viernes, mayo 29, 2015

El videoclip de lo que somos y podemos ser

Es un vídeo, es solo un vídeo musical de otros tantos, un videoclip de esos que dirían ahora.
Cuatro bellos productos de la mejor selección natural de la que es capaz de producir la evolución humana, que aúnan belleza, talento y armonía en proporciones casi desmedidas.
Pero no están en mi maldito caralibro por eso ni por ningún otro factor relacionado.
Ignorad sus piernas y sus dedos, ignorad sus cuerpos y sus toques de cuerda, ignorad sus dulces contoneos y sus hábiles arpegios, ignorad la historia, la producción, la grabación y el montaje del videoclip que interpretan y muestran.
Ignoradlo todo de una vez y por todo para siempre y mirad sus sonrisas.
¿Cuándo fue la última vez que sonreímos haciendo nuestro puto trabajo?
Ojalá pudiéramos y supiéramos disfrutar lo que hacemos por el hecho de hacerlo, de hacerlo bien y de saber hacerlo.
Ojalá quisiéramos convertir cada acto que nos impone o nos obliga el trabajo en uno de sus vaivenes de melenas, en una de sus sonrisas sus contenidas, en uno de cualquiera de los gestos de estas cuatro mujeres que disfrutan de su arte en su trabajo.
Ojala quisiéramos disfrutar del esfuerzo que nos impone el curro; saber que lo que hacemos es lo que la vida, la genética, la suerte o el infierno hicieron que tuviéramos que hacer y eso no significa que podamos pasar de hacerlo bien.
Ojalá deseáramos hacer del todo lo que hacemos y no escaparnos antes; ojalá anisaríamos sonreír y no eludir; quisiéramos terminar y no escapar. Ojalá no pensáramos que el trabajo es algo obligatorio y contenido entre los deseados espacios de todos nuestros ocios.
Ojala pudiéramos saber que todo el orgullo de todo lo que hacemos no depende de falsas palmadas, de aumentos, de sonrisas cansinas de los jefes, de que guste o disguste nuestro puto trabajo, de que hable o callen de nosotros, de que nos den las gracias.
Ojalá pudiéramos saber, sin prueba o confirmación, que somos buenos.
Ojalá pudiéramos concentrarnos sin necesidad de que papá nos lo aprobara, ojalá pudiéramos sentir que somos lo más grande sin que mamá tuviera que mostrar que estará siempre orgullosa de nosotros.
Ojalá pudiéramos crecer sin ser regados, ojalá pudiéramos currar sin recompensa. Ojalá pudiéramos disfrutar en el trabajo.
Ojalá cada curro bien hecho fuera tan simple y fuerte como lo es un orgasmo.
¡Cuántos polvos fugaces e indolentes no podríamos ahorrar!, ¡cuántos pedos cansados y cansinos podríamos salvar!
Y ahora miradlas, vedlas.
Ignorad sus maravillosas y excelsas anatomías, sus marcados talentos y afinados violines. Y pensad…
¿Cuánto hace que no sonrío en mi puto trabajo?
Lo siento, este es mi vicio. Me encanta provocar, adoro ese suplicio (Edmund de Roostand)



miércoles, mayo 27, 2015

Esperanza Aguirre, la última terrorista que nos queda

Ya ha empezado.
"Hay que evitar que Madrid tenga una alcaldesa que quiere utilizar la alcaldía como trampolín para romper el sistema democrático tal y como lo conocemos".
Esto es lo que la rabiosa y enrabietada Esperanza Aguirre ha dicho sobre Manuela Carmena, su rival en las elecciones municipales en las listas de Ahora Madrid.
Eso es un insulto desmedido a una jueza que ya peleaba por la democracia mientras ella y su familia se sostenían a la sombra de su tío, Ignacio Aguirre Borrell, Secretario de Estado de Turismo en el franquismo, aunque ahora intente presentarse como heredera del poeta Jaime Gil de Biedma, asesinado por homosexual y rojo por ese régimen, después de haber sido desheredado por su familia, eso sí.
Es una manipulación sin cuento para alguien que ha pretendido cambiar la democracia "tal y como la conocemos" desde que esta en el poder, proponiendo eliminar el Tribunal Constitucional, estando de acuerdo con leyes que limitaban o simplemente suspendían derechos fundamentales como el de asociación, reunión y expresión.
Pero más allá del insulto y la manipulación, esa frase, esa primera andanada de Esperanza Aguirre, es un acto de puro y simple terrorismo. No es el último exabrupto de una política senil y cabreada es por definición, en la primera y más pura acepción de la palabra, terrorismo.
Terrorismo.
1. m. Dominación o intento de mantener el dominio por el terror.
Porque, agotadas las excusas, exprimidos los argumentos falaces y quemadas las promesas baldías e incumplidas durante un cuarto de siglo en el poder, recurre a infundir el más puro y simple terror en los ciudadanos para conseguir mantener el dominio político. 
O sea, un acto terrorista.
Por sin pruebas, sin argumentos y sin explicaciones, busca que el miedo acogote las mentes no solo de los ciudadanos, sino de los políticos que tienen que decidir ahora las estrategias de gobierno de Madrid, para conseguir su fin que es alcanzar y mantenerse en el poder.
Porque sin legitimidad ninguna se convierte en jurado y juez -y si pudiera, me temo que en verdugo- amenazando a todos con que si ella no gobierna perderán todo; intentando que el terror más primario haga que todos le den la razón, se postren a sus pies y acepten sin rechistar todo lo que ella tiene pensado para seguir y perpetuarse en el poder.
Y eso es terrorismo, se haga con un micrófono o con un revolver en la sien; se lleve a cabo con una bomba lapa o con una arenga política; se pergeñe en un zulo perdido a las afueras de Donosti o en los pasillos de Génova, 13. Te llames De Iñaki de Juana Chaos, Osama Bin Laden o Esperanza Aguirre y Gil de Biedma.
Usar el terror, infundirlo y alimentarlo para lograr tus fines políticos es practicar el terrorismo. No lo digo yo. Lo dice la lengua de Cervantes y 46 académicos de número de la Real Academia  Española de la Lengua.
Así que, sintiéndolo mucho, todo aquel que repita ese lema estará haciendo apología del terrorismo; todo medio que lo defienda en sus editoriales, aunque tenga más de cien años de historia, estará haciendo apología del terrorismo; todo aquel que compre esa forma de ver la situación política española estará colaborando con el terrorismo.
Y en este país hay leyes contra eso. Muchas de ellas las propuso y aprobó el Partido Popular.
Así que Esperanza Aguirre ha dejado de ser "una liberal en lo económico y conservadora en lo moral" o una "política de largo recorrido". O, para ser más exactos, a nadie le importa ya lo que sea. 
Cuando recurres al terrorismo a nadie le preocupa lo que defiendes o lo que buscas. Ese recurso a infundir el miedo y el terror se vuelve la esencia de toda tu existencia, se convierte en tu definición.
Esperanza Aguirre es la última terrorista que nos queda. Que los partidos madrileños decidan si quieren pactar o no con terroristas.

lunes, mayo 25, 2015

Y ahora los habrá, como siempre, los habrá.

Y ahora los habrá que dirán que los pactos post electorales son antidemocráticos porque no respetan la voluntad mayoritaria de los votantes. 
Y ahora aparecerán los que digan que las mayorías que se obtienen de las sumas no son igual de relevantes, libres y democráticas que las que están compuestas por un solo factor.
Y ahora surgirá gente que no habrá votado pero que, como si fueran militantes de toda la vida, exija a los partidos que "respeten su esencia" o "mantengan sus principios puros" y les eche en cara que accedan a los gobiernos municipales y autonómicos por la vía del pacto programático, como si el diálogo, el acuerdo y el pacto no hubieran de estar en la esencia y los principios de todos los partidos.
Y ahora surgirán hablarán otros que desearán que aquellos a los que llamaron "radicales" se comporten como tales en beneficio de su partido, que no acuerden, que transformen la política en una trinchera, que les acusen de no ser lo suficientemente antisistema.
Y ahora los habrá que olviden la votación y el juramento de la Sala del Juego de Pelota y que nuestro actual sistema político se logró por primera vez por una votación pactada de siete facciones de tres estamentos diferentes; los habrá que de repente olviden el últimamente tan recordado espíritu de la Transición y que nuestra actual Constitución es fruto de pactos y de acuerdos.
Y ahora los habrá que demuestren una vez más, que si la voluntad popular no les mantiene en el poder no les sirve, que si el entramado democrático no sirve a sus fines no les vale.
Y ahora los habrá que si no son capaces de gobernar con mayoría absoluta, sin que nadie les pueda toser, cambiar el paso o exigir responsabilidades, demuestren una vez más que para ellos solo es un medio molesto y desagradable lo que debería ser un fin en sí mismo.
Los habrá y serán los mismos de siempre. Los que nunca han entendido ni querido entender la democracia.

domingo, mayo 24, 2015

El sufragio por los siglos de los siglos.

Unos dicen que será la primera vez que se haga en mucho tiempo con ilusión y otros amenazan con que será la última en mucho tiempo que se haga en libertad; unos dicen que para modificar solo lo justo y necesario, otros que para cambiar del todo lo injusto y eliminar todo lo innecesario.
El resultado el valor de nuestro voto es algo que sabremos mañana, la semana que viene o quizás dentro de mucho tiempo. Eso es algo que cada uno hacemos solo por nosotros mismos, algo
Peor hay algo que debemos hacer por los demás-. Sí, lo siento, otra cosa que tenemos que hacer por los demás.
Yo voto por lo miles de millones de hombres y mujeres que no pudieron hacerlo antes de que la historia les concediera ese derecho; voto por los que se dejaron la sangre, la lucha y la existencia para que yo naciera con el sufragio como algo conseguido; voto por los que sacaron a los siervos de la tierra, a los esclavos de los barcos, a las mujeres de las cocinas, a los niños de las fábricas y de los campos.
Voto por todos los que a lo largo del mundo aún no pueden votar, por los que no tienen nación o tierra donde hacerlo, por los que no disponen de permiso para emitirlo, de libertad para pensarlo; voto por los que no tienen tiempo en su huida de la guerra para poder hacerlo, por los que aún nacen esclavos, por los que aún viven miserables, por los que aún hoy mueren sin poder emitir un sufragio.
Yo voto para que la cultura que con esfuerzo y trabajo trajeron hasta mi padres, maestros, profesores, literatos y artistas le valga al mundo para algo, voto para que lo que se o creo saber pueda servir a todos de algún modo, voto por devolver todo lo que otros me dieron para poder elegir el sentido y la forma de mi voto, 
Voto por aquellos a los que se lo robaron, se lo compraron, se lo cambiaron o se lo vendieron; voto por todos aquellos a los que se lo secuestraron, se lo alteraron, se lo manipularon o se lo prometieron pero nunca se lo dieron.
Yo voto por los siglos de los siglos, por los que se quedaron atrás y los que han de venir, por los que nos enseñaron como hacerlo y por aquellos a los que deberemos enseñar cómo debe de hacerse.
Yo voto.
Voto porque aunque sea molesto, cómodo, inútil, trascendente, irrelevante, ilusionante, equivocado o acertado, es mi puto deber votar mientras alguien en el mundo o la historia no tenga o haya tenido ese derecho.
Yo voto porque tengo que hacerlo. Y ya está hecho.

viernes, mayo 22, 2015

Amigos, Gerardo y otros post extemporaneos.

Hay días o noches o todo lo contrario en los que empiezas a escribir cuando deberías empezar a dormir, en los que comienzas a vivir cuando deberías iniciar el camino hacia la resaca y el hastío. Hay días en los que te descubres amaneciendo cuando deberías anochecer y viviendo cuando deberías empezar a morir.
Hay días en que tu lucha por el mundo se transforma en algo distante y evitable, en que tu supervivencia se convierte en algo transitorio, que tu fuerza , tu soberbia, tu inteligencia y tu fatua arrogancia se trasforman en algo inconsistente, fútil e innecesario.
Hay días con sus noches que vives te acuestas y despiertas entre amigos.
Y esos días te devuelven el alma, te curan las heridas, te salvan de ti mismo, te conforma la vida, te construyen la calma.
Hay días que descubres que aunque no puedas ganar en todas las batallas que te impones luchar, ya has ganado la guerra que nunca soñaste pelear. Hay noches que la cadera de una mujer hermosa, querida y añorada es solo una almohada en la que poder dormir, hay días que la risa de un hombre leal, cansado y a veces derrotado es la única victoria que ansías y al fin logras conseguir.
Hay días en que el mundo se para y te permite sentir el gozo indescriptible de dejar de sufrir. Hay días en que la noche, los amigos, las risas, la comprensión y la fuerza de vidas compartidas, de canciones robadas y de almas paralelas te dejan un momento, un sagrado momento, vivir la certeza de poder ser feliz.
Hay días con sus noches que el pasado no importa, que la sangre en tus manos se transforma en maná caído de los cielos, que los viejos amigos te vuelven a la vida para recordarte que siguen en su sitio, que siguen con sus retos, que apoyan la rodilla sobre el mástil gastada de la lanza que clavaste en el suelo por defender tus sueños, por atacar tus miedos, por luchar contra un mundo que se hacía pequeño, que te hacía pequeño, que se ahogaba en el miedo.
Hay días con sus noches en los que nada importa que te amen o te odien, te escuchen o te ignoren, te sigan o te eludan, te premien o te castiguen por crímenes y errores  que nunca cometiste.
Hay días que vives, que duermes y despiertas rodeado de amigos, de esos que se dejan el alma por mantener la tuya, que se dejan la calma por ayudarte a lidiar con todas tus tempestades. De esos que nunca van a dejarte morir por no perder la vida que tú aún conservas por ellos.
Hay días, solo unos pocos días, unos días felices, en los que bendices el insomnio por permitirte verles a ellos dormir.
Hay días que te acuestas y despiertas entre risas, reproches, discusiones y amigos.
Hay día con sus noches que merece la pena recordar.

jueves, mayo 21, 2015

La arrogancia y el peor califato de todos los posibles

Cuando miramos hacia fuera, al extranjero, vemos una Europa desvencijada, enfrentada y temerosa, si miramos más allá vemos Rusia. Y si miramos aún más lejos vemos El Califato.
Puede que aún estén los nombres de los países y de sus gobernantes, puede que no sean un gobierno asentado ni una fuerza estable de poder pero, si nos paramos a pensarlo, son lo único que se presenta como un todo en el oriente que esta más de cerca de nosotros. 
Ese que está antes de China, que es lo otro que vemos a lo lejos y que es otro asunto que también nos empeñamos en ignorar.
Aunque la mercadotecnia informativa y política se empeñe en llamarlos ISIS o EI para evitar que la población occidental atlántica deje de percibirlos como un grupo terrorista, dominan provincias enteras, tienen un gobierno y un califa, amplían su poder expandiéndose territorialmente, comercian -ilegalmente, pero comercian- con sus recursos. Vamos, que no tiene sentido negar que se han convertido en un Estado en toda regla.
Y explicar la realidad no es justificarla. Queda dicho para los que no lo tengan claro.
Pero como nosotros no queremos mancharnos de nuestra propia sangre en el intento de sobrevivir al Califato seguimos con la cabeza metida dentro de nuestro agujero de avestruz fingiendo que son un grupo terrorista, una tribu díscola, un puñado de rebeldes extremistas religioso o la etiqueta que queramos colgarlos.
Y cometemos el error de tratarlos y combatirlos como tales. Armamos a los kurdos, a las milicias chiitas iraquíes, al dictador El Asad, a los reyes absolutos del Golfo Pérsico, a la dictadura militar egipcia, a todo el que pueda encontrarse en el camino que se extiende entre ellos y nosotros.
Y eso nos matará. Eso será nuestro final. Porque, aunque parezca una redundancia. El Califato es el principio de algo que no acabará hasta que termine. El final del Califato sera el Califato.
La historia nos demuestra que esos procesos acaban con un gobierno unitario, basado en la fuerza o en la ley, en el terror o en el consenso, en la invasión o en las alianzas, pero un gobierno unitario.
Y nosotros, ciegos a la historia y pendientes solo de mantener nuestros intereses, no sabemos o no queremos verlo. Estamos armando a los primos de El Califato para enfrentarse a sus parientes, estamos adiestrando a los hermanos pródigos que pelean contra ellos por la herencia.
Hasta el último de los soldados de El Asad, de los guerrilleros kurdos, de los milicianos iraquíes o los militares cairotas está mucho más cerca ideológica, étnica y religiosamente de El Califato que de nosotros.
Adoptamos la misma solución que Roma con las tribus bárbaras, que el zar de todas las Rusias con las facciones revolucionarias, que el imperio español con los virreinatos, sin darnos cuentas de que todas ellas fallaron.
¿Qué pasará si los primos dejan de pelearse por sus asuntos de familia y se ponen de acuerdo?, ¿qué pasará si los hermanos dejan de pelearse por la herencia y deciden repartírsela? o, para ser más exactos, ¿qué pasará cuando eso ocurra? Porque ocurrirá.
Los nuevos aliados de El Califato estarán armados, entrenados y mantenidos por nosotros y de repente los tendremos en nuestra contra.
Estamos jugando con la carta de que nunca aparecerá en esas tierras un líder que sepa ser lo suficientemente inteligente como para hallar la forma de sumar a sus enemigos ancestrales a sus filas, de ser un verdadero Califa del Islam, que no surgirá nadie que pueda hacer entrar en razón a los primos ni reconciliar a los hermanos. Pero lo habrá.
Genserico, Isabel y Fernando, Cochise, Garibaldi, Bismark, Lenin y Saladino, sobre todo Saladino, lo demuestran.
Más nos valiera buscar una unidad árabe en contra de este Califato para que el resultante se basara en otros principios en lugar de armar a diestro y siniestro a sus ahora enemigos y futuros aliados.
La historia nos muestra que, con el correr del tiempo, tendremos Califato Nuestra arrogancia ignorante y nuestra ceguera indolente nos están condenando a tener el peor de los posibles.

martes, mayo 19, 2015

Ciudadanos y ¿una serie de catastróficas desdichas?

Lo malo de las pequeñas cosas es que cuando se unen no se convierten en algo grande pero sí se transforman en indicio, en síntoma, en datos de los que se puede y se debe inferir una totalidad que las abarca.
Y eso le está pasando a Ciudadanos.
Por sí solo que Jordi Cañas sea imputado por fraude fiscal no es demasiado para definir el partido - aunque ellos se apresuraron a definir a Podemos por idéntica situación de Monedero- Pero que se le defienda, que se utilice el manido argumento de que "es algo personal, porque está relacionado con su empresa" mientras se carga contra otros políticos de otras formaciones alegando el viejo axioma anglosajón de que "lo personal es reflejo de lo político", que no se firme un pacto contra la corrupción en Barcelona alegando que no tuvo tiempo para someterlo al partido, ya comienza a ser algo.
Que día tras día se identifiquen en las redes y los medios a militantes de la ultraderecha en sus filas y sus listas -incluido el propio Cañas, ideológicamente a la derecha de los Minute Men-, no significa necesariamente nada. Pero que se tenga que suspender de militancia cada día a xenófobos, falangistas de tercera generación y se mantenga a muchos de ellos pese a la supuesta linea de centro izquierda del partido, sí hace pensar a los que quieren pensar, que se sientan atraídos o se reclute a ese perfil ideológico mientras en la web del partido se afirma que se nutre del «liberalismo progresista y del socialismo democrático», si comienza a ser algo.
Que un integrante de la listas en las elecciones andaluzas oculte parte de su patrimonio puede ser un elemento individual, pero que Ciudadanos presente al Tribunal de Cuentas las correspondientes al ejercicio de 2008 de forma extemporánea, como puso de manifiesto esta institución, y que no lo haga con respecto al ejercicio 2009 ni al Tribunal de Cuentas ni tampoco a la Sindicatura catalana, ya parece que es algo más general.
Que un candidato a la alcaldía de Ciudad Real no se sepa el programa electoral para las municipales puede ser un síntoma de incompetencia individual. Pero que otra integrante de sus listas electorales abandone el partido al leerse el programa electoral, que cuidadanos individuales se quejen de haber sido incluidos sin su consentimiento en las listas electorales y que jubilados de Miranda de Ebro afirmen que les metieron en las listas como los comerciales de Bankia vendían las preferentes, sí significa algo si queremos pararnos a pensar.
Practicas electorales dignas de la España del caciquismo, Cánovas y Sagasta y el sistema de cesantías, excusas ante prácticas corruptas típicas desarrolladas por los grandes partidos que pretenden que robar en el ámbito privado es algo que no tiene nada que ver con lo público, el recurso a cualquiera con tal de llenar las listas y de asegurarse una base de poder en el mejor momento, la tendencia a reclutar a miembros de la más rancia ultraderecha y el sospechoso recurso a la falta de transparencia en sus cuentas ya son demasiadas cosas para que no signifiquen algo de forma conjunta.
No me voy a dedicar a escribir sobre lo qué significan pero a lo mejor va siendo hora de que aquellos que apoyan a Ciudadanos porque se supone que es un partido distinto dejen de hacer lo que hasta ahora han hecho los votantes en España y demuestren que ellos también son ciudadanos diferentes dejando de buscar excusas y justificaciones para defenderles a cualquier precio e investiguen por su cuenta. 
Y si después siguen creyendo que todo son casualidades individuales o una serie de catastróficas desdichas que voten a Ciudadanos. Que no van a pagar justos por pecadores.


Política, elecciones y la putada del voto responsable

La política de inmigración e internacional marcará nuestras relaciones con los países emergente, con los territorios y naciones que son las principales fuentes de los recursos económicos que necesitamos y que en una centuria, a lo más tardar, estarán en condiciones de ejercer y mantener totalmente el control de la comercialización de esos recursos y decidir con quién comercian y en qué condiciones quieren hacerlo.
La política de Educación determinará las posibilidades de permeabilidad social y económica y las posibilidades de todo el país de aprovechar sus recursos intelectuales y científicos de un modo en que no se desperdicie ningún talento por motivos económicos o sociales.
La Política Laboral será el cimiento sobre el que construya las relaciones sociales y la evolución del trabajo hacia una forma digna de supervivencia. Marcará las posibilidades de las siguientes generaciones de obtener remuneraciones y contratos acordes con su preparación o la involución hacia nichos de trabajo estables en la miseria e imposibles de abandonar.
La Política Empresarial marcará el equilibrio o desequilibrio entre el reparto de los beneficios generados entre los que aportan el dinero y el trabajo, decidirá si se mantiene el modelo de negocio especulativo, si la empresa crece o solo recoge dividendos, si los beneficios se invierten o solo se colocan al margen del mercado para beneficio de los que los reciben.
La Política Financiera establecerá si persistimos en el modelo de deuda apalancada y crecimiento que tiene el crédito y el consumo como único motor, si vivimos o no según nuestra posibilidades, si dentro de otros pocos años nos vemos abocados a un nuevo cataclismo bancario a una nueva insolvencia social y familiar.
La Política Económica servirá para que dentro de diez lustros seamos una economía resistente o emergente, tengamos o no motores económicos estables, sectores económicos asentados o persistamos en una economía dependiente, basada en los servicios por falta de recursos, hacha crecer en constantes burbujas cuyos posteriores estallidos nos condenarán de por vida a la crisis.
La Política Social determinara si dentro de dos generaciones tenemos un país cohesionado, estable en sus principios, capaz de tomar en lo fundamental sus decisiones o tendremos gobiernos que tengan todos los mecanismos para imponer al conjunto social sus decisiones, sin necesidad alguna de seguir los rumbos que les marca la sociedad civil.
La política de defensa es irrelevante porque viene marcada por las potencias que hacen y deshacen las guerras a su antojo y no tenemos capacidad militar ni influencia económica para acceder a ese rango como país.
Y con todo eso deberíamos seleccionar nuestro sufragio e ir a votar.
Pero si queremos votar a alguien porque tiene una moderna coleta, porque es mono y ha posado desnudo, porque tiene una pose moderada  o porque gasta una sonrisa abierta. Porque nuestra familia ha votado eso desde siempre, por llevar la contraria a papá, porque nuestro abuelo fue fusilado y enterrado en una fosa común, porque nuestro bisabuelo era falangista, nuestro abuelo militar y nuestro padre policía, Hagámoslo.
Si queremos emitir nuestro sufragio por quien mete o no la mano en la caja de todos, por quien tiene una buena sonrisa y demuestra tener un buen talante, por quien va el domingo a misa, por quien es elegante y viste de Chanel, por quien levanta el puño, por quien tremola la bandera o canta la internacional, por quien tiene el lema más pegadizo, el eslogan más ocurrente o sale más guapo o guapa ante las cámaras, Hagámoslo.
Nosotros ya hemos perdido y dejado perder nuestro presente ¿qué importa que obligamos a los que han de venir a perder el futuro?
Pero siempre tendremos otra opción
Entender, reflexionar y votar. Mirar más allá de los programas electorales demagógicos que nos dicen y escriben lo que queremos oír y leer, escuchar más allá de los mítines, los debates y las declaraciones de unos y de otros a pensar por nuestra cuenta.
Y si no lo entendemos, volver al instituto a repasar nuestras lecciones de historia, de relaciones internacionales, de economía y de teoría política.
¡Ah, qué eso no se da en los institutos! Pues va a ser más complicado saber a quien quieres votar de lo cuentan. Vamos a tener que aprender mucho de todo eso por nuestra cuenta, esfuerzo y riesgo.
 ¡Que putada esto de la responsabilidad democrática!, ¿no?

lunes, mayo 18, 2015

Como somos, morimos.

Vivimos como somos y esperamos morir de otra manera.
Nos vamos de nosotros y de lo que hemos de hacer con un soplo de viento y esperamos resistir mil tempestades. No estamos para nadie y esperamos quedarnos para siempre.
No soportamos la luz del mediodía y creemos poder aguantar toda la noche. No miramos adentro y esperamos que nos vean desde fuera, no cambiamos el rumbo y pedimos que otros acomoden su paso a nuestro ritmo.
No toleramos el sufrimiento propio ni un segundo y esperamos que otros sufran y padezcan dolores por nosotros. Nos matamos por nada, nos gritamos por todo y aun así nos sentimos con derecho a exigir que otros mueran y callen por nosotros.
Nos mentimos mintiendo a todo el mundo y ansiamos de los otros la verdad, nos tragamos los miedos con saliva y demandamos de otros el valor, no hacemos aquello que podemos y pedimos de otros imposibles, no admitimos errores y cargamos contra cualquier despiste que veamos.
No amamos y queremos que nos amen, no escuchamos y pretendemos que nos presten oídos, no aguantamos el peso ni de un pequeño gramo de desdicha y hacemos que otros carguen con toneladas de miseria por nosotros.
No nos hacemos grandes y queremos que el mundo y los demás se nos vuelvan pequeños para que no se note, no cedemos pero exigimos rendiciones, no pactamos pero solicitamos compromisos, no combatimos pero queremos vencer cada batalla. No creemos pero rogamos que dios nos cure el alma.
No probamos y exigimos mil pruebas a los otros, no arriesgamos pero arrastramos a todos al peligro. No aceptamos reproches pero gastamos el tiempo y la garganta en reprender todo aquello que creemos erróneo.
No damos y ansiamos recibir, no batimos las alas y esperamos volar. No nos vamos y queremos volver.
Ojala pudiéramos odiar como nos aman, herir como nos curan, matar como nos viven. Ojala el destino supiera castigarnos a ser lo que hemos sido, a morir como hemos vivido.
Vivimos como somos. Pero logramos morir de otra manera.


domingo, mayo 17, 2015

La demagogia para quien se la trabaja.

Existe una defensa común, a modo de enroque siciliano, que consiste en gritar "¡demagogia!" ante todo aquello que se dice en contra de cualquier idea que hayamos decidido defender.
Pues bien, gritar demagogia cuando alguien postula contra nuestras ideas con argumentos que no se consideran sólidos es tan absurdo como si se gritara "¡Noetica!" o "¡Biométrica!

Porque la demagogia es, solo para que conste: 
1. f. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
2.f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.

Así que, para empezar la demagogia, no es sinónimo de argumentos inconsistentes, de falsos silogismos, de informaciones poco contrastadas ni de sofismas de andar por casa a menos que quien los utilice sea un político y para terminar solamente pueden ejercerla que quieren alcanzar o mantener el poder.
De modo que tu vecino no puede practicar la demagogia, el tendero de la esquina, el amigo insistente, el rival argumentativo o el quiosquero no pueden practicar la demagogia.
Que ya lleva al hartazgo de que se llame demagogo a alguien que está tomando un café en la barra de un bar y no tiene intención alguna de alcanzar la Presidencia del Gobierno
Que comienza a resultar ridículo que se grite "¡Demagogia!" cada vez que alguien piensa más rápido que nosotros y tiene capacidad de unir tres informaciones diferentes en su cabeza para sacar una conclusión independiente sin necesidad de tener que buscar en la Wikipedia a todo correr una frase literal de nadie que le refuerce.
Si queremos gritar "¡Demagogia!" leamos con sentido crítico los programas electorales, que esos sí están llenos de "concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos para tratar de conseguir o mantener el poder", o sea de demagogia pura y dura.
Que a lo mejor estamos tan pendientes de buscarla donde no puede haberla y de usarla como insulto que se nos pasa por alto cuando la tenemos enfrente y la estamos leyendo.
A cada cual lo suyo, por favor.


viernes, mayo 15, 2015

Por escribir

Alguien a quien quise o quería y que creí me me quería me preguntó una vez: ¿por qué escribes?, si no publicas nunca ¿por qué escribes?
Y la respuesta fue un distante encogimiento de hombros cómplice de mi silencio.
¿Por qué escribo?
Escribo por no perder el mundo en el recuerdo, por no tirar el día en el esfuerzo, por no perder la vida en el silencio, por no guardar el corazón en una caja, por no esconder de todos mi ignorancia.
Escribo por dar la vuelta entera a lo que amo para seguir amándolo, por no negarme el pan y la sal por ser cobarde, por no darme de bruces contra el suelo, por no perder las alas que me quiebro, por no volverle el rostro a la alegría, por no negarle un techo y aposento a la desdicha.
Escribo por no llorar y no seguir llorando, escribo por reír y no dejar de hacerlo, escribo por no morir y no seguir matando, escribo por conseguir vivir y no seguir muriendo.
Escribo por no callar después de haberlo hecho demasiado, escribo por no hablar tras dejar crecer en exceso el ruido y la palabra. Escribo por buscar las elipsis perdidas de mis sueños. Escribo por pregonar los mutismos absurdos de mis miedos.
Escribo por no saber cantar, por no querer gritar, por no poder bailar.
Escribo por saber el porqué de las lágrimas, el motivo escondido de las risas. Escribo por pedir una tregua en todas mis batallas, encontrar una calma en todas mis tormentas. Escribo por firmar un armisticio con mi alma.
Escribo por reescribirme, por volver a decir lo que ya dije, por gritar lo que nadie escucho, por purgar mis pecados de silencio, por dar nuevas palabras a mis viejos deseos, por fingir que puedo eludir el secreto de la muerte, por confesar que no quiero escaparme del arte de vivir. Escribo por mancharme las manos con mi sangre.
Escribo por no matar a nadie con mi muerte, por poder resucitar a todos con mi vida, por agarrarme al viento desde el suelo, por descender al infierno desde el cielo. Por negarme a mí mismo la entrada al paraíso. Por burlar al dios en quien no creo.
Escribo por mí, por ellos, por vosotros. Por nosotros, si alguna vez hay o hubo o habrá en mi vida algún nosotros.
Escribo porque es lo único que tengo.

Porque mi existencia es propiedad de aquellos a quienes amo y mi muerte será de los que queden. Porque mi derrota  pertenece a todos los victoriosos y mis pocas victorias a todos los derrotados; porque mi amor es de aquella que sabe que lo tiene y mi odio de todos los que quieran perder sus vidas y sus tiempos en sentirlo.
¿Por qué escribo?
Escribo porque es lo único que tengo y me pueden quitar.
Y no quiero guardarlo. Y lo prefiero dar y regalar.

lunes, mayo 11, 2015

El baldío sufragio de "después de mi, El Diluvio".

Cuando llegue el día que cada vez está más cerca vamos a ir a votar como si no hubiera un mañana.
Lo haremos como lo hacemos todo. Como trabajamos, como discutimos, como amamos, como reclamamos y como unos pocos, solamente unos pocos combaten, matan y mueren.
Vamos a ir a votar cuando nos caiga el día como si fuéramos la última generación sobre la tierra.
Los viejos votarán para que las bicis se les salgan de las calles, las pensiones se les suban y las medicinas se les bajen; los jóvenes para que los botellones se les hagan legales, los estudios más fáciles y los trabajos más numerosos, menos cansados y mejor remunerados.
Los que trabajan votaran para que les mantengan el trabajo, los que no lo tienen para poder lograrlo, los que tienen empresas para poder mantenerlas abiertas, los que pagan para tener que pagar menos, los que cobran para que sea posible cobrar más.
Cuando nos llegue el día vamos a ir a votar como si no le debiéramos nada a nadie. Como si no tuviéramos la obligación de mantener la dignidad que la sangre de otros allende nuestras vidas nos legaron. Como si siempre se hubiera trabajado ocho horas, como si nunca hubiéramos sido siervos ni esclavos, como si nuestros derechos nos hubieran crecido de la nada tan solo por la inercia de los tiempos.
Cuando caiga la fecha en nuestro calendario vamos a ir a votar como si no tuviéramos responsabilidad alguna contraída con nadie. Como si el futuro no fuera algo que a nosotros nos compete por la absurda y vaga excusa de que no vamos a vivirlo. Como si los que han de venir tuvieran que nacer buscándose la vida por su cuenta, como si nos importara que dentro de cien o de cincuenta o solo de diez años trabajen quince horas por la mitad de lo que ahora cobramos, como si no importara que no sepan en dos lustras nada de historia, de literatura y solo sepan leer pasando el dedo por la hoja y resolver las cuatro reglas.
Vamos a ir a votar por lo que nos dan o por lo que nos quitan, por lo que nos prometen o por lo que nos roban. Pero por nosotros, tan solo por nosotros, como si hubiéremos sido puestos en el mundo y en la historia por el ayuntamiento y detrás de nosotros esperara El Diluvio.
¡Pensemos de una vez! ¡Asumamos nuestras responsabilidades con los otros! ¡Paguemos nuestras deudas con los tiempos! 
Hagamos lo imposible, votemos pensando en los que nos precedieron y en los que vendrán luego. Pensemos que el mundo que tenemos es la herencia del esfuerzo de otros, pensemos que el mundo que dejamos es el legado que recibirán los que aún no están entre nosotros.
Dejemos de ir a votar cuando nos llegue el día como si no nos importara que hubiera o no un mañana. Empecemos a emitir nuestro sufragio como si el mundo, mal que nos pese, fuera a sobrevivirnos.
¡Hagamos lo impensable, votemos pensando en todo el mundo!
Y si luego nos llegan El Diluvio y el Año de Las Lluvias Torrenciales, sea. Tampoco hay que luchar por ser eternos si hemos hecho bien nuestro trabajo.

sábado, mayo 09, 2015

Setenta años de paz, setenta años de guerra.

Podría hablar del presente, de nuestras crisis, nuestras elecciones o las británicas, nuestros terrores y nuestros terrorismos. Pero no están mis crisis, mis elecciones ni mis miedos para hablar del presente.
Podría hablar del futuro, de lo que nos espera, de augurios apocalípticos o de predicciones sosegadas. Pero no está tan claro mi mañana como para hablar de futuro.

Así que hablare del ayer, del ayer que fue hoy. 
Hace setenta años estábamos en guerra. Todos estábamos en guerra. 
En guerra contra nosotros mismos, en guerra contra el terror desatado por un régimen que había nacido de todos nuestros fracasos, había crecido alimentado por todos miedos y nos había invadido con todos nuestros odios.
Europa, América, África y Asia luchaban en una y otra parte contra si mismos, contra todos y cada uno de sus viejos errores.
Hace setenta años eramos uno, queríamos ser uno.
En Las Ardenas, El Alamein, Guadalcanal o Nanking peleábamos a brazo partido, a bala disparada y a sangre derramada por enmendar el error que nuestro silencio había creado, que nuestra indolencia había reforzado.
Y hace setenta dejamos de luchar. Creímos que habíamos ganado y dejamos de luchar.
Dejamos de pensar como uno, dejamos de intentar aunar las voluntades, dejamos de idear estrategias que sirvieran a todos, dejamos de derramar nuestra sangre en bien de otros países, de levantar nuestras armas en defensa y auxilio de otros pueblos.
Dejamos de interesarnos por lo que pasaba allende nuestros reinos, de celebrar las victorias conseguidas por otros. Decidimos dejar de ser terrestres y volver a ser lo que siempre habíamos sido hasta entonces fuera la que fuera la bandera, estandarte o pendón bajo el que habíamos luchado en la única guerra que luchamos por todos.
Y en la paz comenzamos de nuevo a pensar en nosotros, a barrer para casa, a tirar de lo nuestro.
Volvimos otra vez a tirar la basura en casa del vecino, a mirar con recelo al que llega de lejos, a buscar un culpable para nuestros errores, a mirar siempre el mundo desde el prisma que habíamos elegido. A ser solo nosotros. 
Hace setenta años estábamos en guerra. En la última guerra que luchamos por La Tierra, por el mundo de todos.
Podría hablar de hoy o disertar sobre nuestro futuro pero, después de setenta años de una guerra infinita de siete mil millones de mundos con un solo individuo combatiendo los unos con los otros por tener la razón, por quedar por encima, por destacar lo propio...
¿De qué nos serviría?
Hace setenta estábamos en guerra y llegaba la paz. Hoy, llevamos setenta años de guerra y la paz nunca llega, no acaba de llegar.

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