La política de inmigración e internacional marcará nuestras relaciones con los países emergente, con los territorios y naciones que son las principales fuentes de los recursos económicos que necesitamos y que en una centuria, a lo más tardar, estarán en condiciones de ejercer y mantener totalmente el control de la comercialización de esos recursos y decidir con quién comercian y en qué condiciones quieren hacerlo.
La política de Educación determinará las posibilidades de permeabilidad social y económica y las posibilidades de todo el país de aprovechar sus recursos intelectuales y científicos de un modo en que no se desperdicie ningún talento por motivos económicos o sociales.
La Política Laboral será el cimiento sobre el que construya las relaciones sociales y la evolución del trabajo hacia una forma digna de supervivencia. Marcará las posibilidades de las siguientes generaciones de obtener remuneraciones y contratos acordes con su preparación o la involución hacia nichos de trabajo estables en la miseria e imposibles de abandonar.
La Política Empresarial marcará el equilibrio o desequilibrio entre el reparto de los beneficios generados entre los que aportan el dinero y el trabajo, decidirá si se mantiene el modelo de negocio especulativo, si la empresa crece o solo recoge dividendos, si los beneficios se invierten o solo se colocan al margen del mercado para beneficio de los que los reciben.
La Política Financiera establecerá si persistimos en el modelo de deuda apalancada y crecimiento que tiene el crédito y el consumo como único motor, si vivimos o no según nuestra posibilidades, si dentro de otros pocos años nos vemos abocados a un nuevo cataclismo bancario a una nueva insolvencia social y familiar.
La Política Económica servirá para que dentro de diez lustros seamos una economía resistente o emergente, tengamos o no motores económicos estables, sectores económicos asentados o persistamos en una economía dependiente, basada en los servicios por falta de recursos, hacha crecer en constantes burbujas cuyos posteriores estallidos nos condenarán de por vida a la crisis.
La Política Social determinara si dentro de dos generaciones tenemos un país cohesionado, estable en sus principios, capaz de tomar en lo fundamental sus decisiones o tendremos gobiernos que tengan todos los mecanismos para imponer al conjunto social sus decisiones, sin necesidad alguna de seguir los rumbos que les marca la sociedad civil.
La política de defensa es irrelevante porque viene marcada por las potencias que hacen y deshacen las guerras a su antojo y no tenemos capacidad militar ni influencia económica para acceder a ese rango como país.
Y con todo eso deberíamos seleccionar nuestro sufragio e ir a votar.
Pero si queremos votar a alguien porque tiene una moderna coleta, porque es mono y ha posado desnudo, porque tiene una pose moderada o porque gasta una sonrisa abierta. Porque nuestra familia ha votado eso desde siempre, por llevar la contraria a papá, porque nuestro abuelo fue fusilado y enterrado en una fosa común, porque nuestro bisabuelo era falangista, nuestro abuelo militar y nuestro padre policía, Hagámoslo.
Si queremos emitir nuestro sufragio por quien mete o no la mano en la caja de todos, por quien tiene una buena sonrisa y demuestra tener un buen talante, por quien va el domingo a misa, por quien es elegante y viste de Chanel, por quien levanta el puño, por quien tremola la bandera o canta la internacional, por quien tiene el lema más pegadizo, el eslogan más ocurrente o sale más guapo o guapa ante las cámaras, Hagámoslo.
Nosotros ya hemos perdido y dejado perder nuestro presente ¿qué importa que obligamos a los que han de venir a perder el futuro?
Pero siempre tendremos otra opción
Entender, reflexionar y votar. Mirar más allá de los programas electorales demagógicos que nos dicen y escriben lo que queremos oír y leer, escuchar más allá de los mítines, los debates y las declaraciones de unos y de otros a pensar por nuestra cuenta.
Y si no lo entendemos, volver al instituto a repasar nuestras lecciones de historia, de relaciones internacionales, de economía y de teoría política.
¡Ah, qué eso no se da en los institutos! Pues va a ser más complicado saber a quien quieres votar de lo cuentan. Vamos a tener que aprender mucho de todo eso por nuestra cuenta, esfuerzo y riesgo.
¡Que putada esto de la responsabilidad democrática!, ¿no?
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