y vosotros no trabajáis ese concepto.
Perdonad que esta carta me haya salido tan larga pero hacía mucho tiempo que no hablaba con vosotros y tenía muchas cosas que deciros.
Y tranquilos, también escribiré una carta a los votantes del Partido Socialista.

sábado, marzo 21, 2015

Andalucía o el voto vivido como carta de amor

Andalucía vota hoy y eso me recuerda una vez que escribí una carta de amor y alguien -concretamente el alguien a quien iba dirigida esa carta- me dijo: "Es preciosa, pero no siempre quien mejor dice las cosas es quien más las siente. Hay quienes no saben decir lo que siente pero...",
Y dos días después, leyendo otra carta de amor escrita por otro a otra persona, comentó "Es preciosa, quien se toma la molestia de poner todo esto por escrito demuestra que sus sentimientos son reales".
Y os preguntareis qué tienen mis intercambios de misivas amorosas -correos electrónicos, ¡qué no soy tan viejo, cojona!- con las elecciones anadaluzas. Pues tiene que ver que hoy Andalucía debe decidir si vota como ese alguien reacciona ante las cartas de amor o no.
Los argumentos de los grandes partidos -sus amantes tradicionales- son los de siempre. Incompletos, generados a toda prisa, dichos a destiempo. Son como las frases inconexas de ese que "no sabe decir lo que siente". Son frases inconexas, balbuceos, tartamudeces.
Pero les valdrán a los andaluces si se les quiere justificar, si se les quiere seguir amando -como le pasaba a ese alguien que recibió mi carta con su otro "pretendiente"-. 
Si es así, los nuevos partidos, los que les ofrecen una alternativa sincera, aunque arriesgada, serán los malos, serán los populistas. Y la prueba irrefutable de que no son sinceros, de que mienten, será que dicen cosas hermosas.
Con el PP y el PSOE me temo que Andalucía ya ha hecho esa elección. 
Ha elegido a quien amar, de quien estar enamorada, pese a que sus palabras no la convenzan, pese a que sus frases no tengan sentido o sean incompletas.
Y dará igual lo que el amante no deseado diga, dará igual lo que exponga y cuan fuertes sean sus argumentos y sus sentimientos. 
Si se los dijeran a otros, si los escucharan para ellos de la boca de sus elegidos amantes del PSOE o del PP, serían la prueba de que dicen la verdad, no serían populistas, no les generarían desconfianza, les harían arrojarse directamente en sus brazos y yacer con ellos en el lecho como si no hubiera un mañana.
Pero me temo que, como la carta de amor no llega de quien se desea que llegue, no va a valer nada de lo que cualquier partido que no sea el PSOE o el PP haya dicho o hecho por amor a Andalucía.
Por suerte una nueva generación no votará como una amante enamorada de antemano que justifica todo lo que su partenaire diga o no diga porque ya ha decidido que solo le quiere a él.
A lo mejor, solo a lo mejor, con eso basta por ahora.

Israel: laboratorio del futuro que quieren vendernos

Benjamin Netanyahu ha vuelto a ganar las elecciones en Israel y, aunque parezca más de lo mismo, más de un conflicto inagotable y agotador que no tiene solución salvo una paz que ningún actor del drama parece anteponer a la victoria, es algo radicalmente distinto a lo de siempre.
Pequeña y engrandecida por la fuerza del dinero y las armas y rodeada por completo de enemigos fanatizados por la miseria y el medievalismo religioso, Israel es hoy lo que el Occidente Atlántico será dentro de un tiempo. No sé cuanto, pero dentro de un tiempo.
Netanyahu ha pasado con éxito por las mismas fases que intentan ahora a la desesperada nuestros políticos para mantenerse en el poder. Mas virulentas, más excesivas, si se quiere, pero las mismas.
Empezó con el orgullo nacional -algo equivalente a la Marca España- y le vino bien, continuó con hacerse simbionte de una guerra y un grupo terrorista, en su caso Hamas, para llamar a los israelíes a sus filas electorales, para anteponer el miedo a ningún otro elemento. 
Provocaba con declaraciones, forzaba acciones de castigo sin pruebas, aprobaba nuevos asentamientos ilegales, todo para forzar una reacción de los locos furiosos de Hamas y poder tremolar la sangre de sus propios muertos como reclamo electoral 
¿Nos acordamos de ETA y la política electoral del PP durante su existencia e incluso ahora? Menos sangrienta pero igual de efectiva y agresiva. Solo había un problema, el terrorismo, solo había una solución, el partido que lo exhibía en su campaña.
Surtió efecto. Le eligieron
Luego llegó la crisis, llegó la falta de recursos en un país que emplea un elevadísimo porcentaje de su PIB en acciones bélicas de uno u otro tipo, desde los asentamientos ilegales hasta las acciones de castigo, desde la ocupación militar hasta la vigilancia y protección del Muro de la Vergüenza.
Y cuando sus ciudadanos empezaban a preocuparse más por la miseria interior que por los escasos misiles kasam que llegaban ocasionalmente desde una Gaza aislada y controlada por la locura de Hamas, cuando empezaron a indignarse, hacer acampadas en su contra y cuestionarle que gastara recursos en los fanáticos Haredim o en los fascistas de Sión que eran los únicos que se atrevían a vivir en los asentamientos ilegales, tiró del orgullo judío, tiró de la religión.
Lanzó a la calle a los que hablaban del Pueblo Elegido y la voluntad de Yahve como aquí se pasearon por el centro de Madrid los que pedían respeto a su moral intentando imponerla sobre toda la sociedad, intentó forzar la condición de judío para ser israelí como los conservadores españoles intentaron, menos salvajemente, eso sí, hacer con su falsa moral católica.
Y le funcionó de nuevo. Le reeligieron.
Pero la crisis sigue, la miseria crece y llegan unas nuevas elecciones. Un millón de israelíes sufren desnutrición, las empresas y los comercios quiebran...
E Intenta lo de siempre y no le sale. Tira del sempiterno y últimamente omnipresente Estado Islámico -¡Vaya, como los políticos europeos!- para infundir miedo y no sube en las encuestas ¿Por qué preocuparnos de quienes matan en Damasco o Bagdad si tenemos a otros en nuestras fronteras?
Recurre a la seguridad nacional buscando enemigos subversivos internos -¡Acabáramos, cómo el nuevo ogro del radicalismo populista europeo!-, pero de pronto le crecen los enanos. O los gigantes, según se mire.
Alrededor de 180 generales y héroes de guerra, entre ellos Meir Dagan, uno de los antiguos jefes del Mosad -Ese infalible servicio secreto israelí de las películas- que más respeto inspiran, se unen para oponerse a la reelección de un hombre al que califican de amenaza contra la seguridad de Israel por sus persecuciones internas.
Y cuando eso ocurre ya no puede tirar del orgullo, de la seguridad ni del miedo recurre al arma más peligrosa y desesperada: el odio.
Jura, casi por sus gónadas externas, que nunca existirá un Estado Palestino, que nunca permitirá que los árabes que vivían allí mucho antes de que se fundara el moderno estado de Israel sean libres. Repite hasta la saciedad que si no existieran los palestinos todo el dinero empleado en lo militar se podría usar en otra cosa: "no es culpa mía, es culpa de ellos. No me odiéis a mí, odiadles a ellos", parece decir una y otra vez. Exactamente igual que hacen los locos furiosos de la yihad en el otro lado de la linea.
Y, desgraciadamente, le funciona. Le reeligen. 
Le reeligen porque el odio alimenta cuando no lo hace ninguna otra cosa. Le reeligen porque es mucho mejor pensar que son los otros los culpables de nuestros males, que nuestra miseria es responsabilidad de la maldad de otros y no producto de nuestros propios errores. 
Le votan y le reeligen porque es más fácil odiar que cambiar.
Ayer en el autobús escuché a una señora decir "Sí, todos los políticos son unos capullos ladrones pero más miedo me dan esos moros que quieren matarnos a todos".
¡Vaya, aquí también ha empezado!
¿Cuánto tardará en estallar? Si votamos por los mismos motivos que los israelíes y caemos en las mismas trampas, me temo que muy poco.

jueves, marzo 19, 2015

Que lo sepan del padre.


En las Termophilas, Trescientos espartanos acudieron a cerrar el paso por el honor y la gloria pero 7.000 tespios, lacedemonios, locros y focenses lo hicieron para evitar que la muerte y la sangre llegara hasta sus casas, sus hijos y sus hijas.
Y en Troya, en Dunquerque, en Azincourt, Hafleur, La línea Maginot, Normandía, Bailen, Salamina, Lepanto, Tesino, Trasimeno, Montecasino, Las Ardenas, Verdún, Numancia, Estalingrado, Las Navas de Tolosa, Marathón, Banockburn, el puerto del Callao y otros tantos lugares al cabo de las eras y  al correr de los siglos puede que un puñado de reyes, generales y líderes lucharan por la gloria, la fama y la victoria. Pero miles de millones de hombres fueron a esos lugares a matar o morir para alejar la guerra de sus hijos e hijas.
Y en el lento transcurso de todos estos siglos, doblaron el espinazo durante catorce horas diarias, bajaron a la mina otras tantas sabiendo que tan solo la vida y el grisú les darían cuatro o cinco décadas para poder hacerlo y trabajaron por sueldos miserables jornadas de quince horas de lunes a domingo para que sus hijos tuvieran algo que llevarse a la boca, vestido que ponerse y techo que cubriera sus sueños.
Y arriesgaron la vida y la perdieron contra reyes y nobles, contra cargas y ejércitos, para lograr que sus hijos no vivieran pegados a la tierra como siervos sin poder cambiarse de morada, que sus hijas no pasaran la rabia y la vergüenza de una primera noche de casada celebrada con el cruel derecho de pernada.
Y vertieron su sangre para que las espaldas de sus hijos e hijas no sufrieran el látigo que sintieron sus pieles, no fueran compradas y vendidos y arrancados por siempre de sus vidas como lo fueron ellos.
Y arriesgaron su pan, su carne y su trabajo para lograr que sus hijos e hijas trabajaran tan solo diez y luego ocho horas, para que sus hijas recibieran un sueldo que no fuera tan solo un complemento a lo poco que ya ganaban sus maridos, para que sus niños no tuvieran que perder la niñez trabajando en las fábricas.
Y sacrificaron el verlos cada día por darles de comer, el acunarlos cada noche por lograr su sustento, el ver como crecían por encontrar lugares, tierras y países donde pudieran por fin hacerlo en libertad.
Y se vistieron de carne de cañón para que las balas no hirieran a sus niños, se alejaron a guardar las fronteras para que el miedo, la muerte y la tristeza no llegaran a las casas y las habitaciones donde sus hijos e hijas jugaban a la guerra en la que ellos morían.
Y murieron a cientos, a miles, a millones De pobreza, cansancio, vejez y un interminable reguero de conflictos y guerras intentando, quizás equivocados, quizás con toda la certeza que crea la verdad, que sus hijos e hijas no tuvieran que vivir ni morir como lo hacían ellos.
A lo largo del tiempo, la historia y el recuerdo, miles de millones de hombres, de padres, hicieron lo que hicieron, mataron y murieron, se alzaron y lucharon, resistieron y trabajaron, lloraron y sangraron, por amor a sus hijos.
Aunque nunca les dieran de mamar, les parieran ni supieran cambiarles los pañales.
Que, ¿a qué viene toda esta diatriba en este día?
Por si a alguno o alguna se le ocurre -que se le ocurrirá- hablar del pérfido patriarcado antes de que se acabe la jornada.
¡Que a nosotros, los padres, no nos da por tocar los ovarios el Día de la Madre!
¡Feliz Día del Padre a todos, vivos o muertos, que han intentado serlo como mejor pudieron o supieron!

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