Mientras preparamos el pavo y las guindas -o la lombarda y la dorada, que de todo tiene que haber- los ataques aereos siguen masacrando Gaza. No es que una cosa tenga que ver con la otra. No es que la celebración del año nuevo -porque del viejo, si nos paramos a pensarlo, poco hay que celebrar- tenga que estar mediatizada por algo que por reiterado, lejano e inevitable se nos antoja casi como parte del orden natural de las cosas, pero la coincidencia de ambos momentos podría significar algo.
Algo, además de que Israel y sus halcones de la guerra no aprenden de sus propios errores, que es un conocimiento que ya tampoco resulta nuevo.
La fiereza, la celeridad, casi la urgencia, de estas acciones nos hacen pensar. Por lo menos me hacen pensar a mi, aunque ese es un vicio que no se le puede achacar a muchos de los que, desde los puestos de responsabilidad política en todo el mundo, se enfrentan a esta crisis -eufémica nomenclatura de exterminio o al menos intento de exterminio-.
Cualquier línea de pensamiento que emprenda me lleva a la misma pregunta ¿Por qué? Pero no el porque último o filosófico de la cuestión. No el porqué que se responde - de forma parcial y viciada- con la lucha contra el terrorismo o el derecho de existencia de la nación hebrea. Sino el porqué cotidiano, el porqué inmediato que se esconde tras los otros porqués más llamativos y grandilocuentes. ¿Por qué ahora?
Y la respuesta se convierte en algo tan comprensible que parece mentira, que parece imposible. Israel se ha lanzado al exterminio de Gaza -disfrazado del exterminio de Hammas- porque teme que el mundo se acabe mañana.
No he descubierto una extraña profecia Hassidica que hable del fin del mundo e 2009 -aunque seguro que la hay. Cuando llevas tres mil años profetizando, el mercado de la visualización del futuro da para mucho-, más bien se trata de que Israel y sus josues, sus señores guerreros, temen que su mundo se acabe mañana.
Los cohetes de Hammas vuelan sobre algunas poblaciones hebreas desde hace tiempo y Hammas ha demostrado hace mucho tiempo que sólo son una organización que ansía el poder por encima de todo para imponer su criterio -también mesiánico y fanático, ¡que casualidad!- de como debe ser el mundo. Así que ese no es el motivo de que ahora se les bombardee llavándose por delante a cuatrocientos civiles en el intento.
No se trata de restablecer la legalidad en la zona -eso si sería novedoso- y borrar del mapa a la facción más sangrienta del islamismo radical ni, por supuesto, de liberar a la población palestina de la franja de Gaza de un gobierno autoproclamado e ilegal que les lleva al desastre y les mantiene en la miseria. Si se tratara de eso lo habrían hecho cuando Hammas cerró Gaza incluso a Al Fatah -la otra facción palestina y se constituyó en gobierno islámico.
Pero no lo hicieron porque la división palestina les beneficia, porque la estupidez y la intransigencia de Hammas en Gaza les hace el trabajo sucio. Es mejor dejar que los propios palestinos se liberen de Hammas cercenando sus cuellos en el proceso. Así que ese tampoco es el motivo.
¿Por qué ahora, entonces? Sigo preguntándome. Podría ser porque por fin han localizado la estructura cuasi invisible y perpetuamente esquiva de Hammas y no quieren perder la oportunidad. Pero entonces recuerdo que el aparato militar de los hijos de Abraham sabe desde siempre donde están los líderes de Hammas. Saben que se esconden en Teheran y en El Cairo, saben que los bombardeos no les tocarán; saben que están más allá de esa mano de Elias que se intenta extender allá donde llegan los cañones de Sión. Así que ese no puede ser el motivo como no puede serlo que consideren que esa estrategia militar vaya a dar resultado donde han fallado los ataques selectivos y la invasión.
No es posible que hayan olvidado tan pronto Libano, el Valle de La Becah, Hezbollah, Jericó, Rammala -y Cisjordania en su conjunto-, Los campos de refugidos de Sabra y Shatila y todas las matanzas y ataques masivos que lo único que han logrado a lo largo de la historia de este conflicto lo único que han logrado ha sido engrosar lasa filas de fanáticos de todo el mundo que necesitan una razón para lanzarse a la batalla.
Si Israel aún no ha descubierto esa realidad, es que -como en el chiste- necesitan que el propio Rey David o encluso Jehova bajen de los cielos para decirles: "Os hize fallar en Libano, permití que Hezbolla resistiera, hize aparecer a Hammas después de lo de Shatila, ¿qué más señales queríais que os enviara para demostraros que esa táctica no llevaba a ninguna parte?
Entonces, eliminado lo obvio, lo impensable, lo absurdo, lo místico e incluso lo electoral -aunque el que empieza mañana sea un año de elecciones, están estan demasiado lejos aún como para que los actos de estos días queden en la memoria de los votantes-, sólo queda una explicación: Israel hace lo que hace porque -a lo mejor para el mundo y a lo peor para ellos- teme no poder volver a hacerlo. Teme que el mundo, o al menos su forma de ver el mundo, se acabe mañana.
A los visionarios mesiánicos de Sión que, hoy por hoy, dirigen Israel no les importa que puedan crearse por sus actos legiones de fanáticos pseudo religiosos que empuñen sus cuerpos y sus bombas por las calles de Tel Aviv, porque esperan que no quede nadie vivo para hacerlo. Necesitan hacerlo y hacerlo ahora y de forma masiva porque con el nuevo año pude que se acabe la carta blanca, el mirar a otro lado. Porque pasado el solsticio de invierno temen que las legiones y las flotas del imperio, que tendrán otro comandante, no estén tan dispuestas a permanecer en sus campamentos mientras ellos "limpian de malas hierbas" el patio trasero de su casa.
Obama sigue en Hawai y se niega a hablar sobre la ofensiva. Bush sigue en la casa Blanca y continúa dándoles la razón y la carta blanna para hacer lo que les viene en gana. Barack dice que sólo un presidente puede hablar por el pueblo americano, pero el hecho de que no apoye al presidente actual y guarde silencio deja a las claras que, como Daniel -el profeta, no el travieso-, no habla para no contradecir al faraón, pero que cuando abra la boca no adorará a sus dioses. Al fin y al cabo Barack dice que se marchará de Irak y Bush ni siquiera se lo plantea.
Así que la ofensiva, el momento del ataque y la intensidad de la matanza no se debe a un recrudecimiento del terrorismo ni a un endurecimiento de las posturas hebreas. No se debe a nada que crea o deje de creer el pueblo o el gobierno israelí. Se debe exclusivamente a una cuestión de oportunidad porque temen -esperemos que con razón- que puede ser la última oportunidad que tengán para llevar a la práctica su progromo.
Puede que les salga bien. Puede que mueran tantos palestinos en Gaza que ya no haga falta volver a bombardearlos; puede que cuando alguien les quiera impedir hacerlo ya no tengan nada que impedir porque Gaza sea un hediondo erial en el que los cadáveres se acumulen por el fanatismo mesiánico de Hammas y el gobierno israelí
Puede que así sea y su Solución Final tenga más éxito que esa otra que se decidió en los castillos de las montañas alemanas hace más de medio siglo. Esa que también fue el fruto de una decisión desesperada de aquellos que creían que no iban a tener tiempo de llevar a cabo sus planes asesinos si no se daban prisa porque los aliados estaban llegando a sus fronteras y los rusos a su capital.
Y si la comparación les ofende, que no se dediquen a hacer lo mismo que ellos.
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