martes, marzo 26, 2013

La concertada llega tarde cual falso Bertolt Brecht

Existen frases que no aceptan bien el anonimato. Sentencias que resumen tan bien las situaciones que piden, casi exigen que les sea atribuido un autor que este a la altura de su relevancia. Y eso es lo que ocurre desde siempre con esa archiconocida gradación de elusiones e irresponsabilidades que la mitología popular atribuye a un moribundo Bertolt Brecht y que concluye con la demoledora conclusión de  "... y ahora vienen a por mi y es demasiado tarde".
Pues bien eso es lo que les está ocurriendo a los docentes de la enseñanza pública concertada.
Nuestro Gobierno, ajeno desde el primer día de su acceso al poder a todo lo que suponga algo parecido a la lealtad ideológica, sigue en su búsqueda de dinero y recursos que quemar en lo único que le preocupa, en el único objetivo que mueve sus acciones: cambiar la sociedad de manera que sirva a los intereses de sus socios y amigos.
Y ahora le toca el turno a la enseñanza concertada.
Porque muchos de esos docentes cometieron el error de creerse al resguardo y se quedaron en sus casas mientras sus compañeros -sus compañeros, sí, no sus rivales, ni sus antagonistas, sus compañeros- de la enseñanza pública intentaban e intentan combatir para mantener las expectativas de educación y futuro para todos.
Porque muchos creyeron que la ideología social de Génova y Moncloa, que primaba lo concertado sobre lo público, que asignaba cuantiosas exenciones de impuestos y donaciones de suelo a los colegios concertados mientras se negaba a pagar incluso la luz de los públicos haría que ellos no se vieran afectados por esos brutales recortes; imaginaron que con ellos no iba aquello de las interinidades despedidas, de las pagas extras recortadas; creyeron que a ellos no les afectaría nunca el hecho de primar las notas de los exámenes sobre la experiencia docente porque al fin y al cabo ellos no eran contratados por oposiciones.
Creyeron que si se quedaban quietos la bestia no les vería, que si permanecían callados -o incluso les decían a sus alumnos que no secundarán las huelgas de estudiantes porque a ellos esas cosas a ellos no les afectaban en sus colegios católicos concertados- el animal salvaje del recorte no les atacaría, que si se hacían invisibles la hidra furiosa de mil cabezas de la austeridad mal entendida no les devoraría
Y claro, como suele ocurrir en estas ocasiones, se equivocaron. Porque los animales salvajes -y no hay nada más salvaje que la política de recortes que ahora padecemos- no necesitan que te muevas para verte, no necesitan que hables para oírte. Huelen el miedo y se ceban en él.
Porque la ideología del Partido Popular y del inquilinato moncloita sustentado por el no se basa en primar la educación concertada sobre la pública -aunque pueda parecerlo-. Eso es secundario. Se basa en primar la educación como negocio sobre la educación como derecho  del ciudadano y obligación del Estado.
Así que nunca les apoyó a ellos. Apoyó a los propietarios de sus empresas.
Y ahora, cuando están a punto de quedarse sin convenio, cuando el Gobierno no mueve un dedo al respecto, cuando en su quietud, en su silencio y en su aquiescencia medrosa han contribuido a hacer posible la situación, se dan cuenta de su error.
Los dueños de sus centros de enseñanza empezaron a sesgar la admisión de alumnos dejando fuera a los que tenían más problemas de aprendizaje, a los que tenían menos recursos económicos, a los que, en definitiva, eran menos rentables y ellos no se movieron; las juntas directivas de sus centros docentes empezaron a eliminar de forma disimulada desdobles y profesores de apoyo en lugar de eliminar sus clases de valores cristianos o de reducir sus horarios de religión -por ejemplo- y ellos siguieron sin decir nada sin darse cuenta que es precisamente ese solamente quejarse por lo propio y protestar por lo nuestro lo que nos ha llevado a los occidentales atlánticos al abismo en el cual nos encontramos..
Y ahora les toca a ellos.
El Gobierno impondrá recortes en los conciertos y sus empresarios tiraran de reforma laboral, de recorte social y de todo lo que tengan a mano para mantener sus beneficios. les bajarán el sueldo, les quitarán la paga extra o simplemente les despedirán para que otro se haga cargo de su puesto por menos dinero.
Cada año, en Estados Unidos se repite una situación curiosa. Sobre el mes de julio los poderosos sindicatos de la enseñanza -del que forman parte todos los profesores, no los públicos, no los privados, no los pocos concertados que hay en ese país, todos- y el no menos poderoso lobby de la enseñanza tiene que firmar su renovación de convenio.
Cada año se llega a una situación de bloqueo y cada año el Secretario de Educación hace lo mismo. Se sienta en una mesa con todos ellos y les amenaza a unos con perder su condición de empresa esencial -exenciones de impuestos incluidas- y a otros con perder su categoría de asimilados a funcionarios federales.
¿Resultado? En setenta y dos horas llegan a un acuerdo y firman la renovación en las condiciones que el Gobierno Federal ha propuesto.
Nuestro gobierno podría hacer lo mismo pero todos sabemos que José Ignacio Wert está más preocupado por encontrar a alguien con quien polemizar, con localizar a alguien a quien insultar que con preocuparse de la educación y el futuro de los españoles, así que no ocurrirá.
Y los profesores de la concertada que hicieron de la invisibilidad su arma -por lo menos mayoritariamente y sobre todo en los colegios religiosos-, apoyados por algunos sindicatos que se empeñan en dividir en lugar de en unificar, que pretenden seguir utilizando la vieja fórmula de que cada uno defienda lo suyo aunque sea en detrimento de los demás, ahora se encuentran al descubierto, atacados igual que todos los demás, en riesgo igual que todos los demás.
Como el autor de la frase atribuida al dramaturgo alemán, dándose cuenta de que están solos porque no buscaron aliados cuando eso suponía luchar por los problemas de otros, claman contra la injusticia, se giran a un lado y a otro para buscar aliados. Y no encuentran a nadie.
Y amenazan con una huelga. Una huelga que llega dos años tarde, que llega miles de recortes tarde, que llega una guerra por la subsistencia de la Enseñanza Pública tarde.
Pero bienvenida sea, bienvenido sea el movimiento aunque se haya demorado, bienvenido sea la salida de la ceguera aunque sea tardía.
Los docentes de la concertada amenazan con una huelga que condena a mucha gente a la grandeza.
A las comunidades educativas de la enseñanza pública, que llevan meses peleando, les arroja a la grandeza de la necesidad a apoyar la lucha de aquellos que no apoyaron la suya, que permanecieron en silencio mientras ellos gritaban, que se quedaron quietos mientras ellos se movían.
A los que ahora le ven por fin las orejas al lobo desde sus puestos de trabajo en la educación concertada les llama a la grandeza de quitar una sola palabra de la pancarta de la fotografía que ilustra este post.
concertada. Basta de "no a los recortes en la concertada". "No a los recortes y punto".
No defendáis lo vuestro. Defended lo de todos.
Esto solo podemos pararlo entre todos si no queremos que la frase falsamente atribuida a Brecht sea irremisible cierta y sea demasiado tarde.



No hay comentarios:

Lo pensado y lo escrito

Real Time Analytics