Hoy han matado a un amigo. Tres estadounidenses, que estaban donde no tenían que estar porque les habían ordenado ir hasta allí, comenzaron a matarle hace 3.127 días. Y tres españoles, que no están donde deberían estar porque alguien les ha presionado para que no lo estén, le han terminado de matar hoy mismo.
Yo no le conocía pero era mi amigo. ¿Os preguntaréis como puedo ser amigo de alguien a quien no conozco? Es muy sencillo.
Yo soy amigo de aquellos que saben que la razón debe imponerse a la lucha; que la compasión debe imponerse a la atrocidad; que la mirada debe imponerse a la ceguera. Por eso yo tenía un amigo y por eso me lo han matado. Me lo mataron por mirar; me lo mataron por grabar; me lo mataron por trabajar.
Yo tenía un amigo al que no conocía y ahora ya no lo conoceré nunca. Pero no soy el único.
Hace 3.137 días 12.680 familias estadounidenses tenían un padre, un hijo o un hermano al que sí conocían y al que ya no tienen. Hace 3.127 días y varias conquistas, 218 familias británicas tenían un hijo, un padre o un hermano al que ya no tienen y al que conocían. Hace 3.137 días y cientos de incursiones, 18 medios de comunicación tenían compañeros a los que conocían que ya no tienen.
Y hace 3.137 días y miles de bombas, millones de iraquíes tenían hijas, hijos, hermanas, hermanos, madres, padres, sobrinos y nietos que sí conocían y que ahora ya no tienen. Yo no conocía a ninguno de ellos y me los han matado.
Yo no conocía a este amigo mío y tampoco conocía a los amigos de mi cámara amigo. Pero sé que ninguno de ellos conducía un tanque; que ninguno de ellos apunta contra sus amigos una boca de 90 milímetros que escupe fuego y muerte; que ninguno de ellos dispara un obús contra sus amigos...
Yo no conozco a los tres estadounidenses que dispararon. Pero deduzco que si Thomas Gibson, Philip de Camp y Philip Wolford responden a los brillos en las ventanas a cañonazos no tienen muchas ganas de hacer amigos y por tanto no puedo contarme entre ellos.
Tampoco conozco a los tres jueces que han archivado el caso en el que se juzgaba la muerte de este amigo al que no conocía. Pero también creo que Ángel Hurtado, Julio de Diego y Enrique López tampoco querrán tener muchos amigos, si han juzgado mas creíble a un mando central que se inventa francotiradores, como se inventó escondites de Al Qaueda, como se inventó plantas nucleares y como se inventó armas de destrucción masiva, en lugar de a aquellos que vieron mirar y morir a este amigo al que no conocía. En cualquier caso, ellos nos son amigos de nadie salvo de la conveniencia política y diplomática.
Por eso, y porque creo que alguien que ordena una guerra no es amigo de nadie, sé que mi amigo desconocido no murió bajo el fuego amigo. Los que dispararon, los que lo ordenaron, los que lo alentaron, los que lo encubrieron, los que lo apoyaron, los que mintieron, los que creyeron y los que archivaron no hacen “fuego amigo”. Simplemente, hacen fuego.
Un disparo de un tanque mató a Jose Couso en Bagdag hace más de seis años. Un auto de archivo de la Audiencia Nacional le ha dado el tiro de gracia hoy mismo. Ha tardado 3.127 días en morir pero al fin lo han logrado. Han matado a un amigo.
Pueden hacer todos los juegos malabares con la justicia que se les antoje, pueden sacarse francotiradores de la manga, tapar sus oídos a los testimonios y sacar de la chistera todos los informes militares que quieran pero, como diría aquel, al cabo del día ni toda la magia del mundo habrá conseguido distraernos del hecho de que José Couso está muerto y de que Gibson, Camp y Wolford lo mataron. Estos son los hechos del caso y son irrefutables. Eso y que tres jueces españoles son colaboradores necesarios en la ocultación del cadáver.
Hace 3.127 días y una guerra sucia yo tenía un amigo al que no conocía y tenía un hogar. Hoy, aunque le conozca y sepa su nombre ya no tengo amigo. Y aunque siga vivo, entre tantas liberaciones, alianzas, coaliciones, operaciones, incursiones, escaramuzas, resoluciones, decisiones, inculpaciones, exoneraciones, exculpaciones, diligencias y sentencias ya no tengo hogar.
El hogar es cualquier sitio donde sabes quienes son tus amigos y quienes tus enemigos. Si las cosas funcionan así, hoy ni en Bagdad ni en el mundo hay hogares seguros.
El hogar es cualquier sitio donde sabes quienes son tus amigos y quienes tus enemigos. Si las cosas funcionan así, hoy ni en Bagdad ni en el mundo hay hogares seguros.
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