domingo, diciembre 14, 2014

Nosotros, esconderse, la huida y la barbarie.

Siento decirlo pero creo que estamos regresando a la barbarie en todos los sentidos y en todos los niveles. 
Sé que suena dramático e imposible al contemplar una sociedad que avanza tecnológicamente a un ritmo vertiginoso. Pero, tal y como yo lo veo, es así.
Estados Unidos ha vuelto a los años de la lucha por los Derechos Civiles; Francia ha dado un salto a su ancestral chauvinismo nacional; Israel retrocede a los tiempos del Rey David donde dios era más importante que la justicia; Escocia se retrotrae a los tiempos de William Wallace, Rusia comienza a reconstruir su telón militar. Hasta la mítica Suecia, paradigma de modernidad, recupera vicios vikingos de  autarquía. Y ya ni hablamos de lo que significa el resurgimiento del Califato sangriento del Estado Islámico yihadista. ¿Y España?, en fin España.
La lista es interminable. 
¿El motivo? No es la crisis, no es la economía... Puede que suene reduccionista pero no es otra cosa que el miedo. Nuestro más atávico rasgo como sociedad Occidental Atlántica.
El miedo nos lleva al regreso a cuando éramos una especie en peligro constante de extinción, enfrentada a depredadores que la superaban en número y capacidades.
Ese pánico a no sobrevivir y a no poder vivir -que para mí no es lo mismo, aunque lo parezca- nos hace tirar de las soluciones que hemos integrado en lo personal y en lo social. A las que nos han funcionado hasta ahora: Huir y esconderse.
Tan acostumbrados estamos a escapar de los problemas, a huir cuando se nos presenta la incertidumbre del futuro, que repetimos el intento; tanto hemos integrado como reacción instintiva el escondernos cuando alguien o algo nos insta al cambio que ya no sabemos hacer otra cosa.
Hasta ahora hemos huido hacia adelante -más consumo, más tecnología-. Pero como nos damos de frente contra el muro del desplome del sistema que sustentaba nuestras huidas con su crecimiento, nos giramos y huimos hacia atrás
Como adultos que se niegan a afrontar los esfuerzos y renuncias que supone la madurez y se giran corriendo hacia un pasado adolescente de eternas noches de diversión sin responsabilidad, intentamos correr a aquello de "cualquier tiempo pasado fue mejor".
Y eso nos convierte en bárbaros que desconfían de todos los que no son de su tribu, los que traspasan sus fronteras y que ven a los demás siempre como invasores, como un peligro a su supervivencia.
Hasta ahora nos habíamos escondido de cualquier necesidad de cambio en nuestra burbuja individual que nos mantenía más allá de la realidad social. Pero, como la miseria rampante también nos ha quitado eso, lo intentamos de otra manera.
Nos limitamos a negar la mayor, a permanecer quietos esperando a que la cosa pase, a negar la necesidad y el esfuerzo que nos supone el cambio, obligándonos a pensar que este llegará por su cuenta, con el tiempo o con lo que hagan los demás.
Como quienes ven que no tienen la vida o el amor que quieren pero esperan el milagro de que "lleguen tiempos mejores" por suerte o con el esfuerzo ajeno.
Y eso nos transforma también en bárbaros que ponen su esperanza en dioses ex machina que les resuelvan los problemas que se agarran al "no estamos tan mal", al orgullo nacional, el pasado glorioso o la lucha de clases para eludir el esfuerzo de ese cambio.
Huir o esconderse. Nos movemos en esa dicotomía.
Seres que corren hacia la adolescencia eterna por miedo a crecer o capitanes de un galeón, atados a un timón destrozado de un barco que se hunde, esperando que la fortuna o el remar de unos galeotes agotados les libre al final de la tormenta sin ningún esfuerzo por su parte.
Pero tranquilos, que solo estoy hablando de política.

Un SMS como síntoma y prueba de otras cosas

Hay hechos que si se vendieran como un descubrimiento histórico no pasarían de ser una curiosidad pero que, como se intentan vender de otra manera, se convierten en síntoma de otras muchas cosas.
Tal como lo veo, eso está ocurriendo con la supuesta revelación de que el famoso ¡Pásalo!, la convocatoria, a través de un SMS, de la manifestación en la sede del PP en la jornada de reflexión del 13 de marzo de 2004, fue generado por personas que ahora se encuentran en el núcleo central y original de Podemos, la cuchilla de Occam del bipartidismo español.
Es síntoma de que los dos grandes partidos, que han estado echándose en cara esa convocatoria durante una década, hace tiempo que perdieron la capacidad de ver más allá de ellos mismos y se creen propietarios de la política española sin tener en cuenta la posibilidad de otras opciones.
Es señal que las personas que ahora forman la dirección de ese nuevo partido llevan muchos años pensando y participando en la política de este país. No son una panda de melenudos llegados anteayer ni una pandilla de mercenarios  chavistas importados ad hoc para la ocasión.
Es indició de que desde hace tiempo que las personas saben reconocer cuando se les miente burdamente desde los medios, entonces con la autoría del atentado de Atocha, hoy con los "brotes verdes" y "la herencia recibida", entre otros grandes conceptos y de que la irrupción de Podemos  no es resultado de una explosión pasajera de furia social sino de un lento y constante descubrimiento por parte de los ciudadanos de que el actual sistema político no nos sirve y dejó de servirnos hace más de una década.
Es una clara indicación de que los políticos actuales siempre son incapaces de asumir la verdad de unos hechos en cuanto les resultan desfavorables como no reconocen en esta ocasión que las gentes que ahora forman Podemos fueran el inicio de ese SMS, pese a que sus propios medios de comunicación se lo demuestran.
La recuperación y actualización de la historia del SMS del ¡Pásalo! me parece, sobre todo, prueba casi irrefutable de dos cosas:
De que el descontento ciudadano, que algunos achacan a una manipulación populista, tiene una raíz más profunda: que la gente reacciona cuando la política de los poderosos les mata. En 2004 por una guerra que nos trajo un atentado sangriento y en 2014 por pura y simple hambre. Así de simple
Y de algo que les da mucho más miedo a algunos: que el descontento popular canalizado y organizado por los mismos ya acabó una vez con un gobierno, el del megalómano ejercicio bélico de Aznar, y puede hacerlo con otro y de paso con todo el sistema del bipartidismo.
No es que pueda hacerse, es que ya se ha hecho. 
Y eso cuando enviar mensajes por el móvil aún costaba quince céntimos 

viernes, diciembre 12, 2014

Ley de Seguridad: la obligación ciudadana de confiar

Desde hoy -bueno desde que se publique en el BOE-, alterar el orden -uno de esos conceptos que nunca se especifican y siempre se dejan a criterio de los agentes del idem- en una manifestación ante el Congreso o el Senado tendrá el mismo castigo administrativo que solicitar los servicios de una prostituta. Es obvio que aquellos que han redactado la ley no quieren entender que es precisamente ante esos órganos ante los que tiene más sentido manifestarse.
Considerar una manifestación per se -como se ha dicho por el ministro que defendió la ley en el Congreso- un acto que "va contra la voluntad popular expresada en las urnas", es dejarnos hablar cada cuatro años y obligarnos a callar el resto del tiempo, haga ese gobierno lo que haga con el poder que le otorgaron nuestros sufragios.
¿En qué beneficia eso a la ciudadanía?, en nada; ¿en que beneficia a los que ejercen el poder político?, en todo porque les concede una impunidad absoluta y la discrecional de penalizar las protestas simplemente no autorizándolas.
Pero lo que realmente abre las carnes es un artículo en concreto:
Las denuncias, atestados o actas formulados por los agentes de la autoridad en ejercicio de sus funciones que hubiesen presenciado los hechos, previa ratificación en el caso de haber sido negados por los denunciados, constituirán base suficiente para adoptar la resolución que proceda, salvo prueba en contrario y sin perjuicio de que aquellos deban aportar al expediente todos los elementos probatorios disponibles”.
Adiós a la presunción de inocencia, Adiós al Habeas Corpus, Adiós al sentido de la justicia ciega y sin prejuicios, Adiós, en definitiva, al Estado de Derecho.
Da igual que Policía, Guardia, Civil, Mossos d´squadra o Ertzaina fueran ángeles custodios descendidos directamente desde los cielos con la única misión de protegernos: quien acusa a alguien de algo tiene que probarlo. Esto no es Camelot donde la palabra de un caballero de la Tabla Redonda no puede ser cuestionada. 
Esto es un Estado Social y de Derecho del siglo XXI con una Constitución que lo afirma. ¡Que parece que solo tenemos en mente la Carta Magna por encima de todo cuando nos viene bien!
Para aquellos que todavía defienden la bondad de esta ley porque "la calle limpia de radicales, antisistema y perroflautas" una pregunta casi retórica:
¿Que pasaría si mañana gobierna otro partido que vea el mundo de forma radicalmente distinta a la vuestra y por ejemplo os expropiaran vuestros bienes inmuebles, quisieras protestar contra ello y se usara esta ley para criminalizaros y multaros por ello? 
Y para aquellos que por ideología, tradición o cercanía personal piensan que las Fuerzas del Orden deben tener ese poder para garantizar la seguridad otra preguntita:
¿Que pasaría si un policía -solo uno- usara el poder casi omnímodo que le concede esa ley para haceros la vida imposible a base de multas administrativas porque le habéis porque le habéis "robado la novia", porque no os habéis querido acostar con él, porque simplemente le habéis mirado de través?
En cualquiera de los dos casos ¿os sentirías más seguros?, ¿pensarías que es una buena ley?, ¿consideraríais eso Seguridad Ciudadana o abuso de poder e indefensión?
A mi me parece que si una ley deja un resquicio a que esas situaciones queden sin castigo es una mala ley, aunque parezca beneficiarnos de momento.
Quizás sería conveniente que respondierais a esas preguntas, si no por sentido general de la justicia, por propio sentido de seguridad personal.

jueves, diciembre 11, 2014

Transparencia y el "roneo" como forma de gobierno

La Administración pone en marcha un portal de Internet que supuestamente debe ser el núcleo central de su recién estrenada -a buenas horas mangas verdes- política de transparencia.
Y como otras muchas cosas de las que a destiempo, sin convicción y por obligación hace Moncloa nace muerto. Es un cadáver porque nace con trabas, con restricciones, con información de hace cuatro años en el caso de algunos ministerios, con cosas que ya sabíamos y con información recortada, censurada e irrelevante.
Pero sobre todo nace muerto porque llenan el portal de datos que no nos interesa un carajo conocer.
Nos cuentan los sueldos de todos los altos cargos, las subvenciones de todas las asociaciones o al menos un buen puñado de ellas, incluida la OJE -que, por si los más jóvenes del lugar no lo saben, es la asociación juvenil que creó el franquismo, ahora en manos de la ultraderecha más radical-, pero ahí se quedan.
Su ejercicio de sinceridad se reduce a darnos, a decirnos lo que queremos oír. No a decir la verdad, no a exponerse, no ha presentar los hechos de sus acciones y darnos la libertad de reflexionar sobre ellos.
No hay acceso a un solo contrato público, a las actas de ningún proceso de adjudicación o de contratación, no están los documentos que han presentado las empresas para sus licitaciones públicas, no han colgado las ampliaciones de presupuestos de los encargos ministeriales o de cualquier otra administración.
Y nosotros estaremos los próximos meses indignados por los sueldos de los altos cargos, por los gastos superfluos que encontremos, colgando post y tuits en los que compararemos lo que cobra tal o cual ministro, lo que recibe tal o cual ONG pero no estaremos más cerca de conocer los manejos financieros que los ministros de todos los gobierno tienen con sus socios en la sombra, con sus amigos y vasallos, con su parentela y sus feudatarios. 
En definitiva, no estaremos más cerca de conocer la verdad sobre cómo se gobierna y a quién favorece ese gobierno.
Como dirían los que ahora están en la edad de hacerlo, nuestro gobierno está roneando con nosotros.
Dándonos verdades parciales que no dejan de ser ciertas pero que ocultan la visión de conjunto, presentándonos datos y revelaciones en las que pensar para que creamos que sabemos, que comprendemos mientras oculta las otras verdades, las que nos harían tener una visión de la realidad completa de sus modos, maneras y actos. Las que nos permitirían elegir.
La esencia misma del roneo. Darle a cada actor del drama la verdad parcial que quiere escuchar y hacerle creer que es la única, que eso lo explica todo, mientras dejas oculto lo que verdaderamente explica la situación.
Una vez más una de esas cosas que hace el gobierno que pusimos en Moncloa sirve, al menos para mi, como ejemplo de lo que somos como sociedad y lo que hemos decidido ser como individuos.
Nosotros y nuestra cultura del secreto.

domingo, diciembre 07, 2014

La estrategia del falso desmontaje (III. El escrutinio)

No sé todavía a quien voy a votar en las próximas elecciones. Y se qué es la tercera vez que lo escribo en estas líneas pero conviene recordarlo cuando se va a escribir sobre la nueva formación política que se ha metido como una cuña en las grietas del bipartidismo español y amenaza con rasgarlo para siempre.
Hoy se publica un nuevo sondeo sobre Podemos -que no sobre la intención de voto en las próximas elecciones- y es el ejemplo perfecto del falso desmontaje al que los medios de comunicación o más bien de propaganda unidos por intereses económicas a las grandes formaciones políticas han realizado de este nuevo partido.
"El escrutinio público al que Podemos, sus líderes y sus planes se han visto sometidos se traduce en un frenazo del ascenso que registraba desde las elecciones europeas de mayo. También se resiente la imagen de Iglesias, que sufre un desgaste sustancial y pierde 18 puntos de aprobación". Este es el resumen que El País hace analizando el sondeo en el que -¡oh, milagro!- aparece por primera vez en cuatro años el PSOE como partido que encabeza la intención de voto de los españoles.
Vamos, donde este periódico quería llegar desde el principio.
Pero lo curioso del resumen no es lo que dice. Es lo que se niega a reconocer.
No ha habido un escrutinio público de Podemos. 
Los medios de comunicación se han lanzado en nombre de una ciudadanía que no había exigido nada al respecto a una campaña de búsqueda continua de sombras en esta formación. Han empezado a buscar pequeñas irregularidades para intentar igualarlas con las inmensas marañas de corrupción que afectan a los partidos profesionales,  les han destacado los charcos ideológicos -que tienen, unos cuantos- para equilibrar las inmensas lagunas que las dos ideologías mayoritarias tienen en estos tiempos en el que el liberalismo capitalista esta boqueando a punto de morir por falta de evolución.
Y sobre todo han forzado a Podemos a presentar un programa electoral, un plan económico para tener algo a lo que atacar, que analizar hasta la más mínima coma, que criticar hasta la extenuación incluso en los puntos que comparte con otras formaciones políticas.
Y con la figura de su líder han hecho exactamente lo mismo. Primero le critican por su excesiva presencia en los medios y luego le clavan en la cruz de sus editoriales por ralentizar y demorar su exposición a la palestra pública.
Y es en ese momento cuando hacen la encuesta, cuando realizan el sondeo y consiguen su objetivo numérico, su dato. Consiguen que el PSOE esté por delante de Podemos y lo presentan como un fracaso de ese partido que no existía hace once meses y al que ahora quieren votar uno de cada cuatro españoles, según los datos de ese mismo sondeo.
Pero no paro de hacerme una pregunta ¿cual será la intención de voto después de que sometan a un escrutinio parecido a los programas electorales y económicos del PSOE y del PP?, ¿en que posición de valoración se encontraría su líder cuando Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se nieguen no solo a ir al programa Hable con Ellas, sino a participar en un debate, a hacer una entrevista en un medio sin pactar las preguntas previamente o a responder a cualquier cuestión como hacen habitualmente?, ¿cuanta intención de voto le hará perder o recuperar a los grandes partidos esas actitudes tan comunes en las campañas electorales de toda la democracia española?
Lamentablemente, me temo que la respuesta es que van a perder muy poca intención de voto. Porque estos mismos medios no harán hincapié en esas actitudes políticas, no las pondrán en primera página ni dedicarán editoriales, artículos de opinión y reportajes de investigación a criticarlas y presentarlas como algo rechazable y síntoma de algo oscuro y oculto. Y no es que pretenda ser adivino. Es que creo recordar que nunca lo han hacho antes.
Alguien que tiene la mala costumbre de hacerme pensar dijo hace poco "a ver si empezamos a ver lo que hay detrás de ese señor -Pablo Iglesias-". 
Y no está mal que se vea, pero la pregunta que me provoca es ¿nos hemos parado a pensar por qué de repente es tan importante para todo el entramado político español que nos fijemos en las sombras que hay tras Podemos?, ¿Por qué es más importante lo que hay tras Pablo Iglesias que lo que Rajoy o Sánchez han puesto y mantienen abiertamente y sin pudor delante de nuestros ojos?
A lo mejor soy muy básico, pero la respuesta que se me viene a la cabeza, que no tiene porque ser la única, es muy sencilla: ni siquiera pretenden demostrar que Podemos es un partido estatalista totalitario ni que Pablo Iglesias es un melenudo megalómano hijo bastardo de Stalin. Lo único que quieren meter en la cabeza de los votantes de la izquierda cansados de la pasividad complaciente del PSOE y de los diez millones de votantes del PP que se encuentran sin referente ideológico tras el hundimiento de Génova, 13, es que Podemos es como todos los demás partidos, es más de lo mismo.
Quieren que pensemos que son como el resto, que son como ellos.
¿Nos vamos a resignar a la elección de "más vale malo conocido"? Nosotros mismos.

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