Si tienes un plan mejor, hazlo.
Es domingo, no querríamos que por el bien de muchos perdieras la diversión propia.
Pero procura no excederte en las bebidas porque tu resaca te costará dinero en medicinas, un euro por receta y todo lo que tu declaración de la renta diga que tienes que pagar de más en los medicamentos.
Calcula la justa medida de tu riesgo y tu adrenalina cuando cojas tu quad o ates tus pies a la cinta elástica que el gusto por el riesgo liará alrededor de tus tobillos. Porque un esguince de hoy puede que mañana no se considere que se debe tratar gratuitamente porque ha sido producido en una actividad de riesgo voluntario y tengas que pagar factura por tratarte.
Pasea por el parque o corre por el campo. Pero hazlo despacito y cerquita de casa. Que tu corazón no se acelere, que tu pericardio no se rompa. Porque a lo mejor lo tienes roto hasta que una ambulancia te lleve 20 kilómetros más lejos porque a esa distancia entre la vida y la muerte está hospital que te toca y el que está justo a la vuelta de la esquina ya no quiere atenderte porque nadie le pagara la factura.
Recoge setas, visita ruinas o dedícate a ese polvo dominguero tan deseado que alguien rebautizó como fin de semana romántico. Pero asegúrate de acostarte y levantarte antes de que caiga la oscuridad. No vaya a ser que te sorprenda en pleno laberinto de pasiones un tirón o un aciago accidente en mitad de una noche con urgencias rurales cerradas y ambulancias incapaces de ejercer la ubicuidad o teletransportarse.
Dibuja tu ruta gastronómica o tu descubrimiento de restaurante con encanto. Pero ten cuidado de no poner mucho empeño en las raciones ni en los ingredientes. Porque si alguno no hace lo que debe de hacer en tu estómago, a lo mejor te despiertas en un hospital en el que tienes que pagar por una cama individual, porque tu acompañante pueda pasar la noche contigo y en el que empleados contratados a toda prisa para ahorrarse los sueldos de los que llevan años limpiando y sirviendo comidas sanitarias no sepan qué hacerte de comer para que tus intestinos no rabien o consigan que, en la desidia que los ínfimos sueldos les imponen, alguna suciedad ignorada te cree algún que otro problema.
Y, vayas donde vayas, asegúrate de llevarte el carné de identidad el pasaporte y hasta la licencia del servicio militar -si aún lo hiciste-. No vaya a ser que tu piel, tu acento o tu apellido haga que alguien crea que no eres de aquí, que no eres de los suyos y se vea obligado a no tratarte por ser de otro lugar allende las gloriosas fronteras del Imperio Español.
Si tienes otro plan mejor hazlo. Hoy es domingo y no querríamos que perdieras tu descanso, tu diversión o tu placer por el bien de otros muchos. Pero mañana piensa en los que hoy se quedaron sin todo eso -o al menos lo demoraron, lo resumieron o renunciaron a ello- para pelear por todo aquello que tú necesitarás si tienes la mala suerte de de no ser inmortal, invulnerable ni inasequible a la enfermedad.
Mañana en la batalla por tu salud y tus derechos, si tienes el hado adverso de precisarlo, piensa en ellos. En lo que hicieron hoy.
Los profesionales sanitarios arriesgados, los ciudadanos comprometidos, y las personas responsables de la enésima ola que la Marea Blanca lanza contra aquellos que nos quieres restringir la vida y la salud en beneficio de las cuentas corrientes de sus socios y parentelas lo hacen hoy, domingo, ese dia en el que otros comen, se tiran por un puente o buscan un lugar apartado en el que echar un par de polvos
Ellos, hoy, están pensando en ti.
Y si eres de los que creen que no tienen nada que hacer en la Marea Blanca porque ellos tienen sanidad privada que no puede ser recortada mientras sigan pagando y por eso nada de todo esto les afecta, nada de todo esto es su problema, no vengas.
No vengas, por favor, disfruta de tu plan dominical. No puedes hacer nada. Tan solo eres parte más, la más mezquina y miserable, del problema.
Feliz Domingo
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