martes, diciembre 29, 2015

Democracia, referéndum y acabemos con esto, joder

Dos partidos postularon el cambio como emblema y enseña de sus campañas electorales antes de los comicios. Para se justos tres, porque el PSOE también lo intentó.
Para mi la pregunta después de esos comicios es realmente, ahora que tienen diputados, poder e influencia política real ¿se ha producido ese cambio en la política?
Lamentablemente para muchos la apariencia de Ciudadanos es que no. Su reciente ejercicio de "digodieguismo" político que pretende dejar a Rajoy en el poder así lo hace sospechar. Y por puro optimismo lo dejaré en sospecha sin convertirlo en certeza.
Pero la política ha cambiado. Y como muestra el botón al que parece cosida toda posibilidad de gobierno en nuestro país: lo que se ha dado en llamar la Cuestión Catalana.
"¿Quién teme al lobo presuntamente feroz del referéndum? Aunque no sea el mecanismo más exquisito de la democracia —lo usan también las dictaduras—, es uno de sus instrumentos. A ningún demócrata debería amedrentarle". Esto lo escribe, se lo pregunta y se lo responde Alex Vidal Folch, hasta el 27S vocero impertérrito de El País y todo el elenco político que se encuentra él contra cualquier forma de consulta o de referéndum en Catalunya. El mismo que hablada de bloque constitucional o de bloque democrático y calificaba de dictadores a los que defendían una cosulta sobre el futuro político de Catalunya.
Cierto es que que, como siempre, se columpia y hace sus manipulaciones obvias ¿"aunque no sea el mecanismo más exquisito de la democracia -lo usan también las dictaduras-"? No sé como se atreve siquiera a escribir esa frase.
¡Las elecciones también las usan las dictaduras! Dictaduras oligárquicas como la mexicana durante décadas, Irán, Venezuela, la Sudáfrica del Apartheit, el régimen Egipcio con Mubarak y Al Sisi, el reino absoluto de Arabia Saudí, la cuba de Fidel Castro, la Unión Soviética del PCUS, la Argentina peronista de los militares gobernando en la sombra... ¿significa que como todas esas dictaduras se han servido de elecciones manipuladas o regidas por el miedo nosotros no podemos recurrir a los comicios cada cuatro años porque no son "exquisitos"?
Como siempre Vidal Folch tiene el encanto de desdecirse a sí mismo hasta el ridículo.
Pero el hecho es que resulta que ahora el referéndum no es temible, nadie debe temerlo y es democrático.
¿Por qué? Porque un partido ha hecho de él un elemento irrenunciable de su política. Demorable, matizable, pero irrenunciable. Y eso fuerza el cambio de política de los demás.
No digo que la estrategia de Podemos se la acertada. No digo que ese elemento de la política deba anteponerse a la política social. Pero el hecho de que lo hagan hace que las cosas cambien.
Ahora el gobierno que no realice esa consulta será el que no sea demócrata, el que tema a la democracia.
Se puede estar a favor o no de la independencia de Catalunya -sobre todo si eres catalán o vives en ese territorio- pero no se puede estar en contra del referéndum.
Porque esa linea roja inadmisible ha cambiado de dirección y con ello la política española a ese respecto.
Mientras Pedro Sánchez intenta tranquilizar a los barones y baronesas de sus partido afirmando que no negociará con quien plantee una consulta en Catalunya, los creadores de opinión del PSOE y El País, que a la postre son los mismo resumen sus posturas con un "Que los catalanes volverán a votar sobre su futuro lo sabe hasta el centralista más ignorante. La mejor consulta será la se pacte".
Los barones que se oponen tendrán que explicar por qué se oponen porque resulta que ahora ya no vende eso del no porque no  ni del sí porque sí. Tendrán que explicar porque el PSOE que era federalista hasta hace veinte minutos como quien dice y que todavía tiene un Comité Federal de pronto se vuelve unionista. Rivera tendrá que dejar de hablar de buenas intenciones, ilusión y España a adoptar una posición con respecto al referéndum y el PP, bueno el PP seguirá en su postura porque siempre tiene que haber alguien que no modifique su forma de hacer política.
Todo este asunto ha cambiado porque alguien ha dicho "estoy en contra de que os independicéis, pero tenéis derecho a decidirlo por vuestra cuenta". Y un buen número de españoles le han votado sabiendo que defendía eso. 
Resumiendo, lo que me dijo alguien muy españolista, muy unionista, muy centralista cunado todos sus argumentos contra el referéndum se volvían reversibles en su contra: "que voten lo que quieran y acabemos con esto, joder".

domingo, diciembre 27, 2015

CUP, Anticaptalismo y el absurdo miedo a los soviets

Con esto de nuestro gobierno o desgobierno y sus riesgos y beneficios -yo veo muchos más beneficios que riesgos- nos hemos olvidado de otro asunto que mantuvieron en nuestra mente los medios y los políticos todo el verano: Catalunya, su secesión, su gobierno o desgobierno -que también están en esas- y su futuro. Ahora nos vuelve el asunto con la asamblea de la CUP que debe decidir si sus representantes votan o no la investidura de Artur Mas. 
Y los medios convencionales, que cada vez son más la voz de su amo y cada vez hacen menos por ocultarlo, cargan contra ellos por un solo motivo: son anticapitalistas. Algunos medios incluso, en el ejercicio de manipulación informativa más artero y torticero que se recuerda desde la quema del Reischtag, llegan a compararlos con los soviets.
No son revolucionarios, no son violentos, no están armados, no claman por la dictadura del proletariado ni por la reeducación burguesa, pero los comparan con los soviets. Luego se desdicen dos párrafos más abajo pero el titular ya está leído, el miedo ya está sembrado, la manipulación ya está hecha.
¿Por qué lo hacen? porque les tienen terror; ¿por qué les tienen terror? porque son anticapitalistas.
Y ahí es donde está la raíz del problema. La estrechez de miras y la incultura que hace que les teman es culpa del que les observa, no de la CUP.
Porque en este Occidente Atlántico nuestro en cuanto alguien dice que es anticapitalista su interlocutor, sobre todo si es liberal conservador, le coloca la vitola de comunista, de estalista, de estalinista incluso.
Tratamos las teorías económicas como verdades evangélicas reveladas, como si hubiera solamente dos posibles y fuera imprescindible elegir entre ellas. Como el clásico Madrid -Barça, en definitiva.
Olvidamos que el capitalismo es un invento humano y que el comunismo también los es. Que el mundo no viene de fábrica con solamente esas dos opciones de sistema económico.
Antes de que Adam Smith o John Stuart Mill hablaran y teorizaran sobre el liberalismo se vivía en un sistema económico de Control Monopolístico Real -por el rey, claro-, pero antes de que Nicolas de Maquiavelo, entre otros, abogara por ese sistema se vivía en un sistema económico feudal basado en la servidumbre y el vasallaje y antes de que los teóricos de ese sistema -que también los hubo, como San Gelasio, por ejemplo- lo consideraran provechoso se vivía en el sistema económico imperial romano basado en la conquista, y antes en otro, y antes en otro hasta llegar a la economía de subsistencia y el trueque del albor de los tiempos.
Baste todo esto para decir que aquellos que ven en el anticapitalismo el sinónimo del estatalismo marxista leninista son, como mínimo, estrechos de miras y como regla general incapaces de aprender de la historia.
Cuando el capitalismo hizo aguas por primera vez, allá por la Revolución Industrial, ¿alguien pensó en volver al Feudalismo?, ¿pedían los obreros o los dueños de las fábricas el retorno a la servidumbre, la restauración de la prima note o de la vinculación a la tierra?,  Obviamente no. 
Buscaron soluciones nuevas. Unos crearon la teoría política y social del marxismo / socialismo / comunismo y otros la del colonialismo. Miraron adelante, no hacia atrás. Como se ha hecho siempre cuando un sistema económico ha fracasado.
Pero ahora los defensores del capitalismo liberal han comprado la manipulación de los que siempre se beneficiaran con este sistema económico de una dicotomía inexistente: Todo es capitalismo o comunismo. Todo anticapitalista quiere volver a un sistema muerto y asesinado por la incapacidad de los que lo pusieron en marcha y por la negativa a aceptarlo y el bloqueo de quienes se sentían amenazados por él.
Así que lamento tener que decir que a mi modo de ver ese miedo a los soviets cuando se escucha la palabra anticapitalismo no es otra cosa que incultura política, incultura histórica e incultura social.
Economía de Recursos, Economía de Distribución Global, Comercio Justo, Economía de Rentas Activas, Economía de Regulación Estable...
Que ¿qué es todo eso? Es el anticapitalismo. Desde Paul Krugman hasta los ecologistas, desde Joseph Stiglitz hasta los movimientos antiglobalización, desde Angus Deaton hasta el Congreso de Economistas Africanos.
Y ninguno tiene nada que ver con los Soviets por más os empeñéis en intentarlo. 
Quizás en lugar de gritar ¡Comunismo estalinista! cada vez que alguien se muestra en contra del sistema liberal capitalista deberían pararse y preguntarse ¿Por qué no hemos oído hablar de la inmensa mayoría de estas cosas?

sábado, diciembre 26, 2015

El nuevo baluarte del "digodieguismo" político

Parece que ya empezamos.
Por más que enviemos el mensaje en las urnas, en la calle o donde sea nuestros políticos se empeñan en comportarse como una antigua dama victoriana que era invitada a acudir a un lugar al que no quería ir: fingen no haber recibido el mensaje.
O, para ser más justos. Uno de ellos.
Mientras Mariano Rajoy y el Partido Popular hace todas las cábalas posibles para poder llegar al Gobierno sin contar con Podemos y sin modificar la constitución en los aspectos territoriales, vamos lo que se ha cansado de repetir durante su campaña electoral, hay quien ya está tirando de ese viejo "donde dije digo, digo Diego" tan de nuestros políticos.
Mientras Podemos y Pablo Iglesias no renuncian al referéndum catalán ni al cambio de la ley electoral y los colocan sobre la mesa ante cualquier posible pacta. Vamos, lo que se hartaron de exponer durante toda la fase preelectoral, hay quien ya se saca de la manga cosas que no dijo y oculta lo que antes tremolaba a los cuatro vientos
Mientras Pedro Sánchez y el PSOE buscan un pacto de izquierdas que no les fuerce al referéndum catalán, que les permita presentar una opción de gobierno al Partido Popular, o sea más o menos lo que expusieron en sus mítines, debates y discursos, los hay que han decidido hacer oídos sordos a sus propias palabras.
"Queremos proponer, tanto al Partido Socialista como al Partido Popular un pacto por España". Eso ha dicho Albert Rivera el pasado 23 de diciembre, justo antes de irse a casa a comer el turrón.
Y esa frase, esa sola frase es el mayor ejemplo de "digodieguismo" político español desde el "OTAN, de entrada NO" del PSOE de los albores de la democracia.

"Tener que participar en un Gobierno en el que no crees, con un presidente, me da igual que sea Pedro Sánchez o Rajoy, en el que no confías como presidente y además formar parte de eso sin tener capacidad de decisión, hombre lo más lógico es estar en la oposición".
Y eso lo dijo el 26 de Noviembre. Hace un mes.
"Igual que también descarto apoyar al señor Rajoy y al Señor Sánchez. Si queremos cambios no pueden hacer los cambios los que no creen en ellos. Por tanto Ciudadanos si puede gobernar, gobernará. Si no nos dejan gobernar estaremos en la oposición".
Eso lo dijo el 9 de Diciembre, el mismo día que afirmo lo siguiente.
"Nosotros no vamos a apoyar a Mariano Rajoy ni a Sánchez, lo hemos dicho por activa y por pasiva", "la opción de la abstención no es que esté abierta, es que no les vamos a apoyar" y sobre todo "Lo que yo dejo claro a diferencia de otros es que ni vamos a entrar en un gobierno que no presidamos, ni vamos a firmar un acuerdo de investidura, ni vamos a votar a favor de la investidura de Rajoy ni de Sánchez, ni vamos a firmar un pacto de legislatura, es decir, creemos que no habrá cambios si sigue Rajoy al frente".
Y hace diez días seguía en las mismas
"A todos los que hacen cábalas sobre pactos y no pactos un mensaje claro: no queremos que sigan los mismos (...) Y no creemos que ni el PSOE, ni el PP, ni Sánchez, ni Rajoy representen ese cambio. Son más de lo mismo, quieren que todo siga igual, quieren aferrarse al poder de cualquier manera y desde luego nunca lo van a hacer con nuestro apoyo".
Eso era el 16 de diciembre.
Las alecciones se acercaban y la cosa seguía más o menos igual
"Insisto, no va a haber investidura, ni acuerdo, ni pacto, creemos que tenemos que abrir una nueva etapa política y eso solo llegará con la llegada de un nuevo gobierno".
El 17 de diciembre. A tres días de las elecciones.
Y luego, cuando solamente queda un día -porque la jornada de reflexión no cuenta- Albert Rivera se descuelga con una declaración en la que afirma: "No es lo mismo decir que no investiré que decir que en un momento dado me puedo abstener si es una cuestión de Estado". Y todo eso termina siendo "Ofrezco al PP y al PSOE un pacto por España"
Toda la campaña diciendo, gritando, repitiendo y haciendo gala de que no quiere que Rajoy o Sánchez gobiernen y ahora de repente les ofrece un pacto -no es que lo acepte, es que se lo ofrece él mismo- en el que uno de los dos estará en el gobierno.
Toda la campaña asegurando que no les apoyaría y un día antes de los comicios asegura que podría abstenerse ¿no es eso un apoyo?, ¿no se trata del típico juego verbal al que nos tenían acostumbrados el PP y el PSOE en sus campañas y sus gobiernos?
En serio, lo siento por quienes hayan votado a Ciudadanos creyendo que era un partido que creía en algún tipo de cambio en la política porque de momento son los únicos que han demostrado que son más de lo mismo.
Y no es porque pactar no sea lícito y democrático. Es porque ofrecerlo después de haber prometido no hacerlo no es ético ni coherente.

jueves, diciembre 24, 2015

Reyes, reinas, indignaciones y estupidez hispana.

Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid que durante un tiempo parecía que era la Presidenta del Gobierno de todo el espacio y tiempo que le dedicaron los medios de comunicación, ha decidido colocar una reina maga en la cabalgata de reyes.
Y el orbe hispano en general se indigna.
Se indigna el extremismo laicista y ateo que no sabe distinguir entre separación Iglesia - Estado y tradiciones culturales porque dicen que se trata de una tradición religiosa en la que el Ayuntamiento no debería participar. Y es cierto, teóricamente es cierto.
Pero sus vacaciones de invierno también están motivadas por esas festividades y no renuncian a ellas y siguen trabajando. Y que no me vengan con eso de que las festividades por el nacimiento del bueno de Joshua Ben Josef en Belén enmascaran otras festividades paganas por el solsticio de invierno porque esas fiestas paganas lo fueron primero en honor de Mitra, dios del sol, luego en honor de Osiris y luego del siempre ebrio Dionisios. Y esos amados celtas a los que siempre se recurre hacían el Yule -que era el nombre que le daban- en honor del niño -sol hijo de la Gran Diosa Madre.
Así que en estas fiestas siempre ha habido dioses. Y donde hay dioses, hay religión. 
De modo que su atea y laicista indignación tiene el mismo valor que la deuda pública de Somalia.
Y luego se indigna el extremismo religioso y católico español al grito de "esta cambiando una tradición religiosa". Y también es cierto. Teóricamente también es cierto.
Pero sin ir más lejos hoy están celebrando la Nochebuena con un abeto de imitación en casa -algo en nada común en las polvorientas tierras de Galilea, por cierto- y con un hombrecillo barrigón vestido de rojo que es la personificación de un espíritu mágico nórdico que recoge a lo largo del año las buenas intenciones de todas las acciones de los hombres -de ahí su gran barriga- para luego esparcirlas de nuevo por el mundo el día del solsticio de invierno en forma de regalos.
Así que se han pasado su religión y esa máxima del Antiguo Testamento de "solo celebrarás y alabarás al señor tu Dios", por el arco del triunfo
Y porque ellos son los primeros que han alterado esa tradición religiosa basada en una sola frase evangélica: "unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo". 
Unos magos. Nada de reyes y ellos los han coronado por la tremenda. Que venían de Oriente ¿hay algún anciano con barba blanca y rasgos occidentales al "oriente" de Palestina?, va a ser que no; ¿hay algún núcleo de población negra al "oriente" de Galilea?, va a ser que tampoco. 
Así que podrían ser persas, parthos, babilonios, incluso chinos, japoneses o hindúes. Pero va ser que occidentales y negros no. Y yo no he visto ningún iraní, iraquí o japones, hindú o tailandés en cabalgata alguna. Otra patada a la tradición religiosa. ¿cuantos desiertos hay al oriente de Palestina? Vaya ninguno, ¿entonces porque llegan en camellos y no en caballos o en elefantes, bestias de carga común mente utilizadas en las tierras orientales?, ¿desde cuando los monarcas orientales llevan coronas reales del siglo XIII o tocados imperiales británicos del siglo XV?
En resumen, que llevan dándole collejas a su propia tradición religiosa desde que decidieron celebrarla. 
Así que su indignación actual también tiene un valor que tiende dramáticamente a cero. Sobre todo si no pagan ellos del pecunio de su Iglesia la magna cabalgata madrileña
Que los unos se preocupen de divertirse en ese día y los otros se inventen una excusa como que "es que Melchor ya está muy viejito y ha mandado este año a su hija", como llevan haciéndolo generaciones para el hecho de que los reyes magos ahora viajen en helicóptero o en barco, no desfilen en camello o se les caiga la barba por un golpe de viento en mitad de la Plaza de Cibeles.
¡Que es una puta fiesta, cojones! -perdón por el lenguaje poco sacro y respetuoso-.

martes, diciembre 22, 2015

Y seguimos haciéndolo mal y preguntándonos en qué

Tiene su lógica que este nuevo escenario político nuestro nos tenga absortos y preocupados. Hace centurias que no tenemos un gobierno como está mandado, pero no tener gobierno es algo nuevo para nosotros.
Pero no podemos dejar que, como siempre pasa, lo nuestro nos oculte lo de todos. El mundo sigue dirimiendo su futuro más allá de nuestras elecciones, de nuestros partidos y de nuestras fronteras. En eso que se ha dado en llamar Oriente Próximo, con eso que se ha bautizado como La Guerra contra el yihadismo y que en realidad es la última batalla de la Tercera Guerra Mundial que comenzó justo cuando acabó la segunda.
Desde que ver estallar y morir París abrió a muchos los ojos llevo enfrentándome a la misma pregunta por parte de algunos ¿en qué nos estamos equivocando?, ¿que tenemos que hacer de modo diferente para desactivar esta guerra más allá de la respuesta militar?
Y ahora la respuesta mil veces repetida y rara vez escuchada nos llega escondida por nuestras elecciones, por nuestras portadas electorales.
Arabia Saudí intenta levantar una alianza árabe y musulmana realmente artificial contra el yihadismo y fracasa ¿Por qué?
Porque intentamos forzarla y controlarla nosotros. Porque utilizamos para proponerla a uno de los peores tiranos de la zona que impone la Sharia con la misma crueldad que el más fanático de los verdugos de Isis. Porque Indonesia, Líbano y otro puñado de países se niegan a aceptar como líder a alguien que conocen como títere nuestro.
En definitiva porque queremos seguir controlando el cotarro y buscamos hacer nuestra guerra con las bajas de otros, con la sangre de otros liderados por alguien que no cree en lo que dice defender y que solamente está en esta historia porque quiere mantener el dominio de una sola familia sobre los recursos que pertenecen a su pueblo y eso nos beneficia.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
De repente aparece gas entre Turquía e Israel y nos lanzamos a intentar que consigan un acuerdo diplomático y lo logramos. Parece una victoria pero no lo es. Porque si tan fácil nos resulta los pueblos de uno y otro país no entienden porque no se forzó, no se intervino, tras el ataque a la flotilla de Gaza, porque nos importaron tampoco los muertos y heridos si no eran de los nuestros; los turcos no entienden porque se les ha dejado solos en su lucha contra Isis y contra los kurdos a los que nosotros hemos armado, los israelíes no entienden porque se les ha dejado todos estos años vivir con miedo.
Bueno sí lo entienden. Entienden que pese a nuestras grandilocuentes declaraciones sobre la paz, la libertad y los derechos solamente intervenimos cuando nos conviene, cuando como sabemos que ni Israel ni Turquía tienen compañías capaces de explotar esos recursos las concesiones las van a caer a las nuestras y podremos seguir beneficiándonos de algo que no nos corresponde en lugar de pagarlo a un precio justo.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
Y para terminar la faena llevamos a dos de nuestros principales títeres a "rescatar" a un tercero. Arabia Saudí y el Banco Mundial darán a Al Sisi, el dictador militar egipcio, 15.000 millones para que salve su economía. En lugar de intentar negociar con esos 15.000 millones para que los Hermanos Musulmanes, aquellos a los que habían elegido los egipcios en las urnas, renunciaran parcialmente a los aspectos más atrasados de su islamismo democrático como se hizo sabiamente con Erdogán en Turquía con ciertos resultados, nosotros ahogamos económicamente ese gobierno democrático y ahora rescatamos a un dictador que de nuevo va en contra de los principios que decimos defender en Occidente, censura la prensa, mantiene prohibiciones religiosas, fuerza la represión política, impide la disensión y ejecuta sumariamente en juicios sin garantías a aquellos que las urnas habían hecho gobernantes. Solo porque el nos garantiza el control geopolítico de esa zona a costa de la libertad de su pueblo y de los intereses de su país. Solo porque con eso controlamos el Canal de Suez y sus incipientes fuentes energéticas.
En eso tenemos que cambiar. En eso nos estamos equivocando.
Y todos los que salen perjudicados de esas decisiones, todos los que ven que su vida sigue en la miseria, que la riqueza de sus países sigue en nuestras manos y en las de unos pocos que trabajan para nosotros son los que terminarán girándose a Isis y viendo en ellos una posible solución. Ya ha ocurrido, ya está ocurriendo y seguirá ocurriendo.
Y si no lo vemos es simplemente porque no queremos verlo. Seguimos alimentando el yihadismo, seguimos siendo cómplices de nuestra propia destrucción.

Elecciones y dos frases que ahora significan otra cosa

Solo han pasado dos días desde las elecciones y todo parece diferente. Sobre todo dos frases que en España se han repetido hasta la saciedad sobre política y ahora suenan de otro modo.
Nuestra política, nuestros políticos y nosotros, sobre todo nosotros, hemos cambiado un poco.
La primera sentencia popular que ahora se antoja distinta es ese tradicional "en elecciones todos ganan". Ahora es cierto por lo menos en lo que se refiere a los cuatro grandes partidos del arco parlamentario. Y ese claro es el primer cambio. Son cuatro.
Pero también todos han perdido. De una forma o de otra todas han perdido. Y esa es la novedad. Por eso no se ve a nadie España taciturna y contrariada y a la otra paseando con el pecho henchido de orgullo triunfador. 
Desde el Partido Popular a Unidad Popular, desde Podemos a Ciudadanos pasando por el PSOE, todos han ganado en algo y perdido en otro tanto, todos se han impuesto a un rival y perdido con otro, todos han alcanzado un objetivo y fracasado en otro. 
Por eso tras estas elecciones no hablamos de nuestro partido, hablamos de política; por eso la gente no habla del pasado, habla del futuro.
Y otra máxima popular con respecto a la política que se nos ha cambiado de repente es aquella que reza "en política parece que todo vale". Ahora es una verdad del tamaño de un continente pequeño. Todo vale, todo es lícito y democrático.
Nadie puede objetar nada a que el Partido Popular busque una alianza con el PSOE y Ciudadanos en base a ese supuesto constitucionalismo que supone anteponer la unidad territorial a cualquier otra consideración social u económica. Nadie puede objetar nada a que el PSOE la rechace de plano o a que Ciudadanos la estudie.
Nadie puede criticar que Podemos ponga su linea roja en la celebración de un referéndum en Cataluña y sobre el cambio constitucional y que Unidad Popular la apoye, el PSOE la estudie y Ciudadanos la rechace.
Nadie puede objetar que Podemos y Ciudadanos tengan claro que todo apoyo pasa por un compromiso de cambio en la Ley Electoral ni que estén dispuestos a forzar esa reforma legal en su momento.
Nadie puede desacreditar el hecho de que el PSOE anuncie que buscará más adelante -y en este nuevo universo cuántico donde el tiempo se pliega y se acelera, no será dentro de mucho- una alianza basada en las políticas sociales compartidas para gobernar con Podemos, Unidad Popular y quizás Ciudadanos y que todos los demás se mantengan a la espera conservando su opinión a ese respecto.
Y por supuesto nadie puede rasgarse las vestiduras ni untarse el cabello con ceniza porque ninguno de ellos esté dispuesto a renunciar a asuntos esenciales para cada formación política en aras de una falsa estabilidad, de la tranquilidad de los mercados o de cualquier otra consideración y nos veamos dentro de seis meses de nuevo ante la puerta de los colegios electorales con nuestras paletas. Las mismas u otras.
Ahora en política todo vale, todo es lícito y democrático. Y quien se ofenda por ello es que no entiende la política como acuerdo, como alianza, como herramienta social. Es que solo entiende el poder como objetivo.
Lo cual tampoco es extraño porque no estamos acostumbrados a que nuestros políticos hagan política dado que en este país nuestro no se ha hecho política con frecuencia. 
Vamos, que salvo en las alianzas y contra alianzas de los reinos cristianos con las taifas califales en la lejana Edad Media y la Segunda República no se ha hecho política nunca.
Solo hay dos límites a esa nueva realidad en la que nos tenemos que acostumbrar a que todo vale. La ideología y la coherencia.
Se pueden fijar prioridades, retrasar o posponer unos principios ideológicos en beneficio de otros para lograr un pacto de gobierno, una alianza, pero no se puede actuar en contra de la ideología y los principios programáticos con tal de acceder al Gobierno.
"Programa, programa, programa". Ahora la letanía del mítico califa Julio Anguita para la no se sabe si extinta IU debe resonar en los pabellones auditivos de todo político que se siente a la mesa para negociar un pacto o coalición postelectoral.
Y la coherencia. Hay que ser fiel a lo que se ha dicho, se ha prometido y se ha gritado en los mítines. Por más beneficiosa que pueda parecer una alianza no se puede jugar ese digodiegismo eterno al que jugaban con tanta naturalidad nuestros políticos.
Así por ejemplo no sería de recibo que el PSOE que ha gritado "¡Cambio!" como arenga firmara una alianza exclusiva con el Partido Popular para que nada cambiara y dejar fuera de todo a la mitad de los sufragios españoles. No porque no puedan hacerlo, sino porque han dicho y prometido que no lo harían en el último debate electoral.
No sería aceptable que el Partido Popular aceptara de repente un referéndum territorial y un cambio constitucional con tal de mantenerse en el poder. No digo que no esté de acuerdo con esos puntos. Pero ellos no pueden hacerlo porque prometieron no hacerlo en el último mitin de su campaña.
No habría excusa para que Podemos renunciara a la reforma constitucional y al referéndum territorial en Catalunya no porque sea bueno o malo sino porque cerraron su campaña electoral en Barcelona anunciando a los cuatro vientos que no lo harían.
Y no habría explicación posible para que Ciudadanos apoyara un gobierno del PP con su aquiescencia para lograr un pedazo del gobierno o un objetivo ideológico. No porque no pueda hacerse o no sea democrático que lo haga. Sino porque durante toda su campaña han pregonado el cambio, la salida del poder de un gobierno "enlodado por la corrupción" y "paralizado por los intereses privados" y porque dos días entes de los comicios Rivera llenaba las portadas con su frase "No vamos a mantener a gobiernos en los que no confiamos".
Así que al final va a ser que no, que no "todo vale". Y que cada palo aguante su vela en este nuevo día a día en el que los políticos tienen que hacer política para ganarse el derecho a gobernar.

lunes, diciembre 21, 2015

Bienvenidos por fin al mundo de la Política Cuántica

Ya no somos lineales, somos cuánticos.
Hasta ahora éramos vástagos orgullosos del tiempo einsteiniano en la política. A un tiempo le seguía otro tiempo y a ese otro igual o diferente. Sin solución de continuidad, sin posibilidad alguna de curvatura. 
Y en esa linea nos movíamos como en un fandango, como la ya mítica María de Ricky Martin. "Un pasito pálante, un pasito patrás".
Todo era sencillo, todo era fácil, todo era lineal. Se trataba de elegir un bando y esperar a ganar. Si no era esta vez sería la próxima.
Y de pronto, la historia, el recambio generacional, la lógica y el mundo nos han arrancado de esa realidad virtual, de esa primera versión de Matrix en la que todo estaba claro y funcionaba ex machina, simplemente porque así eran las cosas.
Bienvenidos al imprevisible mundo de la política cuántica. Ahora somos hijos de Hawking y bastardos de Plank.
Una realidad cuántica que exige toda nuestra atención porque en ella conviven todos los futuros y los presentes posibles, porque el tiempo y el espacio se pliegan y se mezclan dando origen a múltiples realidades que debemos conocer y ante las que debemos reaccionar.
Un mundo que exige toda nuestra responsabilidad como ciudadanos porque tenemos que vigilar un sinfín de universos posibles, de coaliciones y alianzas, de gobiernos y ausencias de Gobierno. Porque todas las posibilidades nos exigirán posicionarnos y reposicionarnos. Porque ya no podremos elegir una vez en la vida y permanecer por siempre, ocurra lo ocurra, en esa elección, sabiendo que en el fondo nada va a cambiar en la linea de tiempo.
Un universo que nos obliga estar despiertos y conscientes no vaya a ser que el próximo pliegue temporal, que el próximo agujero de gusano, nos arroje a una realidad política que no habíamos calculado y que haga que nuestro voto consiga exactamente lo contrario de lo que buscábamos; que nos fuerza a renunciar a la inconsciencia de repetir las mismas acciones, los mismos votos, una y otra vez esperando que tengan un resultado diferente.
Bienvenidos a la España Cuántica
Aquellos que han aprendido a vivir la política y la ideología como una herencia o un leal compromiso que no hay que revisar lo van a pasar mal porque nunca tendrán claro del todo a quien prestar vasallaje militante para lograr sus objetivos -sean puros o aviesos-; aquellos que perciben la política como una forma de derrotar a sus rivales y sacar pecho van a sufrir porque hay demasiados rivales y aliados en el tablero como para tener claro con quién se ha ganado y por quién se ha sido derrotado.
Aquellos que no saben ver ni verse más allá de sus propias elecciones es posible que mueran antes de saber que es lo que está pasando ni en qué universo de todos los posibles se desarrolla cada día, cada año, cada legislatura, su existencia.
Bienvenidos a la realidad cuántica española. A lo que nuestra democracia debio ser desde el principio.

Todo lo que se pueden ahorrar tras las elecciones.

Vayamos por partes
Para empezar que quede claro que 28 de cada cien españoles con derecho a voto han emitido su sufragio en favor del Partido Popular. Lo digo para no tener que repetirlo en semanas venideras cuando alguien diga eso de "la mayoría de los españoles ha votado al PP", "la mayoría de los españoles ha expresado en las urnas que desea un gobierno del Partido Popular".
Ya digo desde ahora que será una mentira como un templo porque 72 de cada cien españoles con derecho a voto han declarado abiertamente con su papeleta que no quieren un gobierno del PP. 
Así que todo pacto, alianza o coalición política, incluya o no incluya al Partido Popular es lícita, democrática y justa. 
Otra cosa será valorar la ética ideológica de cada una de ellas en caso de producirse. Por mi pueden ahorrarse el falaz argumento del "gobierno de la lista más votada", "el hurto en los despachos de la voluntad popular" y demás zarandajas, manipulaciones y mentiras disfrazadas de verdades incontestables. Sé que no lo harán, pero pueden hacerlo.
En segundo lugar a 26 de cada cien españoles con derecho a voto les trae al pairo lo que pase en su país, cómo sean sus políticos y quien les gobierne o les deje de gobernar. Eso significa para mi la abstención. 
Si tenían otra cosa más importante que hacer es su problema pero han perdido el derecho a que el Gobierno -cualquiera de los múltiples gobiernos posibles o imposibles- vele por ellos, les proteja, les ayude o legisle teniendo en cuenta sus necesidades. 
Se pueden ahorrar lo de la "apatía social", "la desafección política" o el "desapego" como excusa. Para expresar eso está el voto en blanco. Y también lo del "son todos iguales" como justificación a su desidia e irresponsabilidad. 
Sé que tampoco se ahorrarán esas excusas y justificaciones pero hasta los próximos comicios a este país no debería importarle un carajo su opinión como a ellos no les importa un carajo su futuro.
Como tercera reflexión se me vienen algunas matemáticas imposibles a la mente:
Una diferencia de aproximadamente 1.700.000 votos -los que hay entre los 7.200.000 del PP y los  5.500.00 del PSOE- supone una diferencia de 33 diputados ¿y una distancia de 300.000 -la que existe entre PSOE y los 5.200.000 sufragios obtenidos por Podemos- supone 21 escaños?
No me salen las cuentas porque si 300.000 votos más le hubieran dado a Podemos 21 escaños más, con 1.200.000 más hubiera tenido 63 diputados más, es decir los mismos que el PP. Hubiera ganado las elecciones con 123 escaños pero con 6.400.000 votos, 800.000 menos que el PP. Y sabemos que eso no hubiera ocurrido.
No es que no sepa que las cuentas electorales no se hacen así es simplemente que para mi estas elecciones son las primeras que demuestran abiertamente que el sistema electoral es injusto, desequilibrado y casi paleolítico. 
Y los que me hablen de la "proporcionalidad territorial" o del "sistema de asignación de restos" también se lo pueden ahorrar. Aunque sé que no lo harán pese a que el 72% de la población española vive en entornos urbanos y el sistema de circunscripciones provinciales y no regionales -o incluso de circunscripción única- no tiene en cuenta esa realidad.
Y para terminar la faena por ahora la mitad de los españoles con derecho a voto que lo han ejercido lo ha usado para votar a un partido que no fuera el Partido Popular o el Partido Socialista Obrero Español. 
Fueran de izquierdas o de derechas, liberales o socialdemócratas, secesionistas o unionistas, han votado más allá de las "Dos Españas" machadianas, de "la memoria histórica" y la "reivindicación del franquismo", del "que vienen los rojos" o el "que vuelven los fachas", del "la tierra para el que se la trabaja" o el "van a quemar las iglesias y quitaros las casas".
Así que se pueden ahorrar lo de  "la herencia del franquismo", o "la represión republicana" como explicación a su enconamiento secular que pretende dividir este país en un eterno partido de fútbol político. 
Sé que no lo harán pero pueden hacerlo porque la Guerra Civil española empezó ha ochenta años y ahora hay otras dos españas: la que quiere seguir dirimiendo la ideología por lo que ocurrió o dejó de ocurrir hace ocho décadas y a la que le importa un bledo en qué bando hicieran la guerra sus abuelos o sus bisabuelos.
Por ahora, eso me dicen a mi estas elecciones.

lunes, diciembre 14, 2015

Corrupción y las elecciones como un Madrid-Barça

Sarkozy, el populista al que nadie llamaba de esa manera porque era conservador, perdió la presidencia de Francia porque su electorado, el suyo no el de socialistas o ni siquiera el de la extrema derecha del clan Le Pen, le castigó por sus desabridos vaivenes xenófobos, sus escenificaciones de culebrón de sus idas y venidas afectivas y los escándalos políticos de corrupción de su gobierno; Berlusconi, el capo de la dictadura mediática italiana cayó -después de resistir mucho, eso sí- porque su electorado, el suyo no el de la izquierda ni el del ultra nacionalismo fanático de la Lega Norte, le negó el pan y la sal por sus excesos personales y por seguir metiendo la excavadora en los caudales públicos para llenar los propios.
El Primer Ministro belga, el holandés, el Presidente de la República Alemana...
Los hay qué aún se preguntan sobre las diferencias entre los países europeos y España con respecto a la corrupción y los hay que se niegan a dar la respuesta evidente. Todos los países, todos los gobiernos, están expuestos a la corrupción y en todos ellos hay casos. La diferencia con España no es que los políticos dimitan cuando les pillan, la diferencia con la corrupción galopante que hay en España es que los políticos son obligados a dimitir por sus partidos porque si no lo hacen su electorado se lo hace pagar en los siguientes comicios.
Pero en España no.
Al electorado del Partido Popular, la formación política que ha mantenido al gobierno nacional y a los gobiernos regionales más corruptos de la historia de la democracia -vale, ahora toca decir eso de ¿y el PSOE? ¿y Transmediterranea, los ERE, las subvenciones de Formación, Filesa o las tragaperras de Juan Guerra? Y tú más, Y tú más... defensa infantil- su electorado no le tiene nada en cuenta. No le hace pagar nada.
Basta que les tremolen la bandera patria con eso del soberanismo catalán, que les asusten con un estalinismo inexistente o que les aterroricen con una guerra que nadie puede parar y de la que ningún gobierno puede defendernos, para que se olviden de los miles de millones sacados de las cajas públicas para beneficio de los gobernantes y de sus amigos y familiares.
Siguen depositando su sufragio en manos de aquellos que les roban, que les recortan para beneficiarse, siguen mirando a otro lado y negando la mayor. No hay freno a la corrupción porque no hay castigo electoral a los corruptos.
Diriasé que es un suicidio nacional, entonces ¿por qué lo hacen?
Por el simple motivo de que en nuestro país la política y las elecciones llevan demasiado tiempo entendiéndose como un Real Madrid - Barça.
Lo importante es ganar. Lo importante es poder sacar pecho a la mañana siguiente al derbi -¡Uy perdón, al clásico!- y mirar por encima del hombro a los derrotados sintiéndose vencedor. Porque lo importante es sentirse el rey del mundo aunque el mundo sea un cúmulo de cenizas.
Da igual que se haya ganado de penalti injusto en el último segundo, que se haya metido un gol con la mano y en fuera de juego anotado por un jugador alineado indebidamente -que ahora está muy de moda en el fútbol-. Solo importa ganar.
Da igual que 21 de los países de la Unión Europea tengan menos corrupción que nosotros, que Bostwana, Puerto Rico o Bután tengan menos corrupción que nosotros, que esa corrupción se lleve un 4,5% del PIB español, que le cueste a las arcas públicas 48.000 millones de euros solamente en sobreprecios, que de los 150 casos abiertos por corrupción 78 sean del Partido Popular... da igual todo. Cuando empieza el partido solo la victoria interesa. 
Ellos, que tanto hablan de orgullo nacional, de patriotismo, son los principales traidores a su país porque por el mero instinto de ganar, de que "los suyos", "su equipo", salgan victoriosos del envite miran a otro lado con las injusticias, pasan por alto la corrupción, permiten que les sigan robando y justifican cualquier acción que el gobierno de su partido haya llevado a cabo.
Según dicen los sondeos parece a uno de cada cuatro españoles les importa un carajo su país con tal de sentirse vencedores.
Alguien me dijo hace poco que, aunque era una solución imposible, quizás debería aplicarse la política de un gobierno en primer lugar a aquellos que le han votado. 
A lo mejor si fueran los primeros en perder su trabajo por la reforma laboral, en ver subidos sus impuestos, si los políticos solamente se llevaran su parte de los impuestos, les aplicaran los recortes a ellos en primer lugar y les mandaran a ellos a sacar a tiros a los yihadistas de sus bastiones armados lo verían de otro modo.
Pero como no pasará pueden seguir ignorándolo todo y votando a aquellos que les roban solo para no perder el partido y sacar pecho al día siguiente.

domingo, diciembre 13, 2015

De Mali a Kabul, la vuelta de la sangre inconveniente

Nos han hecho sangrar en Kabul. 
Como nos hicieron sangrar en Atocha antes de otras elecciones, como nos intentaron hacer sangrar en la T4 antes de otras, como fingieron intentar hacer sangrar a Aznar antes de otras.
La sangre, la muerte y la guerra parecen empeñadas en aparecer y reaparecer de forma recurrente en nuestras campañas electorales cuando estas están a punto de acabar.
Y una vez más ese simbionte aciago forjado por el Occidente Atlántico que permanece pegado a su piel por más que intente alejarlo u ocultarlo da la oportunidad a los que lo experimentamos y lo vamos a seguir sufriendo de ver cómo está el patio.
Nuestro gobierno, que es el mismo que cuando el tristemente famoso 11 de Marzo en Santa Eugenia y Atocha, vuelve a hacer lo mismo. Vuelve a fallar en la gestión, vuelve a equivocarse en la reacción.
Porque una cosa es llenarse la boca de declaraciones grandilocuentes sobre la guerra contra El Estado Islámico y el yihadismo cuando la sangre se extiende sobre los adoquines de las calles de otros y otra muy distinta hacer lo que se debe de hacer cuando salpica nuestros muros.
El actual inquilino de Moncloa hace lo mismo que hizo el otro inquilino de su partido que habitaba la misma residencia la última vez que los locos furiosos del falso islam vertieron nuestra sangre.
Se acelera, pierde el paso, termina mintiendo. Y sobre todo la realidad le termina desmintiendo.Acaba por no dejarle ocultar la sangre de los nuestros que ahora le resulta inconveniente.
Desde que París ardiera en el penúltimo episodio de esta guerra, Rajoy ha vendido por activa y pasiva como reclamo electoral la participación en la guerra contra el terrorismo que en realidad es la guerra contra el Estado Islámico. Pero como hiciera Aznar demuestra que esa no es su prioridad, que es un mensaje creado ad hoc con el que no está comprometido, que solo busca aumentar su cosecha de votos apelando a la épica ingenuidad de aquellos que son incapaces de ver que la solución militar a este tipo de conflictos lleva dos mil años sin funcionar.
Así que ofrece ayuda militar a Francia en Mali pero luego, como teme que le ocurra a su electorado lo mismo que le ocurrió cuando Aznar nos llevó a otra guerra, se retira, se matiza a sí mismo y a su gobierno, se niega el principio grandilocuente de la unidad en la guerra para concederse el fin maquiavélico privado de la reelección.
Pero el ofrecimiento ya está hecho. Ya nos hemos convertido en enemigos declarados -ya lo eramos sin declarar, como es lógico- del Estado Islámico y el yihadismo. Y nuestra embajada en Kabul vuela en mil pedazos teñidos de la sangre de algunos de los nuestros.
Y entonces hace lo único que sabe hacer el Partido Popular cuando la realidad de esta eterna guerra desmiente sus lemas y sus palabras. Antes de decir nada, miente.
Dice “Lo que parecía que era una mala noticia pues al final por fortuna no es así. Creo que no hay víctimas españolas, no era un ataque contra nosotros” e insiste "No ha habido un ataque contra la embajada española".
Como la obsesión con ETA del 11 de Marzo, está negativa viene a decir lo mismo. "No va con nosotros", la sangre derramada no tiene que ver con nuestra decisión, con nuestra política de apoyar la respuesta militar como único elemento de guerra contra el Estado Islámico y el yihadismo. Entonces la cortina de humo era ETA, hoy es una triste casualidad.
Pero como le ocurriera a Acebes y Aznar entonces a Rajoy le ocurre ahora. La realidad, los servicios de inteligencia internacionales y los hechos le quitan la razón. Le niegan la posibilidad de proteger sus votos a costa de la sangre de víctimas españolas intentando hacer que parezca que no tienen nada que ver con sus decisiones políticas.
Así que resta gravedad a las heridas de un policía que tiene la poco decorosa y patriótica ocurrencia de morir a causa de esas heridas unos minutos después; su partido -que al parecer en algo ha aprendido del 11 de Marzo- cancela un mitín por esa muerte pero el aprovecha la cancelación para bromear y mandar mensajes electorales. Porque es mucho más importante asegurar los votos restando importancia a lo ocurrido que darle la magnitud que se merece. Eso podría ser contraproducente en las urnas y eso no puede consentirlo.
Quizás fue esa preocupación por sus votos y sus encuestas lo que le hizo olvidarse de guardar el minuto de silencio que su propio partido había anunciado.
Así que aquellos que, anclados en la inconsciente épica patriótica de la solución militar, creían que esa era la mejor forma de alejar la sangre de nosotros ya ven que no y aquellos que, aferrados a la grandilocuencia de las arengas y el tremolar de banderas y tradiciones culturales occidentales, pensaban que este era el mejor gobierno para llevarla a cabo y gestionarla, ya ven que tampoco.
Pero vamos, me resultaría en todo sorprendente que no se hubieran dado cuenta hasta ahora así que ya debo suponer que apenas les importa.

Ese sufragio nuestro entre Gerónimo y la virgencita

Al final llegan. Parece que nunca lo van a hacer pero después de una precampaña que dura media legislatura y una campaña electoral de tirarse los trasto, llegan las elecciones.
Y ahora es cuando ya toca hacer lo que tenemos que hacer. Ya no hay lugar donde esconderse. Ahora es cuando estamos solos con nuestra realidad y nuestro sufragio y tenemos que decidir qué hacer con él. Ese instante que tan poco nos gusta a los occidentales atlánticos de hacer algo de lo que luego no le podremos echar la culpa nadie.
Podemos votar por la posibilidad distópica de que alguien venga a quitarnos la segunda residencia que no tenemos o por evitar la realidad de que alguien ya está viniendo a quitarnos y hacernos seguir pagando la que ya creímos que teníamos pero que aún era del banco; podemos votar basándonos en el don profético de algunos que nos dicen que seremos como Venezuela o por la realidad de que ya nos están convirtiendo en aras de la competencia en la provincia china de Guangdong, en la que los salarios de miserias y las condiciones laborales precarias hace a las transnacionales rentable abrir sus fábricas.
Podemos emitir nuestro sufragio enredados en el argumento incierto de la inconveniencia de subir los impuestos solo a los ricos y las grandes empresas o aclarados por la realidad de que ya nos los han subido a todos los demás salvo a ellos; podemos hacerlo escuchando los augurios de que el estatalismo galopante no demostrado destruirá la iniciativa privada o consultando la estadística de la destrucción a millares de pequeñas y medianas empresas con la política actual; podemos hacerlo refugiándonos en la falaz acusación de falta de experiencia de los que no han gobernado o asentándonos en la innegable realidad de que la experiencia del gobierno de los que lo han hecho alternativamente durante cuatro décadas nos ha llevado a donde estamos.
Podemos acudir a las urnas creyendo la palabra de que se han creado dos millones de puestos de trabajo ignorando el hecho de que se han destruido más de cinco millones, de que ha descendido el paro pasando por alto el hecho de que han aumentado las jubilaciones y las prejubilaciones y ha descendido la población activa o de que se crearán cuatro millones más de empleos sin prestar atención a que el nivel salarial de esos empleos sera inferior al de 2007. O podemos hacerlo pensando en que se potenciarán sectores con futuro que exigen un nivel de empleo elevado y cualificado en contra de los intereses de los mastodontes empresariales que quieren mantenerlos sin desarrollar por sus intereses económicos.
Podemos elegir deseando evitar que un yihadista loco nos haga estallar en medio de la calle o intentando evitar que nuestro propio gobierno siga matando de miseria y falta de servicios; temiendo que nos vayan a adoctrinar en las escuelas o sabiendo que ya lo están haciendo, teniendo miedo de que no nos vayan a dejar disentir o teniendo muy claro que ya se han aprobado leyes para evitar, castigar y penar la disensión.
Podemos hacerlo creyendo que no salen las cuentas de los gastos sociales de unos o sabiendo que ya no han salido las cuentas de los recortes sociales de los otros; en la creencia de que los nuevos cuando lleguen al poder no harán lo mismo que todos los demás o en la inconsciencia de que los que ya roban, prevarican y corrompen el Gobierno dejarán de hacerlo si los mantenemos de nuevo en sus cargos.
En fin, podemos coger nuestro voto, mirarnos al espejo y gritar ¡Gerónimo! o mascullar ¡Virgencita, virgencita, que me quede como estoy!
Podemos creer en nosotros y nuestro país o podemos resignarnos a seguir siendo como somos y dejar de vivir solo para poder seguir respirando.
Pero luego, eso es lo que tiene el voto personal e intransferible, no podremos quejarnos.

domingo, diciembre 06, 2015

La guerra contra el Califato se explica a sí misma.

La guerra es una de esas realidades que se explican a sí mismas.
Da igual lo que se diga sobre ella, da igual cómo se la intente definir. Son las acciones, las operaciones militares y los objetivos los que definen una conflagración.
Así que puede que nos vendan que esta guerra de ahora lo es contra el terrorismo pero nuestras acciones militares nos demuestran que no. Puede que Albert Rivera -como otros tantos, todo sea dicho- se llene la boca de decir que es una "guerra justa y no por petróleo" pero lo cierto es que la RAF lo primero que hace cuando el Reino Unido entra en la Guerra es bombardear campos petrolíferos en Siria, Rusia sigue con sus intentos de controlar las líneas de comunicaciones y carreteras que curiosamente coinciden con los tratados de los gaseoductos y oleoductos en poder del Estado Islámico y Al Asad sigue empeñado en el sitio de ciudades que son los nudos neurálgicos de la industria energética de esa parte del mundo.
Mientras tanto ciudades enteras sigues sufriendo el fanatismo y la locura de aquellos que creen las palabras y la propaganda de los líderes del falso califato, miles de personas huyen sin protección ninguna. No se asignan recursos militares a defenderlos ni protegerlos, no se afronta la liberación de ciudades que no están en esos puntos del mapa.
Si a ello sumamos que se deja que los peshmergas -que ahora parece que son de los nuestros- campen a sus anchas con sus limpiezas étnicas en las zonas arrebatadas al Estado Islámico en Irak y Siria -donde casualmente se produce el 75% del petróleo iraquí y una buena parte del sirio- la situación comienza a explicarse a sí misma.
Va a ser que esto de nuestra guerra no va de luchar por la libertad y contra el terrorismo.Va cómo siempre de petroleo, de conservar el control de las fuentes de energía.
Y también pueden que intenten convencernos de que estos bombardeos, esta estrategia militar, es la mejor para que nosotros nos sintamos a salvo aquí, dentro de las fronteras de nuestro mundo occidental. Puede que nos intenten convencer de que los despliegues policiales e incluso militares en las grandes ciudades, de que la presencia de cuerpos de élite subfusil en mano patrullando las calles nos defienden, impiden que la guerra llegue hasta nosotros.
Pero tres individuos armados hasta los dientes entran en un centro de discapacitados de San Bernardino, California y matan a tiros a una cuarentena de personas. Porque, por más que lo repitan en discursos y pancartas el Estado Islámico no busca el terrorismo. No quiere atacar lugares emblemáticos para que vivamos sumidos en el terror, no quiere dar grandes golpes de efecto y retirarse luego a celebrarlos. Al falso califato le vale igual la sangre de un francés al lado de la Torre Eiffel que la de un belga en mitad de una calle poco transitada, que la de un discapacitado californiano en el soleado San Bernardino.
Va a ser que esto de su guerra no va de terrorismo. Va sencilla y simplemente de matarnos. De cobrarse cada muerte suya con diez nuestras, de que el control del petróleo nos resulte tan caro en vidas y sangre que renunciemos a él. Y no podemos proteger cada calle, cada acera, cada ciudad, cada pueblo, cada casa. Todos somos objetivos. Aunque suene trágico o dramático, no hay lugar donde esconderse.
Podemos seguir en la miopía extrema y soberbia de no reconocerlo, pero si nuestra estrategia ofensiva no consigue la libertad de nadie y nuestra estrategia defensiva no puede protegernos ¿no deberíamos hacerlo de otro modo?
No es "buenismo", no es pacifismo, es simple pragmatismo. Si queremos ganar esta guerra para siempre lo único que podemos hacer es privar al Estado Islámico de las dos herramientas que necesita un ejército para la guerra: tropas y dinero.
De las tropas les privaremos llevando la justicia a esas tierras y dejando de intentar controlar sus fuentes de riqueza o de apoyar a aquellos que las controlan con dictaduras y terror en nuestro nombre.
De las armas les privamos persiguiendo de verdad el tráfico de armas, dejándoles sin proveedores, atacando el problema en la corrupción de nuestros arsenales, de las operaciones encubiertas de nuestros servicios de inteligencia, de los intermediarios que usamos para armar impunemente a regímenes dictatoriales, guerrillas que hacen lo que queremos que hagan en nuestro beneficio.
Si no lo hacemos por más bombas que lancemos desde el aire y más soldados que saquemos a la calle, seguimos perdiendo esta guerra cada día.

martes, diciembre 01, 2015

Un atril vacío o el orgullo que precede a la caída

















Las imágenes,  a veces buscadas a veces solamente conseguidas, suelen ser un elemento que aporta un resumen instantáneo de la realidad.
Y eso me parece que ocurrió ayer en el debate entre los candidatos al la Presidencia del Gobierno en las elecciones del próximo día 20 de Diciembre.
Todo es un símbolo si se quiere que lo sea y la imagen, solamente la imagen inicial de ese debate lo fue de muchas cosas, de muchas realidades.
El Gobierno no estaba. Rajoy no estaba. Como llevan sin estar Rajoy y el Gobierno en España desde que comenzaron a gobernar, como no lo han estado con una sociedad a la que han cuajado de recortes en los servicios, cuya miseria y desempleo han aumentado en aras de unos números que ni por esas le cuadran, como no han estado con los ancianos al recortarles las pensiones, con los enfermos al instaurar el copago, con los dependientes al congelar sus ayudas, con los parados al eliminar los subsidios para sacarles de las estadísticas y falsear las cifras de desempleo, como no han estado con nadie en general salvo con los suyos.
El atril vacío de Rajoy quedó por sorteo -eso dicen- en una esquina.
 No es que el Gobierno no estuviera, no es que el Partido Popular hubiera desaparecido. Es que había huido, es que había hecho mutis por el foro de la sala. La potencia del símbolo visual era casi demoledora. 
Rajoy lo había vuelto a hacer, como con sus silencios, como con sus ruedas de prensa sin preguntas, como con sus apariciones como un orweliano gobernante en las pantallas de plasma de Génova, 13 y Moncloa. 
Como ha hecho ideológicamente a medida que veía que lo suyo no salia. Tirando de una política de austeridad intransigente que hasta cuestionan ya en el gobierno alemán que la impuso, apoyándose en los más rancios de los modos y los trucos que el conservadurismo español ha utilizado desde casi siempre. Intentando recuperar una y otra vez el fantasma de ETA y el terrorismo patrio extinto y enterrado para tirar del miedo y atacar a sus rivales políticos, usando la excusa de la contención del déficit para poner en práctica medidas antisociales y privatizaciones provechosas para los bolsillos de sus allegados, recurriendo en el último momento a la partía y la bandera con el asunto del soberanismo para tapar otras vergüenzas.
Y claro, como ocurre en lo laboral, en lo personal, en lo sentimental incluso, cuando alguien no está, se esconde, se demora o sale corriendo, otro alguien ocupa su lugar.
Y ese fue el último símbolo visual que me arrojó a los ojos el debate de ayer de El País. El PSOE en el centro, un centro que se quiso llevar a Ferraz a cualquier precio y envuelto en papel de regalo durante veinte años y que ahora la huida con las calzas bajadas de Rajoy y el PP le han entregado en bandeja. Un centro quizás demasiado tibio para unos y demasiado izquierdista para otros, demasiado liberal para la izquierda y demasiado social para la derecha. Vamos, lo que viene siendo el centro político en esto de la democracia desde siempre.
Ciudadanos a la derecha que es donde debe estar porque el PP ya ni siquiera está en la derecha, está más allá, ni siquiera ellos saben donde. Derecha más dialogante, más moderna, más contenida y revisada, con mejor imagen si se quiere pero derecha conservadora al fin y al cabo, que tampoco pasa nada por serlo.
Y Podemos a la izquierda, no desaparecido por la izquierda en mitad de las bastas oscuridades de un radicalismo que le cuelgan y que no exhibe, sino a la izquierda, presente y constante en su discurso. Incluso con esa división tradicional de la izquierda que deja a Izquierda Unida -o como quiera llamarse esta semana- fuera del escenario del debate y en el margen zurdo de la escena política.
En resumen, que teníamos el centro, la izquierda y la derecha y el Partido Popular, la formación que sustenta al Gobierno, no aparecía por ninguna parte; que se estaba hablando de problemas y soluciones para nuestro país y el Gobierno y el hombre que lo dirige no estaban; que se estaba buscando una persona que dirija los próximos cuatro años la política española y el Presidente del Gobierno estaba en otra parte.
Como siempre. Como ha ocurrido los últimos cuatro años.
Puede que Don Mariano quisiera hacer luz de gas a Iglesias y Rivera o pensara que así iba a desactivar la importancia de un debate en el que iba por primera vez en la historia de la democracia española a tener a más de una persona enfrente, pero lo único que hizo fue ejercer de profeta de su propia destrucción, de oráculo del futuro de él y su partido.: No estar. Como símbolo no está mal.
¿Cómo era aquel antiguo adagio?... El orgullo precede a la caída.

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