No hacemos lo que tenemos que hacer, simplemente hacemos lo que podemos hacer.
No somos lo que debemos ser. Simplemente somos y eso nos convierte en prisioneros de lo que nunca seremos por intentar ser lo que no somos.
No perdonamos porque no sabemos como hacerlo. No pedimos perdón porque no aprendimos a hacerlo.
No escuchamos lo que deberíamos escuchar. Los cantos de sirena se crearon para los oídos de los hombres.
No pensamos en aquello en lo que se debería pensar. Nuestros pensamientos vagan cuando deberían estar quietos.
No decimos lo deberíamos decir. Nuestras palabras no son nuestras, nunca nos han pertenecido y nunca lo harán.
No deseamos lo deseable. Nos limitamos a desear lo inalcanzable porque si lo alcanzáramos no podríamos seguir deseándolo.
No vivimos. Simulamos que vivimos para no reconocer que podríamos vivir de otra forma.
No luchamos, no tenemos motivos para hacerlo. Nos lanzamos a la batalla para poder ignorar los riesgos de la paz.
No creemos. Nos negamos a creer lo que nos enseñaron y por eso creemos lo que a cualquiera le parece increíble.
No caminamos. Avanzamos sin rumbo por miedo a retroceder y no hallar un camino de vuelta.
No tenemos nada de lo que deberíamos tener. Acumulamos humo en forma de ilusiones para evitar ver el vacío fondo del baúl de nuestras existencias. Pero no tenemos nada
No aprendemos lo que estábamos llamados a aprender. Aprendemos aquello que nos sirve para ocultar que no sabemos nada.
No miramos lo que podríamos ver. Lanzamos nuestra vista más allá del horizonte para no observar lo que se alza ante nosotros.
Y sobre todo...
No abrazamos lo que ansiamos abrazar porque no entendemos el significado que el otro da al abrazo.
No besamos los labios que deseamos besar por miedo a que recuerden otro beso ya dado.
No amamos. No amamos a quien deberíamos amar. Nos limitamos a amar porque la vida, la historia y el mundo no nos han preparado para otra cosa.
No somos la Generación Perdida, no somos la Generación Olvidada. Somos la Generación Sin Sentido.
Pero pese a ello, deberíamos cantar Aleluya cada vez que amanece y el sol nos da otra oportunidad de ser nosotros mismos.
Deberíamos guardar nuestra pena muy hondo para nunca olvidarla y llorar por aquellos que no saben llorar.
Deberíamos aprender lo que para nada sirve y ya ha sido olvidado.
Deberíamos luchar por las causas perdidas que ya fueron ganadas.
Somos La Ultima Generación que habita en un mundo sin sentido, pero aún así la vida intenta demostrarnos que es bella, por más que nosotros la maquillemos de desdicha.
No os equivoquéis. El Dios en quien no creo me ha concedido un don. Hago bellas las cosas con la palabra. No soy bello y se crear belleza. No estoy vivo y se imitar la vida. Estoy solo y me atrevo a acompañar a otros.
No somos lo que debemos ser. Simplemente somos y eso nos convierte en prisioneros de lo que nunca seremos por intentar ser lo que no somos.
No perdonamos porque no sabemos como hacerlo. No pedimos perdón porque no aprendimos a hacerlo.
No escuchamos lo que deberíamos escuchar. Los cantos de sirena se crearon para los oídos de los hombres.
No pensamos en aquello en lo que se debería pensar. Nuestros pensamientos vagan cuando deberían estar quietos.
No decimos lo deberíamos decir. Nuestras palabras no son nuestras, nunca nos han pertenecido y nunca lo harán.
No deseamos lo deseable. Nos limitamos a desear lo inalcanzable porque si lo alcanzáramos no podríamos seguir deseándolo.
No vivimos. Simulamos que vivimos para no reconocer que podríamos vivir de otra forma.
No luchamos, no tenemos motivos para hacerlo. Nos lanzamos a la batalla para poder ignorar los riesgos de la paz.
No creemos. Nos negamos a creer lo que nos enseñaron y por eso creemos lo que a cualquiera le parece increíble.
No caminamos. Avanzamos sin rumbo por miedo a retroceder y no hallar un camino de vuelta.
No tenemos nada de lo que deberíamos tener. Acumulamos humo en forma de ilusiones para evitar ver el vacío fondo del baúl de nuestras existencias. Pero no tenemos nada
No aprendemos lo que estábamos llamados a aprender. Aprendemos aquello que nos sirve para ocultar que no sabemos nada.
No miramos lo que podríamos ver. Lanzamos nuestra vista más allá del horizonte para no observar lo que se alza ante nosotros.
Y sobre todo...
No abrazamos lo que ansiamos abrazar porque no entendemos el significado que el otro da al abrazo.
No besamos los labios que deseamos besar por miedo a que recuerden otro beso ya dado.
No amamos. No amamos a quien deberíamos amar. Nos limitamos a amar porque la vida, la historia y el mundo no nos han preparado para otra cosa.
No somos la Generación Perdida, no somos la Generación Olvidada. Somos la Generación Sin Sentido.
Pero pese a ello, deberíamos cantar Aleluya cada vez que amanece y el sol nos da otra oportunidad de ser nosotros mismos.
Deberíamos guardar nuestra pena muy hondo para nunca olvidarla y llorar por aquellos que no saben llorar.
Deberíamos aprender lo que para nada sirve y ya ha sido olvidado.
Deberíamos luchar por las causas perdidas que ya fueron ganadas.
Somos La Ultima Generación que habita en un mundo sin sentido, pero aún así la vida intenta demostrarnos que es bella, por más que nosotros la maquillemos de desdicha.
No os equivoquéis. El Dios en quien no creo me ha concedido un don. Hago bellas las cosas con la palabra. No soy bello y se crear belleza. No estoy vivo y se imitar la vida. Estoy solo y me atrevo a acompañar a otros.
1 comentario:
....Y vos exclamais en su escribir que somos la Generacion sin sentido... Olvidaste que tienes un Don? Esas palabras que brotan de tu ser, se quedan cortas para expresar la gran belleza que tienes en tu interior ... amigo a eso yo lo llamo Generacion con sentido...
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