sábado, marzo 29, 2014

Montoro, miseria, autopistas y la píldora de Matrix

Que nuestro gobierno, ese que nos echamos a la espalda en los últimos comicios, vive en Matrix es algo que ya se nos antoja cotidiano desde los tristemente famosos brotes verdes que solamente ellos ven.
Arquitectos de sus propias cifras, ya no se conforman con presentarlas como paradigma de una recuperación inexistente o de una realidad manipulada que solamente ellos perciben como positiva. Ahora han dado un paso más.
Como en la mítica película de los Warchosky, ya no se limitan a ignorar a los que están fuera del sistema de realidad virtual en el que pretenden hacer vivir a la sociedad española, sino que a hora además envían a sus agentes a localizar y destruir a aquellos que consiguen abrir un ojo a destiempo y ven que lo que cuentan no existe, no es real.
Y no hay mejor agente Smith para estas cosas que Montoro, ese ministro que cree que la mala educación es elegancia, el insulto es sarcasmo y la arrogancia es superioridad.
No conforme con intentar vendernos la píldora azul de que cerrar 2013 con un déficit público mayor del esperado es un dato positivo, con contento con intentar colarnos el enganche a Matrix de que una reforma fiscal, que vuelve a beneficiar a las grandes empresas y a no perjudicar en exceso a los defraudadores, es beneficiosa para todos, el ministro de Hacienda la emprende contra Cáritas.
¿Qué ha hecho Caritas? ¿lo hace porque la Iglesia diocesana española lleva años eludiendo pagar impuestos?, ¿carga furioso contra la institución porque sus inspectores han descubierto que es utilizada para blanquear otros capitales o patrimonios sacros?
Pues no. Arremete contra esa institución porque por una vez -y a lo mejor hasta sirve de precedente- se ha puesto del lado de los que se tiene que poner, ha dejado el palio bajo el que la iglesia española lleva un siglo dando cobijo a los gobiernos conservadores de este país y se ha descolgado con algo que seguramente los procelosos inquilinos de Moncloa no esperaban: "rescatar a los 700.000 hogares sin ingresos costaría 2.600 millones de euros, la mitad de lo que el Gobierno va a invertir en salvar a las autopistas".
Y claro eso al Gobierno le hace crujir los entresijos porque además de ser cierto viene de alguien a quien están beneficiando, a quien están haciendo ganar dinero con su reforma educativa, con las continuas concesiones a la educación religiosa concertada, con sus cesiones gratuitas de suelo en todas las comunidades en las que gobierna el Partido Popular -o sea, casi en todas-.
Viene de alguien que creía que estaba firmemente conectada a a Matrix y que nunca delataría que es una realidad virtual engañosa.
Y Montoro, que no encuentra exactamente contra quien disparar -si contra los obispos ¡Dios nos libre! o contra cualquier otra cosa que se le ponga delante- mueve a diestra y siniestra su pistola reglamentaria y tira por la calle de en medio.
“Eso de pedir un mayor presupuesto del Estado para erradicar la pobreza está bien para las sociedades centralizadas, pero no en la nuestra", dice Montoro. Y, como diría alguien muy querido, se queda tan pichi.
Como quien no quiere la cosa acaba de acusar a Cáritas, a la estructura diocesana en la que se integra y a la jerarquía eclesiástica que la dirige de comunistas.
Así sin más.
Porque, claro, son los comunistas los que quieren sociedades centralizadas, son los rojos los que quieren que el dinero de los impuestos se destine en parte a compensar las desigualdades, son los radicales los que quieren que la riqueza no solamente se cree sino que se distribuya.
Resulta curioso que Montoro diga que los presupuestos para erradicación de la pobreza -o para minimizar su impacto- no son cosas de nuestra sociedad. Porque da la casualidad de que el 44% de los fondos de Cáritas que, como su propio y latino nombre indica, se dedica precisamente a eso vienen de instituciones públicas.
Pero claro Montoro no les puede acusar de radicales antisistema porque son de la Iglesia, no les puede decir que son unos terroristas violentos porque no colaría mandar a unos cuantos policías encapuchados a quemar contenedores delante de la Catedral de la Almudena para poder hacerlo. 
Así que opta por desprestigiarles, por adoptar ese tono de "yo se de economía y tú no" para que parezca que estos "pobres curas tienen buena intención pero no entienden".
Y por supuesto reza en su fuero interno para que nosotros, los que oímos sus palabras no sepamos que hay dos grupos de trabajo de Naciones Unidas que llevan varias décadas instando a los gobiernos del mundo a destinar fondos a la erradicación de la pobreza -la general y la infantil-, que ignoremos que el Consejo de Europa se ha quedado ronco de repetir que los gobiernos de los estados miembros tienen que tener como prioridad eliminar las bolsas de pobreza de sus territorios y que nunca hayamos oído leído o visto la parte de los presupuestos de ministerios, comunidades autónomas y ayuntamientos que va destinada a ayudas, subvenciones y aportaciones a organizaciones no gubernamentales de todo rango y condición que tienen como único objetivo declarado la erradicación de la pobreza.
Así que Montoro nos intenta colar de nuevo la píldora que nos mantenga firmemente pegados a Matrix para que creamos que una sociedad moderna, liberal y capitalista tiene la obligación de salvar a empresas en quiebra y costear carreteras privadas por valor de 5.200 millones de euros pero no de salvar a 700.000 familias de la miseria más absoluta.
Y por si fuera poco el insulto a nuestra inteligencia el tipo -porque ha perdido su tratamiento de ministro con la primera afirmación- se descuelga con que "los informes de Cáritas sobre la pobreza son puramente estadísticos y por ello cree que no nos podemos basar en ellos a la hora de acabar con este problema".
Él, que forma parte de un gobierno que ha tirado de estadísticas manipuladas y números engordados para segar la hierba bajo los pies de multitud de prestaciones sociales, que solo ve a los individuos como números, que es absolutamente impermeable a los rostros y las vidas que están tras los ERE, los desahucios, los despidos, las bajadas de salarios y todo lo demás, ahora se atreve a decir que las estadísticas no son lo que marca el nivel de pobreza de un país.
Y eso lo dice en una rueda de prensa que ofrece para dar estadísticas que, según él y solamente según él, si determinan la situación económica de un país. Pero para bien, claro.
O sea que cuando los números le salen al gobierno las estadísticas sí sirven, pero cuando no le cuadran o le arrojan a la realidad social de un país que empieza a estar devastado por la miseria entonces no hay que tenerlas en cuenta.
 “Lo que erradica la pobreza es el crecimiento y la creación de empleo”,concluye el ministro en uno de esos mantras que repite hasta la extenuación con la esperanza de que empape nuestro cerebro hasta no dejarnos pensar.
Pero va a ser que no. Lo que erradica la pobreza es la distribución de la riqueza y la forma en la que una sociedad moderna distribuye la riqueza es mejorando las condiciones de trabajo, no empeorándolas para que se mantengan los beneficios de unos pocos, utilizando los impuestos para dar servicios sociales que abaraten a los ciudadanos sus vidas, no limitándolos, eliminándolos o privatizándolos como está haciendo el gobierno del que Montoro forma parte.
Lo que erradica la pobreza es la creación de empleo digno y bien remunerado, no de trabajo precario en condiciones de semi servidumbre como el que pretende crear su Reforma Laboral.
Y desde luego lo que no erradica la pobreza es gastar 5.200 millones de euros en rescatar autopistas privadas deficitarias.Porque eso ni crea empleo ni genera crecimiento.
"No tiene nada que ver con la realidad". Puntualiza Montoro.
Claro que no. No tienen nada que ver con la realidad que él vive, enganchado en la matriz de datos falseados por él mismo y que ha llegado a creerse de tanto intentar que los demás los digiramos sin protestar.
No tiene que ver con su realidad. Pero su realidad no existe. Las 700.000 familias que viven en la pobreza sí. Y eso no hay píldora de Matrix que nos lo borre de la mente.

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