Nuestro gobierno, nuestro porque nos lo echamos a la espalda nosotros solitos en las urnas no porque se preocupe por nosotros lo más mínimo, tiene una preocupación en la mente. Da vueltas sobre ella en sus ejecutivas nacionales y autonómicas, le obsesiona en sus noches de insomnio, la busca y la persigue con insistencia enfermiza y recurrente, como hiciera el ya famoso ojo omnipresente de Sauron con el dichoso anillo único de la saga fantástica de Tolkien.
Esa obsesión es la imagen.Como si nuestro país fuera una estrella de rock o una damisela novecentista, le importa más la imagen pública, el qué dirán, la visión que de España se tiene, que el fondo de las cosas; se obsesiona con la Marca España en lugar de con el país España, la sociedad España y la Realidad España.
Y en esa obsesión por la imagen de marca destinada a atraer a esos nuevos dioses arcanos llamados inversores internacionales tras una eterna cadena de sacrificios propiciatorios en forma de recortes al pie del altar de sus dineros y sus dividendos hay dos cosas que en estos días traen de cabeza a la corte moncloita inquilina de nuestro Gobiernos.
Dos cosas y cuatro personas: La imputación de la infanta y los escarches. Cristina Federica y José Castro y Amalia Torres y Eva Durán.
Piensan Rajoy y sus chicos -y no pocos de los que ocupan las bancadas de Ferraz también- que eso de que se impute a Cristina Federica es malo para la imagen de España, para esa marca de fábrica que pretenden crear de la nada a golpe de candidatura olímpica y trofeo futbolístico.
Y uno se pregunta por qué ¿no sería malo para la imagen de España no imputarla? ¿no diría cualquiera de esos occidentales atlánticos vecinos nuestros que somos un país medieval si no lo hiciéramos con los indicios que la inculpan?, ¿no pensarán que no hemos avanzado nada desde los tempestuosos tiempos de Witiza y los visigodos en los que un monarca podía matar en presencia de testigos con sus propias manos a su sucesor y nadie podía hacer nada contra él porque estaba por encima de la ley?
¿No dirán que somos como esos emiratos perdidos y consentidos por su producción petrolífera en los que Su Majestad el Emir ajusticia a maridos para poder, como en los pasajes más tórridos de las leyendas artúricas y los tiempos bíblicos patriarcales, yacer con sus esposas?
Es muy probable que cualquiera que tenga dos dedos de frente para proteger un puñado de neuronas lo haga y vea como la imagen de nuestro país cambia ante sus ojos para mal.
Pero eso no le importa a nuestro gobierno. Por eso ha aparcado la Ley de Transparencia por eso no le importa que estemos por debajo de Niger en el ranking de transparencia administrativa, por eso promete mostrar sus cuentas de partido, sus declaraciones de la renta y todo lo que haga falta y luego las mantiene escondidas, probablemente en la misma caja de seguridad helvética donde tienen sus fondos de emergencia que se cuentan por millones de euros.
Porque nuestro Gobierno no busca dar esa imagen. Busca ofrecer en bandeja de plata, junto con nuestros derechos laborales y nuestras expectativas de futuro, la imagen que precisan los inversores que busca para venderles nuestro país. Los mismos con los que sus líderes gallegos se fotografían en sus yates.
Quiere promocionar una imagen en la que este país sea el lugar ideal para medrar si se tienen los contactos necesarios en las esferas políticas, en el que no se tengan que preocupar de verse involucrados si tiran de nepotismo, sobornos bajo cuerda o negocios cuestionables con la élite gobernante para aumentar sus cuentas de beneficios y sus cuentas en Suiza. Y que el Juez José Castro impute a Cristina Federica en el caso Noos no ayuda para nada.
Porque Génova y Moncloa no buscan dar una imagen de legalidad. Buscan dar una imagen de impunidad.
Y más o menos pasa lo mismo con los escarches. Y si el juez que imputa a Cristina Federica es el ejemplo de una imagen que no quiere el gobierno del Partido Popular para España, Amalia Torres, Eva Duran y los escarches son el epítome de otra que tampoco le conviene que se tenga.
Amalia Torres iba a ser desahuciada y los que cada día intentan e intentamos parar el desequilibrio de la Ley Hipotecaria escenificado en los Desahucios acudieron con ella a una junta madrileña de distrito. Protestaron, gritaron y "escarcharon hasta que Eva Durán, concejala de distrito, la recibió. Y Eva la escuchó, descolgó el teléfono movió sus contactos y logro que Bankia parara el desahucio.
Y si no hubiera habido escarche, Eva no se habría enterado de la existencia de Amalia ni de su desesperada situación. No es cuestión de dudar de que la concejala hubiera hecho lo mismo de otra forma y de que sea más o menos buena persona -que no es aquí donde se cuestionará a nadie simplemente por pertenecer a un partido político o a otro- pero sin la presión del escarche en su oficina y las expectativas de un escarche domiciliario continuo a lo mejor lo había dejado pasar, a lo mejor no habría hecho todo lo posible, a lo mejor hubiera preferido contribuir a la salvación financiera de Bankia que al rescate vital de Amalia.
Y eso tampoco es lo que quiere el Gobierno, no es la imagen que pretenden exportar a los parqués bursátiles de todo el mundo.
Porque la imagen que quiere ofrecer a sus inversores es la de un país donde las preocupaciones y los problemas de los ciudadanos no importan cuando es enfrenta a la obtención de beneficios empresariales, donde la miseria y la dignidad de las personas no es relevante cuando están en peligro los intereses económicos de los socios y amigos de los gobernantes están en juego.
No pretende que la Marca España sea un sinónimo de equilibrio social, político y económico, quiere que los arcanos inversores invisibles la perciban como un compromiso de feudalismo y servilismo social en aras del beneficio empresarial.
Porque los gobernantes y su partido no buscan dar una imagen de justicia. Buscan ofrecerla de rentabilidad.
Así que, una vez más las preocupaciones de Rajoy, su gobierno y su partido, nada tienen que ver con le realidad. Su ojo de Sauron no está buscando mejorar la imagen de España, esta buscando aclimatarla a sus intereses económicos y los de sus adláteres y socios.
José Castro, Cristina Federica y la imputación en el Caso nos nos deshacen la imagen, nos la refuerzan, Amalia Torres, Eva Durán y los escarches no nos empeoran la marca, no la lucen.
Aunque la hagan menos rentable para los inversores y menos impune para los especuladores y eso sea lo único que le preocupa el Gobierno del Partido Popular.
1 comentario:
No se yo qué imagen queda ya, con tanta corrupción por todos lados.... De todo esto solo hay una cosa que me alegra, y es que con un poquito de suerte, ellos solitos (y me refiero a la Monarquía) ellos solitos, solitos, van a acabar con una institución inútil, anacrónica y fuera de lugar. Ojalá al menos sirva para esto. Ah, y ahora una reflexión: si el padre de la criatura no sabía nada de esto, es que o bien es más tonto de lo que parece, o ha hecho la vista gorda. No sé lo qué es peor.
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