Cuando llegue el día que cada vez está más cerca vamos a ir a votar como si no hubiera un mañana.
Lo haremos como lo hacemos todo. Como trabajamos, como discutimos, como amamos, como reclamamos y como unos pocos, solamente unos pocos combaten, matan y mueren.
Vamos a ir a votar cuando nos caiga el día como si fuéramos la última generación sobre la tierra.
Los viejos votarán para que las bicis se les salgan de las calles, las pensiones se les suban y las medicinas se les bajen; los jóvenes para que los botellones se les hagan legales, los estudios más fáciles y los trabajos más numerosos, menos cansados y mejor remunerados.
Los que trabajan votaran para que les mantengan el trabajo, los que no lo tienen para poder lograrlo, los que tienen empresas para poder mantenerlas abiertas, los que pagan para tener que pagar menos, los que cobran para que sea posible cobrar más.
Cuando nos llegue el día vamos a ir a votar como si no le debiéramos nada a nadie. Como si no tuviéramos la obligación de mantener la dignidad que la sangre de otros allende nuestras vidas nos legaron. Como si siempre se hubiera trabajado ocho horas, como si nunca hubiéramos sido siervos ni esclavos, como si nuestros derechos nos hubieran crecido de la nada tan solo por la inercia de los tiempos.
Cuando caiga la fecha en nuestro calendario vamos a ir a votar como si no tuviéramos responsabilidad alguna contraída con nadie. Como si el futuro no fuera algo que a nosotros nos compete por la absurda y vaga excusa de que no vamos a vivirlo. Como si los que han de venir tuvieran que nacer buscándose la vida por su cuenta, como si nos importara que dentro de cien o de cincuenta o solo de diez años trabajen quince horas por la mitad de lo que ahora cobramos, como si no importara que no sepan en dos lustras nada de historia, de literatura y solo sepan leer pasando el dedo por la hoja y resolver las cuatro reglas.
Vamos a ir a votar por lo que nos dan o por lo que nos quitan, por lo que nos prometen o por lo que nos roban. Pero por nosotros, tan solo por nosotros, como si hubiéremos sido puestos en el mundo y en la historia por el ayuntamiento y detrás de nosotros esperara El Diluvio.
¡Pensemos de una vez! ¡Asumamos nuestras responsabilidades con los otros! ¡Paguemos nuestras deudas con los tiempos!
Hagamos lo imposible, votemos pensando en los que nos precedieron y en los que vendrán luego. Pensemos que el mundo que tenemos es la herencia del esfuerzo de otros, pensemos que el mundo que dejamos es el legado que recibirán los que aún no están entre nosotros.
Dejemos de ir a votar cuando nos llegue el día como si no nos importara que hubiera o no un mañana. Empecemos a emitir nuestro sufragio como si el mundo, mal que nos pese, fuera a sobrevivirnos.
¡Hagamos lo impensable, votemos pensando en todo el mundo!
Y si luego nos llegan El Diluvio y el Año de Las Lluvias Torrenciales, sea. Tampoco hay que luchar por ser eternos si hemos hecho bien nuestro trabajo.
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