viernes, mayo 15, 2015

Por escribir

Alguien a quien quise o quería y que creí me me quería me preguntó una vez: ¿por qué escribes?, si no publicas nunca ¿por qué escribes?
Y la respuesta fue un distante encogimiento de hombros cómplice de mi silencio.
¿Por qué escribo?
Escribo por no perder el mundo en el recuerdo, por no tirar el día en el esfuerzo, por no perder la vida en el silencio, por no guardar el corazón en una caja, por no esconder de todos mi ignorancia.
Escribo por dar la vuelta entera a lo que amo para seguir amándolo, por no negarme el pan y la sal por ser cobarde, por no darme de bruces contra el suelo, por no perder las alas que me quiebro, por no volverle el rostro a la alegría, por no negarle un techo y aposento a la desdicha.
Escribo por no llorar y no seguir llorando, escribo por reír y no dejar de hacerlo, escribo por no morir y no seguir matando, escribo por conseguir vivir y no seguir muriendo.
Escribo por no callar después de haberlo hecho demasiado, escribo por no hablar tras dejar crecer en exceso el ruido y la palabra. Escribo por buscar las elipsis perdidas de mis sueños. Escribo por pregonar los mutismos absurdos de mis miedos.
Escribo por no saber cantar, por no querer gritar, por no poder bailar.
Escribo por saber el porqué de las lágrimas, el motivo escondido de las risas. Escribo por pedir una tregua en todas mis batallas, encontrar una calma en todas mis tormentas. Escribo por firmar un armisticio con mi alma.
Escribo por reescribirme, por volver a decir lo que ya dije, por gritar lo que nadie escucho, por purgar mis pecados de silencio, por dar nuevas palabras a mis viejos deseos, por fingir que puedo eludir el secreto de la muerte, por confesar que no quiero escaparme del arte de vivir. Escribo por mancharme las manos con mi sangre.
Escribo por no matar a nadie con mi muerte, por poder resucitar a todos con mi vida, por agarrarme al viento desde el suelo, por descender al infierno desde el cielo. Por negarme a mí mismo la entrada al paraíso. Por burlar al dios en quien no creo.
Escribo por mí, por ellos, por vosotros. Por nosotros, si alguna vez hay o hubo o habrá en mi vida algún nosotros.
Escribo porque es lo único que tengo.

Porque mi existencia es propiedad de aquellos a quienes amo y mi muerte será de los que queden. Porque mi derrota  pertenece a todos los victoriosos y mis pocas victorias a todos los derrotados; porque mi amor es de aquella que sabe que lo tiene y mi odio de todos los que quieran perder sus vidas y sus tiempos en sentirlo.
¿Por qué escribo?
Escribo porque es lo único que tengo y me pueden quitar.
Y no quiero guardarlo. Y lo prefiero dar y regalar.

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