Después de salir del armario se visten con lazos.
Pero, como siempre, como no puede ser de otra manera, cogen los lazos de otros, los símbolos de otros. Su ideología no es capaz de crear símbolos, su simbología es incapaz de recordar otra cosa que lo que realmente son. Así que toman prestada, capturan y secuestran la simbología de otros y la usan para sus fines.
Al igual que el tito Adolfo tomó una cruz en movimiento que simbolizaba el equilibrio del cambio para ilustrar su poder; al igual que el abuelo Paco tomo las yuntas, las rapaces y las saetas de antiguos reyes para decorar su autoritarismo, su digno vástago -Don Mariano, le llaman en su casa. En el resto del mundo sólo Marianito, el corto.- toma por la fuerza un lazo azul para expresar su rechazo a asumir las decisiones judiciales y administrativas de los órganos que ejercen el poder adquirido y mantenido de forma legítima.
Y, claro, toman el lazo azul. No hay otro color que quepa en su escala cromática. Azul bueno. Rojo malo. Así funciona su arco iris.
Y se lo ponen en la solapa para demostrar que ellos también tienen símbolos nuevos. Abandonan las rancias banderas, los cansinos estandartes, las aves carroñeras marinas que decoran las banderas de su adorado PP -no olvidemos que las gaviotas son carroñeras, es decir, son capaces de comerse cualquier cosa con tal de sobrevivir- y se decoran con lazos azules.
Da igual que lo hayan inventado otros; da igual que estuviera diseñado para un hecho concreto y una reclamación espécifica; da igual que Julio Iglesias -el empresario, no el cantante- lleve años en su casa -de Euskadi, no de Miami-; todo eso da igual. Mariano y sus chicos necesitan un símbolo y se lo apropian.
Si son incapaces de generar una ideología ¿Como iban a ser capaces de producir una símbología?
El lazo azul fue ideado por un entidad llamada Gesto por la Paz. No se llama Gesto por el Unitarismo, ni Gesto por el Españolismo, Ni gesto por el Orgullo Patrio. No. Se llama Gesto por la Paz y ellos, pese a colocarse el lazo, es lo único que están dispuestos a concedernos a los demás: Paz ni esperanza de Paz.
Como se apropiaran sus Nuevas Generaciones hace años de canciones como Libertad Sin Ira, compuesta contra ellos y sus padres, ahora se apropian de un símbolo y lo pervienten. Un lazo que surgio contra la intolerancia, contra la imposición, contra la intransigencia se convierte ahora en sus ojales y sus solapas en muestra de todo lo contrario. Ahora luce su incapacidad para soportar que esté ocurriendo aquello que ellos no quieren que ocurra.
Yo tampoco soy muy bueno a la hora de crear símbolos. Así que tendré que acudir cargado de lazos a esa manifestación convocada por el PP- ¿Donde quedaron esos tiempos en los que el PP mantenía que un partido político con representación parlamentaria no podía convocar manifestaciones. Claro que eso era por la guerra que ellos habían iniciado-.
Acudiré con el lazo amarillo en solidaridad con todos aquellos que tienen que soportar que el PP haga a un país y a unos símbolos nacionales rehenes de sus consignas y su autoritarismo.
Acudiré con el lazo blanco porque estoy en contra de la violencia y el enfrentamiento que el Partido Popular sacraliza como única forma de solucionar el problema del terrorismo.
Acudiré con el lazo verde en defensa de un ecosistema en las que las distintas especies de nacionalismos puedan convivir -aunque sean especies en vías de extinción- sin tirarse los trastos a la cabeza.
Acudiré con el lazo rosa para avisar de la necesidad de poner rápido trátamiento al cáncer autoritarista e intransigente que Mariano y sus acólitos han infectado en las mamas del país en el que vivo.
Acudiré con el lazo negro en luto permanente por una forma de diseñar la convivencia que debería haber muerto cuando fueron enterrados aquellos que la impusieron con las arengas y los sables. De luto por eso y por la actividad neuronal de los líderes y militantes del PP, que también son dignos de una esquela
Acudiré, por supuesto, con el lazo azul porque mantengo mi deseo de paz sin victoria, sigo queriendo transigencia sin derrota.
Pero, sobre todo acudiré, con el lazo rojo. El PP es un virus que sufrimos del que conviene alertar a todos los que se crucen en mi camino. No es un partido político político, es una plaga vírica.
Aunque, pensándolo bien, no creo que vaya a la manifestación, ni que luzca ninguno de esos símbolos.
Parafraseando al creador de ese famoso poeta espadachín que mueriera a las puertas de Maastricht:
Yo no llevo ni cintas, ni lazos, no me expongo con jactancia. Yo llevo moralmente la elegancia.
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