Y llegamos al día. EL Día de la Mujer trabajadora.
Y, como lo prometido es deuda, quiero contestarme a mis propias preguntas.
Más de un centenar - o dos, según la versión- de mujeres son quemadas en Chicago durante una huelga y yo me pregunto ¿Qué es lo que motiva que las quemen mientras están encerradas en su propio centro de trabajo?
Durante muchos años, los que han transcurrido desde que se instituyó esta peculiar conmemoración, se nos ha vendido y convencido de que se las quema por ser mujeres. Y, con pensarlo un poco, sabemos que no es cierto. Se las quema, se las castiga, se las mata, por ser trabajadores que creen tener derechos. Con independencia de su sexo.
Durante mucho tiempo se nos ha llevado a pensar que el individuo en cuestión, a la sazón propietario de la Triangle Shirt Waist Company de Nueva York, decidió quemar el edificio porque eran mujeres las que reclamaban. Nada más falso. El capitalista a ultranza quemó el edificio pese a que eran mujeres. Su pasión por el dinero y por los beneficios, su enejenación por las ganacias le llevó a saltarse algo que era un tabú universal allá por el año 1857, eso de que era de cobardes violentar a una mujer. Pese a ello decidió darles un escarmiento, según su peculiar visión del mundo.
A esas alturas de la semana -era domingo, y entonces también se trabajaba los domingos- sus amigos de la Cámara de Negociantes y Propietarios de Nueva York llevaban una semana ordenando al ejercito de La Unión que disparara y asesinara a los piquetes de mineros, transportitas y otra serie de trabajadores -masculinos en su mayoría- que se manifestaban por las calles de La Gran Manzana.
Esas mujeres muerieron por ser trabajadoras y no por ser mujeres. Y cualquier otra afirmación es manipulación falaz y sin sentido.
Y lo que reclamaban no era algo para ellas. No era algo que sólo las beneficiara a ellas, era una parte de una reclamación conjunta que había incendiado a todo el incipiente movimiento sindical neoyorkino. Mejores condiciones de trabajo. Punto y final.
Y este Día de la Mujer Trabajadora, esta conmemoración manipulada y desvirtuada, ha perdido ese concepto. Organizaciones, asociaciones, grupos y tendencias han hecho de él un día de reclamaciones y exigencias contra el varón, contra el hombre si se prefiere. Han cambiado el enemigo. El capital yo no es el contrincante. Lo es el hombre. Craso error.
Hay algunas reclamaciones que casi secularmente tiñen las celebraciones de este día y la mayoría de ellas se han vuelto parciales y sectarias
1.- Igualdad en los sueldos.- No discuto que las mujeres pueden ganar menos que los hombres. No tengo las cifras pero me las creo. Aún en el supuesto de que una mujer, en igual puesto de trabajo, en las mismas condiciones de antigüedad, cargas familiares, peligrosidad y resto de conceptos salariales, cobre menos que un hombre, la reclamación reivindicativa no tiene sentido, al menos en nuestro país y en el entorno occidental.
¿Existe alguna ley, decreto ley, reglamento autonómico, conjunto de disposiciones u ordenanza municipal que especifique que las mujeres deben ganar menos que los hombres? La respuesta es no. Así que la reivindicación se convierte en algo absurdo. Si una empresa actúa en contra de la Ley es obligación de los trabajadores acudir a los juzgados laborales y exponerla, presentar pruebas y esperar un veredicto. Si tienen razón la justicia se la dará. No es función de los gobiernos ir revisando las nóminas de todos los trabajadores.
El problema está en que en este país los sueldos se negocian de forma individual y casi secreta, los sindicatos no intervienen, el Gobierno no exige la existencia de un catálogo de puestos de trabajo y remuneraciones aceptadas por convenio y que deban respetarse a rajatabla. Conozco empresas en las que una persona que ocupa el mismo puesto laboral que otra gana más del doble que esta y más del tiple que una tercera. Curiosamente, las dos primeras son mujeres y el que menos gana es -o era, que hace poco se despidió- un hombre.
Pero el movimiento femenino reclama una ley que especifique que las mujeres deben ganar lo mismo que los hombres. No pide la existencia de una catalogación de puestos de trabajo que obligue a que todo el que trabaje en el mismo puesto gane lo mismo -por lo menos en los mínimos-. Pierden la visión de conjunto. Si eso existe no hace falta hablar de diferencias salariales entre hombres y mujeres.
2.- Adecuación de la vida laboral y la vida familiar para la mujer. El error se repite. En este ámbito la mujer tiene cuatro meses de baja maternal, periodos de lactancia y otra serie de beneficios de los que no disfrutan los trabajadores varones, pero estos movimientos piden que se tenga en cuenta que la mujer soporta una mayor carga doméstica y del cuidado de los hijos y que se garantice a las trabajadoras las posibilidades de soportarla.
Reclamemos la jornada continua y no hará falta hacer una ley para adecuar la vida laboral y familiar de las mujeres. Y lo de la carga en las tareas domésticas que lo discutan con su pareja. De nuevo lo particular oscurece lo universal.
3.- La violencia contra la mujer.- Algo que no tiene nada que ver con el entorno laboral pero que se ha convertido casi en el eje central de este día, por lo menos en España. Hoy nos invaden con una afirmación estádistica que se antoja escalofriante. La violencia contra la mujer es la principal causa de muerte en el mundo entre las mujeres de 16 y 35 años.
Dicho así parecería sobrecogedor y lo es. Pero el sobrecogimiento no puede alejarnos del análisis. No puede ser de otra forma. En el mundo actual -incluso en los países más castigados por el hambre y la pobreza- existen pocas enfermedades y pandemias -salvo el Sida- que afecten a esa franja de población, si miramos la estádistica de cualquier país descubrimos que en la franja de edad indicada la principal causa de muerte siempre es la violencia: para hombres y mujeres.
Conocido es el dato de que la principal causa de muerte entre los varones negros entre 15 y 30 años en Estados Unidos son las armas de fuego, conocido es el dato de que en África la principal causa de muerte de los varones entre los 12 y los 30 años es la guerra. La violencia es siempre la principal causa de muerte entre los jóvenes porque no existe una causa natural para ella. Claro que, como no existe el concepto de violencia contra el hombre -aunque todos los que luchen en un frente sean varones y todos los que mueran en ese frente sean hombres-, parece que estamos hablando de una violencia distinta y espécifica.
Una mera hipótesis aritmética nos lleva a desmontar estos datos. Según las cifras que manejan las organizaciones feministas, el año pasado murieron en en España 84 mujeres como víctimas de la violencia, según parece, espécifica contra la mujer. Aún considerando que todas ellas estaban en la franja de edad referida, eso supondría que en nuestro país tendrían que haber muerto tan sólo 167 mujeres de edades entre los 16 y los 35 años para que la violencia fuera la principal causa de mortalidad. Eso se antoja imposible. La demagogia está en el hecho de considerar como violencia espécifica contra la mujer -y por tanto perpetrada por varones machistas- las muertes originadas por conflictos armados, represiones políticas, dictaduras o torturas que, obviamente no tienen ningún componente ni matiz sexual en sus causas.
Y, como no podía ser de otro modo, de nuevo lo particular eclipsa a lo general. Se exige la aplicación de una Ley de Violencia de Género que sólo está diseñada para proteger y beneficiar a las mujeres. Se exige que se aplique por encima de los problemas constitucionales que plantea y que los altos tribunales ya han expuesto.
En lugar de exigir la creación de una Ley de Violencia Doméstica en la que la gradación de penas se establezca por la capacidad de defensa de las víctimas y en la que se incluya la violencia contra niños, contra hombres, contra ancianos... Pero claro eso podría llevar a la cárcel por muchos años a un montón de mujeres que abandonan niños, que maltratran ancianos y demás. Y parece que no se trata de eso.
Y lo mismo pasa con otros casos y reclamaciones más espécificos. Se habla de la abalción pero se omite el hecho -ratificado por las imágenes y reportajes que se emiten al respecto- de que en esos bárbaros rituales no participan hombres. Son llevados a cabo por mujeres. Y por supuesto se omite el hecho -reconocido por un informe de la OMS, curiosamente elaborado por una mujer- de que más de 1.500 millones de hombres están sometidos por constumbres religiosas y sociales a una ablación parcial llamada circuncisión que les resta el setenta por ciento de la sensibilidad sexual, que les provoca numerosas infecciones y problemas sanitarios a lo largo de su vida y que mata a once de cada cien a los que se les práctica.
Pero no se pide una normativa internacional contra la mutilación genital -incluso en culturas como la hebrea o la islámica en la que no se les práctica a las mujeres- Sólo se pide el final de la ablación del clítoris.
Soy un hombre y por tanto muchas de las que hoy se manifestarán no me reconocerán el derecho a escribir, a hablar, a opinar o incluso a pensar sobre estos temas. Pero todo esto sólo me lleva a una reflexión: No conviene equivocar el enemigo.
También un 8 de marzo Mahatma Gandhi inició una revolución pacífica en la que pedía la libertad y la independecia para todos los habitantes de La India, hombres y mujeres; también un 8 de marzo, pero sesenta años después, las mujeres rusas hicieron su particular revolución pidiendo pan y paz -para hombres y mujeres, no sólo para ellas-.
No olvideis que un día después del comienzo de esa huelga, una brigada de cosacos llegó al palacio de San Petesburgo con un mensaje firmado por los tres generales rusos del frente en el que simplemente podía leerse. "como veis, Majestad, Zar de todas las Rusias, los cosacos apenas tardarán dos jornadas en regresar a San Petesburgo si son necesarios en sus casas". El zar comprendió que no podía tocar a las huelguistas y abdicó.
Volved a recuperar el universalismo. Siempre ganaremos mucho más juntos que separados.
Si de verdad queréis honrar esos centenares de obreras textiles que murieron en huelga, imaginad que su último pensamiento fue "será cabron, este patrón de mierda" y no "hombre tenía que ser". Así no creo que podáis llegar a ningún lado.
3 comentarios:
Yo siempre he sido partidario de la igualdad entre hombres y mujeres, y si una mujer se merece una hostia, al igual que un hombre, ha de recibirla...juas juas¡¡ Pero yo me pregunto si en la caza de brujas las quemaron por brujas o por mujeres, y me vienen a la mente un par de tipas que cumplen ambos requisitos...así que como grita Agamenón, al menos en la pelicula americana: "Que arda Troya¡¡ Y que arda el comecaminos con ellas dentro¡¡ Y aunque no les deseo la muerte, que se quemen un poquito...
Vuestro amigo, Lecé
No hay palabras más huecas que las que estos días previos al 8 de Marzo, nos dedican, sobre todo cuando se pronuncian con un traje de noche, en un programa de televisión o antes de un corte de publicidad, precisamente porque las palabras y los mensajes que se repiten en exceso pierden fuerza y da igual que entren en todas las casas, nadie está atento.
No quiero perderme en la simpleza de las palabras previsibles, sobre todo porque nosotras mejor que nadie conocemos lo positivo del aumento de la presencia femenina en todos los estamentos políticos, culturales y cómo ello es esencial para hacer frente a los grandes retos del mundo actual, de igual manera que las mujeres son protagonistas en la construcción de la paz en zonas de conflicto, y que entre todas esas voces son muchas las que reclaman libertad, y muchas las mujeres que sueñan con perder el miedo a saltar.
He oído cantar a Amancio Prada: “Libre, te quiero. Libre. Pero no mía. No, no, no mía. Ni de Dios, ni de nadie, ni tuya siquiera”.
Y he oído decir que los sueños se cumplen.
No quiero reiterarme en los mensajes y como eres anonima supongo que no te tomarás esto como algo personal.
Pero, quizás con buena intentción, quizás con sentimiento de compromiso creo que caes de nuevo en el error que yo creo que se comete, aunque, por tu tono, deduzco que de forma bienintencionada.
Las mujeres son protagonistas en la construcción de la paz en zonas en conflicto como lo han sido de la construcción de la guerra en esas zonas. En Palestina hay tantas kamikaces islamistas como mujeres que luchan por el final de un conflicto sinsentido; en Israel hay tantas sargentos de artilleria voluntarias y participantes en los actos del partido ultraortodoxo hebreo como mujeres que se manifiestan en Tel Aviv por encontrar una salida dialogada a una guerra que dasangra su país y el país vecino.
En politica pasa lo mismo. Preferiria que nadie, ni hombres ni mujeres, se sumaran, por poner un ejemplo, a un Partido Popular que intenta fracturar un país apelando al terror y a la violencia. Las mujeres que se suman a los estamentos políticos para hacer eso no están haciendo nada positivo.
Las mujeres que luchan por la paz, por la lógica y por la racionalidad en un mundo al borde del colapso no lo hacen por ser mujeres, lo hacen porque son seres pacificos, racionales y lógicos y eso no tiene nada que ver con su sexo. Y el hecho de que haya mujeres en el bando de la sinrazón y la violencia lo demuestra. Y personajes como Margaret Thacher, Golda Mehir o Indira Ghandi -iniciadoras o continuadoras de grandes guerras pese a su condición femenina- lo demuestra.
No es una cuestión de sexo, es una cuestión de principios ideológicos.
Estaré orgulloso de afrontar todos esos retos, de defender -esperemos que no haga falta- la trinchera de la libertad universal hombro con hombro con mujeres, hombres, homosexuales, transesuales, heterosexuales y hermafroditas -si la evolución genética tiene a bien crearlos- pero por delante de su condicción sexual antepondré siempre sus principios ideológicos.
Intentaré no consentir que se satanice a nadie por su sexo e intentaré no consentir que se angelifique a nadie por idéntico motivo. Igual que lo he hecho antes con la raza, con el credo o la falta de él o con la nacionalidad.
Nadie es bueno o malo por nacer con una formación específica de atributos sexuales. Es bueno o malo -y valga la simpleza de los términos- por lo que piensa y como actúa.
Cualquier otra cosa, sea cual sea el color de la bandera que se tremole, sea roja y gualda, con una esvástica, roja, rosa o arco iris, es simple y llanamente fascismo.
Y como recordatorio conviene no olvidar que Amancio Prada, al que citas, es un hombre. No desprecieis la sangre y el sufrimiento de millones de hombres que, a lo largo de la historia, han combatido, sufrido y muerto por la libertad del género humano, incluyendo hombres y mujeres. Han dado su sangre por vuestra libertad.
Y me temo que no es suficiente soñar. Hay que luchar.
Si sueñas y luchas para todos y por todos -y es un plural latino neutro- bienvenida a la lucha.
Si sueñas y luchas sólo por las mujeres. Lo siento. Hoy no habrá guerra.
Un saludo
Publicar un comentario