Hay momentos en los que la autojustificación es divertida.
Contemplar como algún adolescente bordea el ridículo para explicar sus regresos etílicos a altas horas de la madrugada o como un adulto se enfanga en un laberinto de explicaciones en una defensa numantina de un acto indefendible puede hasta resultar gracioso y si no que se lo pregunten a los guionistas holliwoodienses de comedias románticas. Pero hay otros momentos en los que simplemente resulta bochornoso.
Contemplar como algún adolescente bordea el ridículo para explicar sus regresos etílicos a altas horas de la madrugada o como un adulto se enfanga en un laberinto de explicaciones en una defensa numantina de un acto indefendible puede hasta resultar gracioso y si no que se lo pregunten a los guionistas holliwoodienses de comedias románticas. Pero hay otros momentos en los que simplemente resulta bochornoso.
Cuando un responsable político que lleva varios años al frente del sistema educativo echa balones fuera y pretende justificar unos resultados con la defensa Bart Simpsom de "yo no he sido, nadie me ha visto, no hay pruebas", la sonrisa se te congela en los labios y se torna en mueca como mínimo de desdén.
Y eso es lo que ha hecho y está haciendo Montserrat Gomendio, la número dos del ínclito ministro Wert, con los últimos resultados de ese famoso Informe Pisa que la educación española tiene clavado desde hace años en la planta del pie y no consigue arrancarse.
El rendimiento medio de los alumnos españoles en «resolución de problemas» en PISA 2012 es de 477 puntos, 23 puntos por debajo de la media de la OCDE (500 puntos). España ocupa el puesto 29 entre los 44 países que han realizado esta prueba y el 23 entre los 28 de los que pertenecen a la OCDE.
Y ¿qué significa esto? Pues muy sencillo. Que los alumnos españoles son casi incapaces de aplicar los conocimientos obtenidos a la vida diaria. Tienen problemas para moverse en el metro, para programar los aparatos electrónicos y hasta para utilizar la aspiradora.
En realidad todo esto no va de profesores y de centros docentes. En realidad todo esto va de adolescentes sobreprotegidos, llevados a todas partes en coche por sus padres, que no son obligados a participar en las labores domésticas -sean chicos o chicas, no empecemos con lo del machismo, por favor-, a los que se les solucionan los problemas desde su más tierna infancia para que no molesten llorando, quejándose o montándola parda en el suelo del salón mientras hay visitas.
Pero como es un informe educativo, Gomendio cree que tiene que echarle la culpa a alguien y como no va a ser ella la culpable -¡Dios nos libre!- arremete contra el profesorado.
Y les acusa de tener metodologías inadecuadas basadas en la memorización de contenidos, de no adaptar los contenidos a las nuevas tecnologías, de ser los culpables de que los adolescentes españoles no aprovechen al máximo las posibilidades de su reproductor mp3 o de su IPhone.
Y ella se sienta toda estupenda y trascendental en la mesa de una rueda de prensa y carga contra un sistema educativo que ella dirige, que ella ha podido cambiar en el tiempo que lleva como Secretaria de Estado de Educación. Como si fuera de otro ministerio, como si fuera de otro país, como si fuera de otro universo.
Como ha decidido que el profesorado, las direcciones de los centros, los rectorados universitarios y todos los que han protestado contra sus reformas y recortes son el enemigo y pertenece a la rama más recalcitrante del Partido Popular, esa que tiene como lema heráldico eso de "al enemigo ni agua", les echa la culpa del fiasco adaptativo del alumnado español.
Son los profesores y su forma de dar clase los que han provocado este fiasco. Porque en lugar de enseñar tablas de logaritmos deberían explicar el manual del IPhone, porque en lugar de dar clases de música, armonía o composición deberían enseñar a sus alumnos a descargar, convertir y programar música en mp3, porque en lugar de enseñar los mapas de movimientos de tropas en las guerras mundiales o Europa física deberían explicar el plano del metro con sus correspondencias, trasbordos y cambios de línea.
"Manifiestense menos y hagan mejor su trabajo" puede leerse en la frente fruncida de Gomendio mientras dice otras palabras.
Porque en realidad este exabrupto, este momento de autojustificación propia que arroja a los leones a todo el resto de la comunidad educativa, va de eso. De charle la culpa a aquellos que tienen que ser los culpables porque están en su contra, en contra de sus decisiones. En contra de su Reforma Educativa.
Y en ese punto es cuando la autojustificación ridícula que podría generar una sonrisa condescendiente se transforma en propaganda manipuladora que solamente mueve a la arcada y la repugnancia.
"La Locme -su ley- resolverá este problema y los docentes tienen la responsabilidad última en cambiar el método", dice Gomendio, demostrando que lo único que ha buscado todo el tiempo es vender el humo de su reforma, es justificar sus actos.
Y es lógico que la Locme solucione todos estos problemas.
Porque todo el mundo sabe que San Pablo en su carta los gálatas explica claramente cómo programar el IPhone y por eso la religión se hace contar en la media, porque de todos es sabido que no hace falta memorizar contenidos para pasar una reválida que te deja fuera del sistema educativo si la suspendes, porque todo el mundo conoce la realidad de que son los "nacionalismos excluyentes" los que complican sobremanera el mapa del metro de las principales ciudades españolas y por eso hay que estudiarlos en esos términos.
Porque seguro que la aplicación de la Locme compensa el hecho de que se hayan cerrado aulas de informática en colegios e institutos públicos por los recortes presupuestarios de su ministerio, es probable que compense de los ordenadores rotos o desfasados que no se reponen, de las horas de formación que se les han quitado a los docentes para que asuman clases masificadas, de los centros de formación del profesorado que se han cerrado uno detrás de otro en el suicidio falsamente austero que ha emprendido el actual gobierno del país de la Educación Pública..
Y sobre todo es seguro que la aplicación de la Locme compensará que la comunidad educativa española haya perdido durante la crisis al menos un 12% del gasto educativo, unos 6.300 millones de euros. Que su ministerio haya eliminado 33.000 profesores en el último año y medio y 55.000 desde el comienzo de la crisis.
Si hay que echarle la culpa a alguien, que no sean unos padres exageradamente protectores y una sociedad occidental atlántica que pretende vivir por siempre en una adolescencia de Peter Pan y Campanilla, del fiasco en la adaptación cotidiana de nuestros jóvenes es a esos recortes que impiden avanzar y evolucionar al sistema educativo.
Y eso no lo va a solucionar la Reforma Educativa de Wert y Gomendio, que no incluye en todo su texto y desarrollo ni un solo párrafo de reforma metodológica que no sea el recurso a modos y maneras previos a La Restauración.
Gomendio lo sabe, nosotros lo sabemos y todo el mundo lo sabe. Aunque no sepamos programar el IPhone para que nos avise de los tuits de nuestros colegas. Pero ella tiene que decirlo, tiene que intentarlo. Por si cuela.
Pues se siente, señora Gomendio, no ha colado. Vuelva a intentarlo.
Y es lógico que la Locme solucione todos estos problemas.
Porque todo el mundo sabe que San Pablo en su carta los gálatas explica claramente cómo programar el IPhone y por eso la religión se hace contar en la media, porque de todos es sabido que no hace falta memorizar contenidos para pasar una reválida que te deja fuera del sistema educativo si la suspendes, porque todo el mundo conoce la realidad de que son los "nacionalismos excluyentes" los que complican sobremanera el mapa del metro de las principales ciudades españolas y por eso hay que estudiarlos en esos términos.
Porque seguro que la aplicación de la Locme compensa el hecho de que se hayan cerrado aulas de informática en colegios e institutos públicos por los recortes presupuestarios de su ministerio, es probable que compense de los ordenadores rotos o desfasados que no se reponen, de las horas de formación que se les han quitado a los docentes para que asuman clases masificadas, de los centros de formación del profesorado que se han cerrado uno detrás de otro en el suicidio falsamente austero que ha emprendido el actual gobierno del país de la Educación Pública..
Y sobre todo es seguro que la aplicación de la Locme compensará que la comunidad educativa española haya perdido durante la crisis al menos un 12% del gasto educativo, unos 6.300 millones de euros. Que su ministerio haya eliminado 33.000 profesores en el último año y medio y 55.000 desde el comienzo de la crisis.
Si hay que echarle la culpa a alguien, que no sean unos padres exageradamente protectores y una sociedad occidental atlántica que pretende vivir por siempre en una adolescencia de Peter Pan y Campanilla, del fiasco en la adaptación cotidiana de nuestros jóvenes es a esos recortes que impiden avanzar y evolucionar al sistema educativo.
Y eso no lo va a solucionar la Reforma Educativa de Wert y Gomendio, que no incluye en todo su texto y desarrollo ni un solo párrafo de reforma metodológica que no sea el recurso a modos y maneras previos a La Restauración.
Gomendio lo sabe, nosotros lo sabemos y todo el mundo lo sabe. Aunque no sepamos programar el IPhone para que nos avise de los tuits de nuestros colegas. Pero ella tiene que decirlo, tiene que intentarlo. Por si cuela.
Pues se siente, señora Gomendio, no ha colado. Vuelva a intentarlo.
2 comentarios:
"Bart Simpson" y "LOMCE", por favor.
Dená ;-)
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