El séptimo argumento casi es incontestable y lo es porque lo utilizan los mismos que no han abierto la boca cuando la religión, la asignatura de religión, ha ocupado ese lugar restándole el mismo tiempo y el mismo interés a las mismas asignaturas. Se preocupan ahora por la historia cuando han permanecido callados mientras desparecían lecciones y periodos enteros de esa materia como La España Musulmana, La Reforma o La Guerra Civil.
Mientras la educación secundaria eliminaba el Latín y el Griego de sus planes de estudio. Cuando se autorizaron libros de texto en los que se presentaba el creacionismo como una teoría científica no estaban alarmados. Entonces no les preocupaba el curriculo de conocimientos de los alumnos. Eso no tiene respuesta, sencillamente porque no la merece.
Ya nos podemos dar con un canto en los dientes que consideren justificables contenidos como la Declaración de los Derechos Humanos o la Constitución española -que no olvidemos que afirma que el Estado Español es aconfesional-.
Pero resulta ciertamente sorprendente que afirmen que eso se puede incorporar en otras materias.
Claro que se puede. También podría estudiarse religión dentro de la asigantura de Historia y no ocuparía más de media lección, pero no dala impresión de que estén dispuestos a eso. También podría introducirse el estudio de su biblia dentro de la asignatura de Literatura como ejemplo de literatura mítica junto con la titanomaquia griega y libro pahlevi de la creación hindú. Y por supuesto podían incluirse sus mandamientos dentro de alguna asignatura junto con el código de Hammurabi como ejemplo de regulaciones sociales arcaicas.
La ciudadanía es algo que merece una atención particular porque es la base sobre la que se establece la convivencia. Por eso merece un interés especial, aunque además se establezca de forma transversal -curioso concepto ¿de donde proviene?- en todo el sistema de enseñanaza.
Como en todo decálogo revelado y divino. Todos estos mandamientos se resumen en uno. Uno que es el mismo de siempre: "Amarás al Señor, tú Dios, sobre todas las cosas". Aunque la segunda parte del enunciado cambia: "y a la asignatura de relgión como a ti mismo".
El absoluto incuestionable por el que estos éticos de coro y sacristía se han lanzado a las arenas de la lucha contra la Educación para la Ciudadanía.
Consideran discriminada su opción personal, su decisión privada con respecto a la asignatura. Y su argumento es tan falaz como irracional es su postulado moral.
Como la mayoria de los padres tienen esa opción voluntaria debería hacerse obligatoria y sin opciones, al igual que lo es la educación para la ciudadanía.
Pero olvidan unas cuantas circunstancias.
Ser un buen ciudadano es obligatorio. Así de simple. No se trata de una opción personal. No se puede optar entre serlo y no serlo porque la sociedad te exige la responsabilidad de serlo. Así que enseñar ciudadanía y aprenderla debe ser obligatorio.
Ser un buen feligrés no es obligatorio, al menos no en España. La religión -que en este caso es religión católica- tiene multiples opciones: islam, judaismo, budismo, evangelismo y así podriamos seguir hasta la extenuación. Y además tiene otras muchas opciones como el ateismo, el agnosticismo, el antiteismo, el humanismo....
La religión es, pues, una opción personal que no tendría siquiera de estar sufragada por el Estado y que, desde luego, no puede ser obligatoria.
Y la tercera circunstancia que se empeñan en ignorar es que la educación supone enseñar realidades. Los principios que fundamentan el Estado Español son datos objetivos e incuestionables, basados en documentos históricos, en hechos comprobados y reconocidos. La Constitución es un hecho cierto; La Declaración de Derechos es un hecho cierto; la legislación española es un hecho cierto; la Constitución Europea -cuando se apruebe, si se aprueba- será un hecho cierto. La Educación para la Ciudadanía enseña realidades constatables y ciertas. Para colocar a la religión en su mismo nivel tendrían que empezar por demostrar la existencia de dios, algo que no han logrado en tres mil años.
Sería tan absurdo como colocar al mismo nivel la Química y la Alquima del Oro; como estudiar a Einstein en la misma asignatura que a Hermes Trimegistro; como incluir la Iliada en los libros de historia; como estudiar al Fenix dentro de la familia de las aves rapaces; como introducir el nacimiento de Atenea por golpe en la cabeza de Zeus como una forma de reproducción de los seres vivos en los manuales de biología; como si se añadiera a Prometeo como inventor del fuego en los textos de antropología.
Que eleven con pruebas sus mitos y leyendas a la categoría de realidad y entonces a lo mejor nos sentamos a hablar al mismo nivel.
Mientras eso no ocurra, la ciudadania en España dependerá de la Constitución y no del Catecismo; dependerá de la Declaración de Derechos y no del Nuevo Testamento; dependerá de la legislación y no de la biblia. Y eso es temible, para ellos, claro.
Si dos generaciones de españoles se educan en esos principios a lo mejor los arzobispos no podrán salir a la palestra que no les corresponde afirmando que "la unidad de España es un bien moral" o que "solo hay una forma de familia que es moralmente posible". O podrán hacerlo pero nadie les hará caso.
Y a eso no hay ética ficticia que pueda oponerse.
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