viernes, septiembre 19, 2014

Rajoy y Mas mientras Escocia sigue con su vida

Ha pasado y ha quedado.
Como suele ocurrir con los hechos que se anuncian y se presentan como algo clave en la vida actual o en la historia, la consulta sobre la independencia de Escocia ha pasado y ha quedado. No para regocijo o escarnio de unos y de otros. Solamente ha quedado.
Porque lo ocurrido ayer en las ancestrales tierras de los pictos no le sirve a nadie. Tampoco tenía porque hacerlo.
Los que aquí, los de estas tierras nuestras que miran siempre hacia afuera en lo político -y en alguna que otra cosa más- para buscar ejemplos y momentos, se han quedado un poco a trasmano en ambos frentes, parados como un futbolista que corre y se detiene a ratos por miedo a quebrantar la línea de ventaja.
Escocia ha votado no a la independencia pero los amigos de la unidad a ultranza, de la patria nacional indivisible, del símbolo de la bandera roja y gualda que esconde bajo el pírrico honor su hondear las vergüenzas y miedos no salen a la calle, no celebran que tienen un ejemplo de secesión fallida en la Pérfida Albión.
Porque Escocia ha votado. Puede que haya votado no pero ha podido hacerlo.
Los defensores de la identidad nacional catalana, los que creen en ella y los que la utilizan de escudo para desde su gobierno tapar otras carencias, tampoco salen a la calle a celebrarlo. Los que abogan con todo su derecho por vivir su futuro bajo otro estandarte, bajo una señera que, a la larga, terminará ocultando, si no lo hace ya, las mismas vergüenzas de gobierno que ahora oculta la bandera de España, tampoco están contentos del todo.
Porque Escocia ha votado. Pero ha votado no a la independencia.
Así que el referendo escocés no le sirve de ejemplo completo al independentismo catalán y le sirve de poco o casi nada al autoritarismo españolista -aunque lo llamen constitucionalismo a nadie engañan- que intenta impedir la consulta catalana.
Como diría Eduardo I, Longshanks, el rey contra el que batalló el rebelde escocés por excelencia, "Escocia no le sirve de nada a casi nadie".
Pero existen unos pocos a los que lo ocurrido en Escocia sí nos sirve.
Porque Escocia ha votado que no y no hay un éxodo masivo de población independentista que abandona el país en busca de otras tierras; porque Escocia ha votado y Buckingham Palace no ha temblado en sus cimientos, ni Downing Street ha ardido por los cuatro costados; porque Escocia ha votado y amigos de toda la vida que habían votado diferente han seguido en un pub el escrutinio y luego se han ido a sus respectivas casas para volver esta mañana a trabajar con la victoria o la derrota bajo el brazo.
A aquellos que pensamos que la identidad nacional ya sea catalana, española o balinesa es respetable pero no aporta nada a la vida y la hacienda de las gentes, a aquellos que creemos que el derecho de la gente a decidir su futuro más allá de lo que necesiten o esperen sus gobiernos es siempre incuestionable, lo ocurrió en Escocia sí nos sirve.
Porque no somos Longshanks, cuyo papel desempeña en nuestro drama patrio Rajoy con poca gracia, que intenta imponer su bandera con la fuerza y el filo de la espada si hace falta. Ni somos Robert Bruce, el rey de Escocia que con la misma poca gracia que su antagonista interpreta Artur Mas, que ansía alzar la suya usando algún que otro subterfugio.
Porque sabemos que la Union Jack no hace a los escoceses como son igual que no los haría diferentes la bandera del fondo azul y el aspa blanca ni el escudo del cardo en sus membretes.
Nos sirve a los que sabemos o creemos saber que los pueblos y las gentes no tienen nada que ver con sus banderas aunque tengan derecho a tener la que les plazca, que las naciones son inventos y las fronteras convenciones.
A esos sí nos sirve que Escocia haya votado, que haya votado no -o sí, si hubiera sido así- y siga con su vida.
William Wallace, tan traído y llevado en estos días por los periódicos para hablar de la independencia escocesa, estaría orgulloso de su gente, de la gente de Escocia que ha hecho lo que el murió y mató para que pudieran hacer: vivir en libertad. Porque Wallace gritó libertad, no patria una, grande y libre; porque Wallace gritó libertad, no independencia.
Y eso sí lo han ejercido los escoceses en el día ayer y a no ha tenido que ser a despecho del inglés, sino con su colaboración -reticente, pero colaboración a la postre-. 
Quizás por eso, como diría Wallace, "Escocia tan solo sirve a Escocia".
Porque los que dirigen y mandan en uno y otro bando del versallesco duelo que se ha establecido por la definición de la identidad nacional catalana hace tiempo que olvidan o quieren olvidar  lo que en verdad significa la palabra que gritó William Wallace.

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