Y soñó con el sueño que nos lleva a la noche, que nos lleva en el tiempo, posible e imposible, de realidades falsas que se hacen verdaderas; de verdades reales que se vuelven mentiras.
Y soñó que su vida se le daba la vuelta, se le volvía toda de un revés imposible. Dibujada al completo en falsas emulsiones, en tiras negativas de instantaneas perdidas.
Y soñó que su vida se le daba la vuelta, se le volvía toda de un revés imposible. Dibujada al completo en falsas emulsiones, en tiras negativas de instantaneas perdidas.
Y se soñó esbozada en escala de grises, diluidos los colores, evitados los tonos. Reflejada en un plomizo trazo de un tiempo inexistente que habría sido futuro de un antiguo pasado. Que habría sido destino si no hubiera cambiado.
Y en la vida invertida que soñó con los ojos cerrados. El alegre era triste; el traidor, aliado. El cansado, incansable; el odiado, adorado. El sol se levantaba cada día en la muerte, cenicienta, grisacea, anodina, difrazada de vida en un remedo falso. En ese negativo de vida que contempló en su sueño con los ojos cambiados, ella era lo que fue y lo que hubiera sido si no hubiera cambiado. Y el amor era llanto.
Y se soñó buscando en vez de ser buscada. Y se soñó no hallando en vez de ser hallada. La precisión tranquila del reloj de Morfeo la arrojó a los espacios de un futuro pasado, de un pasado futuro, de un presente alterado.
Y despertó en el sol de un mundo en positivo. Donde el tiempo era tiempo. Donde el pasado ha muerto y sólo se recuerda, donde el futuro espera a ser imaginado. Se despertó a su día con los ojos alzados, con su vida en su sitio, con sus nuevos colores y no los grises falsos tenidos en sus sueños.
Y bostezó.
Y la tenue sonrisa con la nace el alba le susurró al oído que hay cosas que no cambian, que no se vuelven grises y otras, en cambio, mueren.
Y el risueño murmullo con que amanece el mundo le recitó que ni unas ni otras se muestran en los sueños sobre un mundo invertido.
Las primeras no mutan, son siempre lo que han sido. Siguen siempre presentes ofreciendo lo mismo. Esas son las que hacen que el futuro temido no se vuelva presente.
Las otras, las que mueren, se marchan obligadas a seguir su camino, a la muerte, al olvido a abandonar el campo de visión de unos ojos que ya no las ven ya nunca porque nunca las miran.
Y despertó del todo del sueño de vivir su existencia en modo negativo.
Se despertó del todo y no soñó conmigo.
Y despertó del todo sin haberme perdido.
"Tranquila, hay una vida", dijo el viento en su oído.
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