Todo el mundo tiene derecho a defenderse cuando considera que alguien miente o divulga afirmaciones sobre el que no corresponden con la realidad. Hasta ahí podíamos llegar. Pero la forma que eliges para defenderte -en los tribunales, se sobreentiende- puede llegar a decir de ti mucho más que los que la supuesta falsedad de las afirmaciones contra las que reaccionas aseguran.
La forma que ha elegido el emporio genovés para reaccionar -tarde, muy tarde, por cierto- contra la falsedad defendida por ellos de lo escrito por Bárcenas y lo publicado por El País dice tanto de ellos, expone tan a las claras sus pensamientos, sus formas de ver y de concebir las cosas, que casi resulta más reveladora que las propias acusaciones vertidas contra ellos.
Para empezar utiliza una fórmula tan ambigua que parece sacada del juicio contra Dreyffus o si se apura un poco rotando la situación a lo dantesco del delirante contrato que se negara a firmar Groucho Marx para desternille cinematográfico del mundo.
Aparte de contra El País el partido de Génova, 13 presenta demanda "contra el autor de los falsos papeles publicados que, según dicho medio de comunicación, es Luis Bárcenas, aunque él lo haya negado públicamente y ante la Fiscalía Anticorrupción".
Entonces ¿demanda a Luis Bárcenas o no?, ¿lo demanda porque lo dice El País o porque ellos creen que ha sido Luis Bárcenas?, ¿creen a Bárcenas cuando él niega que ha escrito los papeles o creen a El País cuando afirma que sí lo ha hecho?
El Partido Popular crea al parecer una nueva personalidad procesal más allá de la física y la persona jurídica que podría denominarse la persona hipotética.
Demandan a Bárcenas si ha sido él, pero si no ha sido él no le demandan, le creen cuando dice que él no ha escrito los papeles pero le demandan en la hipótesis de que aunque ellos le crean esté mintiendo. Si ya la justicia y sus enunciados son un galimatías de difícil comprensión, el Partido Popular lo convierte en un texto arcano digno del mismísimo Hermes Trimegisto.
Y así la demanda del PP nos demuestra lo que es, lo que son aquellos que lo dirigen, lo que quieren que siga siendo. Un espacio oscuro, turbio, donde no se dicen las cosas claramente, donde se está tan acostumbrado a nadar y guardar la ropa que se intenta incluso en una demanda judicial, donde nadie tiene claro quién hace qué cosa en qué momento y además no se quiere que nadie lo tenga claro. Donde para defenderse de una acusación mediática de corrupción se sigue cayendo en la ambigüedad que da origen a esa corrupción, en el doble rasero que potencia ese vicio político, en el si es no es que es el perfecto abono y caldo de cultivo para las prácticas que se le achacan.
Son capaces de denunciar a personas hipotéticas, a sombras, a entidades conspirativas que no tienen ni nombre ni apellido con tal de mantenerse nadando entre dos aguas y no pronunciarse con respecto a Luis Bárcenas de una forma clara.
Porque si se cree a Bárcenas cuando afirma que él no ha escrito los archifamosos apuntes se denuncia a El País y punto y si no se le cree no se utilizan sus desmentidos como argumento para denunciar al medio de comunicación.
Aunque, visto lo visto con las explicaciones de aquí te pillo aquí te mato de mercado persa de Cospedal sobre "sueldos simulados que no eran porque eran una formula fingida", está claro que hay crisis y el Partido Popular tiene pluriempleados a los mismos para componer las intervenciones públicas y redactar las denuncias judiciales.
Y ahí no queda la cosa.
En este país una persona jurídica puede presentar cualquier tipo de demanda -incluidas las del Derecho al Honor- y el PP es una persona jurídica.
Pero el PP no tira de su persona jurídica o al menos no la refuerza.
Cogen a cuatro cadáveres políticos de su partido que casi no tienen ni siquiera espacio en el panteón familiar de Génova y los utiliza para firmar una demanda colectiva que, según ellos representa al partido.
Uno deportado en Bruselas por sus continuos fracasos en Euskadi y sus exabruptos pidiendo que los tanques recorrieran las calles de Donosti, Jaime Mayor Oreja; otro epítome del desastre bancario español, imputado y procesado por la quiebra fraudulenta de Bankia, llamado Rodrigo Rato; el tercero en discordia ejemplo incuestionable del intento de manipulación mediática gubernamental más burdo y doloroso cuando se intentó achacar a la extinta ETA el atentado yihadista del 14M para salvar el resultado electoral y al que, además, también la ha caído lo suyo con lo de Bankia, Ángel Acebes.
Y completa este cuarteto de Alejandría ni más ni menos que el eterno perdedor de las elecciones andaluzas, Javier Arenas que, incapaz de alcanzar el gobierno en ese feudo ni en las horas más bajas de sus grandes antagonistas, es el único que mantiene un cargo en la estructura actual del PP.
Ni Rajoy, ni Sáenz de Santamaría, ni ningún miembro del Gobierno, ni ninguno de los presidentes de las cámaras, ni nadie que realmente dejara claro que el Partido Popular apuesta por la fortaleza de sus argumentos, por la verdad de su defensa siciliana contra las acusaciones de corrupción.
No vaya a ser que, de repente, el travieso Luís diga que sí lo ha escrito o un grafólogo independiente diga que sí lo ha escrito u otro puñado de militantes o antiguos cargos del partido aparezcan en tromba y avalancha diciendo que sí recibieron esos sobres.
Porque si eso ocurre los únicos que se quedarán con el pandero al aire serán aquellos que firman la demanda y ellos podrán decir que nunca la firmaron, que la apoyaron por solidad con sus compañeros o cualquier otra falacia que les permita intentar vender que ellos siguen teniendo las manos impolutas, que ellos no tienen que dimitir.
Se ve venir desde tan lejos que da tiempo a hincarse de rodillas en la entrada de toriles y dejar pasar su ridículo con una verónica a puerta gayola. Y cuando retiras el capote no queda nada de la credibilidad que podría mantener el PP.
Y para rematar la faena, para culminar el bochornoso espectáculo de una demanda que se convierte en el lema de la mítica serie del Coche Fantástico: algo "que no es en un mundo lleno de peligros", el Partido Popular presenta una demanda en la que reclama medio millón de euros por daños y perjuicios.
¿Los votos que supuestamente perdería por las acusaciones de corrupción se cuantifican en esa cifra?, ¿la credibilidad política de sus líderes se estima en esa cuantía?
No presentan una denuncia por calumnias, por difamación o por libelo y piden dos años de cárcel para los autores de las mismas -que pueden hacerlo-. Presentan una demanda por lesión del Derecho al Honor y solicitan una reparación de 500.000 euros.
Dinero, dinero y más dinero. En el PP esa es la única medida de todas las cosas. La que les lleva al sobrecogimiento genovés, la que les arroja a los recortes desmedidos. La única sinapsis que conecta su mente a la realidad.
Y encima se atreven a decir que se destinará a "organizaciones de carácter social"
¿Pretenden compensar con eso sus recortes en servicios sociales?, ¿pretenden que eso mejore su imagen después de haber golpeado sin tregua y sin piedad con el ariete de su fingida austeridad irracional los servicios sociales más básicos, contra las prestaciones sociales más necesarias?
Lo que en cualquier otro sonaría a recurso fácil y nos dejaría indiferentes, en ellos bordea el límite mismo del insulto global.
¿De verdad pretenden que alguien les crea cuando dan la impresión de no creerse ni ellos mismos?, ¿de verdad su soberbia les hace creer que, con lo que nos están echando encima, aun somos tan ingenuos?
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