Para un día que uno puede vivir la vida como le gusta vivirla va y se acumula el trabajo. Pero, en fin, no protestemos y pongámonos al día.
Y el día nos lleva a lo que se ha puesto de moda en estas pasadas navidades. A falta de burbujas de Freixenet y de otras tradiciones navideñas que poblaban nuestras pantallas, parece que hemos puesto en marcha otra moda: la cristianofobia.
Vaya por delante que no pienso negarla ni justificarla. Vaya por delante que no pienso dedicar una línea más a desmentir actos ni a definir manipulaciones informativas -que son tan obvias que no debería hacer falta definirlas-. Vaya por delante que todo eso ya lo he hecho o lo he pretendido hacer.
Pero que el bueno de Sarkozy se atreva a convertirse en abanderado de la defensa de los crisitanos orientales que están siendo purgados en Oriente merece un comentario. Al menos un comentario. No merece un comentario por lo que dice -que es bastante racional-, ni siquiera por cuando lo dice -que es bastante oportunista-. merece un comentario por la forma en la que lo dice.
"En Irak, como en Egipto, los cristianos de Oriente están en su casa y la mayoría se encuentran ahí desde hace 2.000 años", añadió Sarkozy. "No podemos aceptar que esa diversidad humana, cultural y religiosa, que es la norma en Francia, en Europa y en la mayor parte de los países occidentales, desaparezca en esa parte del mundo", (...) "Los derechos que están garantizados en nuestra casa a todas las religiones deben ser recíprocamente garantizados en otros países".
Esto dice Sarkozy y no hay nada que reprocharle.
Nada, salvo que ignora que él mismo ha impulsado, en el tiempo que le quedaba entre desfilar con la impactante Bruni y pelearse con todo su entramado sindical, una ley que limita esa diversidad cultural, impidiendo los símbolos religiosos en público, prohibiendo el velo integral islámico -que dudo yo que sea islámico- porque "ofende a la cultura occidental".
Nada, salvo que, desde que se anunció la creación de un centro islámico en el antiguo emplazamiento de las torres gemelas, los tea parties han tomado el entorno insultando y agrediendo -verbal y físicamente- a musulmanes que tembién están en su casa, aunque su casa sea el epicentro de la Civilización Atlántica.
Nada, salvo que un partido político en Holanda está en el parlamento defendiendo la prohibición del Corán y la expulsión de todos los musulmanes del país -e incluso de Europa- y nadie le ha aplicado las mismas leyes que en todos los estados europeos se aplican contra el antisemitismo o la xenofobia.
Nada, salvo que, en 2009, el gobierno suizo alcanzó uno de los ejercicios más pervertidos de la utilización de la democracia y realizó un referendum en el que el resultado fue la prohibición de la edificación de minaretes para el rezo islámico en todo el territorio del país.
Nada, salvo que el gobierno estadounidense apenas hizo nada para impedir la quema de coranes que un loco pastor protestante de un pueblo perdido había decidido llevar publicamente a cabo.
Nada, salvo que un academico de la lengua español defiende abiertamente la utilización de moro como una palabra que forma parte del acerbo cultural español, aunque los musulmanes a los que se refiere lo consideren un insulto. Por supuesto, no se le ocurre utilizar el mismo argumento con llamar chochos a las mujeres o maricones a los homosexuales. Que el acervo sólo se aplica a los musulmanes.
Nada, salvo que, aparte de las setenta agresiones violentas que los musulmanes británicos sufrieron en los días posteriores a los atentados en el metro de Londrés, en la ciudad de Leicester se consiente que, desde hace años, el deporte favorito de algunos grupos de universitarios sea ir a la zona de mayor residencia de musulmanes a tirar huevos a los ancianos y arrancar velos a las mujeres.
Nada, salvo que, durante muchos meses, ser musulman fue un delito en Estados Unidos. o debía serlo puesto que justificó cientos de detenciones y de reclusiones en campos de internamiento de musulmanes que también estaban en su casa y que, era evidente a todas luces, que no habían participado en los atentados contra las torres gemelas.
Nada, salvo el hecho de que en el centro de Internamiento de Bahía de Guantánamo, Cuba no había ni un solo prisionero que no fuera musulman y muchos de ellos estaban allí por el mero hecho de ser musulmanes.
Nada, salvo que la policía española se permite e lujo de prohibir a los musulmanes rezar según su rito en la Mezquita de Córdoba -leamoslo bien, la mézquita de Córdoba-, pese a que fue construida paras ese uso. Pero, claro, lo único que se dice en la prensa es que el musulman -que, por cierto era austriaco, se encaró contra el agente con un arma blanca-.
Nada, salvo la quema de un terreno en Mataró para impedir que se construya allí una mezquita y las constantes amenazas y pintadas insultantes con las que los vecinos de esa localidad han decorado el entorno.
Nada salvo que representar al profeta del islam es un tabú religioso que debería respetarse con la misma sobriedad y amplitud de miras que, pongamos por ejemplo, se hace con la desnudez de la supuesta Virgen María, aunque eso signifique un recorte de la libertad -sacrosanta, cuando se quiere- de expresión.
Nada, salvo las patrullas de neonazis por el barrio de Lavapies en madrid en busca de un "moro" que llevarse a sus bates de beisbol y a sus botas de puntera metálica.
Así que parece que Sarkozy ha olvidado algo cuando ha dicho eso de que aceptar esa diversidad humana, cultural y religiosa, es la norma en Francia, en Europa y en la mayor parte de los países occidentales.
La intransigencia yihadista mata. La cristiano ya no. La intransigencia religiosa mata, la laicista aún no. Así que, es de suponer, que nosotros tenemos derecho a nuestra intransigencia y los yihaidistas enloquecidos no. Las dos discriminan, las dos depuran, las dos deportan y las dos hacen sufrir a otros por su religión. Pero esas similitudes no son relevantes, no son importantes. No merecen ser tenidas en cuenta.
No creo que sea posible otra respuesta salvo en sempiterno. ¡Hombre, no es lo mismo!. Pues vale no es lo mismo. Nuestro ombligo está más limpio que el de los yihadistas y los estados que les apoyan. Tenemos más derecho a mirárnoslo.
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