Después de acusar al gobierno griego de demorar lo inevitable y de forzar un drama para su sociedad por retrasar el acuerdo y someterlo a referéndum ahora resulta que es el Eurogrupo el que pone pegas, el que no se baja del burro.
Y esto ya se convierte en algo diferente de una negociación.
Es simplemente una estrategia política que pretende quitarse de encima el, de momento, único gobierno europeo que no acepta su visión de la economía. Y no es de ahora, viene de hace tiempo.
La primera:
Con los anteriores gobiernos -socialdemocratas y conservadores- se firmaban créditos, se compraba deuda y se hacían rescates uno tras otro sin poner problemas. Incluso se manipulaban las cifras y los datos macro económicos del país para poder concedérselos. Goldmand and Sachs, con el egregio Junker consintiendo y aprobando todo, lo hizo una y otra vez.
Pero ahora, apenas seis meses después es imposible. El gobierno de Tsipras ha acertado y realizado objetivamente muchos más ajustes que los seis gobiernos griegos anteriores, pero es imposible. Junker se pone exigente al límite cuando durante ocho años no lo fue con gobierno griego alguno pese a sus fraudes y aumentos constantes de gasto ¿por qué?
La segunda:
La intransigencia de los representantes del Eurogrupo -me niego a referirme a ellos como Europa, porque no representan en realidad a los Estados sino a los sistemas financieros nacionales de cada país- evita un acuerdo por 100 millones de euros de recaudación del IVA, Tsipras convoca el referéndum, el BCE paraliza la inyección de dinero en la banca griega -algo que una parte del Consejo de Europa considera ilegal, por cierto- y fuerza al "corralito" bancario griego.
Y ahora endurece las condiciones del acuerdo porque el "corralito" ha empeorado la situación.
Por segunda vez, originan una situación que deteriora al límite la economía griega y luego hacen responsables al gobierno griego y se niegan a asumir su parte de responsabilidad en ese deterioro. De nuevo, ¿por qué?
La única explicación plausible esta en la diferencia. Es la cuchilla de Occam.
Y la única diferencia entre entonces y ahora es que antes se le daba el dinero a unos, gobiernos socialdemocratas y conservadores, y ahora no se les quiere dar a otros: el gobierno griego de Tsipras que no es ni una cosa ni la otra porque no acepta la bondad intrínseca que se pretende vender sobre al actual sistema económico.
Pueden llamarlo como quieran, pero cuando alguien intenta eliminar un gobierno democrático sin recurrir a las urnas está dando un golpe de estado: utilice una división acorazada o el estrangulamiento de una economía.
Así de simple.
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