La Agenda de la Extinción

Preocupados como estamos todos por lo que dice Marianico, por lo que responde Pepe Luis, por lo que come Iñaki, por lo que propone Mari Tere, por lo que usa el chaval Sergio para meter los goles y por con quién se restregó en sus días mozos isabelita, la isabelita de España, por supuesto, el amigo Lovelock, el viejo amigo Lovelock, paladín y profeta de la extinción, ha pasado por Madrid y la mayoría no se ha dado ni cuenta.

Claro que para que nos importara que lo que Lovelock ha venido a decirnos, a repetirnos, tendría que importarnos la humanidad y eso hace mucho que dejó de importarnos. Y me refiero a la humanidad como especie. No como colectivo, como sociedad, como jerarquía, como organización. Simplemente como especie.

Lovelock dice que como especie estamos acabados. Que hemos pasado el punto de no retorno tras el cual ninguna acción emprendida para salvarnos de la extinción tiene sentido y será útil. Y yo le creo.

Contemplando las declaraciones de Marianico, le creo; observando la ineptitud de la jerarquía bajo la cual trabajo, le creo; sufriendo los exabruptos de ese ente vagamente humano de nombre Federico, le creo; contemplando los aplusos y los vitores recibidos en los programas de TV por putas sin clase y gigolos sin dignidad que venden sus vergüenzas en vivo y en directo, le creo; analizando el sistema de no juego del Real Madrid, le creo; leyendo los párrafos de la Ley de Violencia de Género, le creo; releyendo las cartas de los obispados a apostátas y herejes declarados, le creo; sufriendo las correcciones ortográficas de la profesora de lengua de mi hija, le creo.

Es demasiado tarde. Nada puede librarnos de la extinción porque la humanidad ya está extinta. Puede que aún no lo sepa, pero ya ha dejado de existir como especie.

Así que, lamentablemente, erradicar los polígrafos del horario infantil no servirá de nada; controlar el consumo de hamburguesas de gran tamaño no servirá de nada; manifestarse por Dios y por España no servirá de nada; meterle con embudo a Iñaki un buen plato de mamirtako en el gaznate no servirá de nada; desvelar la fórmula de la Coca Cola no servirá de nada; retirar la Ley de Bebidas Alcohólicas no servirá de nada; ignorar a Losantos no servirá de nada; la voluntad de cambio y huída de Malú no servirá de nada; las infantiles venganzas y conspiraciones de mis jefes ya no servirán de nada; ni siquiera la destitución del siempre inefable Fabio servirá de nada.

Ninguna de esas grandes e importantes medidas servirán de nada. Todas llegan tarde pese a lo acertado de las mismas, pese a su innegable importancia y relevancia. Nada puede salvarnos de la extinción. Lo dice Lovelock y yo le creo.

Quedaran unos cuantos millones cuando nos extingamos. Quizas ellos se organicen de otra manera. Quizás ellos se reconozcan y se respeten como especie. Quizás ellos guarden un ejemplar escondido del Elogio del Imbecil de Aprile y lo utilicen como La Biblia o El Corán es utilizado ahora por los imbéciles. Quizás ellos no se enfanguen en su egoismo, su individualismo y su afán de poder como ha hecho esa especie ya extinta llamada humanidad.

Quizás de nuevo recurran las ideas del visionario Aprile y usen la inteligencia como arma de supervivencia pero, en cualquier caso, ya no serán humanidad. Nosotros estaremos extintos.

Pero no os preocupeis. Capello caerá, los niños no comerán hamburguesas y el PP se manifestará. Nadie se ha dado ni cuenta de que Lovelock ha pasado por Madrid.