viernes, mayo 29, 2015

El videoclip de lo que somos y podemos ser

Es un vídeo, es solo un vídeo musical de otros tantos, un videoclip de esos que dirían ahora.
Cuatro bellos productos de la mejor selección natural de la que es capaz de producir la evolución humana, que aúnan belleza, talento y armonía en proporciones casi desmedidas.
Pero no están en mi maldito caralibro por eso ni por ningún otro factor relacionado.
Ignorad sus piernas y sus dedos, ignorad sus cuerpos y sus toques de cuerda, ignorad sus dulces contoneos y sus hábiles arpegios, ignorad la historia, la producción, la grabación y el montaje del videoclip que interpretan y muestran.
Ignoradlo todo de una vez y por todo para siempre y mirad sus sonrisas.
¿Cuándo fue la última vez que sonreímos haciendo nuestro puto trabajo?
Ojalá pudiéramos y supiéramos disfrutar lo que hacemos por el hecho de hacerlo, de hacerlo bien y de saber hacerlo.
Ojalá quisiéramos convertir cada acto que nos impone o nos obliga el trabajo en uno de sus vaivenes de melenas, en una de sus sonrisas sus contenidas, en uno de cualquiera de los gestos de estas cuatro mujeres que disfrutan de su arte en su trabajo.
Ojala quisiéramos disfrutar del esfuerzo que nos impone el curro; saber que lo que hacemos es lo que la vida, la genética, la suerte o el infierno hicieron que tuviéramos que hacer y eso no significa que podamos pasar de hacerlo bien.
Ojalá deseáramos hacer del todo lo que hacemos y no escaparnos antes; ojalá anisaríamos sonreír y no eludir; quisiéramos terminar y no escapar. Ojalá no pensáramos que el trabajo es algo obligatorio y contenido entre los deseados espacios de todos nuestros ocios.
Ojala pudiéramos saber que todo el orgullo de todo lo que hacemos no depende de falsas palmadas, de aumentos, de sonrisas cansinas de los jefes, de que guste o disguste nuestro puto trabajo, de que hable o callen de nosotros, de que nos den las gracias.
Ojalá pudiéramos saber, sin prueba o confirmación, que somos buenos.
Ojalá pudiéramos concentrarnos sin necesidad de que papá nos lo aprobara, ojalá pudiéramos sentir que somos lo más grande sin que mamá tuviera que mostrar que estará siempre orgullosa de nosotros.
Ojalá pudiéramos crecer sin ser regados, ojalá pudiéramos currar sin recompensa. Ojalá pudiéramos disfrutar en el trabajo.
Ojalá cada curro bien hecho fuera tan simple y fuerte como lo es un orgasmo.
¡Cuántos polvos fugaces e indolentes no podríamos ahorrar!, ¡cuántos pedos cansados y cansinos podríamos salvar!
Y ahora miradlas, vedlas.
Ignorad sus maravillosas y excelsas anatomías, sus marcados talentos y afinados violines. Y pensad…
¿Cuánto hace que no sonrío en mi puto trabajo?
Lo siento, este es mi vicio. Me encanta provocar, adoro ese suplicio (Edmund de Roostand)



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